Partida Rol por web

Como respuesta a tu pregunta solo recibes estática. No sabes si estás usando correctamente el walkie talkie o si Aaron lleva uno para poder escucharte, incluso viendo su último movimiento puede que lo escuche pero se niegue a responder.
Sea como sea no hay respuesta, pierdes la moto de vista entre los arboles de que escoltan la carretera y vuelves a estar completamente solo en una ciudad tan grande como vacía.

Debajo de la torre, cerca de la puerta, te espera el camión en el que habéis llegado. Eres consciente de los peligros que hay fuera, aunque tu compañero también y se acaba de marchar.
El resto de la base permanece en calma, Aaron ha debido encontrar la moto en alguno de los talleres que hay en los hangares. Ves algunos aviones junto a la pista, nunca habías tenido a tu disposición una vía de escape más rápida y segura como imposible de manejar.

Vuelves a intentar comunicarte por el walkie talkie, pero la respuesta vuelve a ser la nada.

Comprobaciones realizadas...

Tal vez con la escopeta pudiera hacerles más daño, pero tendría que ser a una distancia mucho más corta, y no pensaba arriesgarse sin tener la necesidad, claro que tampoco podía estar dando vueltas eternamente y seguramente había más de estos por la ciudad.

Se le ocurrió una idea, quizás no fuera demasiado brillante, pero tenía que comprender como funcionaban las cosas si quería seguir adelante, si quería adaptarse a la extraña situación a la que se enfrentaba. No quería pensar en la cantidad de gente que había desaparecido, probablemente muertas, o en las putas medusas voladoras, ahora sólo podía permitirse una sola idea en su cabeza, la de sobrevivir.

Se aseguró de que esas cosas lo seguían, y las llevó directas a la armería donde esperaba que todavía se encontraran los reclusos fugados. Si ellos se habían pertrechado allí, y seguían con vida, seguramente contaran con armamento para encargarse de estas cosas. También quería conseguir un mapa de la ciudad, por si algún punto importante de la misma se le había pasado por alto.

!Eh!

Agitó los brazos para llamar la atención de las criaturas, aunque fue algo totalmente innecesario, ya que seguían pendientes de él. Se aseguró de que la moto tuviera gasolina y emprendió el camino hacia la armería.  

Los segundos caen uno tras otro como pesadas losas de realidad, acumulando un peso que amenaza con doblar la voluntad de Danny. Golpea el walkie varias veces y lo intenta otras tantas, hasta darse cuenta de que efectivamente está solo.

No creo que haya pensado marcharse de aquí por las buenas dejándome en la estacada. Aaron no es de esa clase de tíos. Algo tuve que pasar ahí abajo antes de irse - piensa para sí, más como autonvencimiento que como realidad.

Echa un vistazo a la torre de control y al entorno.

Tras eso se dispone a regresar sobre sus pasos. A comprobar que el camión tiene las llaves puestas por si hay que salir por patas de aquí. Algo tiene que haber...

Los radares, al igual que todos los equipos informáticos, están totalmente inactivos. Algunos incluso están bloqueados a la espera de una identificación. El radar funciona pero no tiene lecturas, o bien no sabes como funciona exactamente o simplemente no está detectando nada debido a las interferencias o a que no hay nada que detectar.

Bajas para comprobar el motivo de la huida de Aaron, confirmas que las llaves siguen en el camión y que está totalmente operativo.

Entras en el edificio principal, el primer lugar donde entró él. Al llegar compruebas que la puerta está abierta, deduces que el soldado encargado de vigilar el acceso no está y eso te otorga libre acceso a las instalaciones.
Encuentras lo básico de cualquier base militar: comedor, enfermería, despachos de los diversos mandos y una zona de recreo para el personal. Todo bien separado y estructurado.
Supones que los edificios exteriores son el arsenal y los talleres y equipo para los vehículos se encuentra en los hangares.

Descubres algunas puertas cerradas allí donde se guardan objetos personales. En cuanto llegas al comedor encuentras los restos de una batalla en la enorme sala. Mesas volcadas y algunos agujeros de bala en las paredes, todo indica que algo entró o se generó dentro y los pocos hombres armados se defendieron como pudieron.
Como siempre no hay cadáveres ni rastro de ellos, solo aquellos destrozos que pudieron dejar y que son prácticamente invisibles desde el exterior.

Nuevamente no hay ni rastro de personal, y de haberlo no está precisamente a la vista. Sabiendo lo que ocurre con los cadáveres en el lugar podía haber entre diez y doscientas personas, siempre a juzgar por el tamaño del comedor.

Ningún rastro de Aaron y ninguna explicación a su huída.

Al menos no se llevó las llaves del camión... Por seguridad, las quita del contacto y se las guarda en un bolsillo del pantalón.

Las pesquisas de Danny le llevan una y otra vez a un camino muerto. Una pared de hormigón formada por un sinsentido sin explicación que amenaza con llevarse la cordura del joven. No sabe si es peor la ausencia total de vida o la idea de una batalla campal sin una gota de sangre. En todo caso, en el comedor debió pasar algo. Danny echa un vistazo a las esquinas del techo, en busca de cámaras de seguridad. Aunque sospecha lo que se encontraría en una grabación de los hechos, la curiosidad inherente al ser humano y ese afán de esperanza, le dan al escritor una posible tarea que completar.

La noche cae sobre Anchorage mientras buscas la sala de seguridad o algún lugar parecido donde visionar las grabaciones de seguridad. No tardas en encontrar una sala con servidores y un par de ordenadores, uno de ellos muestra imágenes de las cámaras supervivientes.

Retrocedes en el tiempo el vídeo buscando el momento de la batalla, pero parece que el limite es de 24 horas y los hechos ocurrieron antes. Solo ves horas y horas, pasadas a cámara rápida, de lo que has podido ver en vivo.
Mientras revisas el vídeo comienzas a oír un ruido dentro de la sala, el lugar es pequeño y sabes que no hay nadie pero parece una voz metálica saliendo de algún lugar. Tras unos instantes de confusión descubres que hay un equipo de radio y el sonido proviene de un auricular que hay sobre la mesa.
Al ponerte el auricular puedes escuchar lo que parece ser un mensaje pregrabado en repetición automática.

- ...Aquí U.S.S Tritón, a quién pueda escuch...  tramos a cuatro millas de Anchorage...  remos al amanecer... enviaremos una lancha... reúnanse en el puerto...

Conociendo los problemas con las comunicaciones el emisor debe ser muy potente, aún así se entrecorta y el volumen pierde intensidad por momentos.

El sonido estático y estridente sorprende al bueno de Danny ante las cámaras de seguridad. El límite de 24 horas de grabación le hace reflexionar: ¿cuánto tiempo llevaba en esta situación? ¿Cuánto más podría aguantar? Y más ahora, estando solo.

Tras el sobresalto incial, y tras ser consciente que se trataba de una voz humana en bucle, Torrance intentó mantener la calma. Podría utilizar el potente aparato para comnicarse con quien estuviera ahí fuera y pudiera oirle. Quizás Aaron...

El escritor venido a menos inspeccionó agudo el aparato de comunicaciones. No tenía ni idea de cómo usarlo, pero tenía claro que no iba a dejar pasar la oportunidad.

El primer examen del aparato de radio es cuanto menos desmoralizador. Todo tipo de botones, ruedas y teclas cuya nomenclatura deja mucho que desear. Aún así deduces algunas cosas como los cambios de canal y frecuencia, aunque no sabes si realmente sirve para algo lo que estás cambiando.

Lo único claro que tienes es por donde debes hablar, aunque al pulsar el botón para comenzar la transmisión no sucede nada. Seguramente una radio de aficionado sería mucho más sencilla de usar, ahora entiendes la importancia de los expertos en comunicaciones que salen en las películas y eso que ellos no tienen que usar un equipo fijo con multitud de comunicaciones entrantes.

Compruebas que el mensaje grabado realizar un barrido de frecuencias cuando lo escuchas en varios puntos distintos, seguramente este equipo también pueda hacer eso pero no te imaginas como llevarlo a cabo.
Junto al equipo hay un archivador, dentro está la lista de comunicaciones regulares y lo que parecen ser códigos para sintonizar la frecuencia adecuada. Ni siquiera eso parece estar en tu idioma, por una vez la inteligencia militar parece servir para algo.

Nunca pensó que comunicarse "por teléfono" pudiera ser tan complicado. En todo caso, era el mejor y más esperanzador hallazgo que había realizado en el último día, y no pensaba dejarlo escapar. Si era tan complicado de usar, sería porque era un aparato potente. De largo alcance. Quizás llegara a los aviones allá arriba en el cielo. O a los barcos, allá en el mar helado. Cogió las carpetas y miró instrucciones, esquemas, paneles indicativos. Tardaría más o tardaría menos. Al menos, ahora tenía un objetivo.

Sin saber muy bien como logras colocar el equipo en barrido de frecuencias y listo para emitir. Dejas de tocar botones para evitar desconfigurar el estado actual y pulsas el botón del micrófono. Al hacerlo la estática se silencia confirmando que en lugar de recibir está emitiendo.

Sueltas el botón y el ruido blanco vuelve, debes pensar que decir. A priori ahí fuera tan solo están los presos fugados, esa embarcación que emite constantemente y Aaron. Y con capacidad para recibir tu mensaje, que sepas, solo los dos últimos y ni siquiera de eso estás completamente seguro.

El Sol casi se ha ocultado y la noche comienza su avance al otro lado del horizonte, nunca las palabras fueron tan vitales como ahora.

A Danny le da un vuelco el corazón cuando se convence de que efectivamente la radio está en disposición de emitir. Una mezcla de sentimientos corre por su torrente sanguíneo. Al fin y al cabo, si nadie contesta al oro lado, la decepción será absoluta. EN todo caso, las palabras no le parecen nada trascendentales. En el peor de los casos se comunicaría con alguno de los maleantes fugados... pero con no revelar su posición tenía. En el fondo, lo que quería era saber cómo estaba Aaron.

Apretando el botón de emisión dijo tímidamente:

- Hola...¿?¿?¿?

Soltó el botón esperando una respuesta. Pasaron dos o tres segundos.

- ¿Hay alguien ahí fuera? - dijo recordando la famosa canción de Pink Floyd.

Tus primeras palabras al aire, confías en que se han enviado en todas direcciones y en múltiples frecuencias aunque desconoces el alcance real del equipo y menos aún con los problemas de los últimos días.

Una luz parpadea en uno de los equipos conectados, te recuerda a los teléfonos que retienen llamadas y lo pulsas para descubrir que el funcionamiento es similar. Se abre un nuevo canal y empiezas a escuchar la voz de un hombre, está claro que no se trata de Aaron.

- ...que no había nadie y resulta que hay más supervivientes. ¿Estás solo? ¿Donde te encuentras? Tengo víveres para sobrevivir semanas, esas cosas no podrán entrar aquí. Dame tu ubicación e iré a buscarte, es peligroso salir de noche a solas.

La sensación es dicotómica y polarizada. Por un lado, la alegría y la satisfacción de ver qu eno solo había sido capaz de poner en marcha la radio (con una dosis de suerte que desconocía) sino que además, al otro lado de las ondas había una voz humana. No obstante, por otro lado, sintió cierto desasosiego al comprobar que la voz no correspondía con la de Aaron. Escuchó atentamente las palabras al otro lado del espacio, y esta vez sí reflexionó la respuesta. La confianza había que ganársela.

- Ho... Hola - comienzó dubitativo. - Me llamo Danny. Es todo un alivio encontrar a alguien al otro lado. ¿Está en Anchorage? He visto a esas cosas en plena acción y de hecho no es seguro salir en ningún caso. Yo también dispongo de provisiones y armas para aguantar un tiempo - mintió, porque ha decir verdad no sabía de cuánta comida disponía. Eso sí, se preocupó mucho de resaltar la palabra "arma".

Soltó el botón esperando la respuesta. Era importante que la conversación fluyera...

El hombre sigue hablando, lo hace de forma rápida pero no acelerado, parece que quiere aprovechar el tiempo antes de devolverte la palabra.

- Sí, estoy en Anchorage. En el parque Margaret Eagan Sullivan, mi casa está en el extremo Oeste, tiene una enorme antena en el jardín. Si eres capaz de llegar hasta aquí tengo espacio y víveres de sobra. No se qué está pasando ahí fuera pero parece que algo nos está cazando, nada se mueve y no he visto a nadie desde hace horas.

El parque que menciona te es familiar, aunque no has estado nunca sabes que se trata de una zona residencial con casas demasiado caras para un escritor medio. Por lo que recuerdas se encuentra entre tu posición actual y el aeropuerto internacional.
Puede que haya sobrevivido debido a la baja densidad de población de su zona, aunque no es muy normal tener comida para semanas y una antena potente en el jardín.
Tus provisiones apenas se limitan a una ración de comida, seguramente encuentres algo en los barracones pero no tienes esperanza de encontrar raciones militares en una base urbana. La cocina de la base tendrá cámaras, aunque no dispondrá de un gran surtido y tendrás que cocinar todo.

Danny escucha atentamente las palabras del desconocido. Desde luego, si algo había aprendido de las películas de serie B era que huir, era mejor hacerlo solo. Pero para sobrevivir, lo mejor era buscar aliados. Aunque había intentado lanzarse un farol, sabía que las probabilidades de sobrevivir en la base eran muy limitadas. Si esas cosas no acababan con él, el hambre lo haría. Antes de tomar una decisión, preguntó algo más...

- ¿Has hablado con alguien más aparte de mi? ¿Algún superviviente más? ¿Estás solo ahí?

Tenía mil preguntas que hacer, pero también tenía claro que una oportunidad como esa igual no la tendría más. Al fin y al cabo, lo suyo eran los lápices. Y tampoco es que se le dieran muy bien.

Su respuesta comienza de forma esperanzadora pero no tarda en torcerse.

- Esto solo, pero he conseguido hablar con algunas personas. Aunque de eso hace horas y todavía no se han llegado...

El tiempo apremia, así que rebuscas por los cajones de los despachos de oficiales en busca de un arma. Encuentras un revolver dorado en estuche de madera, las seis balas también son doradas y el conjunto completo parece algún tipo de regalo o reconocimiento por el trabajo realizado. Aún así no deja de ser un arma, has visto el arsenal y es completamente inaccesible.

Antes de irte entras en la cocina y te haces con un par de latas, irónicamente tiene más seguridad la comida de la despensa que el arma del despacho. Un par de candados y una cerradura, por todos es sabido el negocio de los suministros en los cuarteles.

Subes al camión y te marchas, la zona a la que te diriges no está muy lejos y en apenas media hora llegas. La noche ya ha caído y parece que en algunas partes de la ciudad el sistema de alumbrado está fallando. Intentas no abusar de los faros para no llamar la atención, aunque el ruido del motor es más que suficiente.

Estás a punto de entrar en la zona residencial donde vive el hombre de la radio. Las casas son más grandes y todas tienen una parcela a su alrededor, aminoras la velocidad para buscar esa enorme antena en el jardín cuando algo se interpone en tu trayectoria. Una chica de unos veinte años con la ropa llena de sangre se sitúa en la carretera y hace gestos con los brazos para que te detengas.
No ves mucho por los lados debido a la escasez de luz, de hecho ella ha salido de la nada.

No tiene demasiadas opciones... Las noticias dadas por el desconocido al otro lado de las ondas son grises. Pero el contacto parece real y viendo las posibilidades que le brinda la base aérea, la mejor opción es buscar la protección de la manada.

Se guarda el revólver y las provisiones en la mochila y sube al camión. Nunca ha conducido un camión, pero el hecho de tener todo el asfalto de Anchorage para él hace que el aprendizaje sea más sencillo.

Avanza por el barrio residencial, lentamente. Las pupilas dilatadas en la oscuridad buscando la antena que delate la posición del aliado. Mira a derecha e izquierda. Derecha e izquierda. Cuando de repente...

El camión frena bruscamente sin llegar a derrapar. Danny evita que el vehículo se cale de milagro. Las luces de posición son insuficientes y no ofrecen detalles de la persona que tiene delante. Instintivamente busca el arma. Sin quitar la vista de encima de la aparición.

Lo primero es saber si es humana o no...

Alcanza el arma y apunta torpemente desde detrás del cristal delantero.

¡Alto, no te muevas! - respira aceleradamente -. ¿Quién eres? ¿Qué te ha pasado?
Habla atropelladamente... buscando respuestas de manera rápida.

En mitad de la oscuridad las luces del camión de recogida de basuras ciegan a la chica. Se tapa los ojos con las manos para intentar ver algo y por su expresión parece que se ha percatado de tu arma.

- ¡No dispares! ¡Soy humana! Todos mis vecinos están muertos, se han matado unos a otros. Me escondí en el desván y después de unas horas no quedaba nadie en el barrio. Eres el primero en aparecer, al menos el primero que parece una persona.

Mira hacia los lados temerosa, realmente parece asustada. Las casas que puedes ver no parecen dañadas, aunque no hay luces encendidas y sabes que no suelen quedar restos tras las extrañas matanzas.

Danny duda unos segundos. La chica parece sincera. Y desde luego, los enemigos a los que se ha enfrentado en las últimas horas no tienen pinta de mujer joven ensangrentada. El aspirante a escritor de éxito se alarga de un extremo al otro de la cabina del camión y tira de la cerradura interior de la puerta del acompañante. Recupera la vertical en su asiento y dice:

- Vamos, sube.

Una vez arriba, Danny intenta mantener la calma. Sabe que es una presa fácil estando al volante por mucho que vaya armado. No tiene la suficiente pericia como para conducir este tipo de vehículos. Así que intenta entablar una conversación para discernir las intenciones de la chica.

- ¿Estás bien? ¿Qué te ha ocurrido?

Y tras un instante:

- Me llamo Danny Torrance.

La chica se apresura a subir al camión, puedes ver que la sangre de su ropa está seca y parece ilesa.

- ¿Qué está pasando? De repente todos se volvieron locos, luego llegaron esos monstruos y ahora parece que no ha pasado nada. ¿Donde está la policía?

Sus preguntas no parecen dirigidas expresamente a ti, simplemente está pensando en voz alta. En su estado alterado ni siquiera se ha presentado, dudas incluso que haya escuchado tu nombre.
Tras un par de minutos, mientras sigues una calle curva, los faros alumbran una antena en mitad del jardín delantero de una casa vieja y poco cuidada. Esperabas un trozo de metal de un metro o metro y medio, pero se trata de una estructura completa que parece ir mucho más allá de una simple afición.

En cuanto te detienes la chica mira a la casa y después a ti, en su rostro ves incluso más miedo que cuando la encontraste.

- No... no. No me digas que vienes a casa de ese viejo loco. ¿Sabes quién es? Su sótano debe estar lleno de personas desaparecidas, dime que no has venido a quedarte aquí.

Su mano lentamente se acerca a la manilla de la puerta, su mirada alterna tus ojos y el arma.