Partida Rol por web

 Te es imposible contactar con Eric, efectivamente se ha ido, y tampoco puedes hacer mucho por buscarlo ya que no puedes llamar la atención, pero bueno, te quieres fiar de él, el príncipe sigue de los nervios, por lo que sabes que él tampoco lo ha encontrado, lo que es un alivio. 

 MonÇada te recibe, cómo no. Ha quedado contigo esta noche, en uno de sus refugios. Sabes que no le gustan los alardes, que no te deberías vestir demasiado arreglado. También sabes que se entera de casi todo lo que pasa en la ciudad, lo que te tiene bastante nervioso. Pero en fin, tu fuiste el que concertó la cita. Ahora estás esperando en la antesala, te recibirá en un par de minutos. 

 Tu vida sigue tranquila, no te metes con nadie y nadie se mete contigo, te enteras de las cosas que están pasando y usas esa información con inteligencia, astucia pero sobretodo con mucho cuidado, te estás haciendo un nombre, aunque tu no vida comienza a ser bastante aburrida. 

 Me encojo de hombros-  el tema de las riquezas está complicado. No se como lo verás, pero no soy a los que les sobra la pasta. Respecto a lo otro, quizás pueda preguntar por ahí, haber si hay suerte. Tengo que investigar un asunto importante, por lo que no me importaría preguntar por lo tuyo.

 Junto todo mi aplomo y mi dignidad. Espero mi turno en la antesala, dispuesto a jugar bien mis cartas.

Informo al Príncipe de lo visto en aquel momento acerca de su humano favorito. Piensa cobrar la "recompensa" ofrecida

 Tus palabras, lejos de sofocar al principe parecen calmarlo de súbito. Piensa durante unos segundos que parecen horas, y con voz serena aunque salpicada de arrebatos de pasión te comunica. 

 Espero que tus palabras sean sinceras, no quieres ni siquiera imaginar qué te pasaría si descubriera que me has mentido. De todas formas no tomaras posesión de tu recompensa hasta que me haga con esa sucia rata traidora, con esas sucias ratas traidoras. 

 Tú vas a vigilar los movimientos de Aaron hasta el momento de su muerte, no demasiado, no quiero que se de cuenta, de todas formas no creo que tarde más de un día o dos en acercarse al eliseo, ese hijo de puta tiene el descaro de pasearse por aquí como si nada. Cuídate de no contarle nada a nadie y serás recompensado, con creces, fállame, y bueno, te mataré de alguna forma desagradable. 

 Tras una llamada urgente del príncipe te encuentras en el eliseo, esperando en una sala segura. La puerta se desliza y entra el príncipe, solo, y en contra de las últimas semanas, tranquilo.

 Alexander, necesito que me hagas un trabajo, no es demasiado complicado, pero es muy confidencial, no sé si me entiendes. Ya sé qué es lo que ha pasado con Eric, y te voy a dar dos opciones, puedes aceptar el trabajo, en cuyo caso te encerraré en este eliseo apostado en un lugar seguro desde el que seguiras mis instrucciones para matar a quien debe ser muerto, o puedes no aceptarlo, en tal caso, te dejaré marchar, pero nunca más serás bienvenido en la Camarilla. 

 ¿Tu respuesta?

 Entras en el despacho del cardenal, y se encuentra escribiendo a pluma sobre un papel amarillento.

 ¿Y bien? ¿Qué es lo que quieres? Sabes que tu presencia no me resulta agradable, te tolero, pero no me gustas. 

 Te llega correo, un vampiro de la camarilla, un tal Alexander, sabes de él que es un lasombra que trabajo como matón a sueldo del príncipe, te pide máxima discrepción sobre el tema que trata la misiva, se trata de un changelin. Tiene una especie de relación con una de ellos y marginada por los suyos y asfixiada por la ciudad se está marchitando. Te pide ayuda, alguna forma de hacer que recupere la vitalidad, alguna forma de sanarla de lo que le sucede. 

 Así a bote pronto se te ocurren unas cuantas posibilidades, la más obvía es que vuelva al bosque, pero claro, habiendo sido rechazada por los suyos, y como ser social que es, no sería tan buena solución, y tu cabeza inteligente y no poco maquiavélica comienza a revolotear sobre otras posibles salidas, algunas más retorcidas que otras. De todas formas, sería interesante examinarla, y hacer algunas pruebas. 

 Mi cara intenta no desvelar mis sentimientos hacia tal persona.

-Vengo a verte a Monçada, porque tenemos ciertos asuntos que discutir. Uno de ellos, principalmente, es el asunto de cierto heredero desaparecido. Otro, sin duda, es de tu "intolerancia" hacia mi persona. Cierto es que hemos tenido nuestras diferencias, pero, cómo bien sabes, todo tiene su motivo. - esbozo una sonrisa cómplice - ¿Me escucharás?

 Tampoco es que me deje muchas opciones- pienso ante la propuesta del príncipe. La idea de no poder volver a la Camarilla no le entusiasmaba demasiado- acepto el trabajo. ¿Que hay que hacer?- pregunto

Bien. Me dirijo a mi refugio privado y dispongo allí cuanto necesito para examinar a mi futura invitada. Trato de que el lugar parezca lo más acogedor y armonioso posible, llenándolo con adornos florales, macetas y alguna planta de interior. La mesa de pruebas la cubro con una colcha suave y colorida para que nuestra invitada se sienta cómoda. Aparte de los preparativos, mi no-vida se desarrolla con total normalidad. Mi criado ghoul se encarga de disponer mi refugio a mi gusto, y mientras, mis lecciones y mis investigaciones prosiguen prosiguen. Durante este tiempo, centro mis propias investigaciones en el mundo de los espíritus y en el de los seres sobrenaturales, comenzando por las hadas.
Acuerdo una fecha con el Lasombra y un lugar, lejos de todo lugar que pueda inducir a sospecha y lejos de mi refugio. Un par de días de plazo será cuanto tiempo necesito para prepararlo todo. De pronto una idea surca mi cabeza... ¿Y si llevase conmigo a mis pupilos? Comienzo a sopesar detenidamente los riesgos de tal acción mientras pienso si merece la pena o no. Finalmente decido esperar y pensarlo con la cabeza fría.

 Permiteme la desfachatez, pero no tengo mucho tiempo, podrías poner tus cartas sobre la mesa, soy un hombre bastante ocupado. 

- Vos, como Príncipe, teneis los métodos necesarios para saber si miento - dice tras escuchar la respuesta de su Príncipe

Se cuida bien de describir la escena con total precisión, a fin de no dejar ningún margen de error sobre su declaración.

- Cuando creáis oportuno, recompensadme si lo merezco. En vos está la decisión

 Bien, bien, ahora, dedicaros a pasar desapercibido y a echadle un ojo al maldito traidor. No te preocupes, tu recompensa te será dada pronto. 

Adrián se inclina en una formal reverencia y se marcha para cumplir con su cometido: vigilar al traidor que ha osado desafiar al Príncipe

 -De acuerdo, de acuerdo. - Impaciente, el señor - Digamos que tengo ahora mismo cierto ascendente sobre el futuro heredero de Madrid. Tengo, por así decirlo, la llave que le permitirá entrar en el poder. Eso, claro está, si le sigue interesando trabajar conmigo. Si por el contrario prefiere ignorarme, no hay ningún problema. Que las maquinaciones continúen tal y cómo están, y la lucha de poder continuará por los siglos.

 MonÇada resopla, y dirigiéndose a ti como el que se dirige a un adolescente te responde,

 Me temo que tendré que hacerle oidos sordos a sus veladas insinuaciones, las cosas en Madrid están bien como están, y no tengo ningún interés en meterme en problemas con la Camarilla, no todos los caminos que por allí pasan están torcidos, y no está de Dios que los chiquillos que en mi encuentran refugio se vean amenazados por ello. Siempre has estado ansioso de poder, del que se consigue rápido y fácil, no encontrarás nada así entre mis filas, no hay cabida para eso en el antiguo continente. Hablas del futuro de Madrid con facilidad y apenas has vivido su pasado. Más te valdría callar y esperar, observando el paisaje antes de que tus ansias te lleven a la tumba para siempre.

 Bajando la vista a los papeles sobre su mesa, y tras dejar unos segundos de tiempo que afiancen sus palabras concluye

 Ahora, si me disculpas, tengo otras ocupaciones que requieren de mi tiempo.

 Ante el futuro que Monçada está sellando, no me queda más que sonreir.

-Por supuesto, te dejo con tus asuntos. Un placer, cómo siempre.

Salgo de la sala con paso altivo, en dirección a mi casa.