Partida Rol por web

Marcus se enfureció al ser herido notablemente por aquél aficionado del arco, pero pronto se recuperó del shock que supuso aquél golpe y cargó con su espada en mano hacia el granero, dispuesto a descuartizar a aquél afortunado cobarde. 

El aldeano lanzó un aullido de dolor y el arco desapareció de la ventana. Marcus entró corriendo en la casa, la puerta no tenía cierra y se abrió al empujón del gigante. En su interior había pocas cosas, casi todo parecía haber sido desvalijado o recogido, una vela sobre una mesa era todo rastro de vida, a su izquierda a escasos dos metros había una escalera que conducía al piso superior.

Conforme con los estragos que parecía haber causado su corrupta magia, Blanch siguió a Marcus hasta el interior del edificio, moviéndose a toda velocidad por miedo a que hubiese más arqueros apostados en las ventanas. No habían visto más que a un atacante, pero como sugería Bolt era posible que los demás esperasen ocultos como alimañas Quizás sólo tenían un arco Por precaución, el hechicero pegó la espalda a la pared en cuanto entró dentro, escrutando la estancia en busca de algún posible escondrijo.

Marcus se detuvo un instante para recorrer con su mirada el lugar en busca de enemigos, pero sus esfuerzos pronto volvieron a concentrarse en la planta superior. Allí seguramente estaría su enemigo, quizá agonizando a esas alturas. Pero no podía confiarse, así que subió las escaleras empuñando con firmeza su espada y preparado para hendir al medio a cualquiera que osara sorprenderlo con algún golpe artero.

El guardaespaldas subió las escaleras, sólo para ver cómo un hombre se arrastraba, malherido por el suelo. Al oir pasos se giró, aterrorizado de ver a aquel negro con la espada en la mano, y él sin nada con lo que defenderse.

Señor, no, por favor. Por Sigmar bendito y Ulric su compañero. No me matéis. Tengo mujer y una hija pequeña. Imploro a vuestra piedad

- Podrias habernos dejado marchar en paz, pero no... - Dijo el negro cambiafomas con estoicismo mientras mostraba el flechazo que había recibido en su brazo de parte de aquél que ahora suplicaba clemencia. Lentamente se acercó al desgraciado y lo tomó con firmeza del hombro. Preparó entonces su espada, empuñandola como un aguijón a la altura de su rostro, justo antes de continuar...

- Estas tierras estan hartas de la estupidez de su gente. Creéme, tu muerte será un alivio... - Y sin dar lugar a réplica el sectario de granito oscuro lanzó una estocada con su acero, que se clavó fugaz en pleno torso del arquero, como la mortífera punzada de un escorpión.

Luego de la veloz ejecución, Marcus se incorporó y miró a su alrededor en busca de algo rescatable en ese lugar abandonado. Su brazo comenzaba a entumecerse de dolor, así que extrajo de un tirón la flecha clavada e intentó curar como mejor pudo la herida abierta...

Al no encontrar nada a primera vista, el mago de Nurgle subió las escaleras en pos de su compañero. La imagen que le recibió sólo sería del gusto de unos pocos, pero le permitió suponer al instante que Marcus había decidido poner fin al sufrimiento de aquel desdichado- Buen trabajo -le felicitó distraído, al tiempo que intentaba calibrar cuánta de aquella sangre era del hombre de obsidiana y cuánta del frío cadáver.

Déjame intentarlo -se ofreció- Es más difícil cerrar tus propias heridas...

El hombre se convulsionó un momento, y después se quedó inmóvil en el suelo del pasillo.

Los sectarios se detuvieron un momento para extraer la flecha del cuerpo de Marcus y limpiar sus heridas, muchos enfrentamientos estaban teniendo con los campesinos del norte, los middenlandeses eran gente muy belicosa.

Resignándose de mejorar la condición de su herida en el brazo, Marcus se apresuró a inspeccionar ligeramente la planta alta, y al no encontrar nada de valor o utilidad se dirigió a su compañero para retomar la cabalgata interrumpida.

- Ya hemos perdido demasiado tiempo, será mejor que nos larguemos de aquí cuanto antes... - Y sin esperar una respuesta, el gigante guerrero descendió las escaleras y salió del abandonado edificio, para desatar finalmente a su animal y montarse otra vez sobre él a la espera de que Ibrahm lo acompañara en la retirada de la granja.

Marcus se veía preocupado, aquella herida recibida había sido otro aviso más de la letalidad de esas tierras y de su mortalidad. Un simple campesino estuvo a punto de arrancarle el brazo con su arco de madera, y el viaje hacia Middenheim apenas si acababa de comenzar...

Tras ayudar a su compañero a sacarse aquella flecha del hombro, y viendo que éste no encontraba nada en su rápida búsqueda por la habitación, Ibrahm perdió el poco interés que le quedaba hacia aquella granja. Bajando de nuevo a la planta inferior, salió a paso rápido por la puerta y se dirigió junto a Marcus hasta las humildes monturas. Su ocasional paranoia le gritaba a voces que debían salir de allí cuanto antes y ponerse en camino hacia Middenheim, así que no titubeo en azuzar a la mula para que abriese el paso.

Sin embargo, antes de abandonarse por completo a la rutina del viaje, el hechicero se concentró para intentar percibir en el tejido de la magia aquello que andaban buscando.

Había algunos obejtos en la casa que podían ser de utilidad. Para empezar ropa, era ropa vieja y descuidada, perotambién había un par de camisas limpias, quiza para una celebración, algunas velas y puecheros de cocina, mantas en las camas, etc.

Blanch se concentró en los vienos de la magia, con éxito comprobó satisfecho pero no había rastro del orbe...

Los sectarios recogieron a las mulas e iniciaron el camino a Middenheim. había humos elevándose por todo el horizonte, pequeñas nubes de color negro que se elevaban desde el suelo. no sólo al sur dónde habían visto la masacre de Delberz, sino también al norte donde veían alzarse, muy lejos y casi imperceptible la roca donde se alzaba Middenheim. A la vista, pero tan distante aún así. Tardarían al menos dos días en llegar, si nada les retenía.

Deberíamos intentar volver al camino -habló Ibrahm tras un largo trecho de sepulcral silencio- Supongo que ya habremos pasado el ejército que se dirigía a socorrer Delberz, así que no hay peligro de que nos recluten para su patética milicia... y avanzaríamos mucho más rápido.

No llegó a añadir que también sería su única oportunidad de reencontrarse con el resto del grupo, pues a aquellas alturas le parecía algo tan difícil que era mejor no proponérselo como un objetivo a conseguir Si Nurgle cruza de nuevo nuestras sendas, bienvenido sea.

- Estoy de acuerdo contigo, hechicero. Regresemos a la carretera antes de algo peor que esos campesinos cobardes  salga de entre la arboleda. - Asintió el estoico guerrero mientras cabalgaba a buen ritmo y comenzaba ya a perfirlar la marcha de regreso al camino. El viaje a Middenheim todavía se hacia largo para Marcus, y con cada demora repentina las esperanzas de unificiar al grupo y reecontrarse con su amo se iban desvaneciendo junto a la luz día.

Los dos hombres recorrieron con sus monturas casi 20 kilómetros antes de encontrar su primer obstáculo, apenas habían visto gente en el camino a Middenheim, había otros senderos que se desviaban hacia distintos pueblos, senderos que habrían tomado la mayor parte de los refugiados; pero a ellos les interesaba únicamente la ruta a Middenheim, y en ésta se encontraba bloqueada por un puesto de peaje en el puente que cruzaba sobre un río, cuyo nombre no conocían.

Los dos jinetes se encontraban a unos trescientos metros del puente, hecho de piedra, y desde ahí podían ver el puesto de peaje, una torre de tres pisos, también de piedra, que se hallaba custodiado por tres figuras, dos en el puente y una tercera en la azotea de la torre. Seguramente armada con un arco, aunque tal tuviera un arma de fuego...

Poco deseoso de ser blanco del tirador, el acólito de Nurgle rebuscó concienzudamente entre su túnica, persiguiendo alguna moneda que pudiera servirle para pasar el puente sin incidencias. Sin embargo, una oscura idea cruzó por su mente en el último momento- Marcus... ¿cuánto crees que llevarán recaudado? -le preguntó lentamente, señalando al puesto de peaje- Maximillian se llevó con él todas las coronas que habíamos logrado conseguir, y sin dinero para contratar mercenarios que nos ayuden no tendremos ninguna posibilidad de recuperar el Orbe por nuestra cuenta.

Todavía recordaba que, quien quiera que tuviese ahora aquel preciado objeto, había sido capaz de arrebatárselo sin problemas a un convoy de más de quince hombres- Esta podría ser nuestra única oportunidad.

- No tengo siquiera una corona partida al medio. No podemos pasar por aquí, pero tampoco desviarnos mucho más. Presiento violencia...  - Advirtió con desconfianza el sectario de ébano, que aún tenía el brazo izquierdo maltrecho a causa del proyectil recibido en la granja.

- Aunque tal vez podamos empeñar algo para pasar. Avancemos, y veamos cuales son sus exigencias...