Partida Rol por web

In Hoc Signo Vinces

La tierra de los riscos

Cargando editor
15/04/2008, 01:51
Carlos Cabal

El angosto paso de montaña, llamado Nombre de Dios, en el que casi estuvimos a punto de perder a varios hombres, ya había quedado atrás. Ahora frente a la columna de marcha se extendía una inmensa llanura golpeada por arduos calores. La fuerza del Sol se hacía sentir con tal crudeza que no pocos fueron los que comenzaron a delirar mientras caminaban tambaleantes.

Por un momento el oficial reparó en el acercamiento de uno de los jinetes. Era el mismo que les había acompañado durante la pequeña expedición que solicitó Cortés. Su rostro, más que serio, parecía resentido tras haber recogido al joven Gracilaso exhausto por el cansancio. Y su pesar lo venía a pagar con preguntas inquisitivas para con la traductora.

No es responsabilidad de los nativos escoger camino. –contesta Cabal con tono sereno y serio tras oír las palabras del jinete- La logística es responsabilidad de los oficiales. Además, no es propio de buenos soldados españoles el aborrecer una “liviana” caminata. A llorar a la Santa Iglesia.

La lengua doña Ameyal, había permanecido al lado del sargento desde el incidente. Ambos habían caminado silenciosos después de que ella se salvará de haberse despeñado. Tras el hecho, Cabal envió al ahora descompuesto Garcilaso para que la llamara a su lado, pues pensaba el cordobés que a su vera estaría mejor cuidada.

Tome, doña Ameyal. –dice el sargento entregando su cantimplora, llena hasta cierto punto, a la bella indígena- Déle sustento al joven y apúrela usted si gusta. Yo ando bien disfrutando el templado clima.

Continuó orgulloso y sudoroso el oficial español, siempre marchando de frente con la mirada alta. Algún día todos nosotros acabaremos en el Infierno tras un mal lance y de seguro que estos malditos calores no son otra cosa que una burla del maligno. Y parece que no sabe ese con quien se las andaba viendo, todos estos hombres son conquistadores españoles y su orgullo y honra no pueden ser comparados más que con sus desmesuradas ambiciones.

Aprovecho el momento para tornarse y gritar palabras de aliento a la tropa que marchaba cansada. Quizá un toquecito en el orgullo fuera lo que todos necesitábamos para apremias el paso. Nada como mentarle la honra a un soldado español para hacer que olvide todos sus males.

Con frases como:
"¡Caballeros! La porra va delante y no querrán sus señorías que quede desprotegida, ¿verdad? ¡Apremien el paso!"

O quizá:
"¡En la porra está el hueso del dedo índice del apóstol Santiago! ¡Ese nos marca el camino! ¡Allí está la gloria y la riqueza! ¡Así que adelante!"

Las que se fueron sucediendo de labios del sargento para hacer que sus hombres recuperaran fuerzas y marcharan seguros de si mismo. Era responsabilidad suya mantener la moral de la tropa en su compañía y de paso en las de cuantos le escucharan.

- Tiradas (2)

Notas de juego

LA PORRA: A quienes luchaban bien y demás, les mandaban a la porra, que era donde estaba la bandera del Tercio, y los caudales. Era un honor, pero luego se fue tergiversando con los siglos, ya ven usted que cosas. Les mandaban a hacer guardia junto a la porra. Ningún español que se tercie gusta de descuidarla.

Tirada de Bríos: Éxito
Tirada de Milicia: Para mejorar el ánimo de la tropa frente a la marcha y de paso la actitud del señor jinete. (si hacen falta dos, avise el master)

Cargando editor
15/04/2008, 02:41
Ameyal Tonatzin

Un hombre fuerte levantó al joven Garcilaso sobre su caballo y se dirigió a mí. Sonreí con las pocas fuerzas que me quedaban. Iba a responderle que no había sido la que los llevase por aquel camino y que si lo notaba bien, ni siquiera estaba al frente de aquella expedición bastante más grande que la de Cempoala pero el sargento Cabal me interrumpió antes que pudiera decir nada y se lo agradecí de cierta manera, prefería guardar mis fuerzas para algo más razonable que contestar una pregunta tan llena de ignorancia.

Caminé a su lado durante un rato, tratando de seguirle el paso, cosa que no fué fácil pues parecía bastante más repuesto que todos los demás; de pronto me extendió su cantimplora, la sujeté y la sentí pesada, a pesar que tendría sólo la mitad de agua y me sentí contenta de que mis labios fueran a beber un poco de aquel preciado líquido, pero antes de ponerméla en la boca, la puse en los labios del joven como el sargento me había indicado.

-Beba... Os hará bien-dije y la incliné para que pudiera refrescarse con facilidad.

Luego de un par de buenos tragos, volví al lado del sargento y entonces bebí yo, pero no bebí mucho más que la que hubo bebido el joven, pues no quería que se terminara por si el sargento la necesitaba. Desde que salieramos de Veracruz, no habíamos cruzado palabras, pero ahora debía agradecer su gesto.

-Muchas gracias...-dije levantando un poco la cara para mirarle a los ojos.-No sólo por el agua.

Eché una breve mirada al jinete. No me era desconocido que había más de un pálido que desconfiaba de mí y de los míos, pero aún no entendía el por qué. Jamás les había dado un motivo, en fin, quizás algún día lo supiera. Volví a bajar la mirada. Había algo que me hacía sentir rara, quizá era que no esperaba aquella actitud, había estado muy molesto el sargento conmigo al volver de Cempoala y creía que jamás volvería a dirigirme siquiera la palabra, lo cual me indicaba la clase de hombre que era por suerte para sus hombres, por suerte para mí.

Cargando editor
15/04/2008, 09:16
Martín Mínguez de Villadiego

Miré fijamente al sargento... Al tiempo que mi mano se movía imperceptiblemente hacia mi espada. Tranquilízate... No deja de ser un oficial, y sólo te buscarías problemas. Ya ajustarás cuentas con él, ya.

- "A la orden, Sargento" Aunque ya me gustaría saber lo que piensa el pobre Garcilaso de esta "leve caminata"...

Miré hacia mi bruto, al que agarré fuertemente de las cinchas cuando ví que la indígena se acercaba al muchacho para darle más agua. Sólo faltaba que el caballo pisoteara a la traductora... O lo que diantres fuera.

Seguí inmerso en mis pensamientos...Mucho interés parece tener el sargento Cabal en esa india... Demasiado. Dudo que él sea un traidor, pero... Seguro que ella es el recipiente donde el sargento moja el churro.¡Qué bribón!-´sonreí para mis adentros para volver a ponerme serio-Pero... ¿Y si le saca secretos y confidencias en la alcoba para pasárselos a los indígenas?

Volví a mirar de reojo a la guía... Sí, como hiciese un movimiento en falso la cortaría en dos antes de que el sargento pueda hacer nada por evitarlo. No se debe permitir que un soldado español caiga en manos de infieles... Todo sea por el bien del sargento, llegado el caso.

Continué caminando y velando por el buen Garcilaso.

Notas de juego

Tranquilo, que no es un problema de actitud del señor jinete ;). Es que es de natural pendenciero, desconfiado y gruñón ;). Si es bueno, gruñirá y maldecirá; y si es malo... Lo hará más xD.

Cargando editor
15/04/2008, 09:40
Diego Sánchez Mendoza

El calor se hacía insoportable después de dos días, Diego sentía que le costaba respirar y maldecía su suerte.

Al escuchar las palabras del sargento Cabal, apremió el paso, tratando de recuperar la compostura.

- Tiradas (1)
Cargando editor
15/04/2008, 14:28
Fernán-Nuñez "El Cartagenero"

Tanto frío que hacía hace unos pocos días se fue convirtiendo poco a poco en un calor insoportable:

Feria mi ánima...quien mandóme venir a este erial, ahora mismo podría estar en Cartagena, comiendo unos michirones...y encima el imbécil ese de Cabal dándoselas de Gonzalo de Córdoba...

- Tiradas (1)
Cargando editor
15/04/2008, 15:10
Rouger Carandell

Se acercó a Fernan-Nuñez y se puso a su lado y le dijo con su fuerte acento.
-Si salimos de esta el que te va a invitar a unos vinos voy a ser yo.
Sonrió y lo miró mientras caminaba y le preguntó
¿Como es tu cartagena natal?

Cargando editor
15/04/2008, 15:32
Fernán-Nuñez "El Cartagenero"

-Buena debe ser, pues por allí han vivido cartagineses, romanos, bizantinos, visigodos...y hay muchas ruinas para la gente que gusta de estudiar estas antigüedades, pero sobre todo es un puerto de guerra - le contesté - de vez en cuanto los moros nos hacen una visitilla, pero nosotros somos gente acogedora y siempre les recibimos con unos arcabuzazos.

Pensé un poco más en que decirle, pero no caía en nada más que añadir.

-Y tú, ¿Como te las has arreglado para venir a las américas? Pensaba que los del Reino de Aragón tenian vetado venir aquí.

Cargando editor
15/04/2008, 16:03
Rouger Carandell

-Bueno, mi madre es castellana y mi padre se distinguió en la guerra contra Juana La Beltraneja, y en la guerra de Granada bajo el mando de don Gonzalo Fernández de Córdoba. Se alistó como mercenario en las fuerzas de la Reina Isabel la Católica y de ahí pudo obtener el privilegio para dejarnos ir a nuestra familia a los terrenos de la corona de Castilla. Ese es el motivo por el que me pude ir a las indias

Cargando editor
15/04/2008, 16:14
Director

Durante un tercer día, los conquistadores marcharon sin agua através de las llanuras, hasta dar al fin con el valle de Atotonilco. La ciudad de Iztaquimaxtitlan, deudora del Imperio Azteca, les recibió con presentes y promesas de amistad. Mediante argucias, incluso, lograron bautizar a su reyezuelo en la fe cristiana.

Descansaron durante unos días, reponiéndose de la marcha, y tras hacer acopio de víveres y agua partieron de nuevo. En este punto, Cortés rechazó ir hacia Cholula, y desoyendo a los mercaderes méxicas y ante el espanto de los guías totonacas decidió internarse en dirección a la tierra llama de los Riscos o de Tlaxcala, donde habitaba un feroz pueblo de guerreros en combate ancestral y peramanente con los mexica, a los que odiaban a muerte.

Los expedicionarios se sorprendieron al hallar una muralla de piedra que les cerraba el paso. Sólo tenía tres maetros de alto, pero su longitud era de varios kilómetros, undiendo las acimas de dos distantes montañas. La cruzaron, y al otro lado vieron que el muro estaba hecho para defenderse de lo que estaba en las tierras en las que penetraban. Dos misteriosos indios armados les vigilaban desde una colina cercana.

Notas de juego

Hay jugadores que no escriben desde hace más de 10 días. Sigo sin ellos hasta que den señales de vida.

Cargando editor
15/04/2008, 16:21
Hernán Cortés

Detuvo su montura, mirando hacia aquellos hombres. ¿Espías o delegados? Habría que averiguarlo. Se giró al sargento de caballos.

-Envíe dos jinetes a ver.

Cargando editor
15/04/2008, 16:22
Guillén de Loa

Palmeó el cuello de su montura, mirando con recelo la muralla. ¿A que era debida esa construcción? Sin duda era algo amenazante. Cortés se giró a hablarle, y se mantuvo firme.

-Sí, excelencia -dijo.

Se volvió a los suyos.

-Morla, Mínguez, adelantaos.

Cargando editor
16/04/2008, 00:33
Martín Mínguez de Villadiego

Cómo no me iba a tocar bailar con la más fea... Maldita sea...

-"Con cautela, Morla... Mucha cautela"Estos malnacidos pueden estar en cualquier parte.

Me aseguré de que mi espada salira rápidamente de su vaina, enristré mi lanza y me fui aproximando a los dos indígenas al paso. No era cuestión de acercarme al galope y espantarlos. Apresté mi escudo y me tumbé sobre el cuello de mi buen Satanás por si las flechas. Iba acercándome progresiva y lentamente.

Maldita sea... Son pocos, y la emboscada puede estar a la orden del día...

Permanecí atento al entorno... No era bueno, nada bueno.

- Tiradas (1)

Notas de juego

A ver si veo algo anormal... No me gustaría salir a tajo limpio tan pronto ;).

Cargando editor
16/04/2008, 00:59
Director

Morla se adelanta, y ambos jinetes cabalgan hacia la colina. El trayecto es relativamente corto, y en pocos minutos están allí arriba. Satanás se encabrita un momento, inquieto, y Mínguez se retrasa. En ese momento puede ver al otro de la colina un enorme ejército que aguarda en silencio, reluciendo las corazas de algodón y las puntas de obsidiana de las lanzas.

Cristóbal de Morla se encuentra con que los dos indios le atacan, y se suman al combate otros dos más que aguardaban oculto. De tres lanzadas, le matan al caballo, que cae al suelo relinchando y manoteando con gran dolor. Los indios rodean al jinete, y le sujetan para tomarlo prisionero.

Cargando editor
16/04/2008, 01:14
Fernán-Nuñez "El Cartagenero"

Había visto lo que estaba pasando, tenía ya ganas de desenvainar mi espada.

Me arrodillé apretando un crucifijo y me santigüé, bebí un trago de mi bota de vino, me levanté y con mucha energia saqué presto mi montate

¡SANTIAGO, CIERRA ESPAÑA!

Me imaginaba la muerte como a un florentino que va a ver ese deporte que llaman Calcio, espectante y ansioso por que empiece el espectáculo. Y yo como buen español, amante de las buenas obras no pensaba en otra cosa que en darle un buen espectáculo.

Cargando editor
16/04/2008, 03:02
Carlos Cabal

Al igual que el resto de la columna, Carlos presencia de improviso como una de las monturas se encabrita mientras la otra es abatida por lanzadas enemigas. Por un instante el único ruido que resuena es el quejido del sufrido caballo, mas pronto este es superado por una voz familiar.

¡Esos bastardos nos están jodiendo las monturas! –exclama sorprendido el sargento. Tras el ataque imprevisto reacción presto para movilizar la ayuda- ¡Conmigo seis hombres!

Carga presto el sargento, alabarda en mano y paso seguro, siendo seguido por varios señores que no dudan en desenvainar aceros y lanzarse a la carrera para socorrer a los compañeros. Conforme van trotando colina arriba se puede oír con claridad la voz encabronada del que los dirige.

Vamos a bajarles de la palmera donde les engendraron y a mostrarles como se lucha. ¡Santiago! ¡Santiago!

Anda uno marchando a pie por esta puñetera tierra de monos y ahora esos malditos mal nacidos no tienen otra que jodernos las pocas monturas disponibles. A este paso lo más parecido a una carga de caballería van a ser unos pocos lanceros corriendo de frente mientras otros tantos los siguen gritando: Toco-Toc, Toco-Toc.

- Tiradas (3)

Notas de juego

Nota 1 al Master: Ya te podrás quejar de que últimamente no tiro del orgullo de la tropa para hacerles hacer cosas, poco a poco voy haciendo de Cabal un sargento como Dios y su Alteza Imperial nos tienen mandado.

Nota 2 al Master: Ya sabía yo que me sonaba que ahora nos deberían joder a alguno de los caballos. Mira que eres mamonazo. xDDD

Tirada de Liderazgo: Para que 6 hombres me sigan durante la carga.
Tirada de Milicia: Para encabrornar a los hombres y que corran más.
Tirada de Correr: Para correr colina arriba, aunque parece que no hay mucho éxito.

Cargando editor
16/04/2008, 14:29
Rouger Carandell

¡Por Santiagooooo! gritó el catalán. Viendo las ordenes del sargento, preparó su arcabuz y apuntó dandole al sargento fuego de cobertura.

Notas de juego

Maste yo voy a estar cubriendo con mi arcabúz al sargento si veo que algún indio le va a disparar con flechas le zumbo un tiro

Cargando editor
16/04/2008, 14:28
Martín Mínguez de Villadiego

Maldita sea mi estampa miles de millones de veces... ¡Tenía que pasar!¡Si es que tenía que pasar!

No podía dejar a mi camarada en poder de esos salvajes... No estaban muy lejos y, tal vez, podría auyentarlos y rescatar al compañero antes de que llegue el grueso del ejército enemigo. Apreté los dientes bajo el morrión, desenvainé mi espada, que sería más efectiva si tenía que abrirme paso entre los salvajes e hinqué espuelas para lanzarme a la carga contra los indígenas. Me oculté tras mi escudo, me acosté sobre el cuello de Satanás y proyecté la espada extendida hacia adelante, como una extensión de mi brazo.

Mierda, mierda y más mierda, voto a Belcebú... Por mis cojones... Yo los mato por mis cojones. Y como salga de ésta juro que alguien deberá pagar por la ocurrencia, mil veces maldita sea su alma...

Levanté los ojos para apuntar la punta de mi espada... El tiempo justo para ver la cara de perplejidad de esos seres sanguinarios y subhumanos. No ví bien dónde dí la estocada, pero noté el inconfundible tacto de la hoja hendiendo carne... Uno menos. Refrené a Satanás y tiré de las riendas para encarar a los indios... Miré de soslayo al ejército que se acercaba... Ganaban terreno con rapidez. Posiblemente tendría tiempo para rescatar a Morla. Dios me valga...

- "Maldita sea, Morla...¡Haz algo tú también!"

Me lancé de nuevo contra ellos antes de que pudieran recobrarse de la carga.

- Tiradas (3)
Cargando editor
17/04/2008, 11:57
Diego Sánchez Mendoza

¡¡¡ CIERRAAAA!!! se oyó decir Diego mientras desenfundaba su buen acero de Toledo y corría hacia la cima de la colina.

Cuando alcanzó al sargento Cabal y al resto de los hombres que habían respondido a la llamada, lo vió, aquello era un ejército.

De esta nos descabechan, pensó, y corrió hacia los indios que atacaban al jinete. Que diablos, si hay que morir, venderemos caro el pellejo.

Cargando editor
17/04/2008, 15:35
Director

La espada de Mínguez atraviesa limpiamente el escudo de madera que le interponen, seccionando de paso el brazo que lo empuña. Desde el suelo, el jinete caído ha conseguido sacar la espada y le mete la punta por las tripas a un indio.

Al ver la carga del jinete y sus efectos, y que los españoles suben por la colina, los indios retroceden lentamente hacia la seguridad de sus líneas, abandonando el preciado trofeo del caído, que se levanta como puede e intenta subir al caballo de Mínguez, malherido en la pierna.

- Tiradas (8)
Cargando editor
17/04/2008, 15:44
Hernán Cortés

¿Una emboscada? Eso parecía. Unos guerreros dispersos no atacarían a un explorador ante la fuerza principal. Es un suicidio. Se giró a Alvarado, pero de pronto escuchó un clamor entre sus filas, y varios hombres que rompían la columna para socorrer al caído.

-Cabal... -musitó- Maldito sea ese hombre.

Se giró a Alvarado, fúrico. Romper la columna sin órden o permiso era algo muy grave, y sabía que Sandoval no había dado la órden, porque él no había dicho nada.

-Alvarado, Olid. Ayudad al jinete y dad la órden a esos locos para que regresen.

Miró luego a Ordaz.

-Que forme la tropa en cuadro prolongado y se peguen a la entrada de la muralla. Arcabuceros y ballesteros arriba, artillería dispuesta para tiro raso y metralla después.