Partida Rol por web

Llegue a la reunión con aspecto formal, dando pasos elegantes, ya dentro pude notar que los reunidos eramos un grupo muy variopinto, y que decir. No conocía a ninguno de los presentes, pero no estaba de más conocer a alguien nuevo.

Ya varias personas estaban presentandose entre si, y para no perder más el tiempo, me acerque a la barra, pedí una bebida y me acerque a un hombre apartado del grupo, parecía observar a todos fijamente, incluso se podría decir que les analizaba.

-Buenas noches caballero. Me llamo Matthew Page, ¿puedo conocer su nombre? - Me presente al misterioso hombre que tenía un aspecto interesante (Dr. Thadeus)

Llego a la fiesta de la forma más desapercibida posible y analizando la situación.

Tanta gente... Mientras unos observan y analizan, otros interactuan y intentan estrechar lazos. ¿Hasta hay un niño? ¿Que estarán tramando todos?

Estoy demasiado nervioso. Una bebida me ayudará. Miro a la barra donde hay un gran revuelo. Tres hombres hablando con tono de camaradería, un hombre que me recuerda David Bowie, una señora de mediana edad mirando furiosa a un hombre rubio que se mueve desde la barra hacia otra mujer...

La barra está bastante llena. No creo que el rubio vuelva a la barra así que me pongo al lado de la señora enfadada.

Póngame un gintonic, por favor. -Le digo al camarero.

Me giro a la mujer de al lado mio(Agnes) y le pregunto- ¿Disculpe, le importa si me quedo con el sitio de su amigo?

Con el sombrero agarrado con ambas manos por el ala entro a la sala, cabeza gacha,miro al resto de los invidados uno a uno con una leve inclinación de cabeza después.

Buenas noches nos de Dios, benditos seais cada uno de vosotros.

Dice pero con recelo al mirar a mujeres y distintas etnias inferiores a ojos de Dios.

-Claro que puede acompañarne señorita, no conozco a nadie en este lugar, frase que quiere decir que estaba deseosa porque alguien me hiciera compañía -tras esto tomaba la bebida que se me había sido veloz, fugaz y determinadamente-.Normalmente mis padres me dirían que no aceptara bebidas de extraños en una fiesta, pero confío en que las personas en esta fiesta están dispuestas a literalmente inhibir incendios literales y figurados, así que muchas gracias, mi nombre es Victoria Schmidt, no Smith, se deletrea S C H M I D T, no sabe el problema que es corregir un nombre en un proceso burocrático.

-¿No sabes qué es una Cruzcampo? -preguntó Lucas Baker, observando a Howerd con los ojos como platos-. ¿Pero cómo puede ser eso?

El calvo se llevó una mano al bolsillo y sacó un pequeño frasquito con una simpática calavera dibujada en él.

-Más o menos, sabe igual que el contenido de este botellín -indicó el alopécico neófito, hablando muy en serio-. No te recomiendo beber nunca una Cruzcampo.

Gracilmente tomé asiento frente a ella, acercandome el otro vaso y dando un trago de la bebida.

-Amanda Sasher, un placer señorita Victoria Schmidt. Estoy segura que debe ser todo un problema, sobretodo considerando la falta de instrucción manejada con respecto al origen de los apellidos que se maneja en general, asumo que, por desgracia, es un inconveniente que usted padece habitualmente

Le di una sonrisa de simpatía pues entendía perfectamente el dolor de cabeza que era lidiar con una burocracia vilmente fraudulenta y desorganizada. Sin embargo pronto escuche parte de la conversación entre una chica vestida de negro ( Lilibeth ) y el caballero que recordaba del bar, llamando inexorablemente mi atención.

-Ruego me disculpe un segundo, creo que hay un incendio que necesita apagarse antes de comenzar

Abandoné mi asiento acercandome con pasos rapidos y elegantes hacia la pareja y toque con delicadeza el codo de la muchacha para llamar su atención, dedicando al caballero un asentimiento con la cabeza y una sonrisa.

-Ha pasado mucho tiempo querida, ven, sientate a la mesa tenemos que ponernos al día

Con un pequeño ademán de cabeza le señale a la chica la mesa en la que estabamos con Victoria, y me volví hacia el caballero (Abbadon).

-Espero que sepa disculpar la interrupción

Sharik Ebouaney entró al local con su característico rostro serio e inmutable, gesto que comúnmente le hacía llevarse una primera impresión de ser un tipo duro y con pocos amigos. Sabía que era su deber personarse al lugar, una vez recibida la notificación, pero estando de servicio como jefe de guardaespaldas de Joseph Kony, líder de la guerrilla rebelde de origen ugandés del Ejército de Resistencia del Señor (LRA), no le hacía gracia haber tenido que delegar en su función. Hacía muchísimo que no era requerido por el V.F.D, y esperaba que el asunto fuese de extrema gravedad, no era un hombre al que le agradase perder el tiempo.

Justo al cruzar el umbral observó muchas caras nuevas, y simplemente hizo un leve movimiento con su cabeza para saludar a los que le dirigieron la mirada. Era un hombre de pocas palabras y eso era sabido por todos los viejos miembros, solo los nuevos podrían tener dudas de con quién iban a tratar. Se acercó a una de las mesas libres y que permitía tener una amplia visión de todo lo que había a su alrededor, como era habitual en él siempre que estaba trabajando, y aunque no fuese el caso en aquel preciso instante, ya era un rasgo característico de él. No iba a entablar conversación si no acudían a él, y si nadie se le acercaba, tampoco le molestaría. 

Solo cuando el camarero se acercó a su posición por si quería tomar algo, con tono neutral le respondió.

- Una Coca-Cola bien fría, con una rodajita de limón, gracias. 

Entré en el lugar pisando fuerte y respirando agitadamente. Definitivamente estaba de mal humor, ¿cómo se atrevían a hacer caminar tanto a una señorita tan delicada y adorable como yo? Maldito abuelo, mira que mandarme a semejante lugar, seguro que ni siquiera tendrían una suite preparada para mi.

Me dirigí hacia la barra firme, con mirada molesta y mofletes inflados de indignación. Había reunido allí un variado grupo de adultos que pedían cosas para beber. Me moría por un zumo de arándanos con frutitas, pero oí que la mayoría pedían algo llamado voski con algo más. Me sonaba que mi abuelo solía beber eso, pero nunca me había dejado probarlo. 

- Pues ahora lo voy probar, chínchate, abuelo. Además, si lo pide tanta gente, debe estar bueno - dije para mi misma antes de acercarme al camarero - lo mismo que ellos - señalé al rubio y el resto de caballeros que estaban pidiendo la bebida. El camarero me miró raro - vamos, deprisa, o haré que mi papá haga que te despidan - el camarero se encogió de hombros y me puso lo que había pedido.

Lo tomé y, con mucha clase, adopté una postura elegante para beber. Postura que se fue a pique al momento de probar mi bebida. 

- Aggh, qué horror, ¿cómo pueden beber esto? - y sin que nadie se diera cuenta, vertí el horrible brebaje en el vaso de alguien. Me volví a acercar a la barra y llamé al camarero - quiero un zumo de arándanos con frutitas adornando, una sombrillita y flores azules, y rápido.

Oh lo siento, no me refería a usted aunque me haya acercado aquí, me refería a el, digo señalando con la vista a Abrel Tenerus, ¿Me concede este baile? ¿Cuánto tiempo ha pasado? Le guiño el ojo. 

Hola Abbadon, claro que te concedo este baile, bueno, este y todos los que quieras, 

 Ya sabes que el tango es mi perdición.

El señor Ryder es un hombre que lleva la noche en la sangre, y tanto como en sus billetes. Atraviesa la puerta para dar sus primeros y seguro que proliferos pasos en la fiesta de neofitos. De hombros anchos y un paso que roza lo chulesco, pero no, podría parecer un portento de discoteca. Hace acto de presencia sin prisa y dejando ver una cabeza bien alta entre terceros comunes, pero sin pausa... claro. También lleva un gran chaquetón negro bajo el brazo.

Adentrándose un poco más, rasca su poblada pero recortada, gruesa y también canosa barba, esperando que ningún descuidado congénere le haga un choque de "hombro con hombro". Porque eso, en personas como él suele terminar con un baile en el piso. A poco más, el rostro de este armario con percha, pasa de adinerado despreocupado a esa expresión tan capaz de hacerle llevar el entrecejo fruncido (apoyado por su frente) y una ceja bien alzada al mismo tiempo = Típica lectura de un perraco analítico que, probablemente, esté buscando algo o alguien.

- Hmm... - gruñe media sonrisa.

En última instancia, viendo lo poblada que está la barra, aprovecha el paso de un camarero por su lado para hacerse con una de las copichuelas que porta su bandeja. Probablemente vino dulce, champagne, sidra, o cualquier trago afín para nenas, lo cual al muy señor Ryder le sentaría como un zumito de manzana por la mañana. Así que comienza a examinar un hueco dónde arrojar su chaquetón y empezar la velada.

De repente como surgido de la nada apareció una joven de vestido que me rescató  de la incomoda situa ción.

-Oh! Sí, cuanto tiempo sin vernos. Estaré encantada de ponernos al día- Respondí a su invitación. 

En cuanto llegamos a su mesa me presenté -Muchas gracias por rescatarme. Me llamo Lilibeth aunque todo el mundo me suele llamar Lili. Creo que (Abbadon) se estaba burlando de mí. Ha debido ver como le miraba cuando estaba intentando ligar con esa mujer.- dije dirigiéndome a mi rescatadora y a la joven que se encontraba sentada a su lado. -¿Os importa si me quedo con vosotras un rato? Es que no conozco a nadie aquí.

Jason se había ocultado en las sombras para analizar el comportamiento del resto de personas asistentes, e incluso intentar valorar el estado mental de la panda de tarados que andaban sueltos, como odiaba a esa gente llena de vanidad egolatras de ellos mismos que no podían ver más allá de su ambición y lo que su oscuro corazón les proporcionaba, envidia, pereza, lujuria, gula/ebriedad, orgullo. Si pecados capitales que les proporcionarían un parcela en el infierno, si Dios decidía que esas almas habían pecado ya lo suficiente, era su deber ayudar a dejarles en las puertas del infierno, como llevaba haciendo desde que tenía uso de razón, pero no, no estaba aquí para realizar ese tipo de trabajo, había sido convocado para otras tareas más terrenales, ayudar al prójimo y no ayudar al hacedor.

Seguía desde las sombras viendo quien necesitaba más ayuda, sobre todo mental, y no sabia por dónde empezar. Por lo que decidió esperar, ya obtendría una señal y sería su momento de redención, ayudar a los demás... Eso es lo que había jurado hacer a alguien en un momento determinado y claro, era un hombre de palabra.

Decidió esperar en las sombras en silencio, también es cierto que no tenía el don de La palabras 

-Hombres siempre iguales, cuando no son mujeriegos resultan de otro tipo-  la Juez miro a quien servía las bebidas, -Dame lo más fuerte que tengas querido- luego miro a la cría que se encontraba a su lado - ¿No eres demasiado joven para beber?- inquirió cual suma inquisidora.

Luego encaró a quien le había dado el trago – 10 años por servirle alcohol a una menor, 30 años por perversión de menores, 45 años por violar las reglas de la ONU, 120 años por no evitar que el rubio me abandonara, sentencia que debe ser cumplida inmediatamente-  sentenció la dama.

-Y tu cariño no deberías beber eso- busco en el bolso para entregarle una enorme paleta a la pequeña Darla –te la cambio por tu bebida.

Como tardaba aquel camarero en servirme el zumo que le había pedido. Haría que mi papá hiciera que lo despidieran, ¿cómo podían tener gente tan incompetente sirviendo a una adorable señorita como yo? Entonces, una deliciosa y enorme paleta entró en mi campo de visión. Una señora me lo quería cambiar por la horrible bebida que había pedido, ¿había mejor trato?

- Hecho - cogí la paleta y lo miré con ojos golosos. 

Parecía alguien importante, por la forma en la que había hablado al camarero me recordó a los abogados y socios con los que se codeaban mis papás y mi abuelo, por lo que hice gala de todos mis buenos modales. Además, me había dado una rica paleta.

- Muchas gracias, señora - dije haciendo una graciosa y elegante reverencia - me llamo Darla Richardson, mucho gusto en conocerla.

-Eres todo un encanto pequeñita, yo soy la tía Agnes así puedes llamarme- mencioné acariciando el cabello de la pequeña - Si tuviera una hija me hubiera gustado que fuera tan linda y encantadora como tu.

Jason tenía aversión al contacto físico pero no le quedaba otra que relacionarse con la gente, por lo que hizo lo que cualquiera con un problema de comunicación haría... ir al bar.

Le hizo una seña al camarero y dijo con una voz como si tuviera resaca de una semana y una voz de ultratumba, chsss un Bruichladdich X4 Perilous

 Peggy se había encerrado en su propio mundo de la bebida, tomándose el gran vaso vodka entero y moviendo las caderas al ritmo de aquel simpático tango que sonaba a pedido del joven rubio. Luego, se quedo apoyada en la barra mirando como los hombres bailaban al ritmo de la música.

- ¡Oh, vamos muchachas! Que todo el mundo sabe que el tango se baila entre caballeros... ¡Nosotras vamos a tener que marcar el paso por cuenta propia!

 Luego de tomar un par de vasos más, Peggy se levanta de la barra y se dirige al centro de la sala, dispuesta a bailar un tango consigo misma. Sin embargo, pareciera que la política no conocía nada del tango o estaba muy ebria, puesto que el baile que estaba realizando se parecía mucho a la coreografía de la macarena.

No había duda de que Agnes era una mujer inteligente por saber apreciar mi irresistible ricura. Camelármela no sería difícil. Una adorable sonrisa y unas palabras de elogio y tendría una buena aliada que podría darme otra paleta más adelante.

- Veo que tienes un gusto exquisito, tía Agnes, seguro que eres una persona importante como mis papás - dije destapando la paleta y dándole una probada.

-Soy una Humilde juez, mi querida niña, pero no tan importante y encantadora como tú -Ofrecí otro dulce a la pequeña Darla - Aunque con mala suerte para el amor, ahora encanto si me permites la tía Agnes ira a ver a ese caballero de hermosa sonrisa, recuerda se buena niña- a la pequeña darla le obsequió una buena cantidad de dulces, confites y golosinas que había guardado en mi bolso.