Partida Rol por web

Al parecer volverse invisibles fue una buena idea porque aunque había hechizos protectores y mucha gente vigilando por los alrededores de la noche, nadie se percató de la presencia de esos cuatro intrusos.

Recorrieron gran parte de los extensos terrenos de aquellos invernaderos, procurando no hacer ruido y esquivar a los magos que vigilaban cerca de ellos. También se fijaron en que había troles de seguridad rodeando los invernaderos, cuya puerta, cuando llegaron, estaba aparentemente cerrada. 

Había dos troles de seguridad; uno a cada lado de la enorme puerta del invernadero principal. Si hubieran estado visibles probablemente se habrían mirado unos a otros esperando a que alguien reaccionara. ¿Se darían cuenta los troles de que una puerta se abría sola? ¿Lo notarían como algo salido de la normalidad?

Parecía que no era mi día, o a mi varita no le gustaba América. La agité suavemente cerca de mi oreja, como cuando no funciona un reloj de pulsera y quieres escuchar los engranajes, aunque no sabía bien porqué lo hacía con la varita. Miré a Sean sólo para comprobar que él también había fallado. ¿Sería mi culpa por la caída de hacía unos minutos? ¿Le había desconcentrado? Seguí su mirada iracunda para acabar observando a Clark, que parecía ser el foco de la atención y enfado de Sean en aquellos instantes. ¿Tal vez era por eso que no se concentraba él tampoco? Cuando finalmente Clark empezó a bajar, me coloqué frente a Sean en un momento de intimidad que seguramente no tendríamos pronto.

- Relajémonos. - le dije en voz suave antes de ponerme de puntillas para poder darle un beso. Era un beso que por unos instantes nos apartaba de todo, tanto del lugar como del momento, y nos dejaba estar unidos sin importar las vueltas que diese el mundo a nuestro alrededor. - Vamos.

Le dije al separarme. Quería añadir que fuese con cuidado, que no hiciese locuras por mí, que le quería y lo que más me dolería en el mundo era ver que él sufría algún daño... Pero las palabras no eran necesarias entre nosotros. Él lo sabía, yo lo sabía. Me encaramé a la chimenea y cogí aire antes de empezar a descender. No aguantaría mucho, pero era mejor que nada. Intenté ir sin prisa pero sin pausa, pues si me resbalaba acabaría encima de Clark y por muy fuerte que él fuese, un golpe así podría hacerle caer y provocarle heridas muy graves.

Recibió el beso de Emily con la misma ternura y amor que él puso, decidiendo que aquel era un momento importante. Que daba igual si estaban en territorio enemigo porque estaban juntos y se querían. 

Nada puede salir mal.

Pensó convencido. Ni Clark, ni América, ni chimenea... nada. Habían podido con todo hasta la fecha y seguiría así. Porque eran invencibles.

Asintió a las palabras de Emily, bastante más relajado y motivado. Permitió que ella fuera primero y cogió una gran bocanada de aire antes de seguirla. Lo cierto es que aquel momento y aquel beso habían servido para bajar las pulsaciones y ello hizo que pudieran aguantar el aire en los pulmones por más tiempo.

No fue un camino agradable. Las paredes estaban calientes y muy sucias. La ropa, las manos e incluso la cara de todos se tornaron negras durante el descenso. Hacía un calor bastante insoportable y de vez en cuando les inhundaba una nube de humo en su camino hacia la salida. 

Clark llegó bastante antes que ellos abajo, comprobando que en aquella sala donde habían caído no había nadie. Miró hacia arriba, a la oscuridad de aquel tuvo por el que Emily comenzaba a asfixiarse. O se tiraba ahora o podría sucumbir a la inconsciencia.

Por su parte Sean la seguía, deseando salir de aquel lugar tan estrecho  y agobiantes. Clark extendió los brazos para recibir a Emily.

Echó una ojeada al lugar. Lo cierto era que se moría de ganas de averiguar qué estaban haciendo ahí pero lo prioritario eran los dragones y no valía la pena dejar un rastro de migas de pan hasta donde estaban. Aún así, tuvo un par de ideas que podrían ser útiles para la misión.

Señaló a uno de los científicos con el dedo, muy concentrada en lo que hacía antes de enarbolar la varita con discreción en su dirección y hacer un hechizo geminio del mismo. Esperaba que el hombre que ahora se hallaba ante sí pudiera parecer un acompañante en el caso de ser necesario.

Tras aquello, se separó de la puerta y se dirigió hacia la siguiente pero no sin antes tomar la decisión de curarse en salud con un homenum revelio que le hizo fruncir el ceño. Algo no había salido bien.

Desconocía la capacidad de mis pulmones hasta esos momentos. Era increíble lo que estaba llegando a aguantar, pero empezaban a temblarme los músculos al no llegarles oxígeno nuevo, me picaban los ojos y la nariz del hollín, y la cabeza empezaba a darme vueltas. Sean encima mío debía estar pasando por algo parecido y peor, pues seguro que no quería caer encima mío y hacerme daño. De ese modo, y viendo vía libre al final del túnel me solté preparada para amortiguar la caída flexionando las rodillas mientras soltaba el aire que me quedaba en los pulmones. Fue sólo mientras caía que vi los brazos de Clark e , incapaz de decir nada en aquella situación, no pude hacer otra cosa que intentar no darle una patada si intentaba parar mi caída.

Fue un buen movimiento. No perfecto pero el suficiente para que Emily llegara a salvo hasta la habitación y que Clark la sostuviera sin hacerse daño. En cuanto vio que estaba equilibrada en el suelo alejó las manos de sus caderas y se apartó un poco. 

Sean llegó unos segundos más tarde. Con el pelo negro como el carbón haciendo juego con el resto de su cara. Respiró bocanadas de aire limpio y se quitó lo máximo de hollín que pudo de la cabeza. 

Pero apenas les había dado tiempo observar la sala de calderas, donde tres dragones crías, del tamaño de un perro labrador, dormían hasta el momento en su nidito cerca de la caldera caliente y el fuego, pues algo traspasó las paredes y las puertas, provocando que supieran de la presencia de alguien en aquel lugar. Fuera, en el pasillo, Eileen Morgan se acababa de revelar.

En un principio para Eileen no había sucedido nada con el segundo de los hechizos, pero eso fue para ella porque hasta Zoey y Stana habían sentido una oleada extraña de magia que les mostraba las presencia de Eileen en aquel lugar. No había ruido, pero era como una señal silenciosa que indicaba la presencia de la inefable en aquel lugar. 

Rápidamente miró a la zona de laboratorio y tuvo que agacharse y tirar de Eileen rápidamente porque todos se habían puesto alerta y en pie.

- ¡Nos han descubierto!

Se acabó el sigilo y la infiltración.

No fue el aterrizaje más elegante del mundo, pero tampoco el más aparatoso. Por suerte no le partí la nariz a Clark de una patada o algo semejante. Le di las gracias mientras cogía bocanadas de aire limpio y me separé de él apenas un instante antes de que Sean apareciese y buscase aire de la misma manera que yo. Habíamos llegado de una pieza, y allí estaban los dragones, dormidos, y aparentemente sin vigilancia. Pero entonces ocurrió algo extraño y miré a mis compañeros confusa. Era como si alguien hubiese lanzado un conjuro revelador, pero ninguno de nosotros parecía haber sido. Y no sólo eso, lo peor es qué persona revelaba. Eileen. Eileen Morgan. Mi mejor amiga durante años pero a quién no reconocía los últimos meses y con quien me había peleado varias veces dejando paso a periodos en los que nos ignorábamos por completo. Eileen Morgan que había desaparecido cuando la había ido a buscar junto al resto para hablar de las misiones. Y ahora resultaba que estaba ahí. Noté cómo se me encendía la sangre de incredulidad. ¿Qué pretendía con aquello? ¿Tan grandes eran sus sueños de grandeza? ¿Tan idiota se había vuelto? ¿De verdad creía que era inteligente largarse a explorar un lugar desconocido en busca de dragones, sin avisar a nadie? ¿Echando a perder meses de trabajo? ¿Dejándome preocupada por ella? Estaba apretando mi varita tanto que tenía los nudillos blancos. Eileen estaba poniéndose en peligro, estaba poniendo en peligro a Sean y a Clark, estaba poniendo en peligro la misión y a todos los involucrados que estaban actuando simultáneamente sólo para alimentar su ego. Estaba claro que había dejado de ser Ravenclaw hacía mucho tiempo. Tenía que haber sido estar con Zoey, sólo desde entonces Eileen se comportaba de manera tan impulsiva, egoísta y engreída. Cómo odiaba a la cara caballo. - No perdamos tiempo. - les dije entre dientes. - Tres desmaius, rápido, sincronicémonos. - Las crías estaban dormidas pero no sabíamos durante cuánto tiempo. Debíamos asegurarnos que seguirían así el suficiente tiempo para sacarlas de ahí.

Se siente incómoda por la cercanía de ese tal Adam. Sabe a lo que va, que no es tonta de verdad... solo se lo hace. Quizá debería haber buscando alguna otra forma de entrar en el Ministerio... pero lo hecho, hecho está. Siempre puede decirle que tiene novio y tal. Pero sigue pareciéndole incómodo que se pegue tanto. Como la toque, muere.

-Si no hay nada de que preocuparse. Voy a estar en la oficina... si yo no sé lanzar ni un... ¿cómo era...? Ex... Expil... no, así no... mmmm...

Intenta buscar la palabra...

-¿Expilarmus?

El chico no cabía en sí de alegría. ¡Esa chica era un diamante en bruto! Era su día de suerte, sin lugar a dudas. Una miradita más al escote y volvió a responderle:

- Expelliarmus.- le corrigió con aparente amabilidad.- Mejor me lo pones. Los aurores llevan ahí a criminales en todo momento. Deberías saber defenderte. Yo te podría dar clases. Por ejemplo, esta noche a la salida te recojo y te llevo a mi casa.- y le guiñó un ojo. No era una pregunta, sino una afirmación.

En ese momento el ascensor paró nuevamente, ahora sí, anunciando el departamente de aurores.

Al llegar a la planta del departamento de Aurores, siente una alegría inmensa. Y no solo porque va a dejar ese ascensor repleto de gente. Su motivo principal de alegría es que se puede desenganchar de esa lapa. Aunque, seguramente, ese chico malinterpreta su sonrisa y se piensa que es por su proposición. 

-Quien sabe - dice como única respuesta.

Obviamente, no va a ir con él a ningún sitio y se van a ir de ahí lo más rápido posible. Con suerte, la oficina del jefe de aurores estará conectada a la red flu y no tendrá que cruzarse con él de nuevo. Le da la espalda y se aleja lo más rápidamente posible.

El chico pareció quedarse satisfecho con la respuesta y permitió que Tabatha se marchara tras decirle un:

Adam:- Yo pongo la varita.- y le guiñó el ojo al tiempo que las puertas volvían a cerrarse.

Ante Tabatha ahora se presentaba un largo pasillo, algo oscuro. Estaba en el departamento de aurores pero en la zona de "visitas". Nada de celdas, asesinos o gente detenida. Comenzó a caminar - porque en realidad no le quedaba otra- por allí. Sus pasos se escuchaban, no había puertas de momento y tampoco gente. Parecía que aquel pasillo era más bien poco transitado.

En ese momento vio acercarse desde el fondo a una mujer con un regaliz en la boca y unos andares bastante duros y masculinos. No era muy alta pero intimidaba de igual modo.

No parecía agradarle mucho la presencia de Tabatha y menos con aquellas pintas de pija. ¿Qué auror en su sano juicio iba con aquellos taconazos y aquellas pintas? No hacía falta ser una detective experta para saber que Tabatha no era una auror.

- ¿Se ha perdido?- dijo una vez llegó a estar frente a ella.

El varoto vas a poner... piensa mientras camina por el largo pasillo. Desentona bastante con el lugar, pero que se le va a hacer. No cree que todas las secretarias de la planta vayan como si fuesen a matar a alguien... Es más, seguro que las secretarias del departamento son las que dan color al lugar.

Mientras avanza, se encuentra de frente a la auror que la interrogó tras la desaparición de Katherine e Isaac. Si no la ha reconocido, es bueno.

-He venido para cubrir una suplencia en el área de secretarias del departamento. Bueno... en realidad, solo es una prueba - sonríe.

Mierda. Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda. Durante unos segundos se quedó quieta, presa del miedo mientras sus compañeras evidenciaban en palabras lo que ya sabía. Que la había cagado pero bien, porque Eileen bajo presión no era la persona apta para hacer hechizos.

- Piensa, piensa, piensa... - su mejor opción era abandonar la misión pero si lo hacían ahora ya no habría vuelta atrás y no podían hacer eso -. Me han pillado a mí - acabó por decir con el estrés evidenciándose en su voz -. A vosotras no. Y le tenemos a él - anunció, señalando el clon -. Aún podemos salvarnos. Si creen que sólo yo soy la espía - intentar pensar bajo presión no era lo suyo. Escondió la varita en la manga para poder maniobrar con ella sin que se le viera -. Stana, dame un puñetazo en la cara. Seré vuestra prisionera o algo así.

Apreté las manos fuertemente a mis compañeros y poco a poco se la solté a Beth para sacar mi varita. 

- Confundus.- Susurré a uno de los trolls. - Shh...- Dije volviéndole a dar la mano a Beth y tirando de ella y Aen para que fuéramos hacia la puerta sigilosamente. Quizás el otro troll se distrajera viendo que su amigo estaba confundido, o algo. 

Esta Eileen. ¡Mira dónde se había metido! De todas las misiones que había para elegir va y elige la misma que ellos. Pero no era momento de pensar en las cagadas de Eileen Morgan y sí de resolver aquella situación como los profesionales aurores que eran.

Tanto Clark como Sean apartaron la mirada del pasillo, sacudieron la cabeza y asintieron a las palabras de Emily. Los tres apuntaron a los dragones y comenzaron con los desmaius.

El primer dragón quedó desmayado sin problemas, pero el segundo y el tercero... Uno de los tres aurores había fallado en cada uno de ellos y Emily estaba segura de que no había sido ella. El hechizo de Clark o Sean salió tan mal que despertó al segundo dragón y éste comenzó a chillar con fuerza, batiendo las alas. El tercero comenzó a hacer lo mismo. Y ahora no paraban de moverse, de manera que resulta muy, muy, muy difícil acertar en el punto de la nuca.

Stana tenía la varita sujeta y miraba a todos lados. ¿Cuántos saldrían y de dónde? ¡Seguro que les rodeaban! Zoey ganó algo de tiempo congelando con maestría la puerta y el panel del laboratorio, de manera que dejaba a los magos dentro. 

Zoey:- ¡Rápido! ¡No tardarán en abrirla!

Ante el plan de Eileen, tanto Zoey como Stana la miraron con alerta. ¡¿Cómo iban a hacer eso?! 

Stana:- N-no... ¡No puedo hacer eso!

Zoey:- Stana. No queda otra.- por mucho que odiara aquella situación. Si no intentaban que Eileen fuera la única culpable las tres estarían muertas en nada y no tendrían salvación. La única manera era aquella. No le gustaba pero lo comprendía.- ¡Desmaius!

Gritó a un enemigo que acababa de salir de la puerta de enfrente a la del laboratorio. ¡La gente comenzaba a salir! Y entonces... un chillido agudísimo, como de cría de dragón, vino desde una de las salas. Parecía venir de la tercera puerta a la derecha. Al fondo. A continuación a ese chillido se le sumó otro. Tanto Zoey, que continuaba preparando hechizos y obstáculos para el enemigo con una rapidez de movimiento pasmosa, como Stana que seguía bloqueada con angustia, mirando a la zona de donde provenía el chillido. 

El hechizo de Vilma pareció funcionar. Primero el troll agitó la cabeza enérgicamente y luego miró a su compañero, que continuaba mirando al frente con cara de lelo. A continuación levantó su bate y le arreó con él en toda la cabeza. Fue con tanta fuerza y de imprevisto que lo dejó KO. Después se fue a dar un paseo.

Mientras, el grupo aprovechó para entrar en el invernadero. El interior era enorme y desde luego no estaba lleno de plantas, como habría cabido esperarse de un invernadero. Allí dentro había cajas, multitud de cajas de madera enormes, barriles e incluso maquinaria de fábrica en funcionamiento a base de magia. 

Había gran cantidad de magos - unos con batas blancas, otros con rojas y otros simplemente con ropaje negro algo ajustado- en aquel lugar. Algunos paseaban, otros inspeccionaban y otros vigilaban.

Sin mostrar ni una breve sonrisa, la auror asintió, mirándola tres cabezas más abajo. Entre que ella era bajita y que Tabatha estaba en unos taconazos... finalmente asintió y le hizo una señal con la cabeza para que la comenzara a seguir.

No abrió la boca durante un minuto, intentando adaptarse a la velocidad de la rubia escotada a la que guiaba. Hasta que la miró de reojo:

- ¿No nos hemos visto antes? 

Zoey intentaba parar a los que iban saliendo pero pronto sería demasiado para ellas tres. Aún sabiéndolo, estuvo a punto de lanzarse a lo loco tras escuchar cómo, de la tercera puerta, se escuchaban los dragones. Tenían que lograr que los demás dejaran de prestarles atención.

- Stana, escúchame - otro desmaius por parte de Zoey -. Tenemos que entrar ahí. Con cualquier excusa. Aunque sea para preguntarles si me conocen de algo. Una vez ahí, tú insonorizarás la habitación y cerrarás la puerta y Zoey y yo nos encargaremos de la gente. Tenemos que irnos rápido, haremos un traslador y nos llevaremos a los dragones. Pero tienes que hacerlo. Tienes que darme el puñetazo para que los demás no metan las narices en esto.