Partida Rol por web

 No te preocupes, no soy tan tonta. See you!

 Y cierra la puerta con un suave portazo tras de sí.

 Sientes como la atmósfera cambia un poco con la salida de Marya, todo parece un poco más... muerto, más común, de nuevo vuelve a ser un piso corriente. No te habías dado cuenta en qué, pero tu apartamento hace unos cinco segundos molaba. 

 Algo extraño me acaba de ocurrir. Una sensación de vacío me invade. ¿Sentimiento de soledad, quizás? Podía ser, al fin y al cabo, no era de los que hacía migajas con la gente muy fácilmente. 

Alexander, ponte a trabajar- me digo en voz alta. Me dirijo hacia el despacho para hacer varias llamadas de importancia.

El despacho- cerrado con llave- es de las habitaciones en las que me encuentro más a gusto. Quizás es por el hecho que contienen infinidad de recuerdos de mi vida pasada (viajes, fotos...). Era un pequeño museo de mi vida.

Voy directamente hacia la mesa y allí descuelgo el teléfono para hacer varias llamadas.

 ...¿Recuerdas la noche en la que me encontraste? Ese hombre lobo no hubiera tenido ninguna oportunidad contra mi si me hubiera atacado de frente. Y que sepas que estaba a punto de decantar la balanza en mi favor cuando interveniste, de hecho se podría decir que te salve el culo, te hubiera destrozado ese espiral...

 ...No entiendo cómo puedes vivir con esta planta muriéndose poco a poco, aunque claro, la vida no debe significar demasiado para alguien como tú, sin faltar, la pondré en su lugar...

 ...He pasado por delante de una ventana, y había alguien encerrado en una caja de madera conversando con una mujer, ¿no es eso extraño?...

 ¿Tendría que avisar a la Camarilla de esta situación? he ahí la cuestión. La respuesta era sencilla: si. La situación estaba controlada, más la entrada de un hombre-lobo en la ciudad podía ser preocupante. Era mejor avisar a la camarilla de antemano.

Con la situación de los papeles más o menos controlada, se dispuso a llamar a su contacto dentro de la camarilla para explicarle la situación.

 Con la aprobación de la camarilla de mis actos- aunque me toca hacer de niñera- la situación se ha normalizado. Sin embargo, aún tengo que averiguar más cosas de mi invitada. ¿Por que la expulsaron? ¿por que la atacó un hombre-lobo?... preguntas que de momento debían de esperar.

Y tendré que vigilarla- pienso. Salgo del despacho, el cual vuelvo a cerrar con llave y me dirijo al salón, a esperar su vuelta.

 -Mi querido Eric. Necesito saberlo. Quiero la verdad, por favor no me mientas. ¿Hasta que punto estarías dispuesto a seguirme? ¿Hasta qué punto te unirías en mi amarga cruzada? Tengo enemigos muy poderosos, y temo que lo que intento hacer no salga cómo deseo, pero hay un fuego, una llama que arde dentro de mí que me impulsa a hacerlo. Y he de decirte que me gusta, me gusta mucho. Pero contesta Eric. ¿Estás dispuesto a seguirme, pase lo que pase?

Mi gesto no denota enfado ni desesperación, pero sin embargo la respuesta que Eric va a decir modificará de un modo u otro mi no-vida.

 ¿Seguirte? ¿Unirme a tu amarga cruzada? ¿Quién ha hablado de matrimonio? Cierto es que te tendría un especial afecto, incluso supongo que tendrías cierto poder sobre mi, pero no voy a hacer esto público, de hecho pasaría un tiempo hasta que nos volviéramos a ver, crees que me quedaría aquí después de hacerle esto al príncipe, crees que valoro tan poco tu vida. Digamos que después de esto desaparecería por un buen tiempo, y por tu bien sería algo a mantener en secreto, no creo que te dejasen vivir mucho si alguien se enterase de lo que has hecho.

 ¿Quién sabe a dónde nos llevará el destino? Quizá en un futuro tengamos mucho que compartir, pero como neonato mi objetivo es sobrevivir, hacerme fuerte, controlar mis poderes, tengo toda la no vida por delante para conseguir el poder y la gloria, si de algo me puedo jactar es de ser paciente. 

 Marya vuelve con un par de piezas de fruta, parece cansada, más que cansada, fatigada, pero su cara mejora cuando comienza a comer la fruta sentada en un banco cerca de la cocina. 

 ¿Y qué es de tí? ¿Cómo has llegado a recoger a un hada, odio ese nombre, en tu casa? Bueno, eso y lo de ser vampiro.

 Has recibido alguna que otra noticia sobre algo raro que se estaba cociendo entre la mascota del príncipe y el lasombra, te decidiste a seguirlo esta noche y parece que están teniendo una acalorada conversación en el refugio de este último.

 Se encoge de hombros- la verdad es que no he tenido una motivación concreta- responde- simplemente actúe. Respecto a lo de ser vampiro, me mordieron y me convertí. Asi de simple.

Mi conversión no era un asunto del que me gustase hablar. Por ello fui lo más cortante posible.

Por cierto, ya esta todo arreglado- digo, cambiando la conversación- dentro de poco tendré en mi poder tu nueva identidad

Ofuscado, Adrián se aproxima al lugar de la discusión. Siempre, por supuesto, a una distancia prudencia, para escuchar lo que allí se decía.

 Finalmente mis instintos me pueden, mi sed se dispara, mi sentido común y mi raciocinio se pierden. Comienzo, lentamente, a firmar mi sentencia de muerte.

-Ven aquí, hijo.

Me levanto, orgulloso, intentando mantener el porte. Esperando.

 Tus oidos no llegan a escuchar lo que allí se trata y tu vista no es lo suficientemente aguda como para leer sus labios, parece una conversación seria, en un momento dado el chiquillo del principe hace amago de irse, pero Aaron lo detiene, siguen conversando acaloradamente a veces, calmada otras, de repente el vampiro se lleva la mano a la cara y despacio, muy viril a la par que sensual Eric se va desabotonando la camisa, botón a botón hasta que esta cae resbalando sobre su espalda, dejando su torneada figura alumbrada por el candor de la pequeña chimenea del salón. 

Aarón se levanta, dubitativo al principio, cegado por la atracción de la tarde luego se abalanza en pocos segundo al cuello de su víctima

 Eric se mantiene en su sitio, esperando, iluminado por el suave candor de la chimenea que crepita al fondo, una de sus manos se alza en blando movimiento y comienza a desabrochar el primer botón de la camisa, despacio, casi de forma lasciva, el resto le siguen, cada vez más rápido. Escuchas el tronar de su corazón, latiendo, cada vez más fuerte y más rápido, haciendo correr hacia sus mejillas un natural rubor, quizá por última vez, fruto de las emociones desconocidas que están pasando por la cabeza del muchacho. Sus ojos brillan al ritmo del titilar del fuego, demuestran convicción, seguridad. Extasiado en la belleza del momento el suave sonido de la camisa resbalando por su torneada espalda te saca del trance. Sin volverte a plantear lo que estás haciendo, avanzas, estrechando su cálido cuerpo con fuerza entre tus brazos, su corazón golpea fuerte el lugar donde años ha estuvo el tuyo, y su cuerpo entero tiembla de miedo un segundo antes de que por fin su cuello sea destrozado por la urgencia de tus dientes.

Una sangre caliente, espesa, y mucho más poderosa que la de un humano común comienza a brotar a borbotones, tu camisa pronto se vuelve de un carmín oscuro y su cuerpo que momentos antes se aferraba a ti con fuerza comienza a volverse lánguido, más y más débil. 

Adrián, al ver aquella escena tan íntima, vuelve sobre sus pasos para no interceder en aquella situación