Partida Rol por web

In Hoc Signo Vinces

Dioses contra cañones

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10/08/2008, 16:31
Olmedilla

La galeno y sus ayudantes estaban practicando una sencilla operación a un español que se había roto el brazo en una mala caída. Mientras Ameyal preparaba el entablillado, Yaretzi y Zeltzin limpiaba la herida del hombre y Francisca preparaba la sutura. El aposento que le habían dispuesto en el palacio era confortable, y gozaba de gran espacio para la práctica de la medicina.

Al levantar la vista de las tablas, Ameyal pudo ver a aquel hombre bajito y siempre enlutado, vestido hasta el cuello a pesar del calor, con aquella barba gris y blanca y una mirada profunda y curiosa: Olmedilla. Se acercó a doña Francisca, destocándose con mucha política, y dejando ver bajo su parlota su pelo desordenado y sudado.

-Buenas tardes, doña Francisca. ¿Me permitís un momento?

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10/08/2008, 23:57
Carlos Cabal
Sólo para el director

El sargento que llevaba ya buen rato supervisando la disposición de sus hombres, recibió con cierta curiosidad al muchacho. Tras oírlo con detenimiento asintió con sobriedad y le dijo:

-Aguardad un instante y os acompañaré.-

Con paso presto camino por el muro hasta donde se encontraba montando guardia su cabo de mayor confianza, era menester dejar un mando durante su entrevista, el viaje le había hecho aprender sobradamente que toda precaución es poca en estas tierras.

-Villalba, quedáis al mando. Asegúrese de que todos los hombres están bien despierto en sus posiciones y no dudéis en reportarme cualquier incidente por mínimo que este fuera, no debemos descuidar delicada situación entre semejante número de nativos. Yo ahora debo ir junto a Cortés.-

Poniendo un brazo en el hombro del espigado hombre, se cercioró de que este asumía la responsabilidad. Después, y sin mayor dilación, volvió sobre sus pasos para encontrarse con el paje que debía indicarle el camino hasta los aposentos de Don Hernando.

-Cuando gustéis.-

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11/08/2008, 10:26
Francisca Díaz de la Vega

Francisca ya se disponía a suturar la herida cuando oyó la voz de Olmedilla. Alzó la vista y frunció el ceño, no le gustaban esa clase de interrupciones pero nada podía hacer.

-Buenas tardes, señor Olmedilla -respondió mientras comenzaba a suturar-, si a vuestra merced no le incomoda que hablemos mientras termino de hacer mi trabajo puede hablar sin problemas, de lo contrario tendré que pedirle que espere a que termine de atender a este hombre.

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11/08/2008, 18:39
Olmedilla

Olmedilla mira al soldado, y la cara que pone mientras le entablillan el brazo. En realidad, como contable no está muy acostumbrado a ese tipo de espectáculos, así que procura no mirar. Es un gesto divertido, habida cuenta de que al haber estado en tantas batallas con los españoles, debería estar acostumbrado a cosas mucho peores.

Se da un paseo por la habitación, examinando los instrumentos de su maletín con curiosidad.

-Me preguntaba si os suena el nombre de Javier Núñez de Oviedo

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11/08/2008, 18:45
Hernán Cortés

El capitán general se encontraba de pie junto a su mesa de caoba, que habían transportado con el bagaje de la expedición desde Villa Rica de Veracruz. Es lo único que se había desempacado de sus pertencias, o casi lo único. A su lado, se encontraba el veterano capitán Ordaz. Ambos hombres examinaban una especie de bosquejo dibujado con un carboncillo.

-Sargento Cabal -le dijo con una sonrisa- Acercáos.

El joven Jaramillo se quedó en la puerta, con las manos en la espalda. El cordobés se acercó al punto, y vió en la mesa pintado un bosquejo a grandes rasgos de la ciudad donde se encontraban. Cortés señaló las entradas.

-Hoy ha venido un correo desde Villa Rica, a caballo. Según parece, un capitán del gobernador de Jamaica nos trae 50 hombres más, algunos caballos, cañones y armas.

Miró un momento al sargento, parpadeando.

-Pero, lo interesante ha sido cuando le he mandado de vuelta con el dicho capitán, acompañado de uno de nuestros jinetes. Me ha informado de que, parece ser, los indios están comenzando a llenar las arterias principales con grandes piedras y, al parecer, preparan algo.

Se cruzó de brazos.

-Esta noche tengo una cena con el señor de la ciudad, pero mientras escucho sus agasajos, me gustaría tener información de primera mano.

Entonces, miró al sargento.

-Es por eso que deseo que cogáis a un grupo de hombres de vuestra confianza, no mas de cuatro o cinco, y que discretamente os deis un paseo por la ciudad fingiendo que escoltáis a la favorita de Alvarado, que ha expresado hace poco su deseo de ir al mercado con unos cuantos esclavos.

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11/08/2008, 18:45
Francisca Díaz de la Vega

Al oír el nombre Francisca se sintió palidecer fue como si por un momento las fuerzas le abandonran e instintivamente tomó la mano de Ameyal, apretándola. Tuvo que hacer un gran esfuerzo para disimular y continuar tratando al herido mientras se preguntaba si habría oído bien o era que su subconsciente le estaba jugando una mala pasada.

-¿Dijo usted Javier Núñez de Oviedo, el capitán Nuñez de Oviedo? -preguntó con cierta dosis de incredulidad y Olmedilla lo confirmó-. ¿Por qué vuestra merced desea saber si le conozco?

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11/08/2008, 18:55
Diego de Ordaz

El viejo Ordaz miró tambien a Cabal, de veterano a veterano. Ambos habían luchado en las coronelías del rey.

-Unicamente queremos evaluar la situación. Vamos a enviar a algunos espías indígenas, pero es preciso ver hasta que punto la presencia de españoles en esta ciudad despierta suspicacia o rechazo. Si ven a un grupo de españoles por la calle, aparentemente solos, y están preparando algo feo en nuestra contra, se envalentonarán.

Miró a Cortés un momento.

-Sabemos que es una misión delicada y peligrosa. Se trata de saber hasta que punto debemos temer un ataque en esta ciudad. Don Hernando está de acuerdo conmigo en que se necesita un veterano con disciplina y temple para, en el momento dado, replegarse en buen orden de nuevo hasta la calle que controlamos.

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11/08/2008, 19:03
Olmedilla

El contador comprobó lo afilado que estaba el escalpelo con la punta del dedo. Luego, lo dejó en su sitio, carraspeando. Siguió hablando mientras miraba a las dos ayudantes indias de la cirujana.

-Ha venido hoy un correo a caballo, desde Villa Rica de Veracruz. Al parecer, el gobernador de Jamaica nos ha enviado refuerzos de forma encomiable y presuntamente altruísta...

Luego miró a la cirujana, mesándose la barba.

-Cincuenta hombres marchando hacia nosotros, al mando de un tal capitán Núñez de Oviedo, un antiguo encomendero de la isla de Cuba, y un tipo muy valiente, según tengo entendido... Y galán.

Una sonrisa se dibujó en su rostro. Luego, miró a la india Ameyal.

-Aunque, realmente, esto es solo un chismorreo que he querido compartir con vuestra merced. En realidad he venido para hablar con doña Amaya... a solas.

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11/08/2008, 20:11
Ameyal Tonatzin

Observo todo en total silencio, ayudo en lo que puedo y guardo tambièn todo lo que puedo en mi memoria, quizàs me pueda servir alguna vez, uno nunca sabe. No me es indiferente el cambio en el rostro de la doctora, mucho menos cuando aprieta mi mano con disimulo a las palabras de ese hombre llamado Olmedilla. Y no me sorprende, debe haber una historia detràs de todo eso pero no es el momento, ni el lugar. Ya me lo dirà ella si decide hablar de ello.

Lo que màs me sorprende es cuando aquel hombre dice que con quien quiere hablar es conmigo. Lo miro confundida y expectante, dice a solas asì que miro a la mèdico y al poco rato, me encamino hacia un costado para hablar con aquel hombre.

-Vos dirèis, mi señor-respondo algo renuente.

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11/08/2008, 20:23
Olmedilla

Olmedilla camina fuera de la estancia. Parece que es importante. Espera a que la india le siga, y luego comienza a hablar.

-Don Hernando está preocupado. Parece que los cholultecas traman algo contra nosotros, pero obviamente no podemos enterarnos de primera mano... A no ser que sea por mediación de alguien en el que los lugareños confíen... como un mexica.

La miró un momento.

-Cortés desea que le ayudéis en eso. Un trabajo simple: ir hasta el mercado o el lugar que más os plazca, como si fuérais una señora del lugar, y enteraros de si se está tramando algo contra nosotros.

Le sonrió un poco.

-Digamos que os quedaría muy agradecido por tales servicios... Tanto que, una vez que pasemos cerca de vuestro antiguo hogar, podría tolerar que regresarais con los vuestros, aunque no abunden los buenos traductores.

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11/08/2008, 20:31
Ameyal Tonatzin
Sólo para el director

Escucho al hombre con atenciòn. Apenas puedo creer lo que me està diciendo, miro al suelo, luego miro a sus ojos y veo que no està bromeando, al menos èl cree que no. Y yo me pregunto para què querrìa ahora mi maldita libertad si mi padre ya no vive. Respiro profundo, al fin, aquello he de hacerlo, no es una peticiòn; es una orden que viene de don Hernando. Es un sì o sì.

-Señor Olmedilla, dudo mucho que volver con los mìos sea factible pero harè lo que se me pide... Espero averiguar lo que estàn deseando saber y sobre todo que sea de ayuda. Sòlo eso, no tenèis ni que preocuparos por còmo o dònde, sè bien lo que he de hacer, no serìa la primera vez.

Mi voz no tiembla, no hay miedo en ella; bien estarìa que me mataran de una buena vez pero lo cierto es que lo ùnico que podrìa darme ganas de vivir, ni siquiera se recuerda de mì. He sido una india muy tonta, si me puedo meter en problemas, lo harè.

-¿Algo màs que deseèis, mi señor?

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12/08/2008, 17:42
Juan Miguel de Quart
Sólo para el director

-Muy bien mujer, has sido enviada para complacerme o para espiarme, aún no lo tengo claro. No te preocupes por ahora, pienso disfrutar de esta pequeña parada en nuestro viaje. Pero antes has de responderme a unas preguntas.

Notas de juego

Pues ya que tengo una idea del idioma local y una mujer dispuesta a hacer lo que yo le pida pues quiero que me explique cómo funciona esa ciudad, quién son los personajes importantes, quiénes nos ven como dioses y quiénes desean nuestra cabeza. Y unas mínimas directrices de leyes locales para no terminar espada en mano y huyendo...otra vez.
Además de preguntarle, por supuesto, dónde hay grandes cantidades de oro.

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17/08/2008, 04:45
Francisca Díaz de la Vega

Francisca tuvo que apoyarse muchísimo más de la cuenta en su bastón además de hacerlo en la mesa donde atendía al soldado, por un momento sintió que se desvanecía. Sonrió a Olmedilla e intentando disimular, antes que él le dijese o comentase algo, se excusó comentando con cierta despreocupación que estaba cansada y llevaba gran cantidad de horas sin probar bocado.

Una vez Ameyal y Olmedilla se hubieron alejado dio algunas instrucciones a sus ayudantes para que siguieran ellos a cargo de la atención; lo primordial estaba hecho y ellos podían encargarse del resto dando a Dios gracias porque su pulso en ese minuto no estaba como para realizar un trabajo que lo requiriera.

Se alejó del lugar, el corazón bombeábale fuerte por la emoción. Nunca le creyó muerto, pese a lo que Fernando decía y eso ahora ya era un hecho, sin embargo... ¿Qué pasaría cuando se vieran? Pero sobretodo ¿Qué diría Fernando? Temía a aquél momento, la última vez que ellos se habían visto por poco y se matan. ¿Pasaría lo mismo ahora?

Con el tiempo había entendido que la reacción de su hermano respondía a razones que distaban bastante de las que ella creyó en principio, razones que entre mujeres se conocían como celos y rivalidad. Esbozó una sonrisa y meneó la cabeza.

-No seas tonta Francisca -se dijo-, él te olvidó hace mucho... alégrate con saber que vive, confórmate con eso, con el recuerdo de lo vivido y que después de todo no le fuiste fiel a un fantasma.

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22/09/2008, 20:23
Carlos Cabal

Al solicitar cercanía, Don Hernando había permitido que la atención de Cabal se centrace sobre el boceto de mapa. Hasta ese momento, el joven andaluz no había tenido ocasión de visualizar la ciudad desde tal pespectiva. Ciertamente el lugar era inmenso. Dificilmente defendible en caso de que los indigenas se tornasen hostiles. Pero eso ya no importaba, Cortés había demostrado suficientemente que su instinto no le fallaba y que sirviendo al rey ninguna penuria podría aplastar esta expedición de bravos españoles.

-¡A sus órdenes, mi excelencia!- dijo con firmeza tras oir las palabras del Comandante. -Cogeré hombres de confianza para que conformen la escolta de la señora de Alvarado.-

El sargento quedó por un momento pensativo. Por su mente cruzaron los diferentes protocolos a la hora de entregar el informe resultante de la acción solicitada. A fin de cuentas, lo que le estaban ordenando no dejaba de ser una incursión en territorio hostil con el fin de obtener información. Y es que la pregunta que valoraba hacer no era la más adecuado... aunque ciertamente la respuesta podía traer consigo buenas nuevas sobre la consideración que Cortés sentía hacia su persona. De cualquier modo, lo dejó caer con cierto reparo frente a Don Hernando.

-Si me permite... ¿Su excelencia desea recibir el reporte en persona o debo entregarlo al capitán Sandoval?- Lo habitual hubiera sido entregar la información al oficial superior, de esta manera los distintos rangos no evitaban la escala de mando, mas también era habitual que el inmediato capitán estuviera presente cuando se trasmitian las ordenes. Cabal permanecia fiel a su filosofía ordenancista y este tipo de encargos por parte del Comandante le daban qué pensar. Era posible que Don Hernando hubiera encontrado en él un hombre que se adecuaba a las peticiones comprometidas.

Notas de juego

Lamento el retraso. Me alegra estar de nuevo bajo la dirección de Targul.

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23/09/2008, 00:07
Hernán Cortés

Cortés intercambió una mirada con Sandoval, mientras Ordaz miraba al sargento. Pareció considerarlo, y al cabo asintió.

-Podéis informarme personalmente. Me urge obtener esa información.

El joven Jaramillo anunció la llegada de un heraldo del señor de aquella ciudad.

-Podéis retiraros, sargento -dijo Cortés.

Notas de juego

Publica ahora para los personajes implicados.

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23/09/2008, 00:11
Director

La india se preparó para ir de compras. No le fue dificil obtener un verdadero dineral en granos de cacao, pues los caxtiltecas en nada los valoraban. Su fiel Omecihuatl la acompañó como porteador y guardaespaldas, si era necesario. Aunque era algo viejo, era un hombre capaz y con mucha experiencia, y no se metería en lios.

Caminaron juntos por las calles de aquella ciudad enorme, que le recordó q su patria chica. En realidad, era grato volver a sentirse una más en aquel mundo, su mundo, del que había estado apartada durante demasiado tiempo.

Tras callejear y preguntar a los lugareños, dieron con el enorme mercado, en cuyo centro se levantaba (como era usual) el palacio de justicia, cuyos guardianes vigilaban que las transacciones cumplieran la ley, y que no se cometieran robos. No parecía que aquello les fuera a resultar muy dificil.

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23/09/2008, 00:27
Olmedilla

La dama peinaba sus cabellos en el vestidor, relajada. Bueno, más bien, una criada la peinaba, ya que ella no acostumbraba a hacer casi nada por si misma (como buena aristócrata).

Su tranquilidad se vió interrumpida por la visita de ese caxtilteca bajito y de barba cana. Sabía que era algo así como el espía de Cortés, que era como los españoles llamaban a su caudillo. La miró un momento.

-Vuestro señor esposo -dijo, refiriéndose a Alvarado- Ha accedido finalmente a que gastéis sus dineros yendoos de compras hoy mismo. Ha dispuesto, eso si, una escolta para que nada malo pueda pasaros.

Durante días, habían discutido sobre el particular. Su fogoso marido, don Pedro de Alvarado, segundo de Cortés, se oponía a que ella corriera riesgos en aquella ciudad, que no se sabía si era o no hostil. Pero Itzi necesitaba vestidos nuevos, joyas y otras cosas de utilidad, pues todo el ajuar que tenía en casa de su padre quedaba muy lejos de allí.

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23/09/2008, 00:33
Jerónimo de Aguilar

Garcilaso Martín hacía meses que había dejado de ser un monaguillo. Ahora era un soldado, y veterano de varias batallas, pero eso no quitaba que, de entre todos aquellos hombres que blasfemaban de Dios y no conocían cosa más sagrada que el saqueo despues de un asedio, fuera el más beato.

Estaba sentado en aquel cuartucho, con los pavos paseándose por allí y un par de soldados que habían bebido más pulque de la cuenta cuando una presencia le sorprendió: el padre aguilar. Aquel extraño hombre, con el que había cruzado pocas palabras, le pidió permiso para sentarse, y fue al grano.

-Don Hernando desea que entreguéis un mensaje -dijo.

Luego, se explicó mejor.

-Hoy ha llegado un jinete, un hombre que dice venir de parte de un capitán del gobernador de Jamaica con refuerzos para nosotros, armas y vituallas. Ese capitán se llama Núñez de Oviedo, y dicen que es un hombre muy valiente.

Jugó nerviosamente con sus dedos.

-Cortés necesita a alguien que acompañe al mensajero en su cabalgada, alguien que estuviera con la expedición desde que salimos de Cuba. Pensó en mi, pero acabo de pasar unas malas fiebres y no quiero volver a recaer. El padre Olmedo me habló de ti, y creo que eres el idóneo.

Le miró un momento.

-El jinete se llama Juan Aceituno, y te espera frente al real de Cortés en el palacio que le han cedido. Debes acompañarle y contarle a ese capitán donde estamos, hacia donde nos dirigimos y, en suma, ponerle al corriente de todo lo acontecido.

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23/09/2008, 17:30
Ameyal Tonatzin
Sólo para el director

Observo todo con atención, por un momento parece que todo lo que ha pasado, no fuera más que una simple pesadilla. Mi fiel sirviente camina tras de mí como si yo en verdad me tratara de una gran señora y mi corazón late con una débil fuerza que saca de no sé donde. Vuelva la cara un poco, el mercado está atiborrado como es normal y los guardias vigilan con ahínco, sonrío, extrañaba a aquello. Hasta me parece ver a mi padre a lo lejos, haciendo una de sus ventas o comprando algo.

Me acerqué a los guardias, haciendo un saludo con la cabeza; podía parecer una gran señora pero seguía siendo una mujer, no me dejarían pasar, eso era obvio pero estando allí, podía escuchar cosas o hacer que alguno de ellos se me acercara a preguntar que buscaba. Mientras tanto, miraba en torno a los negocios que se hacían sobre la plaza, siempre puedes encontrar alguien que abra la boca de más.

Notas de juego

No sé qué hacer... A quién buscar o qué para averiguar lo que quieren :(

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24/09/2008, 01:15
Carlos Cabal

-Juan Miguel de Quart.
Diego Sánchez Mendoza.
Manuel Rodriguez.
Rouger Carandell.-

El sargento Cabal entró con diligencia en los aposentos habilitados a modo de barraca para los soldados españoles. Conforme los cruzaba iba enunciando el nombre de varios hombres pertenecientes a las distintas compañías. Una vez logró visualizar la posición que cada uno ocupaba en la estancia enunció las siguientes palabras:

-Señores, prestense a realizar servicio de escolta. Armense adecuadamente y hagan acto de presencia en el cuerpo de guardia de la entrada principal. Que ninguno olvide traer rodela. Dense vida.-

Era relativamente habitual el solicitar hombres para escoltar a un jerifalte. Dicha actividad resultaba común tanto en España como en los nuevos territorios conquistados. Ningún hombre de elevada condición o cargo pública se dignaría a salir a la calle sin contar con una buena dotación que le proporcionase cobertura. Mas quizá en esta ocasión la personalidad a proteger no contara con la consideración de aquellos hombres, de cualquier modo eran órdenes.

Hombres de confianza... hombres de confianza para escoltar a una nativa. Afortunadamente estos son buenos soldados. Más nos vale que asuman la situación sin reticencia alguna pues es hora de ver lo que nos deparan las calles de esta villa.

Una vez entregadas las ordenes, el oficial salió por la misma puerta por la que había entrado. Atrás dejó a los soldados pertrechandose. No tardarían mucho en estar listos, pero él aún debía recoger a alguien. Ya en la puerta se terminarían de dar instrucciones y recomendaciones pertinentes.