Partida Rol por web

¿yo? ¡para nada! Se equivoca usted Sally, están hablando de Sean.* Yo nada tuve que ver con su muerte.

En cuanto a Penny. Yo confío en ella al 100%. Además, ella sabía que mientras yo viviera ella estaba a salvo. Si fuese culpable se habría matado ella misma antes de matarme a mi para despejar sospechas sobre ella.

Apuesto por Leonard Clement.

Alfred mira a los presentes mientras escucha sus discusiones y sus profundos y largos argumentos, de pronto se acuerda de un detalle de la casa que le acarrea una duda, sabe que ya las dudas y otras cosas poco importan pero aún así, ahora que posee todo el tiempo del mundo no tiene importancia si gasta un poco del mismo en averiguarlo.

-Señores tengo una pregunta para los presentes, sobretodo para aquellos que han sobrevivido más de una día en esa casa. ¿Cual creéis que el significado de aquellas extrañas estatuillas...de los negritos puesto en aquel tablero?, lo cierto es que tengo bastante curiosidad por intentar saber que eran.

No le hice más caso a ese "doctor" que tan insensible se había mostrado.

- Bueno, ya que estamos aquí, he de confesar. Yo maté a Fausto y a Sally. ¿motivos?... ¿qué más da? no os voy a convencer contando mis penas y como me chantajeaban, así que da igual ya todo. 

Miró hacia donde se proyectaba la presencia de Wesly

- Tú, dile a Margaret que lamento todo lo ocurrido, pero que no tenía más remedio. Dile que le daría una carantoña si estubiese arriba, que es lo menos que puedo hacer por ella. Dile que no puedo quererla, aunque Prudence no hubiese existido, no puedo. 

Una vez acabado "el deber", me fui hacia Prudence y la abracé. Esperando que al menos su calor me reconfortara.

Lamentablemente, el premio ha quedado desierto. Nadie ha acertado que la agraciada para acompañaros esta noche en la Laguna de las Sirenas será Penny Barrow.

En breve se producirá la perturbación que indicará su entrada, pero nadie vibrará en la frecuencia correcta como para poder aprovecharla.

Otra vez será.

En esta isla no todo es terror y crujir de dientes, también tiene lugares hermosos y apacibles para retirarse a descansar. Y dónde mejor dirigir las almas que a un lugar de ensueño como éste.

La laguna de las sirenas. Donde las almas de los muertos van a morar el descanso eterno y donde se pescan buenas carpas, con el anzuelo adecuado.

Llega aquí tu alma condenada. Te encuentras con las otras almas que ya moran allí, las pertenecientes a Everet Schuls, Alfred Dyle, el Doctor Dumont Champlain, Sally Miles, Prudence Bennet, Sean Arbuthnot y Sir Gustave Cavanough. También aparece un alma irreconocible, de aspecto deplorable e, incluso, aterrador; así como un Alma en Pena, que parece guardar parentesco con la anterior.

En la laguna, medio palmo debajo del agua y en posición yacente, como si durmieran, estaban las almas de Martin Crowden, Ágape Stolness, Benoni Fausto Predatore y Eleanor Morstan.

Contemplando todo este espectáculo se encuentra una presencia adicional entre la bruma que los muertos no distinguen del todo bien. Se diría que es un hombre, pero su consistencia es distinta, como si no estuviera en este mundo. Como si permaneciera en un plano a medio camino de los dos mundos. Te resulta muy familiar.

Una perturbación en la Laguna de las Sirenas anuncia la llegada de almas a este lugar. El túnel que arroja los despojos de los vivos fluctúa y se abre para dar entrada una nueva alma. Se trata de Penny Barrow.

Sally miró al escritor, avergonzada.  -  Lo lamento, este nuevo estado me ha debido de confundir. Y ahora que Sean ha confesado no hay duda de que ha sido él. Si me eliminó creyendo que era una amenaza, se equivocó. Si lo hizo por otro motivo, peor todavía.

Pero la noche, debía ser de noche porque parecía que un nuevo alma acababa de entrar, Penny, la hermana de Wesley. Sally no sabía si era algo malo o bueno. Muchos la defendían, pero Sally nunca había tenido ninguna razón para considerar su inocencia. No más que la de cualquier otro.

Mi alma flota en reposo hacia la de Penny. Incluso en la paz de espíritu que le proporcionaba el otro mundo, verla allí le removía por dentro.

Querida Penny. No tengo palabras para describir la frustración que me supone ver que esos viles asesinos han acabado contigo pese a todo. Una auténtica pandilla de energúmenos peligrosos. Ojalá todos acaben matándose entre ellos hasta que no quede ninguno. Matar así a una dulce flor que ha sufrido tanto en la vida es deleznable

Penny sintió una frialdad densa y helada invadir su cuerpo desde los pies cuando el rastro de vino se le acercó. Sintió cómo todo su cuerpo se congelaba despacio hasta que dejó de poder controlarlo. Intentó mover sus propias manos, pero era incapaz. Intentó cerrar su boca cuando una voz ajena brotó de su garganta, pero no pudo. Y luchó con todas sus fuerzas por soltar el cuchillo que su propia mano dirigía hacia su cuello, pero tan sólo pudo ser testigo mudo de su propia ejecución a manos de un fantasma. 

Y despues... Oscuridad. 

La oscuridad invadió su mente, llenándola por completo, sustituyendo la frialdad con su negrura.

Cuando abrió de nuevo los ojos, tardó varios segundos en recordar y asimilar lo sucedido. Su mano se dirigió a su garganta, buscando la herida que había provocado su muerte, mientras con un jadeo ahogado giraba sobre sí misma, estudiando el lugar en el que se encontraba, buscando a alguien familiar. 

Vio a Gustave acudir hacia ella y trató de abrazarse a él, sin estar segura de si podría tocarlo o sería intangible.

- No quisieron escucharme, Gustave. No me escucharon en nada y no me dejaron salvar a Prudence con tu frasco. Decían que tú creías más en Yvette que en mí. - Dijo, con un susurro herido, escondiendo por un instante el rostro en el pecho del hombre. - Ella dijo que yo... ¡Dijo que yo te había matado! Esa desvergonzada los llevará a todos a su perdición. Y ahora me alegro de ello, ojalá se pudran todos. 

Después buscó a Prudence con la mirada, para dedicarle un saludo con la mano, tan triste y alicaído como su expresión. Y finalmente sus ojos azules recorrieron el lugar, buscando a alguien más. 

- ¿Wesley? - Llamó. - ¿Wesley, dónde estás?

No confiaba en nadie mas que en ti. Textualmente le dije a Cavendish que sabía que confiaba en ella e yvette como inocentes y por eso la unía al grupo de inocentes garantizados que formabais Wesley y tú. No me escuchó y dijo que me creía pero no creía que tu fueses inocente y me fui de la conversación cabreado.* Si algo he aprendido es que no se puede confiar en un ser estúpido como Yvette, aunque se sepa su inocencia, porque en su estupidez se buscará su propia ruina y te llevará por delante... Lo dije aquí, lo dije allí y lo diré ante el mismísimo juez del purgatorio cuando pague por mis crimenes: Tú eres un ser inocente y angelical en un mundo de locos y estúpidos.

Abrazo a la mujer con todas las fuerzas que mi alma me permita.

Además, son idiotas. Sabían que tu sabias lo que yo era capaz de hacer con mis frascos y que lo usaría contigo con los ojos cerrados. Si fueses culpable no me habrías matado a mi, te habrías suicidado para que yo te devolviese a la vida y así habrías limpiado tu nombre. Son imbéciles con un poder que no merecen

Gustave está muy enfadado con los vivos y se nota en su voz.

Más les vale que me lleven ya al infierno, porque sino regresaré y les atormentare por lo que te han hecho eternamente

- ¡Se lo dije! - Exclamó Penny frustrada, volviendo a posar sus ojos en los más oscuros de Gustave. - Les dije que guardabas ese frasco para mí. Les dije que tú habrías querido que salvase a Prudence... Pero hicieron que se rompiese el frasco. Y entre Yvette y Elizabeth dijeron que yo te había matado para que no las salvaras a ellas y que tú habías dicho que las salvarías a ellas antes que a mí. 

Bajó su mirada un instante antes de volver a subirla.

- Ya no creo que Yvette sea inocente. Creo que el señor Schuls tenía razón con ella. Creo que es la dueña y está tomándonos el pelo a todos. ¿Pues quien podría saber a quién corresponden todas las estatuas desde el principio sino la persona que nos convocó a esta maldita isla? La señora Miles -dijo, mirando brevemente a Sally con lástima-, ella podía descubrir eso, pero poco a poco, no sabía todas de golpe como Yvette. Después de ver cómo todos los que se oponen a esa doncella mueren uno tras otro, de día o de noche... Ya no creo en su inocencia. 

Suspiró y respiró despacio, lentamente, tratando de calmar sus ánimos. 

- Pero ya da igual. Ahora sólo espero que todos se pudran en el infierno. ¿Dónde está Wesley? ¿No está aquí con vosotros? - Dijo mientras volvía a buscarlo con la mirada. - ¿Es acaso esa figura difusa?

Es precisamente esa figura. Eso sí, alejate de esas otras dos figuras. No sabemos quienes son, pero no son buenas. ¿no lo notas? Al menos esa, digo señalando a la que antes se había reido escandalosamente.

¿Han roto el elixir? Eso demuestra todo lo que era necesario demostrar. Tienes razón. Yvette es la asesina. Wesley proclamalo a todos los vientos.

Penny asintió. - Lo rompieron entre Yvette y el señor Cray mientras me tiraban del pelo. Si ella es la dueña, sospecho que él podría ser tal vez el dueño. ¿Sabes que al parecer tenía los planos originales de la mansión, con todos los pasadizos? Dice que era albañil antes de ser matón y que por eso pudo dibujarlos... - Puso los ojos en blanco con incredulidad. - ¿Y qué más?

Contempló las figuras que Gustave señalaba y arrugó graciosamente la nariz.

- Tienes razón, no transmiten nada bueno. No me acercaré a ellas.

Entonces caminó hacia la figura difusa que le resultaba tan familiar y estiró la mano para intentar tocarla. 

- Wesley. Lo siento. Siento haberte dejado solo, no pude evitarlo. No fue mi elección. Hay almas demasiado oscuras en ese lugar. Pero tú tienes que salir de ahí como sea. 

El alma errante vaga entre los presentes repitiendo una y otra vez...

- ¡Donde está mi cuerpo!, Me lo robaron!!

De repente se detiene mirando a Sean.

- Que peinado que tienes....

- Y tú, ¿quién diablos eres?... al menos tengo pelo para podermelo pintar...

Digo bacilandole al "coso" ese que parece que se podría llegar a ser un buen amigo del doctor.

A la pregunta de Wesley, horas antes de que su hermana y su pupila llegara a esa laguna de muertos, fue afirmativa.

-Es verdad que nuestro amor llego de manera repentina en este lugar, pero lo achaco a las circunstancias, el corazón no se puede controlar y que él se anote como celestino de nuestro idílico amor, no tiene porque ser verdad, seguramente todos comprenderán que Sean murió por mi culpa, porque ellos, los asesinos, me mataron en la noche, así de fuerte es nuestra unión.-Se sincero ella, que a pesar de ser una mujer casada no podía evitar el suspirar por aquel hombre, a pesar de lo que había hecho, esos dos asesinatos, no entendía ¿Como si era ella, no se lo había contado antes? Pero Prudence, negó con la cabeza, ya nada le importaba y recibió a su amante con los brazos abiertos, era él ahora quien necesitaba consuelo y ella no se lo negaría.

Poco después llego la encantadora Penny y con dolor en su rostro escucho y se horrorizo por igual.
-Querida niña.-Comento una vez que ella la mirara. Dejando a Sean por un segundo, sabia que lo entendería, acercándose a ella posando su mano en la de ella.-No sufras mas, ellos han ganado, los asesinos que matan en la noche y conspiran en la mañana, ya han ganado, solo queda por rezar por tu hermano y que pueda escapar en la noche, algún momento con la marea baja, seguro que si busca encontrara un bote.-Busco la sombra de aquel hombre.-¿Me ha escuchado Wesley? No siga cooperando con ellos, busque la manera de escapar, ya nada mas le ata aquí. Porque si no lo hace tal vez el siguiente sea usted.-Dijo un tanto compungida por el caballero.

-Y gracias querida por intentar devolverme a la vida, tu madre estaría orgullosa de ti, sin duda.-Agradeció el gesto que hizo enemistar al resto de los vivos.

Por otra parte la que fue jefa de enfermeras obviaba totalmente cualquier gesto de aquellas horribles figuras, le daban tanto miedo como respeto.

De repente algo sucede en la Laguna de las Sirenas. La luz, que os permite ver el idílico paraje y a los muertos que por aquí pululan, se desvanece y os sumís en la más absoluta oscuridad. Aunque no absoluta del todo. En la negrura más profunda, dos almas se distinguen mutuamente, aquellas que perdieron sus cuerpos en el pasado.

Sin saber cómo, la negrura os habla. Sin saber porqué, entendéis lo que dice. Tenéis la última oportunidad de volver entre los vivos. Hay tres vivos que no son más que carcasas ocupadas por espectros. Gaylord, Clement y Dupont.

Podéis elegir uno de ellos y arrebatar su cuerpo, pero no podéis elegir un cuerpo conocido. Si no elegís a tiempo, quedaréis vagando eternamente en este mismo limbo de negrura infinita.

De repente un temblor sacudió la Laguna. O lo que pareció un temblor. ¿O quizá fuera una vibración espectral? Sea como fuere, justo en el lugar donde se abría el túnel iridiscente que presagiaba la llegada o partida de un alma a este lugar, apareció una negrura inenarrable, inefable, indescriptible. La madre de todas las negruras.

Ésta perturbación os hizo sentir un sentimiento muy profundo: miedo.

Se diría que el miedo manaba de aquella boca insondable, que se abría con la esperanza de engullir lo que pudiera acercársele. Y así lo hizo. Sólo dos figuras de entre las presentes no reaccionaron apartándose con temor.

Es más, parecieron sentir una malsana atracción hacia aquello que se les mostraba delante. Y así fue como el pozo se tragó a ambos espectros. Éstos cayeron en una espiral de locura. Sus risas infernales llegaban a los demás a través de la indecente distancia a la que se precipitaban.

De golpe, se cerró el pozo. Desapareció el temblor. Todo estaba igual que antes, menos por la falta de aquellos dos inquietantes seres.

El doctor pasea cada vez mas inquieto mientras escucha las conversaciones, cada vez llegan a conclusiones mas disparatadas y menos razonadas y el doctor se mesa la perilla con una mezcla de nerviosismo e impaciencia, entonces ocurre algo, un vortice de oscuridad que devora a los dos espectros.

Aun observa estupefacto el punto vacio por donde han desaparecido cuando dice con voz algo temblorosa -esto no puede ser bueno. ¿a ocurrido algo en la mansión señor Barrow? me temo que igual que anoche algunos de nosotros pudimos ir a mirar estos seres han escapado ahora a la tierra de los vivos, y temo lo que puedan hacer-