El miedo no es malo. Es precaución, alerta, vida.
Si no hubiéramos tenido miedo en el pasado, hoy sólo seríamos una cosa.
Cenizas.
Estamos tan obsesionados con la Guerra que hemos olvidado cómo es la paz.
La Linde me quitó los ojos primero y el bastón después.
No los echo de menos.
La Linde me enseñó a ver.
Hemos pasado siglos jugando con los humanos. Seduciéndolos. Asustándolos.
Era cuestión de tiempo que no fuera suficiente.
El azar no es más que la forma que tiene el destino de reírse de nosotros.
Dos caras de la misma moneda.
Los secretos son más que palabras. Más que gestos. Más que acciones.
Son la perfecta moneda de cambio que tomar del desesperado.
No importa dónde te halles o la distancia que nos separe.
No importa tener que emplear toda la eternidad.
Te encontraré.
La cordura sólo es una ilusión. La frontera entre lo que uno cree y lo que no cree posible.
Sin embargo, la locura... La locura es una delicia.
Cuando le vi por primera vez yo estaba surcando el cielo.
Ni aún con los pies en el suelo he conseguido aterrizar desde entonces.
La Guerra es inevitable.
Pero eso no quiere decir que no pueda ser divertida, ¿no?
Cuando alguien ataca el Bosque, ataca a cada uno de sus Fata.
Cuando alguien ataca a uno de sus Fata, ataca al Bosque.
Uno ha de hacer lo necesario para defender lo que le importa.
Y si no lo hace, quizá no deba considerarlo como suyo.
Existen dos tipos de Fata. Unos son los que asumen su deber. Otros, los que asumen su deuda.
Yo quería ser de los primeros. Lo deseaba con toda mi alma.
Ellos se llevaron lo que yo más quería.
Yo me los llevaré a ellos.
Y entonces suplicarán un perdón que no llegará jamás.
De los humanos aprendimos a escribir nuestro futuro con sangre y no con tinta.
Es por eso que pocos quieren recordar el pasado.
He visitado cada confín de Fäe. He aprendido observando cientos de Fata.
Y aún así sólo puedo preguntarme en qué nos hemos equivocado.
No pude escoger mi lugar de nacimiento. Pero ahora sé que eso es lo de menos.
Debo quedarme con lo que quiero conseguir. Debo quedarme con adónde quiero llegar.
Es sencillo: vida para los justos, muerte para los malvados.
Cualquier otra cosa no es más que una excusa.
Me creyeron muerto, pero sólo consiguieron acabar con un trozo de mí.
El que se escondía en la parte de atrás de mi cabeza.
El que me recordaba continuamente que pensar las cosas dos veces puede ser una buena idea.