Partida Rol por web

Allan la fulminó con la mirada en cierto momento por algo que había dicho, y se mantuvo en silencio mientras juntaba más a la joven en su pecho. Más allá de la amarga sensación de quien siente algo parecido a los celos, jamás había visto a Allan tan cercano a nadie, ni siquiera a ella misma.

Cuando Allan alzó la cabeza con la intención de decir algo, al fin, ambos escucharon un sonido que les dejó helados: el percutor de un arma a pocos metros de ellos.

Junto a las escaleras, apuntándoles con un rifle de asalto que Pamela reconoció automáticamente como un modelo militar, aunque quizás algo anticuado, avanzó un par de pasos hacia ellos, arma en mano. Era un hombre quizás algo más mayor que ellos, con el pelo largo y castaño; unos ojos apagados y del mismo color que su pelo y una chaqueta y pantalones vaqueros. Por debajo de la chaqueta pudo notar que llevaba un chaleco antibalas, no demasiado robusto, pero lo suficiente como para librarle de algun que otro disparo de no demasiado calibre en el pecho.

- Buenas noches. Disculpad si interrumpo algún tipo de momento familiar... - su tono era extraño: parecía genuinamente preocupado, pero no bajó el arma ni cesó de apuntarles ni un solo momento - Pero debo llevarme a la chica. Ahora. Por favor. No hagáis tonterías y no le haré daño, lo prometo.-

No necesitó mirar a Allan para saber que iba a saltar de un momento a otro al cuello de aquel desconocido. Pero también sabía que, si era tan bueno como para haber llegado ahí sin ser escuchado, sería capaz de coser a tiros a su amigo antes de que pudiera alcanzar su objetivo. Por otro lado, eso le daría tiempo de sobra a Pamela para acabar con su vida... pero a costa de la de Allan.

Eramos pocos y parió la abuela. Y encima Allan parecía al borde de hacer una tontería. Concentré todas mis fuerzas en mis piernas y pegué un sprint rápido contra él. Después de una breve lucha, conseguí desarmarle quitándole el arma por arriba. Una vez desarmado, ya no se sentía tan gallito. Sin embargo, aquel tono con el que había pedido que entregásemos a Natalia era extraño.

-Ahora, amigo mío, vas a cantar, o te corto los huevos igual que a un cerdo.

Una de las puertas cerradas, la otra, sólo con el pasador de la manilla, y  luego las escaleras, la chica rodó los ojos, necesitaba saber como llegar al sistema, pero estar a ciegas era una mierda, esos tarados que llegan y atacan, tarados, este asalto necesitaba preparación, pero no,debían llegar y aparecer. Manga de idiotas y aficionados, ¿de dónde los habían sacado?.

La chica avanzó hacia el pasillo, hacia las escaleras y miró hacia todos lados, viendo si había gente y con su arma en las manos, también buscó cámaras, para deshacerse de ellas.
 

-Hm...

Hizo un leve gesto al cuerpo, esperando que Benedict entendiese que iba a acercarse. Levemente empezó a acortar distancias, con una de las pistolas en la mano, en cuclillas y bastante tenso por el momento. Trataba de quedarse con todo en el lugar... Probablemente estuviese muerto pero no lo sabían, tendrían que asegurarse. Y si lo estaba, podía tener algo que les interesase.

Era mejor eso que no recibir un tiro por la espalda cuando menos lo esperas..

Realmente imaginaba que el hombre que iba con él, el tal Benedict, sería mejor en el Cuerpo a Cuerpo, pero si no tomaba la iniciativa, sería Black Crow quien lo hiciese.

Le hice una seña a Black Crow de que se detuviera y desenvainando la katana me comencé a acercar al cuerpo, indicándole al joven mercenario que me cubriera.

No recordaba si el chico había tomado un silenciador pero esperaba que si, de todos modos se veía al sujeto herido, pero no sabíamos si muerto.

Una vez me acerqué lo toqué con la punta de la espada, teniendo cuidado antes de voltearlo y activando el comunicador con la mano libre para que Edna nos escuche.

El tipo intentó evitar que Pamela le quitase el arma, pero en cuanto sintió que el fusil se separaba de él para acabar en manos de la mercenaria, paró de inmediato para alzar las manos. Sin embargo, no estaba ni la mitad de tenso que ella esperaba que estuviera... a diferencia de Allan, que parecía estar conteniéndose de forma sobrehumana para no arrancarle el cuello. Natalia no parecía despertar todavía de su pequeño trance.

- Escucha, Pamela. Será mejor que bajes el arma... No queremos acabar de mala manera, ¿no es así? Todos tenemos mucho que perder aquí. - él no lo parecía, por la calma que estaba manteniendo. Sus ojos, que ahora estaban mirando directamente a los suyos, le resultaron de algún modo familiares, sin embargo, no alcanzaba a saber de qué - Un francotirador os está apuntando ahora mismo a los dos, si no me entregáis a la niña... bueno, creo que no tengo mucho más que deciros. Espero que comprendáis la situación. -

Wasp continuó por el pasillo, pero no parecía haber ni una sola cámara por la zona. Tenía algo de sentido, teniendo en cuenta que los mafiosos eran muy protectores con su privacidad y no solían querer tener pruebas de los movimientos que hacían por miedo a hackers como ella.

Una vez en el pie de las escaleras, escuchó una conversación en la parte superior, pero parecía venir desde un poco lejos.

- ¿Está todo listo? - preguntó una voz masculina y grave

- Lo está, señor. Podemos irnos en cuanto lo desee. ¿Su hijo...? - una voz femenina e infantil sonó junto a la anterior, con tono interrogativo

- Mi hijo se las apañará sólo o morirá en el intento. - 

Y sin más palabras por ninguna de las dos partes, comenzaron a andar, alejándose de allí, pero al estar abajo Wasp no supo hacia dónde.

Benedict giró al hombre con la punta de la espada, quedando este boca arriba con los brazos extendidos. Tenía la cara amoratada y ensangrentada, pero desde arriba, parecía respirar, aunque con dificultad. Su pelo castaño le tapaba un poco la cara, pero no necesitaron mucho más para reconocerle.

Se trataba de Vincent Luchesse, el hijo de Robert. Parecía estar totalmente inconsciente y haber recibido una dura paliza que le había dejado medio muerto. No sabían si había sido tirado por el agujero o se había metido él allí, pero debía estar consciente cuando ocurrió por la posición fetal en la que se encontraba cuando le vieron.

Le miré de arriba a abajo, analizando la situación críticamente. Sabía mi nombre, me sonaba. Rara vez olvidaba una cara, por lo que, unido a ese manejo del arma... Posiblemente fuera del ejército. Aunque se había rendido muy pronto para ser un soldado... Aunque claro, yo también no me arriesgaría a recibir un tortazo si tuviera a alguien cubriéndome. Pero... Si habían salido sin planearlo, ¿cómo era posible que les hubiera dado tiempo a poner a un francotirador y a planear esto? Había algo en todo esto que no me gustaba. Sin embargo, morir no entraba en mi agenda de momento.

-¿Cómo sabemos que no nos matará igualmente si te entregamos a la chica? -es más... ¿Cómo sabíamos siquiera que había uno? Porque era más fácil matarnos y quedarse con ella. Había un gran vacío en todo esto. -Colega, tu forma de amenazarnos tiene más agujeros que un queso suizo. Me esperaba algo más viniendo de ti.

El desconocido se encogió de hombros y contra todo pronóstico, esbozó una sonrisa sincera. - No te voy a engañar: tienes razón. - con una velocidad sorprendente como sacada de ninguna parte se lanzó hacia Pamela, cuya primera reacción fue apretar el gatillo para acabar con aquel problema de una vez por todas.

¡Clic!

Pudo observar la mueca triunfal dibujándose en el rostro de aquel hombre, que clavó las piernas delante de ella mientras lanzaba un puñetazo a su cara. Éste golpeó directamente en la mejilla de Pamela, que sintió como un agudo dolor nacía justamente donde había recibido el golpe. Tuvo que reconocer, eso sí, que no había sido el más duro que había recibido ni de lejos.

Por otro lado, y fue lo que más le preocupó, también creyó que no le había dado con todo lo que tenía.

Allan se sorprendió tanto como Pamela por aquella reacción y cuando el clic del arma dejó claro que el fusil de aquel tipo nunca había tenido balas, llevó sus manos a la parte de atrás de su traje para alcanzar los cuchillos y atacar al desconocido. Sin embargo, cuando iba a salir disparado contra éste, Natalia levantó el brazo y agarró la manga de Allan, tirando de ella.

- N... - Allan no entendió lo que Natalia decía, pero miró la batalla y a la joven alternativamente, sin saber qué hacer

No podía quejarme. Entre las opciones de "tener una bala entre las cejas" y "dejarte la cara como si hubieras salido de un concurso de hostias y hubieras ganado", debía sentirme afortunada. Pero no. No entraba dentro de mi. Lo que si entro (es más, fue recibido con fiesta y catering, esas donde el abuelo bebe de más y le toca el culo a una amiga solterona) era el enfado. No era de esas personas que se enfadan con facilidad, aunque, llámame tiquismiquis, pero no me gusta recibir puñetazos en mi hermosa cara (me gano la vida con ella!). No me lo pensé demasiado antes de enzarzame en una pelea. Intenté darle un cabezazo para después colarle un puñetazo en el estómago.

El cabezazo de Pamela pareció golpear al hombre, pero no con la fuerza suficiente como para hacerle absolutamente nada, mientras que su puñetazo fue rápidamente desviado por un gesto de antebrazo. Aquel desgraciado no dejaba de sonreir como si todo aquello ya estuviese decidido.

- ¿Tienes miedo, Pamela? - dijo él, mientras intercambiaban una serie de golpes que eran rápidamente bloqueados o acababan en el aire - Dios te está probando, ¡demuestra que eres digna de su bendición! -

El hombre le intentó propinar otro puñetazo, haciendo un arco bastante grande: aquel golpe iba con mucha potencia, pero era fácil de esquivar... o eso pensó cuando observó sus ojos, mientras el puño cruzaba el aire y el cuerpo del hombre se iba girando. Con media vuelta, el tipo lanzó una patada circular contra todo el costado de Pamela, que sintió como se le cortaba la respiración por un segundo.

Como un acto reflejo, tomó el comunicador de la mano de Benedict y lo apagó.

-Esto va a ser un problema

Susurró a Benedict tratando de que no traspasara el comunicador. Miró el cuerpo, y luego de nuevo al hombre que estaba con él.

-No me voy a detener por tomarlo y llevarlo a cuestas. Nuestra misión es mas importante.

Comentó, sin ningún tapujo. Respiraba pero con dificultad. Estaba tan herido que probablemente ni aunque quisiera podría moverse. Solo sería una carga. Y no necesitaban aquello ahora mismo.

-Lo podríamos dejar aquí, bajarlo y si consigue sobrevivir para cuando bajemos de nuevo con el libro, llevárnoslo.

No le pagaban para hacer de niñera de tipos que se encontraba por ahí que le eran totalmente ajenos. Sabía que era el hijo de Edna, pero no era su misión.

-Otra cosa. Mejor no le cuentes esto a Edna o la vamos a perder como coordinadora, no creo que pueda mantener la cabeza fría después de decirle que hemos encontrado a su hijo medio muerto.

Despues de decir lo que dijo le volvió a dejar el comunicador. Confiaba en que tuviera buen juicio y no se dejara llevar por sentimentalismos.

Aquello había sido de imprevisto. Pero no iba a ceder. Probé de nuevo, pero aquel hombre tenía unos reflejos de acero... O podría ser que yo me estaba haciendo vieja. Hacía tres días me encontré la primera cana. ¿Debería dejar estas cosas para gente más jóvenes y dedicarme a hacer ganchillo? ¿Tendrán los gatos en oferta?

Y luego hablando de Dios... Aquello me daba mala espina, y tenía una sospecha rondándome por la mente.

-Ya puedes ir hablando... Y una ayudita no iría mal, Allan. -le dije. -¡Mueve el culo!

Deje que evitara que accionara el comunicador, de hecho mi mirada se encontraba enfocada en aquel muchacho que ahora estaba ahí, convaleciente y a mi disposición.

-Querrás decir muerto- dije pasando la espada por encima del cuerpo pero sin tocarlo, pensando si lo mejor sería atravesar su garganta o su corazón.

Pero Edna era nuestra colaboradora, no le diríamos nada de que encontramos a su hijo ni nada de como bien podría ser vivo o bien  podría ser muerto y la segunda opción me gustaba más, a mi familia también esa opción le gustaba más.

Quizás con solo agrandar sus heridas moriría desangrado y nadie podría adjudicar su muerte a una espada o arma de filo y después de todo Edna era una Luchesse merecía el mismo destino que le iba a dar al resto de su familia o acaso su único pecado había sido casarse con ese hombre?

Lo miró. Tenía intenciones de matar al muchacho: Probablemente tuvieran una riña familiar. Siguió de largo, no sin antes decir.

-Mira, me da igual lo que hagas. Pero piensa que si se lo llevamos a Edna, confiará mas en nosotros y hará mas por nosotros si sale vivo. No digo de llevarlo a rastras, ya te lo dije antes. Pero si resulta que aguanta vivo hasta que bajemos y tenemos la opción, no estaría de mas cubrirnos el culo. Incluso, en caso de que nos pudiese traicionar.

Luego lo volvió a mirar y continuó un poco mas hacia delante. Esperaba descubrir qué seguía tras aquello.

-Ahora, si quieres rajarlo como a un cerdo, espero que lo pienses antes.

En realidad esperaba que no lo matase. Por muy "Inmoral" que fuese, al final, la guerra es la guerra y matar por matar a alguien nunca estaba bien. Aun si es de una familia rival.