Partida Rol por web

-¿No lo entiendes?-dijo enfrentándose al hombre- si esas cosas siguen buscando supervivientes, lo último que queremos es que nos vean. Y coger un coche sería como avisar a cualquier cosa que siga viva a un kilometro de aquí donde estamos. Iremos andando y sin llamar la atención hasta que sepamos que coño está pasando.

No sabía donde demonios habían estado la noche anterior o si es que se habían olvidado de lo que pasaba con todas aquellas personas que supuraban el liquido azul, pero no eran militares ni policias y encontrarse con una sola de esas personas podría suponer el fín.

Levanto las manos mientras doy un paso hacia atrás, como mostrando que no pretendo hacer ningún movimiento agresivo.

- Supones que esa gente sigue afectada por esa sustancia, pero por lo que hemos visto, no queda ningún rastro de ella. Desconozco qué es ese polvo azul, pero si era algún agente químico que hiciese que la gente reaccione de forma violenta, no es probable que sus efectos duren demasiado. - Miro un momento a la otra chica. - Tú dijiste que eras enfermera, ¿no? ¿Conoces algún tipo de droga que cause ese efecto? ¿Qué efectos secundarios podría generar? ¿Cuánto tardaría nuestro organismo en purgarla? ¿Cuánto... cuánto tiempo podrían sobrevivir si esa sustancia les hubiera envenenado y estuviera destruyendo sus órganos?

Trato de racionalizar todo lo que está ocurriendo.

- Además, asumes que la gente sigue comportándose de forma violenta y que son los únicos que quedan en la zona, pero es mucho más probable que se hayan organizado patruyas de salvamento para lidiar con la crisis. - A pesar de la tormenta solar, que es probable que afecte a la aviónica de helicópteros y aviones militares, las avionetas y vehículos más sencillos deben seguir volando en modo manual. Afortunadamente, Alaska es uno de los estados donde hay más de esas pequeñas aeronaves, ya que la dificultad de mantener todas las localidades comunicadas por tierra en el invierno hace que casi todos los centros habitados tengan un pequeño aeródromo para casos de emergencia. - Policía, bomberos, guardia nacional... ¡Tiene que haber alguien buscando supervivientes! Nosotros no hicimos nada más que escondernos para evitar esa nube azul, pero no podemos pensar que somos los únicos, ¿no crees?

De todas formas, aún no estamos en la autopista, ni tenemos cerca ningún vehículo que podamos tratar de poner en marcha, así que hasta que subamos ahí no vamos a tener opción de hacer nada ni de llamar la atención de nadie.

-¿No crees que si todos hubieran vuelto a la normalidad, no estarían en las calles buscando a sus familias y vecinos? ¿No crees que si hubiera patrullas de salvamento estarían pasando por la calle con altavoces buscando heridos y diciendo donde está el punto de control?-dijo la mujer alzando un poco la voz- no se en que estás pensando pero esto no tiene nada de normal y hasta que no vea algo así con mis propios ojos no llamaremos la atención, ¿entendido?

¿Esas cosas? Pero que le ocurre a esta mujer

Justo cuando estoy a punto de decir algo, Duncan se me adelanta para tratar de hacer entrar en razon a Anne. Cuando Duncan se vuelve hacia mi no dudo en darle la razon.

- Cualquier droga psicotropica como el LSD podria causar ese comportamiento. El organismo deberia eliminarla en funcion de la cantidad ingerida y el tipo de droga. - Mientras hablo levanto la mirada hacia Anne durante un instante solo para añadir. - Son personas. - Vuelvo a bajar la mirada a la vez que la voz – Estan intoxicadas, pero son personas.

Sin añadir nada mas emprendo el camino hacia la autopista elevada mientras clavo las uñas en las palmas para apartar el miedo.

- ¿Acaso no viste lo mismo que yo?-dijo la mujer malhumorada- vi a... vi a una mujer de 60 años partir un cristal de un coche con su mano, también vi la forma en la que mató a sus vecinos... te aseguro que esa droga o lo que fuera no era LSD.

Abro la boca para protestar, pero en seguida desisto al ver el gesto de Anne, porque ninguno va a convencer al otro ahora mismo. Hace poco más de un año hablaron en las noticias de una droga que volvía loca a la gente y empezaban a morderse unos a otros. El efecto no debía ser muy diferente al que vimos ayer, con esas personas lanzándose encima de la dependienta de la tienda de ropa infantil para acabar con ella a golpes.

Sin embargo, Anne si tiene razón en una cosa: nada de esto es normal. Que yo sepa, en Anchorage no hay ninguna industria química que pueda haber liberado una droga de esas características en medio de la ciudad, así que, ¿de dónde ha salido? ¿Alguna avioneta la ha podido fumigar sobre el centro urbano? Pero, ¿quién estaría tan loco? ¿Algún zumbado del apocalipsis que ha visto la llegada de su dios en la tormenta solar? Pero eso sigue dejando una pregunta: ¿de dónde salieron esos meteoritos? Cualquier NEO* potencialmente peligroso debería estar catalogado y se habrían recibido avisos desde hace meses, por mucho que las comunicaciones via satélite estén fallando ahora mismo.

Demasiadas coincidencias y, como dijo Einstein, "Dios no juega a los dados".

- Mejor será que sigamos - digo finalmente. - Aquí no hacemos nada y podremos despertar una atención indeseada - digo dándole la razón a Anne. Si hay alguna patruya de rescate en la ciudad, no está por aquí cerca ahora mismo.

Sin más palabras, empiezo a subir hacia la autopista siguiendo a Yu-ri.

Al escuchar las palabras de Anne me detengo y me vuelvo sin decir nada, y la observo.

¿Quien eres? ¿Que te ha ocurrido para ser así? Mis ojos se posan sobre la pistola, y después estudian su rostro durante unos segundos hasta que me devuelve la mirada y vuelvo a bajarlos.

- Mirad yo solo quiero llegar a la tienda. - digo con algo de desesperación.

Al ver que Duncan empieza a seguirme, re-emprendo el camino hacia la autopista.

-Manteneos ocultos y ni una palabra-insistió en voz baja siguiéndolos. No quedaba otra que seguir a aquella chica hasta la tienda  y tampoco iba a discutir con una chica asustada que probablemente quería encontrase con sus padres lo antes posible pero esperaba que no se pusieran en peligro voluntariamente. Sus ojos iban de aqui para allá buscando rastros del polvo azul o de alguna de esas personas que se habían vuelto locas, pero es como si todo el mundo hubiese desaparecido.

Lentamente subís hasta la autopista a través de la incorporación desde una de las calles de la zona centro.
La autopista divide literalmente a la ciudad entre las zonas residenciales y los núcleos funcionales de la ciudad como la industria, el comercio, el aeropuerto o las oficinas.
Salvando la zona industrial los camiones de gran tonelaje no pueden circular por la ciudad, de modo que usan la autopista para conectar las fabricas con el puerto o, poco habitual pero posible, con el interior de Alaska.
Debido a su fluidez y a la ausencia de semáforos también es usada asiduamente por todo aquel que quiera atravesar rápidamente la ciudad.

A medida que llegáis a la superficie, tras unos veinte metros de ascenso, comprobáis que la autopista no ha corrido mejor suerte que el resto de vías de Anchorage. En ambas direcciones el trafico está completamente bloqueado, incluso hay un camión atravesado con toneladas de troncos amenazando con desprenderse de su remolque.

No veis cadáveres aunque sí muchos coches abiertos y sangre que en algunos casos forma un reguero hasta el arcén y después desaparece, seguramente el propietario cayera por el terraplén hasta la ciudad.

La panorámica de la ciudad no es precisamente esperanzadora. El movimiento brilla por su ausencia y lo que habéis visto hasta ahora parece extenderse a todo Anchorage.
El aeropuerto está vacío, no hay actividad y mucho menos trafico aéreo. El puerto, lejos y al norte, no parece que tenga el más mínimo movimiento.
El silencio es total, podéis notar como domina la ciudad y como difiere completamente de la última noche.

De repente veis algo moverse, rápidamente llama vuestra atención alguien corriendo por la zona comercial. Primero veis a una mujer con un abrigo blanco, a pocos metros corre tras ella un hombre de negro. En apenas unos segundos los perdéis de vista, por su dirección parece que se dirigen al centro comercial que está justo hacia el oeste de vuestra posición.

Según Yu-ri la tienda de sus padres está casi un kilómetro hacia el noroeste, usando la próxima salida solo tendríais que caminar hacia el oeste durante unos minutos.

Cierro los ojos durante un instante, tratando de asimilar el significado de lo que acabamos de ver. ¿Se trataba de dos personas huyendo o una perseguía a la otra? Sea lo que sea esta demasiado lejos para alcanzarles corriendo.

Parece que se dirigían hacia el centro comercial... quiza haya mas gente alli... pero pronto deshecho la idea de seguirles. Lo primero son mis padres, y después ya veremos.

Tras unos instantes paralizada en la autopista, me fuerzo a moverme de nuevo y continuo el trayecto hacia la tienda, aunque no logro evitar girarme de vez en cuando hacia el lugar por el que han desaparecido esas dos, tratando de atisbarlos nuevamente.

Anne apuntó con la pistola hacia los dos que corrían, como si eso fuese a valer de algo. A esa distancia y corriendo no les daría ni soñando. En seguida la bajo en cuanto se perdieron de vista.

-Esto no me gusta, dinos por donde se va a tu tienda-le dijo a la chica rápidamente. Cuanto antes se pusieran en camino mejor.

Observo a la mujer y a su perseguidor sin ni siquiera darme cuenta de que Anne a levantado su arma.

- Tal vez... - empiezo a decir sin demasiado convencimiento. - Tal vez deberíamos ayudarla - sugiero. Sé que será inútil, pero la imágen de la mujer escapando y de mí incapaz de hacer nada paralizado por el terror me perseguirá en mis pesadillas durante mucho tiempo.

Miro a mis compañeras y se me hace un nudo en el estómago al ver que no tienen la más mínima intención de hacerlo, e incluso Yu-ri se ha puesto ya en movimiento siguiendo la autopista. Aprieto los dientes con impotencia y me dispongo a seguirlas, no sin antes volver la vista hacia atrás preguntándome qué habrá sido de la mujer.

Deliberadamente ignoro las palabras de Duncan, porque en el fondo se que es mas fácil ignorarlas que tener que responderlas, pero mis padres son demasiado mayores y me necesitan, tenemos que llegar a la tienda cuanto antes.

- Es por aquí – Respondo a Anne sin volverme mientras continuo el trayecto – Estamos cerca.

Mi cerebro sigue tratando de encontrar un sentido oculto a una escena de unos pocos segundos.

No la perseguía, ambos huían de algo... o corrían a refugiarse... si... debe ser eso, corrían a refugiarse.

Abandonáis la autopista sin volver a ver mas movimiento que el poco que pueda provocar el aire.
Descendéis por una salida y entráis en la zona comercial de la ciudad. A casi un kilómetro queda el centro comercial, hacia donde presuntamente se dirigían esas dos personas.
En la calle por la que avanzáis hay numerosos comercios pequeños, tiendas de todo tipo que requieren una manzana entera.
Muchas tienen viviendas sobre ellas, aunque habitualmente son edificios de dos o tres plantas como mucho.

Pasáis por delante de un concesionario de coches, veis una cristalera rota y el coche de exposición, un modelo de gama alta, estampado a escasos metros contra un pequeño muro de ladrillo.
En el siguiente cruce de calles encontráis un coche de policía, las puertas están abiertas y el maletero también. Alguien se ha llevado todo lo posible.

A un par de manzanas de vuestro destino descubrís un banco cuya puerta principal ha sido embestida por una furgoneta de mensajería. El vehículo presenta varios agujeros de bala y salpicaduras de lo que parece ser sangre en la puerta trasera.

Y finalmente llegáis a la tienda de los padres de Yu-ri. Se trata del típico establecimiento asiático que vende prácticamente todo tipo de alimentos. Pese a que los propietarios son surcoreanos el nombre del establecimiento, Hong Kong Market, es mas bien genérico con respecto a Asia y trata de diferenciarse de los comercios locales o grandes superficies.

El interior de la tienda está en completa oscuridad, las persianas están bajadas e incluso la puerta está cerrada con llave.
Una moto yace a pocos metros destrozada contra el coche que la precede, allí nace un goteo de sangre seca que avanza hacia el interior de la tienda.

Según nos vamos acercando a la tienda, viendo el panorama que aparece a nuestro alrededor, busco con la mirada algún palo alargado o una barra de metal que pueda utilizar como arma contundente si fuera necesario. Realmente no sabría cómo utilizarlo, pero de una forma muy primaria, el hecho de tener un arma en la mano, por improvisada que sea, transmite una cierta tranquilidad.

Miro la tienda de los padres de Yu-ri y le pongo la mano en el hombro a la chica. - Ve despacio - le digo en un susurro. - No sabemos si tus padres siguen aquí o si habrá alguien más escondiéndose ahí dentro...

Si alguien se ha refugiado en la tienda, incluso sus propios padres, no quiero que nos peguen un tiro confundiéndonos con una de esas personas enloquecidas. Y, si es uno de ellos quien está aquí dentro... Bueno, mejor tener la opción de salir corriendo antes de que nos escuche a tener que enfrentarnos a alguien que se ha vuelto loco de repente.

Paralizada ante las imágenes y su posible significado, siento como la angustia sube por mi garganta en un grito de desesperación que no llega a mis labios. Apenas escucho que alguien me dice algo pero soy incapaz de procesar nada en este momento, y cuando me muevo lo hago para buscar las llaves en mi bolso con manos temblorosas.

En cuanto siento el frio tacto metálico acompañado de un leve tintineo dejo caer el bolso y me lanzo sobre la puerta para abrirla, incapaz de pensar en nada mas que en lo que me aguarda en el interior. Mis manos apenas aciertan la cerradura, y me dejo llevar por el pánico.

- ¡EOMEONI!, ¡ABEOJI!, ¡NANEUN GANDA!

Anne alertada cogió por detrás a la chica tapandole la boca con las manos para que no hiciera ruido. A la vez miró con los ojos desorbitados a Duncan en busca de apoyo. No podían ir por ahí gritando, no lo había dicho pero es probable que sus padres no siguieran con vida. Y lo que era aun peor, es probable que se hubieran... transformado o lo que fuera que les ocurriese a los demás.

Siento una mano que tapa mi boca y alguien que me sujeta desde atrás. Apenas si soy consciente de que es Anne antes de que trate de revolverme con todas mis fuerzas.

- Tengo que entrar, tengo que entrar -trato de decir, aunque la mano firme convierte mis palabras en un murmullo apenas inteligible - ¡Suéltame!

-¡Callate!-dijo empujandola hacia atrás, para alejarla de la puerta-vamos a entrar vale, pero si entras ahi a lo loco... joder para, te he dicho que vamos a entrar, pero hagamoslo en silencio-repitió desesperada. No sabía por que, no había ocurrido nada y quizás estuviese siendo algo paranoica pero despues de las cosas que vio el día anterior Anne no podía quitarse la sensación de que algo peligroso las acechaba.

Aprovecho que Anne sujeta a Yu-ri para ponerme ante ellas.

- Tranquila, Yu-ri - digo en voz baja. - Vamos a entrar, pero primero hay que comprobar que es seguro - le digo intentando calmarla.

Agarrando la barra con fuerza, me acerco a la puerta y me pongo en el laterla, dejando las bisagras al otro lado para colocarme en el lado por el que se abre. Hemos hecho el suficiente ruido aquí fuera como para llamar la atención de quienquiera que esté en la tienda, así que sencillamente me pego a la pared, dejando libre la zona para abrir la puerta si es necesario, y trato de escuchar cualquier cosa dentro. Miro a las dos mujeres y me llevo el dedo índice a los labios, pidiéndoles silencio para ver si algún ruido llama mi atención.