Partida Rol por web

La oscuridad de la noche en el bosque envolvía a la comitiva reunida en aquel rincón de aquellos parajes. La iluminación de la hoguera encendida en medio del sencillo campamento, era la única fuente de luz que aportaba claridad en las impenetrables sombras de un lugar nada acogedor, cargado de ruidos nocturnos de los animales que convertían en hogar la tierra plagada de árboles, y de otros seres de carácter menos común cuya naturaleza era mejor no conocer, tal y como Álvaro había podido comprobar horas antes.

Se encontraba sentado junto a su amigo tendido en el suelo y arropado con las mantas de exquisíta manufactura que le habían proporcionado, ambos frente a la hoguera, y lo más cerca posible de su calor, que tanto bien había hecho en el estaliano tras la aventura en el río. Las ropas ya se habían secado, y sus heridas habían sido curadas por los benefactores que los rodeaban, quienes hablaban entre ellos en la extraña lengua que pocas veces escuchó salir de los labios de su vieja compañera.

Ninguno daba muestras de fatiga o sueño, y sentía sus miradas clavarse en él de vez en cuando. Sospechaba que no habían dejado de hablar de ellos desde que los encontraron, pero apenas cruzaron unas pocas palabras más con ellos desde entonces, lo justo para saber la naturaleza de sus heridas y las de Wolfgang, para poder tratarlas. Luego, los dejaron descansar junto al fuego mientras dos de ellos desaparecían entre las sombras de los árboles, y el resto se quedaban cerca del fuego.

Wolfgang había recuperado el color de la piel de su rostro tras las atenciones de una de las mujeres del grupo, y el horror, y la enfermedad parecían haber desaparecido de su semblante. Ahora descansaba tirado en el suelo junto a Álvaro con un plácido gesto que tranquilizaba al estaliano. No tenía claro lo que le habían hecho, una extraña mezcla de medicina y magia, eso seguro. En realidad, lo único importante era que su amigo se recuperaba y de que saldría de aquella, pese a que no había despertado ni una sola vez desde que decidieran acampar allí.

Álvaro mantenía todos sus sentidos fijos en sus rescatadores, y en el bosque que los rodeaba mientras terminaba de comer el conejo, exquisítamente cocinado pese a las circunstancias, que le habían proporcionado. Inmerso en sus pensamientos, salió de ellos cuando un pequeño gruñido llamó su atención, y al mirar en su dirección, pudo ver a Wolfgang estirarse y abrir los ojos en su lecho de hojas y mantas.

Soprendido por todo aquel debenir de acontecimientos, no tenia otra cosa que hacer sino comer y tener los ojos bien atentos, habia sido un golde de suerte, pero uno bien grande. Algún dios tenia que estar riendose ahora mismo de ellos. Cuando vio que su compañero habria los ojos tube que sonreir;

-¿El señor desea cenar ahora o esperara a que llegue la señora? - dije con un tono señorial, haciando una burla de la sobada que llevaba, ademas no era normal que se le callera la baba mientras dormia y menos ante tan distinguidos señores, o quizas señoras. La verdad que era un momento peliagudo, estos elfos querrian algo si no nos hubieran dejado morir en el bosque. Total ese momento estuvo muy cerca.

Hecho un vistazo largo al rededor, intentado buscar al elfo que antes me hablo. Sea como sea queria información.

- Cinco minutos mas, madre, en seguida salgo a dar de comer a los cerdos... - Murmuró Wolf mientras se volvía sobre el lomo para seguri durmiendo como hasta ahora. Aunque sería mas apropiado decir que antes estaba sumido en la iconsciencia, así que sería ahora cuando realmente disfrutaría de un sueño reparador lejos de las tareas de la granja de las que siemopre tení... ¡Un momento!

- ¡¿Álvaro!? - Exclamó frotándose los ojos con las manos, incrédulo por lo que estaba viendo y, sobretodo, oliendo. - ¡Maldita sea, viejo rufián! ¡A mis brazos! - Hizo el amago de levantarse para abrazar a su amigo lleno de la euforia que produce el saber que se sigue vivo después de haber estado a las puertas de la muerte. Sin embargo seguía débil y el pseo de las mantas lo dejó en el sitio. Aunque con los brazos en alto, buscando a su amigo.

Parecía un enorme y feo bebé al que le hubiera crevido la barba.

Los miembros que cuidaban de ellos alcanzaron a oir el despertar de Wolfgang y rápidamente miraron en la dirección de los dos amigos. Comentaron algo entre ellos en su extraño idioma, y uno de los hombres se incorporó para acercarse a la pareja.

Caminando con aire firme, pero despacio para dar tiempo y respetar el "reencuentro" de Álvaro y Wolfgang, el elfo se fué acercando a ellos.

El hombre de estilizados rasgos terminó de acercarse a la pareja y mirando a Wolfgang, dijo con una fría voz.

-Hemos visto que tu compañero ha decidido volver al mundo de los despiertos. Me alegro de ver que se recupera, aunque no dudaba de las manos sanadoras de Yuviel, no se puede negar que estaba al borde de la eterna oscuridad.

Al hablar captó la atención de ambos hombres, y Álvaro, que antes había buscado al elfo que pensaba era el líder de quienes lo acogían, lo pudo ver al otro lado de la zona en la que acampaban al dirigir sus ojos tras el que los acababa de hablar. Entre las sombras, y junto a otro, el elfo los observaba con inquietante frialdad. Habría jurado que antes no estaba ahí, y esa repentina aparición resultó de lo más siniestra.

Estabamos rodeados de elfos con poderes sobre humanos eso estaba claro, y también que nos gustara o no habiamos cambiado el devenir de nuestras vidas de la inquisición a unos elfos sucios que viven en un podrido bosque lleno de bestias y vete a saber que mas.

-Aquí mi amigo presente suele ser fuerte, pero digamos que tanto él como yo no estamos en nuestro ambiente preferido las seguras calles de una ciudad suele ser nuestro ambiente preferido- digo del tirón y sin pestañear, ahora pensando en la jugada y en como sacarles cierta información -no quisieramos estorbar a su grupo, seguro que tienen un montón de cosas que hacer en este inmenso bosque, nosotros nos conformariamos con que nos indicaran una ciudad cercana, pueblo o casa de posta, La ciudad que nosotros llamamos AltDorf seria ideal, pero nos conformamos con cualquier asentamiento humano- no creo que tuvieran intención de arrastrarnos por todo el bosque, ademas no me daba buenas vibraciones todo esto. -mi amigo ya esta mejor, solo hay que verlo los ojos ¿a que si Wolfgang? - digo con una media sonrisa mientras le golpeo un hombro.

El que parecía ser el líder de aquel particular grupo de salvadores, se acercó seguido de uno más, mientras el resto se mantenía en sus posiciones, sentados alrededor de la hoguera.

-No me cabe la menor duda, dijo con su femenina voz, de que este no es ni de lejos el lugar en el que les gustaría estar. Pero eso nos une, humano. Nosotros también nos encontramos lejos de nuestro hogar y ansiamos regresar a él. Mas no sucederá eso con el fracaso en nuestros rostros si ello está en mis manos impedirlo. Es por eso por lo que os hemos ayudado, cuando de normal, debemos pasar inadvertidos entre la gente de este mundo.

El elfo se acucliyó para estar en una posición de igualdad respecto a los dos hombres, y que estos no tuvieran que alzar la vista para hablarle.

-Tu amigo. En los delirios de sus sueños mencionó a quien buscamos desde hace tiempo para devolverla a salvo con los suyos: Lollenda de la casa de Calantir.

Álvaro no pudo sino abrir los ojos de par en par -no suelo hablar con personas que no conozco a menos que sean negocios, pero en este caso es diferente, soy Álvaro de la Manchay soy el jefe de un grupo de espadas de alquiler, mercenarios si lo preferis, Lollenda fue contratada por mi y aceptada de buenas ganas en mi grupo, se convirtio a lo largo del tiempo en una hermana mas y buscamos fortuna juntos- mi cara enmudecio ligeramente y pense en aquel momento en la que Lollenda aguanto como una jabata en vez de huir - antes de daros mas ayuda, aun estando en deuda con ustedes -digo moviendo la mano albergando al grupo de elfos - temo que le espere un futuro malo, aquí en el Imperio cada uno es libre de ir donde quiera y no queremos ponerla en peligro - poniendo cara seria y rotunda -¿que buscais de ella? ¿debo temer por vuestras intenciones?

Las cosas se ponian serias, y dudaba de las intenciones de todos, sobre todo si usaban magia.

Wolf, que todavía se encontraba en ese estado en el que casi eres consciente de todo lo que te rodea pero aún no estás lo bastante despierto como para manejar la información de forma coherente, sacudió la cabeza un par de veces mientras asistía a la conversación entre el elfo y Álvaro. Entendió que no eran de allí, lo cual daba por hecho; que les habían salvado el pellejo y que buscaban a Lollenda, a la que ellos habían dejado vendida ante la marea de orcos.

- Si sois vosotros los que me habéis salvado la vida - Comenzó con voz pastosa e insegura, resistiéndose a las claras a lo que iba a añadir - Os la debo. - Tomó aire en un gran suspiro y lo soltó con fuerza. - Es lo que hay - Se rascó distraído una ceja - Favor por favor. Y no hay nada mas importante que el propio pellejo, así que nada... Os tendremos que ayudar en lo que sea... - Se encoje de hombros y desvía la mirada hacia Álvaro, a quien los favores no le solían hacer mucha gracia.

- Compañero... Tenemos que echarles una mano. Y una bien grande. - Dijo asintiendo, con una seriedad impropia de él. - Pero una cosa os advierto, amigo del que desconocemos su nombre - Alzó un dedo a modo de advertencia - Como ha dicho Álvaro, Lollenda es como nuestra hermana y a ella le debemos mas vidas de las que vosotros podáis salvar jamás. Esto quiere decir que nunca, nunca, nunca, ni bajo tortura o tormento, haríamos nada que pudiera perjudicarla. ¿Entendido?

-Desde luego, qué mala educación por mi parte... Dijo el elfo. Amendil Thir Alaneon es mi nombre, y pertenezco a la noble casa de Alaneon. Yo y mis compañeros hemos venido de allende los mares a vuestra tierra, en la búsqueda de la perdida Lollenda. Pertenecemos al noble linaje de los Altos Elfos de Ulthuan, como vuestra amiga desaparecida, y esta en nuestro deber devolverla con los suyos, puesto que ese es el cometido que se nos ha encomendado por parte de su casa.

El elfo miró detenídamente a los dos hombres antes de continuar hablando.

-El destierro ha finalizado para ella, y los suyos la extrañan, más no debemos interferir en los asuntos de los vuestros, y nuestra presencia no debe de ser percibida en vuestras tierras. Seré sincero, atacamos a las bestias del río por que también somos enemigos del caos, pero de no ser por las palabras en el delirio de tu amigo, señaló con un gesto de cabeza a Wolfgang habríais corrido la misma suerte. Somos conscientes de la ponzoñosa semilla que el caos ha sembrado en los corazones de los humanos, y no íbamos a correr ningún riesgo dejando a títeres del enemigo sueltos frente a nosotros, tal y como pensamos en un principio que érais. Aunque lo que parecían los delirios de un humano drogado, pronto se revelaron como una más de las enfermedades que pudren vuestra carne.

No supe si decia la verdad o mentia como un canalla, esta extraña raza era dificil de entender, pero mas dificil sacarle algo por sus gesto, era como mirar a una pared que te devolvia la mirada.

-Si buscas nuestra ayuda la has encontrado Amendil Thir Alaneon- digo intentando pronunciar lo mejor que puedo- pero justo ahora es un momento dificil-digo haciando una pausa, casi aposta para engravecer aquella escena, pero es que se me cortaba el animo - nuestra amiga Lollenda quedo atras con un grupo de Inquisidores, la historia es muy larga pero les estabamos ayudando de poca gana, en medio de un combate que se torno carniceria entre nosotros y un grupo de orkos escapamos a duras pena saltando a un rio cercano, que casi nos mata si usted me entiende- y vaya que casi nos mata, la madre que lo pario, agua fria, corriente terrible, lo peor que nos ha pasado nunca, a partir de ahora agua en vasitos y poco a poco.

-Le gritamos varias veces que nos cubriera que nos mantuvieramos unidos, pero la carga de los orkos era tremenda y nos estaban masacrando, asi que la perdimos de vista- ¿quizas para siempre? - nosotros escapamos como bien digo, y hasta ahora, de esto solo han pasado unas horas, fue esta tarde mas o menos cuando paso esto rio arriba en una ciudad que nosotros llamamo Delverz, desde allí podeis empezar a buscar, pero esa ciudad es un infierno infectada de orkos si usted me entiende- no la recomiendo ni para la Inquisición, para la bruja si, pero para los demas no por caridad.

En este momento me preocupe, ¿querrian que les acompañaramos? ¿Estaba dispuesto a volver al infierno?

El elfo abrió los ojos en un claro gesto de preocupación, el primer síntoma de poseer sentimientos que veían entre aquella gente.

-Eso es terrible. Dijo. La hija de Calantir precisa de ayuda urgente si lo que contáis es cierto. Tras decir aquello se giró y ordenó. ¡Inara! ¡Tú y Eärnur marchad a explorar la zona en busca de esa localidad! ¡Pero no os arrieguéis, investigad e informad! ¡No debemos olvidar nuestro objetivo de no interferir en los asuntos del Viejo Mundo!

La elfa que había encontrado al moribundo Wolfgang asintió, cogió sus pertrechos, y salió corriendo velozmente hacia la oscuridad del bosque, acompañada de otro elfo que hizo lo propio.

Amendil volvió a centrar su atención en los dos hombres frente a él.

-Vuestra relación con Lollenda os ha salvado la vida, pero aún debe asegurarla. No os dejaremos marchar hasta que la hija de Calantir sea hallada. Y además, ahora estáis en deuda con nosotros. Agradeceremos vuestra colaboración como guías en este mundo que nos es tan extraño.

Era verdad que estabamos en deuda con ellos y eso me fastidiaba, deberiamos estar en una taberna realmente nos lo mereciamos, tranquilos y un poco borrachos quizas con buena compañia jugando a los dados simplemente, hombres tranquilos y libres del Imperio.

Mire a Wolfgang y suspire: -tienes razón estamos en deuda con todo tú grupo y somos hombres de palabra, os acompañaremos y os ayudaremos en este Imperio nuestro que parece que se desmorona en momentos como este, pero os avisamos si nuestra amiga Lollenda sigue con el grupo de Inquisidores no les hara nada de gracia que esteis aquí, y quizas a alguno de ellos desee mataros por el simple entretenimiento de veros sufrir. En un determinado momento espero que confieis en nosotros, puesto que los Inquisidores estan algo locos y en realidad nos gustaria perderlos de vista, si usted me entiende.- no era mi deseo matarlos, pero si morian la verdad que no me importaria demasiado -y para acompañarlos a riezgo de ser pesados, mi compañero y yo mismo hemos perdido parte de nuestras armas en ese furioso rio, podria prestarnos alguna para casos de emergencia, la última vez que fuimos a Delberz estaba infestada de orkos y no creo que eso haya cambiado, así que un par de manos en un combate no estarian nada mal, si usted me entiende.- volver era un suicidio, aunque fueramos con un grupo tan importante como este, si eran la mitad de buenas que Lollenda iban a parecer un pastor dando ostias en medio de los feligreses, pero contra orkos nunca uno podia estar seguro.

Amendil sonrió ligéramente al oir mencionar a los templarios y las armas pedidas.

-No tememos a ningún hombre, por fiero que sea, pero sin embargo mantendremos la cautela, puesto que el sigilo es nuestra fuerza. Primero, esperaremos a que Inara y Eärnur regresen con un informe de su exploración, y luego hablaremos del proceder de esta situación. No dudéis en que os tomaremos como valiosos aliados si se confirma lo que decís, y como unos de los nuestros seréis aceptados, pero de momento, descansad.

El elfo se alejó.

-Os quiero bien fortalecidos si habéis de compartir nuestro camino. Sentenció antes de sentarse frente a la hoguera.

Wolf había dejado que fuera Álvaro quien tomara las riendas de la conversación, refrenando su lengua a duras penas. Al fin y al cabo Álvaro era el líder del grupo y quien debía tomar las decisiones.

Cuando el elfo pone distancia entre ellos, Wolf frunce el ceño y tuerce el gesto en una mueca de desagrado.

- ¡Menudos estos elfos! - Murmura por lo bajo - ¡Qué forma mas elegante tienen de insultarnos! - Niega con la cabeza y se frota las palmas de las manos para hacerlas entrar en calor. - Nos vamos a meter en un buen lío. Primero nos juntamos con hechiceros, luego con inquisidores y ahora elfos que han venido de mas allá del mar... ¡Y todo por siete cochinas monedas que ni siquiera tenemos! - Ríe amargamente y dibuja la silueta de un cuervo en el polvo.

La noche continuo adelante para los dos hombres en aquella extraña compañía, y poco más quedaba por decir. A la espera del regreso de los dos elfos que habían abandonado el campamento para indagar sobre lo que Álvaro había contado, el lugar se quedó en silencio, únicamente rota por el crepitar de la hoguera, y los sonidos de la noche del bosque.

No pasó mucho tiempo hasta que los dos exploradores volvieron a aparecer, surgiendo de entre las tinieblas de los árboles cercanos, y la pareja se acercó a hablar con el que llevaba la voz de aquel grupo. Alejados como estaban de Álvaro y Wolfgang, los dos hombres no podía más que volver a escuchar cuchicheos entre aquellas criaturas de leyenda.

Amendil pareció asentir con la cabeza, y todos se giraron para mirarlos. Luego el propio Amendil, se volvió a acercar a ellos, acompañado de los dos exploradores.

Amendil no habló, dejó que Inara informara con sus propias palabras lo que un momento antes le había dicho a él.

-Aunque la fortuna aún no ha sonreido, parece que se presta a ayudar. Dijo la elfa. Llegamos hasta la linde del bosque arrasado frente a la villa de la que hablasteis, y confirmamos vuestras palabras. Pero tenemos noticias sobre algo que parecíais desconocer: los pieles verdes de los que hablasteis se hayan en cruda situación. Un ejército de humanos, vestidos con pieles de lobo los ha cercado entre ellos y los defensores de la ciudad. Son hombres robustos y numerosos que luchan valientemente, y los orcos y goblins han quedado atrapados entre dos frentes. La batalla aún se tiene que decidir, pero la ayuda recibida por los vuestros parecía inclinar la balanza a su favor cuando nos marchamos de allí.

Amendil habló tras ser informados los dos humanos.

-Está decidido. Pasaremos la noche aquí, y partiremos a esa villa vuestra mañana temprano, antes de los primeros rayos del sol. Veremos cual ha sido el resultado de la batalla, y entonces decidiremos cómo actuar para encontrar a la hija de Calantir. Si la batalla ha concluido para entonces, nos ayudaréis a encontrarla, en caso contrario, deberemos esperar. Dijo. soy consciente del peligro que corre su vida, y que tal vez ya sea tarde, pero no nos está permitido interferir en los asuntos de esta tierra. La buscaremos cuando la batalla haya concluido. Os aconsejo que tratéis de descansar las pocas horas que nos quedan antes de la partida...

Dicho aquello, los tres elfos se alejaron para volver a sus asuntos de elfos, en aquel extraño idioma que hablaban, dejando a los dos hombres descansar lo que pudieran.

Mire serio a Wolfgang, que aquella batalla se hubiera tornado así decia mucho, Sigmar se reia de los debiles como nosotros, y favorecia a los fuertes aplastanto a un millar de inmundos orkos, la verdad que era una situación para no contarlo, espero con todo mi corazón que Lollenda este bien, pero pagaria una de mis manos para que todos esos Inquisidores se mueran, desde el primero al último, esto solo acarrea problemas.

-Wolfgang tenemos que estar atentos, esto pinta muy mal, si uno solo de esos Inquisidores decide ponernos la mano encima, lo tendra muy facil en caso de que ganen la batalla- y de que manera nos pondran las manos encima -ademas ahora no somos de ayuda, ya han llegado a donde querian, solo tienen que ordenar y coger lo que les apetezca- pardiez si era un momento tenso y queria que durmieramos, ¡MALDICIÓN! - debemos descansar, en especial tú, mañana sera otro día de "bocadillo de mierda"*- a saber que recibimiento tendremos.

- ¡Dalo por hecho, nuevo y flamante amigo! - Exclamó Wolf cuando el elfo les indicó que debían descansar. Ahora que se sentía relativamente seguro en la compañía de los habitantes de allende el mar no le iba a resultar demasiado complicado echarse un buen sueño.

- Álvaro, no te compliques la vida. Mañana tendremos un enorme y asqueroso bocadillo de mierda, pero seguro que no será peor que el nos hemos zampado hoy. - Se encogió de hombros mientras se arellanaba junto al fuego - Y si lo es... Pues nada, más nos vale rezarle otro poco a Ranald, a ver si nos manda unos cuantos de esos tipos con pieles de lobo a echarnos una mano. - Frunce el ceño, intrigado - Que no se ni quiénes serán ni de dónde habrán salido, pero vamos, ya podrían haber llegado unas cuantas horas antes y nos hubiéramos evitado un buen montón de problemas - Contempla absorto el crepitar de las llamas mientras poco a poco se le entornan los ojos hasta que cae vencido por el sueño.