Partida Rol por web

Me alegre al ver a ese bastardo convertirse en cenizas, las balas revotaron en mi chaleco, pero Lia no tuvo tanta suerte. Entonces percibí unos vehículos, tarde un par de segundos en ver  que era el resto. Así que me centre en la amenaza delante de mí. Tome un par de granadas, percibía que esos bastardos pretendían cargar “Comerán algo de mierda antes de que prueben mi cuchillo”

Esperaría en aquella posición que nos daba ventaja, tras la muerte de uno de los suyos, solo quedaban los cinco tras la valla y esperaba que se encontraran rabiosos y olvidaran la protección que ahora tenían.

Quédate quieta descansa. Dije a Lia que ya había hecho buen trabajo. Me quede parapetado esperando a los huérfanos rojos y de paso indicando a quienes venían el número cinco con los dedos de la mano, esperaban que entendieran a que me refería.

De inmediato apretó con fuerza sus puños, al ver el peligro delante; su guarda espaldas de inmediato supo que tenía que tener cautela y disminuyó la velocidad, esperó unos segundos a la orden de Eugene para saber si ciertamente debía detenerse; aun que Eugene no conocía la naturaleza que disparó el inicio de aquel conflicto, no se iba a permitir perder a un miembro de su estirpe en un apuro por entrar en territorio desconocido. Espera unos momentos a que pase lo que Jean Luc advertía, para luego ordenar a su guarda espaldas que ayude utilizando su propio vehículo; avanzaría el enorme carro blindado para detenerse a un lado del mercedes, para proveerles de cobertura extra y de un flanco adicional donde poder apoyarse.

Si es que todo funcionaba y tenía el carro correctamente apoyando a Jean Luc, Eugene abriría su puerta y de inmediato bajaría agazapado para no recibir un disparo por idiota; mientras su guardaespaldas sacaría parte de su cuerpo para dispararan, si es que quedaban enemigos de pie -¡¿qué rayos pasó? ¿saben quienes somos?!- era la pregunta más importante, estaría muy enojado si todo había sido un malentendido y estaban peleando con otros miembros de la torre en aquellas tierras.

La puerta del copiloto del deportivo de Darla se abre de golpe y salgo disparado al grito de:

- ¡Romped su formación!

Sin dejar de correr mis dedos sueltan el anillo de una granada que sale directamente de mi cinturón hacia el centro de avance de la formación enemiga; mi intención es la de dispersarlos y poderlos atacar individualmente.

Sin embargo ahora mi carrera no se dirigía hacia el campo de batalla, sino hacia la parte trasera del humvee.

No hago nada, esperando la llegada de los demás. Si era necesaria mi presencia en combate actuaría luego de las personas con más talento para combatir.

En efecto, un tiroteo se había desatado en medio de la carretera, y por las señas que pude apreciar provenientes del tal Jean, se trataba de cinco individuos que no estaban dispuestos a hacernos el camino fácil. Bien.

Lo primero que hice según nos acercábamos fue apagar las luces del vehículo, lo último que necesitaba es ser un foco con ruedas por si alguno de aquellos quería disparar mientras aún estábamos buscando una buena cobertura con el automóvil. Y, hablando de buena cobertura, decidí dejar mi vehículo unos pocos metros más atrás del camión blindado que se situó al lado del mercedes. Por lo menos así me aseguraría que Jarek sería un objetivo prácticamente imposible.

Apagué el motor con prisas, y saqué las llaves. Abró la puerta y ligeramente agachada miré hacia el interior de mi auto mientras ya tenía un pie fuera.

─No te muevas ─ordené al viejo, aunque poco iba a poder moverse por su propio pie.

Quedé cubierta por la propia puerta del coche, mi mano escurrió hasta mi cintura y desenfundé una Beretta 92, la sostuve con las dos manos, una en la culata y otra sosteniendo dicha mano. Retiré el seguro, que chisqueó con un ligero 'clic' metálico.

─¡¿Qué diablos está pasando aquí?! ─pregunté en voz alta, rozando el alarido, esperando una respuesta por quienes ya estaban inmersos en el combate.

Me mantuve alerta, vigía, no quería sorpresas, y esto me apestaba a emboscada.

Desde luego, la capacidad para el subterfugio de la "Sociedad de Dresden" dejaba mucho que desear. Haciendo oídos sordos de la orden de Bree, Jarek se desabrochó el cinturón y se retorció en su asiento para buscar su bastón, que colgó de la ventanilla de la puerta abierta. Entonces se situó detrás, de la misma forma que su escolta, y abrió su maletín sobre la moqueta del sedán. El soldado se convirtió en un montón de cenizas. 

—¡Por Caín, dejen alguno entero! 

Bárbaros, eso es lo que eran. Unos y otros. Habían alcanzado a uno de los ghouls, así que de momento una cosa estaba clara: iba a necesitar sus herramientas. Las miró. Diéresis, disección, hemostasia, exposición, prehensión, exploración, síntesis. Las balas silbaban a su alrededor y el viejo no hacía más que comprobar que sus instrumentos estuvieran en orden. Diéresis, disección, hemostasia, exposición, prehensión, exploración, síntesis. El doctor murmuraba aquellas palabras una y otra vez como un mantra mientras con la punta de los dedos recorría cada una de las piezas. Diéresis, disección, hemos... 

Una bala dio contra el suelo a escasos metros de Jarek y salpicó de tierra el maletín. El viejo gruñó y, tomando una botella de alcohol etílico de entre su equipaje, empezó a limpiar apresuradamente su material. 

Llegando tarde por problemas con el carburador. "No, Dana. Te digo que es el carbura..."

Llegando tarde por problemas con la transmisión, analizo la situación. Claramente la situación es una física, y no tenemos ni las ganancias potenciales ni un índice aceptable de riesgo para tan banal estorbo. Erik se lanza al frente, detrás del Mercedes de Jean Luc, y hace uso de sus místicos poderes bélicos.

¡Inicio de ronda!

Los huérfanos cargan. Tres, el del medio sin camisa y usando sólo pantalones de cuero y un hacha, corren directamente hacia ustedes, mientras los otros dos bajaron por la depresión a los lados de la carretera.

Jean Luc y Andreas lanzan sus granadas a la concentración de los tres hombres. El portador del hacha recibe la mayor parte del impacto, quedando, tras un salto, apenas de pie sobre el techo del Mercedes. Su arma se yergue amenazante sobre las personas detrás del vehículo. Los otros dos, habiendo estado más lejos del impacto, quedan prácticamente inmunes.

Los conductores, Eugene y Darla, cierran el frente dificultando el flanqueo, pero los otros dos Huérfanos no están a la vista. Bree se posiciona detrás del camión de Jean Luc, la puerta abierta del cual revela rifles ligeros y equipo militar ante ella. Ante las instrucciones de Jean Luc, Lía, tras intercambiar una mirada con Victoria, se retira a la retaguardia, escoltando a una renuente Angie.

Desde la plataforma de su camioneta, Erik el Tremere hace una serie de gestos, tras el cual todos se sienten revigorizados.

Mientras tanto, el resto espera que la batalla tome forma y desarrolle un patrón para reaccionar. Los dos huérfanos a los lados del gigante del hacha, sin embargo, comienzan a vibrar, y una aire sobrenatural a su alrededor empieza a hervir y brillar, como en un espejimo. Llegan a sus objetivos de manera que no parecieron cruzar el espacio en el medio, donde Jean Luc fue apuñalado en concierto por ambos.

Llego el momento del cuerpo a cuerpo se acabaron las tonterías, era hora de matar o morir. Tome el cuchillo que me paso Victoria y de forma elegante me prepare para atacar al grandullon. Me apoyaría en mi velocidad para sorprender al gigante del hacha. Notaba los golpes de antes aunque no parecían haber sido tremendos. Por fortuna la armadura había hecho su labor. Ademas senti como mi cuerpo recibia alguna energia embiada por el brujo "Bien todo ayudara"

Con movimiento rápido acuchille por debajo de la mandíbula la cabeza del grandullon.

Estos bastardos parecen ser Sabbat por como se expresaron, al parecer buscaban ganado o vastagos y encontraran la muerte. Dije a los que preguntaron mientras atacaba. Formar, tratar de no quedar aislados. Quedarse aislado podía suponer un peligro.

A pesar de estar rodeado por tres enemigos, Jean Luc se pone de pie, las heridas de su torso sangrando, y lanza su propia daga a la garganta del gigante. Este, por su parte, logra moverse de manera que sólo genere un tajo profundo, el cual lo deja en mal estado, pero aún de pie.

Jean Luc está rodeado y herido. Desde los autos en la barricada, el único luchador cerca es Andreas.

"parecen del Sabbat", no era una respuesta aceptable en muchos casos, pero cuando un bastardo le estaba apuntando al cuello con un hacha gigante, pues no quedaba de más, fuera miembro de la camarilla o no, era una afrenta demasiado alta. De inmediato el saco de Eugene comienza a estrecharse, los vastagos más viejos sabrían que su sangre se dirigía a distintas zonas de su cuerpo, preparándose para el combate, mientras él retrocedía unos pasos y sacaba de su saco una finísima pistola, la cual nadie esperaría que sepa usar.

Pude contemplar como aquel par que atacó a Jean Luc decidieron saltarse el espacio-tiempo, si algo me quedó claro con eso era que unas contundentes balas no iban a conseguir pararlos. Había que recurrir a algo más apropiado.

─Mantente alerta Jarek ─murmuré al viejo, aunque ya parecía estar entretenido con algo─.

Arqueé mi cuerpo hacia alante y descolgué de la parte trasera de mi cintura una burda y artesanal estaca de madera de roble. Tallada y afilada a mano, rudimentaria y casera, de color oscuro. La sujete con fuerza, frente a mi, con mi mano derecha, mientras tomé carrerilla con la intención de asaltar a uno de los dos sujetos que apuñaló a Jean.

Pude sentir la sangre correr con mi cuerpo con vertiginosa velocidad, acelerada e inquieta. Sonreí ligeramente, al fin... esto se ponía interesante.

Eugene saca su pistola, una compleja y elegante pieza de armamento que parece demasiado poder de fuego para él, mientras Bree hace uso de su precisa y elegante velocidad, y, como si bailara sobre una daga, apuñala al Huérfano a la izquierda de Jean, aliviando su situación al darle un enemigo menos a quien esquivar. Una vez concluida la danza letal, el aire alrededor de sus hombros comienza a manifestar los síntomas de velocidad mejorada.

Eric, por su parte, piensa velozmente, y su disparo se materializa en un cráter en la frente del hombre del hacha, cuyo balance falla y acaba respirando agitadamente sobre el techo.

Mi carrera se frenó en seco detrás del Humvee mientras los disparos y el sonido del salpicar de la sangre se sucedían a mi alrededor. Sabía donde buscar, así que desplegando una tela enrollada hice aparecer varias estacas de distintos tamaños ante mí, estiré una de ellas de su soporte sin pensarlo dos veces y desenfundé el cuchillo que tenía pegado horizontalmente a la parte trasera de mi cinturón.

Con el cuchillo en la diestra y la estaca en la siniestra, busco con la mirada los posibles objetivos.

Desde detrás de la puerta del sedán, el doctor asomó la cabeza por la ventanilla de la que colgaba su bastón. Sus ojos vidriosos observaban ansiosos el combate, analizando la información con voracidad. ¿Qué don de la sangre acababan de usar sus enemigos? ¿Y cuántos eran? Aquella pregunta le planteó otra: ¿había más, reptando en las sombras tratando de asestar un golpe a los de la retaguardia? Y la chica, ¿cuál era su estado? 

En los flancos podías observar que dos figuras se estaban acercando, protegidas por sombras que se pegaban a sus cuerpos como hongos. El comportamiento del aire a su alrededor te permitía diagnosticarlos como portadores de tanto Celeridad como Ofuscación, obviamente aprovechando la Fortaleza de sus menos sutiles compañeros para flanquear y rodear al grupo.

Al mismo tiempo, la humana no parecía estar demasiado malherida. Aún podía moverse con cierta agilidad, pero siendo un mero ghoul, parecía que Jean Luc la estaba usando con discreción y cautela.