Partida Rol por web

Una pesadilla, una muy mala pesadilla. Aquello no estaba pasando, no podía pasar algo así y mucho menos en un día tan importante ¿Quién podría hacer algo así? Ambos son personas encantadores que no le habian hecho ningún mal a nadie. Como no fuese por el trabajo de Isaac… pero por lo que le había dicho cuando le había preguntado al respecto lo describió como tranquilo y con mucho papeleo, por lo que principalmente haría trabajo de oficina y eso no causaba problemas a nadie.

- Lo pagarán bien caro - dijo mientras apretaba los dientes y un par de solitarias lágrimas resbalaban por sus mejillas, todo mientras su mente ya había empezado a intentar razonar quien querría hacerle algo así a personas así y sin encontrar respuesta lógica a aquello.

- Tengo que irme - dijo finalmente - tengo que encontrarlos, no hay tiempo que perder, cada segundo cuenta - Lo primero sería hablar con su madre, necesitaba su ayuda para poder encontrarle o al menos obtener alguna pista.

Se vio forzada con suavidad a apartar la vista de su tan preciado techo, aquella fuente de inspiración aletargado, para mirar a su novia y ver en ella la seriedad e intensidad que había imaginado que le despertarían sus palabras. Sintió ganas de alargar la mano para borrar aquella expresión de su rostro pero se contuvo para escuchar en absoluto silencio su respuesta.

Puede que no. Entendía lo que le decía - aunque el razonamiento sobre su homosexualidad no le parecía de sus mejores explicaciones - y ella misma habría tachado de idiota a cualquiera que le hubiera dicho aquello antes. Sin embargo, no se lo podía quitar de la cabeza porque no paraba de afrontar la muerte una y otra vez, cada vez sobreviviendo más al límite.

- Está bien - sonrió, mirando a Zoey, siendo consciente de que sólo trataba de tranquilizarla -. Ha sido un pensamiento peregrino, no importa - pero importaba. Para ella, importaba. Aunque estaba claro que no debería habérselo dicho a Zoey -. Creo que voy a intentar dormir un rato.

Entramos en el despacho los tres, con decisión. La música estaba alta y él nervioso. Me adelanté unpaso para ir a decir algo, pero él fue más rápido. Me quedé con la palabra en la boca tras escucharle, sin saber muy bien qué decir.

- Eh... Claro... Ahora nos ponemos a ello. - acabé diciendo tras unos segundos de silencio.

La verdad era que no había esperado que fuese él el que nos mandase trabajar juntos de buenas a primeras, y menos aún lo de la reunión, así que todo el discurso con pros y contras que me había preparado mentalmente lo podía haber usado de papel higiénico si hubiese estado escrito. Pero vaya, que era mucho mejor esta situación en lugar de perder el tiempo. El jefe era un tipo listo y había visto lo mismo que yo: esta misión nos requería a los tres, no sólo por la relación y la involucración que ya teníamos, si no porque probablemente juntos éramos el mejor equipo del que disponía el cuerpo.

Miré a Sean y luego a Clark, aún con algo de sorpresa en mi expresión antes de despedirme del jefe cortésmente para salir del despacho. Una vez fuera, me coloqué frente a ambos.

- Supongo que no hay más que hablar. Busquemos un despacho dónde empezar a ordenar todo lo que sabemos. - trabajo. Centra la conversación en trabajo para que no salten chispas.

Gerome sabía lo que hacía. Pero a Sean no le apetecía nada compartir equipo con aquel tipo que se había colado en la boda y que además parecía la sombra de su novia. Si bien no se quejaría porque probablemente solo conseguiría que fuera él quien no participara en aquel equipo. 

Haciendo caso de Emily, buscaron un despacho vacío. Clark se quitó la chaqueta con cansancio, quedándose en camisa y chaleco elegante, mientras que Sean se quitaba la chaqueta y se remangaba las mangas de la camisa antes de sentarse.

Sean:- Bien. Esto es lo que tenemos: los pétalos tienen algún tipo de poción que probablemente haya afectado a la mayoría de los invitados a esa boda. Los camareros son los principales sospechosos. Al menos tres de ellos. La gente se vuelve salvaje y pierde conciencia de ella misma durante un periodo de tiempo que, menos mal, es corto. Y se han llevado a Isaac y Katherine.

Clark:- Lo peor es que no tenemos respuesta para ninguna de esas cosas.- comentó Clark intentando aportar alguna idea más.

Sean:- ¿No me digas?

Estaba claro que no había sido un pensamiento peregrino. Eileen olvidaba que Zoey la conocía mejor que nadie, incluso mejor que Emily. La miró darse la vuelta, con suspicacia. Ni hablar. A Eileen le rondaba aquel tema por la cabeza y eso le dio miedo a la rubia que la abrazó por detrás, apoyando su cabeza en la espalda de su novia.

- Sin ti no querría vivir.- le dijo entonces, tras una pausa. Tenía miedo de que Eileen fuera a hacer en algún momento alguna locura. Le aterraba no tenerla al lado.

Sintió cómo Zoey la abrazaba por detrás y aunque aquello la hiciera sentir como si estuviera dentro de un horno, no se quejó, al contrario, se arrebujó más contra ella, empapándose de su cercanía. Colocó una mano sobre las suyas para tratar de confortarla, acariciando suavemente sus dedos.

- Ni yo sin ti - entrelazó una mano con la suya para llevarla hasta sus labios y darle un beso en los nudillos -. Así que intentemos no tener que averiguarlo.

Aquella afirmación de Eileen le tranquilizó. Suspiró, algo más relajada. Había sido totalmente sincera, lo sabía, por lo que no tendría que preocuparse en exceso. Continuó abrazándola, sintiendo su piel y notando su olor, hasta que se quedó dormida. No era excesivamente tarde, pero habían pasado por demasiadas emociones y lo mejor era descansar. Probablemente tras haber dormido verían las cosas de forma más positiva.

Se levantó lo que le parecieron dos horas más tarde por culpa del calor, sudada y pegajosa, todavía en la misma posición que cuando se había dormido.

- Zoey... - murmuró con voz adormilada que resultaba apenas inteligible -. Hace calor...

Fue entonces cuando despegó un párpado y vio la hora que era. No habían pasado dos horas sino doce y a juzgar por la humedad en su espalda no era tanto sudor como el pelo mojado de Zoey tras haberse duchado. Además, Stan había decidido tumbarse sobre sus pies, lo cual no ayudaba para nada.

- Mmmm... - hizo un esfuerzo para obligarse a despertarse porque los ojos volvían a cerrársele por el sueño -. Dime que hay chocolate en la nevera.

Sonrió divertida ante el despertar de Eileen. Sí que hacía calor y por ello se había duchado y había salido para darle una sorpresa a Eileen, a sabiendas de que se quejaría del calor. Y es que la cercanía de Stan no ayudaba para nada a enfriar.

- Hay algo mejor. Hay helado.- y alzó las cejas un par de veces, feliz y contenta. Una de dos: o me pide que le traiga el helado a la cama o se levanta en menos de dos segundos.- Y además gran cantidad.

La mención de la comida ayudó bastante a acelerar su despertar, sobre todo porque si se paraba a pensar, lo último que había comido había sido el desayuno hacía ya más de veinticuatro horas así que para alguien como Eileen que comía como una lima, hacía demasiado.

- Helado - la voz ya no sonaba más ronca de lo normal, aunque sí pastosa por el sueño -. ¿Del que tiene trocitos de oreo? - evocado por sus palabras, el estómago le rugió con insistencia. Hacía unos años aquello hubiera hecho que se sonrojara pero ahora sólo le hizo sonreír y tomar asiento en plan indio en la cama -. ¿Me traes un poco?

No pudo evitar reir con diversión. Al final fue la primera de las opciones que había sopesado. Se levantó sin aspavientos, aún riéndose por el acierto y la actitud de Eileen.

- Te traeré lo que tu llamas poco y lo que yo llamo una barbaridad- bromeó.

Stan había entendido "helado", y se había levantado también como un resorte, moviendo la cola con felicidad y ladrando con emoción.

A los pocos segundos Zoey traía un envase gigante de helado y una sola cuchara que le tendía a Eileen, dispuesta a ver cómo se ponía las botas.

- Es que tú comes muy poco, Zoey - se excusó con cierto aire displicente mientras la rubia salía por la puerta.

Aprovechando su ausencia, se llevó el dedo índice y corazón a la garganta, justo en el lugar por el que pasaba la carótida, que la tranquilizó con el rítmico pulsar de los latidos de su corazón. Sonrió a Stan, un poco avergonzada por su actitud.

- No me mires así, ya se me pasará - le regañó en voz baja, apartando la mano del lugar justo en el momento en que la puerta volvía a abrirse, dejando paso a Zoey con el helado. Le dirigió una mirada, con una ceja enarcada.

- No es tan grande - le aseguró antes de hundir la cuchara con dificultad en el helado y llevársela a la boca, dejando la cuchara ahí mientras ponía cara de placer -. Además está fresquito y entra genial - se sacó la cuchara de la boca antes de esbozar una sonrisa maliciosa, volver a hundir la cuchara en el helado y sacarla bastante cargada -. ¿Seguro que no quieres? Está muyy bueno. Puedo dártelo como a los niños pequeños. Abre la boca, que viene el aviónnnnn....

Los chicos empezaron a desnudarse -tarito tariro- pero mi vestido ya dejaba poco a la imaginación, así que yo me limité a apoyarme en el escritorio, cruzando los brazos bajo el pecho. Asentí a las palabras de Sean mientras hablaba. No había mucho qué decir sobre los hechos, no sabíamos nada más y ese hecho quiso recalcar Clark, ganándose un mordaz comentario de Sean.

"Por las barbas de Merlín, espero que esto se relaje con el tiempo..."

Para que no empezase ya una guerra, ignoré el comentario de Sean y seguí con el tema que teníamos entre manos.

- Eileen se dió cuenta de que era una poción con facilidad. Eileen trabaja en el departamento de misterios y ha sido siempre una eminencia en pociones.- le expliqué a Clark- Deberíamos tal vez enviarle la muestra que cogiste, Clark, seguro que puede descubrir muchas más cosas que nosotros mucho más deprisa. Es de fiar, además, así que no hay que preocuparse de nada. Y aunque no le pidamos ayuda va a dedicarse a meter las narices igualmente. - avisé, a ambos. - Así que mejor saber colaborar desde el principio, nos ahorra esfuerzo y trabajo a todos.

Apoyé ambas manos sobre la mesa, descansando en ella, y mirando a ambos. Mejor que se centrasen en mí que entre ellos. Clark mantenía la calma pero dudase que su paciencia fuese infinita.

- Recuerdo la cara de uno de los camareros con claridad. Deberíamos retratarle antes de que la imagen se me olvide y mirar si está en nuestros registros. Con suerte ya ha cometido algún delito anteriormente. Sin ella, al menos tenemos una cara a la que volver siempre. Y por último - añadí soltando un suspiro - Tenemos que saber porqué se han llevado a los novios. Deberíamos pensar en posibles motivos. Katherine es de buena familia, pero una oveja negra en cierto modo. O al menos lo era cuando íbamos juntas a Hogwarts. Eso quita que el motivo sea algun tipo de chantaje a su familia. Isaac... Sólo recuerdo que jugaba a Quidditch y era buen estudiante, pero no había nada especialmente destacable. Deberíamos sin duda hablar con los más cercanos de ambos. Se me ocurren Tabatha, Vilma y su primo Max para Katherine - caí entonces ¿había estado Max en la boda? Creía que no, o Vilma hubiese montado alguna. - Kegan, Mia, Teagan y el resto del equipo de quidditch de Hogwarts son probablemente los más cercanos a Isaac. Aparte de los padres de ambos. Esto es además de su familia más cercana y compañeros de trabajo. Peor a ellos no los conozco directamente así que tal vez sea menos productivo. Así qué, ¿por dónde os apetece empezar? - pregunté levantando una ceja.

La cara de placer y felicidad de Eileen con un enorme bol de helado entre las manos no tenía precio. Stan miraba medio lloriqueando ya sabía que Eileen jamás le daba de su comida. Lo que tampoco se debía de esperar era que le ofreciera a Zoey.

- Bueno... si me das tú...

Se puso a cuatro patas sobre la cama y gateó por la cama hasta alcanzar la cuchara-avión que le ofrecía su novia, cerrando la boca con placer y sensualidad sobre la cuchara. Stan lloró un poco más. ¡Él también quería!

- Sí que está bueno, sí...

Tras eso, Emily se desaparece junto con Sean. A Tabatha sólo le queda volver al lado de Luchas y Dean.

-Me ha dicho Emily que llevemos a Dean a San Mungo... que creen su han sido los pétalos y él ha estado en contacto.

Le acaricia la mejilla a su pequeño, con preocupación. No soportaría que le ocurriese nada a su niño. Pero ir al médico podría poner en riesgo a Lucas. No sabe que hacer.

-Vamos a casa.

Ella sólo estaba jugando con lo del helado, pensando que Zoey se medio enfurruñaría al verse tratada como a una niña pequeña, pero estaba claro que no. Tragó saliva por reflejo al ver cómo ella tragaba con sensualidad el helado que le había ofrecido.

- Mmmm...

No debería estar pensando en aquello, ni siquiera planteándoselo, teniendo en cuenta que no estaba en su mejor momento. Se sentía vulnerable y asustadiza. Y aún así, quizás fuera precisamente por aquel motivo por el que no quería pensar y que hundirse en los brazos de Zoey le parecía una gran idea.

Ignorando los lloros de Stan, le quitó la cuchara a Zoey de la boca y le dio un beso sensual, frío y con sabor a vainilla y chocolate. Sus preferidos. Cuando se separaron, la miró con expresión inocente.

- Tenías helado en los labios.

Ay el juego... cómo le gustaba a Zoey. Ahogó una sonrisa, como siempre que algo le divertía pero no quería mostrar todo el divertimento que sentía. Se relamió los labios nuevamente, mirando a Eileen.

- ¿Sí? Pues creo que tú también tienes helado.

Gateó un poco más, hasta acortar del todo la distancia con Eileen y la comenzó a besar de forma tan apasionada como la chica lo había hecho al principio. El timbre sonó:

- Ignorémoslo...

Lo raro sería que Eileen no tuviera helado cuando su forma de comer era más parecida a la de un cerdo que a la de una persona, pero teniendo en cuenta que formaba parte del juego no se quejó, sólo sonrió y cualquier comentario ingenioso que fuera a decirle en respuesta murió cuando Zoey la besó, un anticipo de lo que estaba por venir. Las dos lo necesitaban.

Aunque como siempre, el timbre interrumpió lo que estaba a punto de ser una escena más dieciocho. Zoey le sugirió que lo ignoraran pero para Eileen era simplemente imposible.

- No puedo tía, es que me desconcentra - acabó por decir, refunfuñando -. Deberíamos instalar un espejo de estos para ver quién es... No me apetece una mierda ver a nadie pero, ¿y si fuera alguien importante? Aunque supongo que habrían venido por red flu o se habrían aparecido directamente... - estaba hablando demasiado pero mientras lo hacía su cerebro se había formado una idea aproximada de quién podría ser. La vecina. Seguramente de las únicas que llamaría al timbre -. Sabes qué, tienes razón, pasemos del timbre...

Había seguido besando a Eileen por el cuello, soltando algunos sonidos similares a "ajam..." ante sus comentarios, a sabiendas de que conseguiría que Eileen volviera a centrarse en lo importante. Stan se bajó de la cama. Ya no habría más que hacer para coger helado. 

La temperatura fue subiendo poco a poco, hasta que de pronto...

¡PUM! 

Un fuerte portazo las terminó de alertar. Zoey cogió la varita de inmediato. ¡¿Es que no pensaban darles ni un poco de respiro?! Pero entonces se oyó la voz del señor Morgan:

Benjamin:- ¿Eileen? ¿Estás en casa?- Se oían pasos apresurados por la casa.

Zoey miró a Eileen antes de apartarse de encima de ella para dejarla con libertad de movimiento.

Tenía que admitir que Zoey era tan convincente que, si el timbre volvió a sonar, Eileen ni lo escuchó, así de concentrada estaba. Por algo se había hecho abogada, porque sabía encontrar los argumentos adecuados para persuadir a todo el mundo, estaba claro.

Sin embargo, cuando escuchó el portazo, toda la lívido se le cayó al suelo y su mano fue en busca de la varita, lo mismo que la de su novia. Estaba ya poniéndose en pie, pálida, cuando escuchó la voz de su padre. Durante un momento, se quedó helada. ¿Qué hacía ahí? Nunca había querido ir a ver el piso.

Miró a su vez a Zoey, confundida y con las cejas casi juntas.

- ¿Papá? - dijo en voz alta, sin bajar la varita. Suspiró. ¿Estaba siendo paranóica con su propio padre? Se arregló un poco el pijama antes de murmurarle a Zoey -. Coge El Profeta anda, algo me dice que ahí está la respuesta. Quiero saber hasta que punto la cosa está jodida - dicho aquello, salió de su habitación, sin dejar la varita, hasta dar con Benjamin y repetir lo que ya había dicho -. ¿Papá? ¿Papá qué haces aquí?