Partida Rol por web

- Harás bien en huir llegado el caso. No pienso derramar mi sangre ni la de nadie por alguién que teme morir en companía de un camarada de armas...- Respondío severamente el guerrero sin quitar su vista del grupo que marchaba a la cabeza. Aquella gente inexperta se arriesgaba demasiado y probablemente pagarían tal imprudencia tarde o temprano. Aquellas tierras no tenían piedad con nadie y aún un grupo de profesionales se hallaría en dificultades caminado por la espesura del Drakwald.

No caminaron más de una hora cuando cruzaron muy cerca de una granja sellada por sus propietarios. La estructura en su mayoría madera y adobe se componía de tres edificios, una casa, un granero y un establo. Estaba rodeada por una pequeña valla para el ganado que en ese momento, tal y como Marcus hizo notar a su a menudo incómodo compañero, estaban sorteando un grupo de tres hombres. Dos de ellos saltaron por encima de los tablones mientras que el tercero cruzó a través de ellos. Los tres corrieron hacia el establo.

- ¿Has visto eso? - Comentó Marcus a su compañero señalando con su dedo índice hacia el lugar donde había divisado a aquél trío de supuestos saqueadores. - Se dirigen a los establos, quizá hayan encontrado animales vivos dentro. Tenemos que acercanos, esos caballos pueden ahorrarnos un largo viaje...

Dicho eso, el fornido hombre comenzó a andar con ligereza hacia el lugar donde posiblemente habría un par de buenas monturas disponibles. El problema era que el número de jinetes seguramente sería más grande, y eso podía complicar bastante la cuestión para todos en la desolada granja...

La mirada del hechicero se deslizó en la dirección que señalaba el dedo de Marcus, observando con cierta curiosidad como aquellos desconocidos asaltaban la granja. Las palabras de su compañero le pillaron un poco por sorpresa, pues aunque había visto el establo, su cansada mente no había conseguido sacar la conclusión obvia de que dentro podría haber algún caballo que pudiera servirles.

Bien dicho -por una vez, Ibrahm alabó la buena idea de Bolt Todo será más fácil con un par de buenas monturas... Fantaseando ya con las comodidades que aquello podría proporcionarles, Stinth se apresuró a seguirle hasta los límites de la propiedad.

Los dos sectarios, el blanco y el negro, se aproximaron al límite de la propiedad y saltaron la valla, pisando el fangoso terreno se dirigieron hacia el establo. Las construcciones tenían una base de piedra, pero el resto estaba construido en madera. Las ventanas estaban tapiadas y el lugar parecía estar desierto. Pero no era así, en el establo se oían dos o tres voces.

Marcus se agachó ligeramente como una bestia de la espesura mientras avanzaba, separándose un poco de su camarada Ibrahm hasta quedar a escasos metros de la estructura de madera, a la que se acercó con suma cautela con la intención de pegar su espalda contra la pared a la espera de que el hechicero hiciera lo mismo antes de actuar.

Algo desanimado por el aparente abandono de la granja, Stinth caminó con cuidado detrás de Bolt No creo que nadie huyera sin llevarse los caballos... Pero siempre cabía una ligera posibilidad de que encontrasen alguno, y sería una estupidez desperdiciarla no teniendo nada que perder.

Las voces iban subiendo de volumen según se acercaba, como espoleando al hechicero para que fuera más rápido- Maldita sea... -masculló entre dientes cuando uno de sus zapatos se quedó atrapado en el fango durante unos instantes. Era consciente de que si les descubrían aquellos desconocidos huirían con las pocas monturas que pudiera haber, pero después de una noche al raso su rígida túnica se empeñaba en crujir a cada paso que daba, y las ramas del suelo no hacían sino ayudarla ¿Cómo puede moverse tan silenciosamente con ese tamaño? Se preguntó amargamente mientras observaba los movimientos de Marcus.

Marcus avanzó muy cauteloso hasta situarse detrás de unos cestos y herramientas, dede allí puedo ver como los tres hombres estaban preparando un caballo. Uno de ellos llevaba la silla en la mano cuando Blanch se acercó, y al hacerlo pisó una tabla que crujió. ¡Clac!

¡Eh, tú! ¡Sal de ahí!

Los tres hombres miraban hacia Blanch, uno de ellos llevaba una porra en la mano y los otros dos llevaban grandes cuchillos en su cinto, como si de cuchillos de despellejar la caza se tratasen. Marcus seguía escondido, los tres hombres no parecían haberse percatado de su presencia.

Marcus se puso a cubierto lo mejor que pudo cuando el mago tuvo la desgracia de revelar su posición. Desde su escondite observó el accionar de los tres saqueadores, a la par que desenvainaba lentamente su espada en vistas de una inminente escaramuza. Para él la clave estaba en el factor sorpresa. Un buen golpe salido de la nada podía destrozar tranquilamente la moral de muchos hombres, y más considerando la clase de infelices a los que se enfrentaban.

Así acabaremos antes se dijo el sectario al verse descubierto, caminando ya abiertamente hasta pararse en mitad de la entrada al establo- Apartaos del caballo y dejad las armas en el suelo -ordenó con voz siniestra, al tiempo que sus manos retiraban lentamente la capucha de su túnica. La eterna palidez de su rostro le daba un aire casi cadavérico, con las azuladas venas marcadas a lo largo de su piel y los labios curvados en una cruel sonrisa.

No me gustaría perder el tiempo con escoria como vosotros, pero os mataré gustoso si os metéis en mi camino -su brazo se estiró para señalar al que había hablado, con los dedos a medio cerrar sobre algo que sólo el hechicero parecía ver- Sería tan fácil retorceros las entrañas desde dentro... usar los poderes oscuros para descuartizaros lentamente... -la mano alzada se contrajo hasta convertirse en un puño, sólo para abrirse de nuevo instantes después- ¡Obedeced!

Marcus no vaciló en aprovechar la brecha que aquellos campesinos habían dejado en sus defensas al no percatarse de su presencia amenazante. El guerrero consumado saltó con presteza fuera de su escondite y se deslizó como una fiera en busca de presas indefensas. Sostenía su espada como un aguijón al acecho, justo por encima de su hombro, mientras se abalanzaba sobre los rufianes con arrojo y clamando profundamente al dios de la guerra.

- ¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHH!!!

El luchador negro cayó con furia sobre el campesino del garrote, asestándo un buen golpe de apertura. Pero sus próximos dos intentos no tuvieron la misma eficacia, aunque sí el mismo ardor.

- ¡Fuera de la estancia del amo, perros carroñeros!.

La brutal carga del hombre negro, y la brujería del hombre blanco hicieron mella en el débil coraje de los campesinos, quienes habían confiado en su superioridad numérica; pero no habían contado con Marcus, ni con su hacha, ni con la magia de Ibrahm. Uno de ellos se puso repentinamente a vomitar, mientras otro recibía un golpe de hacha en su brazo. Empezaron a correr huyendo para salvar la vida, pero el que había vomitado se tropezó y empezó a alejarse a cuatro patas.

En el establo había dos mulas, no eran unas monturas muy elegantes, pero servirían para no caminar.

Muy teatral -asintió satisfecho Ibrahm mientras observaba como el último de los campesinos huía gateando. Lo cierto es que nunca había contemplado una obra de los tan cacareados dramaturgos imperiales, pero no podía evitar pensar que aquella podría haber sido una entrada muy aplaudida Despiadada pero sin revelar los planes del malvado hechicero... excelente presentación.

Una escalofriante risa salió de entre sus labios ante aquella imagen, apagándose lentamente mientras se acercaba a sus futuras monturas- Estropean un poco el efecto, pero supongo que podrán servir -y sin más se aupó con sus pálidos brazos para acomodarse en el lomo del animal.