Partida Rol por web

-Eres un poco pájaro de mal agüero, ¿no?

Le molesta un poco todo eso de recordarle su muerte con lo de la profecía. Cuanto más hablen de ella, más real se volverá y más posibilidades habrá de que ella muera por todo eso. Bufa un poco frustrada y se dirige a la mesa tras asegurarse que el tabernero les ha escuchado.

-Te agradezco que trates de averiguar cosas, pero no hace falta que lo comentes cada momento. Parece que quieras verlo para regodearte en mi muerte o algo...

Se sienta en una de las sillas libres.

-¿Así que bebes leche Kalahad? Comenta divertido. Bueno, tienes que entenderlo, aunque tus poderes sean útiles, hablar de esas cosas puede atraer aún más la desgracia. Un cosa es prevenir y otra estar todo el dia con la profecia encima. La verdad es que Crixor nota cierto olor cargado en la mesa, van a tener razón con lo de bañarse. 

-Ah y qué bueno que pagues tú, eso también es un punto a tu favor. Lástima que bebas leche...

-Cada uno bebe lo que quiere, Crixor. No a todos les gusta la cerveza o el vino.

Solo hace falta que el soldado se meta con el mago para que acaben saltando chispas entre todos y que la misión se vaya difuminando lentamente delante de sus narices por no encontrar una forma de llevarse bien. Bastante hay en el grupo con que Kalahad y ella se lleven mal desde el principio para que ahora se agregue Crixor a la mezcla.

-Por ejemplo, yo creo que el alcohol cambia a las personas. No es lo mismo actuar para hombres que beben con moderación que actuar para hombres borrachos. 

-Por supuesto Farah, sólo era una broma. Tal vez la leche tenga las proteinas necesarias para hacer hechizos o algo así.

Mira un momento el cuerpo de la muchacha.-Y hablando de actuar, ¿qué te pareceria hacer una pequeña actuación para el público del Águila Roja? Crixor no puede disimular las ganas que tiene de ver a su compañera de aventuras ejerciendo su profesión artística.

-Venga, a que no te atreves. Con esas palabras se queda mirando fiajmente a los ojos de Farah.

Mientras reta a la muchacha, observa el ambiente del local por si la idea no fuese tan buena. Si hubiesen demasiados borrachos o gente de mal vivir seria mejor dejarlo estar.

La visión de Bastión de Hierro mientras se va acercando es imponente. Rodeada de un rio y elevada en una posición estratégica, marca el final del imperio y el comienzo de las montañas, de lo desconocido, de los reinos no humanos.

Lothar llega con Súkubo hasta la puerta de la fortaleza. Se encuentra hambriento, con frío y débil por la magia que ha debido utilizar. Las piernas le flaquean por el esfuerzo de haber llegado hasta allí.

Las puertas están cerradas, iluminadas sólo por unas, eso sí, potentes, lámparas. Todo es silencio. 

Lothar reconoce que ha llegado por una especie de puerta "trasera", la principal seguramente será bastante mas grande. De cualquier forma, desde aquí no ve ninguna forma de llegar hasta la otra puerta, ni tampoco tiene la seguridad de que aquella también esté cerrada.

-¿Y qué ganaría yo con eso? Porque yo creo que el único que ganaría en este reto, serías tú.

Apoya el codo en la mesa y después apoya la mejilla sobre la mano mientras mira fijamente al soldado que parece no tener otra cosa que hacer que tratar de adivinar como es bajo la ropa que lleva. Sonríe mientras espera la respuesta de Crixor... no es que no le guste bailar, le encanta y lo haría sin esperar nada a cambio, pero eso es un reto y por tanto tiene que haber algún tipo de recompensa si se atreve a hacerlo.

-¿Y bien?

La posada había quedado unos segundos en silencio cuando entraron, pero tras ese brevísimo momento de tensión todo volvió a la normalidad, si es que puede llamarsele así a una posada atiborrada de gente. 

Aparentemente la tal Aguila Roja era un sitio de reunión para mas de un grupo. Los tres chicos vieron guardias de la ciudad vestidos igual que el de la puerta, pero relajados bebiendo. Todos portaban barba, una extraña costumbre, o coincidencia, los viajeros no pudieron saberlo. También había otros trabajadores, varios grupos de ellos. Reían, hablaban en voz alta y chocaban sus copas, mientras varias chicas se movían de aquí para allá, esquivando palmadas en el trasero y abriéndose paso a través de la multitud. 

Por fortuna el sitio era grande y amplio, aunque no se podía llegar a ningún lado sin tener que apartar a alguien del camino. Un águila de madera de tamaño natural, pintada de rojo, sobresalía de una abertura alta, por encima de la barra, donde dos cantineros muy serios servían a todos con una rapidez asombrosa.

La fortuna, o el destino, hicieron que puedan conseguir una mesa no demasiado lejos de un escenario donde en ese momento actuaba un trovador. "Regis de Monte Bello", decía llamarse. Un sombrero azul de ala ancha con una pluma enorme del mismo nombre bailaba en su cabeza mientras cantaba una pieza que llamaba "La balada del dragón y el ratón". Otros artistas esperaban su turno en una mesa cerca de ahí.

Una de las muchachas llega interrumpiendo la conversación y dejando una porción de cordero asado, una jarra de cerveza para Crixor, que le sirve con una sonrisa y un guiño, un vaso de agua para Farah y uno de leche para Kalahad, a quienes sirve con mala cara, o esa es la impresión que da. 

- Cualquier otra cosa que quieras me avisas, cariño, mi nombre es Fey -dice la chica a Crixor sonriendo antes de alejarse contoneando sus caderas.

Una camarera interrumpe la conversación y solo le sirve la comida a Crixor porque a ella solo le ha servido el agua. Frunce el ceño y antes de que pueda reclamar nada ya se ha marchado sin hacer bien su trabajo... ¿esas mujeres solo van a conquistar a los hombres en lugar de hacer bien su trabajo? La verdad es que ahí parece haber pocas mujeres, salvo las camareras.

-No me ha servido la comida... después de pasar todo el día caminando... - mira a Crixor - Vas a tener que compartir conmigo, Crixor... o pedir tú mi ración a "nuestra querida" Fey.

Después mira hacia el escenario. Es la típica canción para entretener al público... una balada que no habla de personas, al menos no directamente. Cualquiera con un poco de sensibilidad podría ver lo que hay oculto realmente tras las palabras de la canción y las tras notas de su música.

Pronto acabará su turno... y comenzará otro.

Lothar vio sus posibilidades y creyó estar mejor en su fogata, aunque el sueño y el hambre estaban haciendo estragos en su mente.

Golpeó la puerta esperando que alguien le abriese para entrar en la fortaleza, de lo contrario buscaría la forma de entrar sea como sea... necesitaba dormir y comer.

Kalahad bebe distraído su vaso de leche. No puede evitar empezar a cantar la pieza que el trovador toca. Se sabe las letras y además tiene una hermosa voz. Poco a poco se va animando y olvidando su mal humor, hasta que se da cuenta que sus pies y sus manos bailan al compás y se siente observado. La vergüenza de que le vean cantar hace que levante y arrugue de nuevo el gesto. Tratando de ser un poco más varonil e imitando a Crixor se dirige a la barra a pedir lo que él come

- ¿Disculpe, habitaciones para luego tiene? Me vendría bien descansar... No me gustan demasiado las tabernas, ni los espectáculos, ni los trovadores, ¿sabe? - dice torpe y tratando de poner más masculinidad en su voz. 

Alza una ceja al ver que Kalahad tiene algo de sentido artístico y se pone a cantar y a seguir el ritmo del trovador y su canción... y no es que tenga mala voz.

-Si Kalahad nos honra con una canción suya yo bailo para todos - dice antes de que se marche a la barra... aunque están lo bastante cerca como para que la oiga.

No es un trato justo porque los hombres siempre son más sobones que las mujeres y en ese lugar hay más hombres que mujeres y con una canción poco podrá atraer la atención de las pocas mujeres que hay, pero le apetece ver como se desenvuelve en el escenario y, por qué no, ver como pasa un mal rato con la vergüenza. Así le hace pagar lo de recordarle todo el rato que esa misión podría suponer su muerte.

- Creo que si -comenzaba a contestar la camarera, que no era la anterior sino otra que pasaba por allí. Pero para las habitaciones tienes que hablar con Rogar, allí en la barra...

Luego escucha la propuesta de Farah.

- ¡Ey! ¡Escuchen! -dice en voz alta.

Varias cabezas se giran mientras terminan de de aplaudir a Regis, que recién terminaba su acto.

- ¡Aquí tenemos dos nuevos artistas! -continúa. Un cantante -dice señalando a Kalahad-, y una bailarina -haciendo lo propio con Farah. Vamos, ¡aplausos para los viajeros! -finaliza, mientras una tibia ola de aplausos comienza a expandirse por la taberna, llamando de a poco la atención de quienes están mas lejos, ocupados en sus asuntos.

Ahora Kalahad ya no se puede echar para atrás pues la camarera ha anunciado que serán los dos nuevos artistas de la noche, pero hay un pequeño problema... ella debe arreglarse. No es tan sencillo como salir ahí a bailar, necesita llevar la ropa adecuada para haberlo y los adornos para que todo luzca mejor.

-Entonces necesitaría un lugar donde prepararme. No se baila con la ropa de viaje...

Sonríe pensando que hizo bien en llevarse las prendas para bailar pues con el poco dinero que tiene en su poder pensó que quizá le hiciesen falta en un futuro para poder dar algún espectáculo a cambio de comida, oro o una habitación. Al fin y al cabo, es para lo que ha estado practicando siempre, para tener una forma de ganarse la vida cuando su madre ya no esté.

Un guardia se asoma a las alamenas.

- ¿Quien va? -pregunta. La fortaleza está cerrada por la noche, amigo, tendrás que esperar a mañana.

Agarrando el trozo de cordero con la mano, Crixor se lo lleva a la boca y le da un buen bocado. Mientras lo hace casi se atraganta al descubrir la faceta artística de Kalahad, que se contonea y canturrea frente a él. Deja la carne y se pone a reir, casi aplaude al muchacho pero piensa que igual le incomoda y sigue comiendo. Esta vez agarra la jarra de cerveza y antes de que pueda echar un buen trago adiverte como Farah se levanta con intención de bailar y oye como la camarera anuncia al mago como cantante y a la bailarina como idem.

Esto será un buen espectáculo. Cambia su posición en la mesa para encarar bien el escenario y acerca la carne y la cerveza para comer mientras disfruta de la actuación. 

-SSshh preciosa, cuando termines trae otra ración de este cordero. Le dice a "Fey", cuando ésta pasaba cerca de él. Al ver sus contoneos de cadera de nuevo, le dan ganas de agarrarla, pero por el momento decide contenerse.

Hola, buen hombre... disculpe la hora pero es de suma urgencia que pase... tengo asuntos importantes dentro de la ciudad que no pueden esperar, solo somos mi perro y yo, no le daremos problemas... Será bien recompensado. 

Al decir recompensado saco un par de monedas de su bolsa y le mostró al guardia

El guardia desaparece en las sombras y un momento después se escucha como se descorre el cerrojo de la puerta, que finalmente se abre.

- Adelante, viajero, pero si os preguntan, decid que ya estabas aquí desde temprano.

Luego huele el aire.

- Oiga, creo que el perro ese suyo está enfermo, huele como los mil demonios, no puedo dejarlo pasar, va a traer la peste a la ciudad.

No se preocupe, no lleva ninguna peste, solo cayo en un lago pudredumbroso, lo limpiaré cuanto antes para que la gente de esta hermosa fortaleza no sufra con el hedor de aquel rio pudredumbroso... Nadie se enterará de esto lo prometo

sacó un par de monedas más y se las dió al guardia. (Siempre manteniendo algunas para pagar la posada y la comida)

- Por ahí puedes cambiarte, querida -contesta la camarera, señalando una puerta.

Los parroquianos están a la expectativa del posible espectáculo, observando atentos, incluso Regis, desde el escenario.