Partida Rol por web

- Silencio!- les dice Max a los suyos para que no llamen la atención de los Orcos. El joven von Reinholn da media vuelta y les hace un gesto a sus compañeros para que les sigan por una calle adyacente. La consigna es evitar el enfrentamiento y salir de allí cuanto antes. La situación ya era bastante crítica como para que se enzarzaran en un combate a muerte con unas brutales bestias con las que ya habían tenido alguna mala experiencia.

El silencio fue absoluto a la voz de Maximiliam, el grupo retrocedió por donde había venido. Klins se dejó iluminar por una llamarada y uno de los mercenarios arrojó unas tinajas al suelo. Pero ninguno de los orcos percibió al grupo. Retrocedieron hasta la siguiente calle y avanzaron por ella. Algunos escombros ardientes cubrían el suelo y los caballos se asustaron. Una explosión en el sur iluminó el cielo.

Un solitario soldado armado con una alabarda rota se acercó por su derecha.

¡Vosotros! ¿Dónde está el punto de reagrupamiento? ¡Necesito ver al mago blanco!

-Somos ciudadanos ajenos a todo este desvarío, no tenemos ni idea. Nos dirigimos hacia la salida Norte de la ciudad, os recomiendo que nos guiéis, los orcos campan a sus anchas a este lado del río y en breve empezarán una auténtica matanza contra todos los humanos que encuentren.- le dice Maximillian al soldado, esperando obtener un guía para orientarse entre las calles y la batalla. Con un poco de suerte saldrían de allí con vida y se juntarían con sus compañeros.

- Si ese puente estalla seremos nosotros los que sangren. Tenemos que cruzarlo antes al menos. Esos infelices luchan contra orcos de momento, acerquénos como aliados mercenarios e intentemos
cruzar o hacer algo por nuestra causa... - Propuso con resolución el sicario que algo deee experiencia en imposturas había ganado a lo largo del ajetreado viaje. La situación era algo favorable, al fin y al cabo los hombres de la ciudad luchaban por sus vidas contra la horda y verían con buenos cualquier tipo de ayuda, por más bizarra que fuera.

- Por cierto ¿Quién es el mago blanco que habéis mencionado antes?-

inquiere Max al soldado.

Vengan conmigo. Les llevaré a la puerta norte.

El guardia les hizo gestos para que le siguieran. Con su destrozada alabarda a modo de lanza avanzaba por las calles, bien pegado a los esquinas y sin dejar de mirar a todos los callejones.

Hay un hombre lobo en la zona -dijo el soldado, echó un breve vistazo a unas casas en llamas- el mago blanco quiere darle caza - el soldado se detuvo mientras unas figuras enormes cruzaban la calle- Algo relacionado con unos guerreros del Caos.

Los hombres continuaron la marcha.

Le han visto hace un par de horas en el templo de Shallya, ha matado a tres guardias. A uno de ellos lo ha derretido. Se lo juro, he visto los restos.

¡Condenado Marcus! Parece ser que no controla sus "habilidades" y no hace más que meterse en líos. A la larga puede convertirse en un problema, sobre todo con ese mago blanco pisándole los talones. Lo que ahora es imperativo es salir de aquí y reencontrarnos con Ibrham.

- Es estremecedor, me alegro de haberos encontrado y de que nos guiéis hasta la salida. Si no fuera por las leales fuerzas del Imperio los ciudadanos de bien estaríamos perdidos.-

le dice Max al guardia mientras se dirigen hacia la puerta Norte. Maximillian ansiaba salir de aquella condenada ciudad, pensaba que estarían más seguros en el camino a Middenheim que en una ratonera plagada de orcos.

La expresión de Blanch se volvió, cuando menos, algo escéptica- Si intentan volar el puente es para que no cruce la horda de orcos que espera al otro lado... -le recordó con un ligero deje de temor en la voz- Por mucho que nos esforcemos no creo que podamos hacer nada contra tantos enemigos, y menos si su número es tal que los soldados ya dan por perdida la lucha y prefieren volar el camino.

Pese a sus palabras, el hechicero asomó la cabeza desde detrás del barril que había utilizado para cubrirse e intento analizar nuevamente la situación.

No teníamos ninguna oportunidad...

Comentó, fatalista. El soldado les condujo por calles algo más tranquilas, la furia de la batalla estaba más al sur pero el cielo nocturno estaba iluminado por una ciudad en llamas. No tardaron mucho en llegar a la Puerta de la Maza, renombrada tras la Tormenta del Caos, cuando el valeroso sacerdote-guerrero Fredderik Tatum derribó a un paladín del Caos con su maza. El lugar estaba algo desierto, se veía gente huyendo o saqueando lo que podía antes de irse, pero no cogían demasiadas cosas, sólo lo que podían llevar. Uno de los mercenarios se acercó a una armería y volvió con un arco y unas flechas.

Toma criado -le dijo a Klins- es mejor que tu honda

Ningún soldado se lo impidió, no había soldados para impedírselo.

- Excelente, proseguimos nuestro viaje. Muchas gracias por vuestra ayuda, soldado, aquí tenéis una pequeña gratificación por vuestros servicios.-

dice Max entregándole 5 coronas, una sustanciosa suma que a buen seguro el alabardero sabría aprovecharla. Si duraba con vida lo suficiente, claro. Maximillian enfiló la carretera hacia Middenheim apresurando el paso, en su viaje esperaba encontrar al Ibrahm o que él se pusiera en contacto con ellos de algún modo.

- Tienes razón, esta batalla quizá no sea la nuestra, sigamos nuestro camino antes de que destruyan el puente... - Murmuró el guerrero luego de reconsiderar la utilidad de su anterior plan. Lo concreto era que omitir ese puente en conflicto sería lo mejor para él y su compañero. Seguían sin encontrar al noble Maximillian mientras tanto, así que lo mejor sería reanudar la marcha de inmediato, antes de que fuera demasiado tarde.

¡Muchísimas gracias, mi Señor! Jamás había visto tal generosidad. ¿A dónde os dirigís? 

El hombre estaba entusiasmado por la generosidad del noble.

Stinth suspiró de manera inaudible al ver que su compañero desistía en su idea de cruzar el puente- Creo que lo mejor será desviarnos y volver al lugar de encuentro por otra ruta -propuso mientras echaba a andar para reforzar sus palabras- No tenemos muchas posibilidades de encontrarnos con ellos eligiendo un camino al azar, pero de todas maneras revisaremos las posadas que nos encontremos, si es que hay alguna, y si no simplemente tendremos que esperarles donde acordamos -no parecía una perspectiva muy alentadora, pero con la ciudad infestada de orcos cualquier sitio era malo.

-Vamos al este, a Hergig. Allí tengo algunas posesiones y pretendo comprobar que todo esté en orden. Seguiremos en esta dirección un pequeño trecho hasta tomar un camino que nos lleve a esa ciudad. Os agradezco vuestra ayuda y os deseo la mejor de las fortunas, seguro que acabáis por vecer a los orcos.-

dice Maximillian mintiendo al guardia para que no sepa cuál es su destino. Así, si el mago blanco u otros sujetos que busquen el orbe le interrogan, serán guiados hasta Hergig, un lugar bastante alejado de su objetivo final.

Cuando se marcha el soldado, el joven von Reinholn hace un gesto a sus compañeros para proseguir la marcha hacia Middenheim.

¿Hergig? Hergig fue saqueada por el Caos, mi señor, y los pueblos cercanos borrados de los mapas. El Caos lo arrasó todo a su paso, y no se respetó nada. Si teníais posesiones antes de que empezara la guerra no creo que estén cuando lleguéis. Suerte, señor. Que Sigmar esté con usted

El soldado vio a otros dos en la puerta, un veterano que cargaba a un herido, y les ayudó. ya eran pocos los que cruzaban las puertas, bien porque ya habían huido o bien porque habían confiado en la defensa de la ciudad, muriendo por ello. Los que salían de la ciudad cargaban fardos, sacos de patatas, pucheros, niños en brazos. Lsoq ue no podían caminar a menudo eran abandonados. La carretera de Middenheim se había convertido en una larga serpiente ocupada por refugiados hasta donde la vista alcanzaba a ver. Las nubes y el humo ocultaron la luna, dejando la ardiente ciudad de Middenland como única fuente de luz. El fuego iluminada las espaldas de los que huían, y los gritos de la batalla se escuchaban en aquel inquietante silencio. Nadie hablaba. No existe nada tan hermoso y aterrador como una ciudad en llamas.

Una explosión en la ciudad iluminó el cielo de nubes grises, una bola de fuego ascendió al cielo para luego desaparecer, quienes aún quedaran en la ciudad estaban a punto de morir.