Partida Rol por web

Drommbar asintió a la pregunta de Grongar, pero gruñó debajo de su máscara. Empezaba a no gustarle nada ese sitio.

- Esta no es una cueva cualquiera... -rezongó, aunque eso estaba claro desde hacía un buen rato.

De todos modos, no estaba asustado, ni nada por el estilo, así que simplemente se preparó para continuar.

Debbe aún no se había recuperado de las heridas del anterior combate, pero no estaba dispuesta a seguir demasiado tiempo en aquella cueva por lo que negó con la cabeza. Ya se curaría el tobillo después.

- Debbe y yo estamos heridos, pero si ella aguanta yo también. Solo espero que las heridas no se infecten en esta maldita cueva.

Mientras se venda la herida con un trozo de tela. Después reocge la daga y revisa con gesto de asco los esqueletos en busca de algo interesante.

Con la luz encendida para poder ver se internaron en lo que parecía ser la última de las salas de la caverna. Al fondo de la habitación un esqueleto estaba sentado encima de lo que parecía un cofre muy adornado. Además, vestía una extraña armadura de una manufactura que nunca habiais visto antes. Ni siquiera los enanos.

-Grongar se rascaba la espalda, o al menos lo intentaba, cuando vio aquello. Nunca había visto nada igual. ¿Qué clase de enano habría hecho aquello? Por que sin duda alguna si alguien había escavado en la roca debía haber sido un enano. 

-Es extraño, nunca había visto nada igual. Los esqueletos de antes eran esqueletos humanos, no esqueletos de enanos. No puedo imaginar quien poblaba estas cuevas...

La armadura que llevaba aquél esqueleto y el cofre sobre el que estaba sentado eran tan fascinantes que Drommbar estuvo a punto de dejar caer el hacha, no bien los hubo visto. Se acercó con un paso trémulo y luego con otro...

- Qué hermosura... -murmuró con su voz cavernosa. Estaba claro que su pasión por las riquezas se había apoderado de él y que no le iba a ser fácil resistirse a admirar con sus manos aquellas maravillas.

Drommbar dió un par de pasos hacia el esqueleto, o mejor dicho hacia el tesoro. Pero no iba a ser todo tan fácil. Con el sonido metálico, el crujir de los huesos y un sonoro aullido gutural que podría amilanar a cualquiera, el esqueleto también se levantó como lo habían hecho los otros. Aunque desde luego, de una cosa estabais seguros, éste no era como los otros. Y parecía que, si Drommbar quería llevarse su tesoro, tendría que pasar primero por encima de él.

Tratando de hacer algo de utilidad, Debbe sacó su estoque, pero dudó antes de atacar, la chica estaba bastante herida y no podía arriesgarse a ser golpeada de nuevo de modo que, trató de avanzar de forma que pudiese flanquear al esqueleto mientras sus compañeros atacaban.

Sorprendido Kevan saco el arco sin avanzar hacia el no muerto.

Grongar observó el esqueleto sin perder la calma, por su armadura debía haber sido un gran guerrero en vida y seguramente también lo sería ahora por lo que se preparó para el combate.

Grongar quedó rezagado y una vez más levantó la mano que portaba el hacha y con la otra sujetó el símbolo de poder de Caydan Caylean. Empezó a murmurar la cantinela tratando de desviar toda la energía hacia la criatura esperando, sin mucha convicción que ésta saltara en pedazos como lo habían hecho los otros guerreros no muertos.

El guerrero se levantó mientras Grongar invocaba el poder de su dios para herirle. Sin embargo, el esqueleto no pareció recibir mucho daño de la descarga de energía. Miró a Drommbar y le señaló con un dedo. Y se echó a reir, de una forma macabra, siniestra, espeluznante.

De algún modo, el enano supo que aquel ser le estaba retando.

Entonces, se acercó a Drommbar y efectuó un rápido ataque contra él. La espada se insertó en su cuello y un chorro de sangre salió despedido hacia arriba. El ataque casi había noqueado al enano que por suerte pudo resistir en pie gracias a su fuerte y robusta constitución. Cualquiera de sus compañeros habría muerto ante semejante ataque, y él... había tenido suerte.

Sin estar muy segura de lo que hacía Debbe sosparó una flecha dirigida a la mano del esqueleto. Había comprobado que no le dañaban demasiado las armas pero si lograba atravesarle la mano quizas pudiese dificultarle el manejo del arma.

Kevan apunto con el arco y diparo con aplomo, observando sorprendido como casi alcanzaba al enano.

- ¡Perdona Drommbar!

Drommbar sintió el impacto de la flecha que rebotó contra su armadura, pero aquello no había sido nada comparado con el tajo que aquél inmundo ser le había propinado buscando el único hueco posible entre su máscara de batalla y la armadura del pecho. La sangre manaba profusamente, caliente y roja, y el enano supo al instante que era grave.

- ¡Glurg...! -fue lo único que pudo decir, pues se atragantó con su propia sangre, y la esputó manchándose la barba pelirroja.

A pesar de ello, se negó a caer, y agarró firmemente su arma. No podía desfallecer, pues si no acababan con ese monstruo rápidamente, estarían muertos sin remisión. Alzó el hacha y la descargó de nuevo sobre el monstruo de hueso. Sabía que no era un arma efectiva... pero un enano guerrero como él no tenía otro recurso.

Se esforzó en utilizar cada gota de energía que le quedaba en el cuerpo para lanzar el hachazo más poderoso de que era capaz, tratando de reventar por la fuerza a aquél maldito esqueleto que había estado a punto de decapitarlo.

- ¡Gglraaaaaargh! -gritó, alzando el hacha por encima de su cabeza y descargándola sobre el enemigo.

Grongar siguió con su letaína mientras se concentraba esta vez en sus compañeros, quizás si sobrevivían a aquello le invitarían a unas cervezas. No era mala idea, una refrescante cerveza de cebada, con su espuma... La corriente atravesó el cuerpo del clérigo de pies a cabeza o mejor dicho a puño y de ahí se perdió. 

Cuando bajó el brazo esperó que sus compañeros se encontrasen mejor.

Debbe y Kevan fallaron sus ataques, pero mientras uno de los enanos usaba su magia para sanar al grupo, el otro, aceptando el desafío de aquella horripilante aberración de la vida, ejerció un tajo vertical que hizo que parte de los huesos del esqueleto saltaran por los aires. No obstante, se dió cuenta de que el arma que usaba no era nada efectiva y que asi no conseguiría hacer demasiado daño.

Elevó su extraña espada corta, de una curvatura inusual y sin embargo increible filo, y atacó de nuevo a Drommbar. Si volvía a golpearle de aquel modo, acabaría con él. Tanto el ataque de la espada como un posterio hecho con la mano libre a modo de garra, fueron repelidos por la fuerte armadura del enano que sin embargo se veía demasiado solo en el combate. Tenían que curarle, y tenían que ayudarle, o acabaria muriendo a manos de aquel ser esquelético.

DROMBAR, SAL DE AHÍ—gritó Debbe tratando de despistar al esqueleto lanzandole flechas. En aquel momento se la ocurrió una brillante idea. SI lograba acertar su siguiente golpe, probablemente se libraran del esqueleto.La chica sacó de su bolso uno de los botes de ácido que había comprado y se preparño para lanzarlo en el sigueinte asalto— ¡SALID! ¡YA!