Partida Rol por web

No he dicho nada Thalber, solo esperaba - le respondió ante la pulla de su pueblo y su paciencia - realmente sabes poco de nosotros - pero tan pronto dijo aquello observó a Maul, el fanático, homicida y en definitiva el ser más deplorable de todos - ¿tú amigo no necesita de un médico urgentemente? - su estado era deplorable y aunque le importara poco que muriera, lo cierto era que una espada menos, sería más problemas para el resto.

Ha salido con vida de un lance con un ser de las profundidades de la oscuridad mas insondable...sobrevivirá a sus heridas unas horas mas como un héroe que es.-Le comentó a la elfa así de pasada mientras interrogaba a unos y otros soldados de la zona, placa en mano inquiriéndoles sobre la localización de su capitán o su mayor oficial al cargo presente en el cuartel.-Tengo prisa y es un asunto de la mayor trascendencia. Muchas vidas humanas dependen de nuestro fracaso o nuestra victoria, señores.-Contestaba con gran orgullo a todo aquel que dudase apenas un instante en responderle.

Sigmar dame fuerzas meditaba Maul en silencio, un paso adelante y otro y otro y otro, las heridas de su cuerpo le estaban pasando un factura jodidamente larga y en general esperaba que en algun momento pudieran parchearle...ahora solo podia seguir a su jefe y tragarse el dolor.

Al final del dia, solo te queda Acero y Sigmar, Maul tenia los dos asi que podia seguir un poco mas, siempre un paso mas...

Miro a la elfa como quien observa un insecto; no era mas que un pedazo de carne mas, otro trozo de carne, de orejas puntigudas esta vez, que iba y venia como el resto de sus compañeros, ambos sajabarbas profesionales...

Sigmar provera Maul pensaba el hombre apagando el dolor con pura fuerza de voluntad Sigmar provera y tu martillo se resarcira...

Katherina se mantuvo callada viendo el ir y venir de palabras procedentes de lenguas afiladas, imparables o violentas en aquel pintoresco grupo que habían vuelto a reunirse.
Durante todo el camino llevó bien agarrado al grandullón, que estaba demasiado herido para siquiera levantar su martillo del suelo en condiciones. Pero estaba vivo al menos, y a la sacerdotisa le alegraba eso, pues Maul era el único en quien sabía que podía confiar de entre todos esos sabelotodos.

Thalber le encomendó, sin esas palabras, vigilar a los dos mercenarios. Y ella, con un asentimiento de cabeza, tomó de buen grado las coronas que éste le tendió y se alejó del cuartel de la guardia en dirección a una consulta de galenos a pocas calles de distancia.

- Muy bien compañeros, como yo estoy bien y no tengo ninguna herida que sanar, mientras os miran las heridas aprovecharé para agenciarme algo de comida en la primera tienda que encuentre y buscar un lugar donde podamos lavarnos un poco; con suerte en la misma consulta tendrán algún lugar para ello. - les comento a mis acompañantes mientras nos dirigimos a la misma.

Y alli nos dirigimos como unos posesos, buscando curar heridas y unas aguas calientes para labar nuestra mugre.

-Muy bien senorita Muller, no se preocupe- dije quitandole importancia. -Creo que aqui nos atenderan bien- dije mas para escucharlo que por creerlo -todo lo bien que un matasanos puede atender, si usted me entiende- dije sin pizca de humor, y es que no estaba el horno para bollos, nuevamente estabamos con estos locos, nuevamente tentados por el sucio oro y nuevamente deseando morir de una vez o tirarnos al rio, lo primero que ocurriera.

- Que tampoco estamos tan mal. Que siga pudiendo andar es poco mas que un milagro, pero quitando que en la batalla en la que nos separamos me dieron tal tajo en la pierna que casi me separaron el pie del resto del cuerpo y luego pillara una pulmonía casi mas grave que la herida por remojarnos en el río helado tratando de ponernos a salvo no quiere decir nada. Nos las hemos visto peores. - Sonrió, falso como una moneda de madera mal pintad.

- Así que vamos a preguntar donde nos ha dicho el soldado este.

Con grandes aspavientos el grupo al mando de Thalber de Wurtba llegó al edificio donde se encontraban los oficiales de la guardia. Al parecer el oficial al mando no se encontraba en ese momento, pero el teniente de la guarnición, segundo al mando en aquel día tan problemático se encontraba presente. De pie rodeado de unos cuantos sargentos señalaba puntos en un mapa y comentaba con ellos mientras los mensajeros dejaban sobre la mesa papeles y más papeles arrugados, tomaban otros que se les tendían y volvían a salir. Los guardias de la entrada de la sala dejaron pasar a los Inquisidores, pues aparte de reconocer sus insignias llevaban viendo desde lejos como estos impartían órdenes y ponían a todo el mundo nervioso. El Teniente, un joven de mirada astuta y e inteligente echó un vistazo a los recién llegados y siguió con lo suyo con calma.

Avanzado un trecho calle abajo según la dirección indicada por el soldado, el grupo descubrió que la calle estaba concurrida, pero la gente parecía reacia a detenerse viendo la actividad que había en el cuartel próximo. Incluso algunas tiendas que deberían haber estado abiertas en aquella hora del día tenían el cartel de cerrado echado.

Thalber se acercó con paso rápido hacia la mesa donde el teniente se hallaba.-Buenos días.-Lo saludó para llamar su atención mientras se cuadraba y ponía recto como una vara.-Me llamo Thalber de Wurtbad, Cazabrujos e Inquisidor.-Taladró a los de la mesa con la mirada y fijó su frialdad en el Teniente.-Necesito estar enterado de las medidas de seguridad que está tomando, Teniente...un poderoso hechicero de los poderes ruinosos ha incendiado una taberna y se ha escapado entre mis dedos por apenas unos escasos segundos.

Miró el Mapa.-Hace cuanto que habéis cortado el acceso a la ciudad?.-Recordó que el brujo había escapado y era un noble, así que utilizó aquella información a su favor.-Los hombres que mantienen guardias en las entradas y salidas de la ciudad no han tomado relevo aún desde hace varias horas, verdad? necesito que identifiquen a un hombre, tal vez lo hayan visto salir con evidentes prisas de la ciudad, desesperado por irse y con las ropas dañadas o sucias tal vez.-Aventuró rápidamente y bastante seguro de si mismo Thalber.-También me sirve cualquier oficial de aduanas, las grandes caravanas que han salido o saldrán de la ciudad...-Se calló un momento y miró el mapa en busca de las poblaciones mas cercanas a la gran ciudad donde fuera posible que se escondiera el brujo en busca de una montura, un pasaje o acero de alquiler que le protegiera en su viaje.

Necesito también que se corra la voz entre los hombres de la descripción de nuestro objetivo.-Hizo memoria rápidamente, pues nunca olvidaba una presa.-Un hombre joven, no llegará a la treintena, sus ojos son azules y duros como los de un noble, de cabellos negros y rizados, algo largo aunque no demasiado, un hombre alto e incluso apostaría a que era algo mas alto que yo, espigado y de seguro cobarde y adulador como todo noble entre la espada y la pared.-Sonrió con malicia.-Necesitaré unos caballos y unos pocos hombres para realizar una batida a caballo por todos los pequeños pueblos de la zona, puede que ese cobarde haya huido de la ciudad y no queremos perderlo cuando lo teníamos tan cerca.

¿¿Como dice?? La información que acababa de recibir parecía que lo había turbado. Disculparnos caballeros. Continúen con la organización ahora vuelvo. Apartándose de la mesa hizo un gesto con la cabeza al trió para que lo siguieran. Los sargentos reunidos se quedaron con la boca abierta mirando como el grupo se alejaba. Cruzó una puerta hasta una estancia llena de mesas plagadas de papeles. Una vez dentro, cerró las puertas y se apoyó en una mesa con el semblante blanco. ¿Un poderoso hechicero dice? ¡Oh Sigmar! Eso explica los dos incendios en tan poco tiempo... Era verdad, otra posada había ardido durante la noche en las proximidades a la llameante "Luna Roja".

El teniente de la guardia se pasó la mano enguantada por la cara para quitarse el sudor mientras reflexionaba. Lo cierto es que cerramos todas las puertas de la ciudad en cuanto comenzó el incendio. Para que no entraran con el desorden gentes sin control alguno, esos momentos siempre son buenos para... ya sabe, colarse y eludir la revisión. Eso fue... Parecía hacer memoria. Eso fue nada más ver los primeros jirones de humo sobre los tejados. El capitán se dirigió a la puerta sur donde llegaban informes de disturbios y protestas. Apartó los papeles de la mesa y dejó ahí sus pesados guantes.

Se cerraron todas las puertas, menos la noreste claro, que no tiene puerta tal cual, está derruida y se está reparando. Es imposible pasar por ahí pese a no haber guardia, llevamos tiempo trabajando en ella y hay todavía para años. Está llena de andamiajes, ya sabe, esas estructuras altas de madera que... Sobraban las explicaciones de qué era un andamiaje y se dio perfecta cuenta por la cara de Thalber.

Asintiendo accedió a lo que le pedía el Inquisidor. Por supuesto haré correr la voz y mantendré a toda la guardia informada. Va a ser un día de locos. La gente ya está intranquila, y esto... será la gota que colma el baso. No debió decir lo del hechicero en la sala, si me permite decirlo señor, se correrá la voz pese a que son buenos hombres. Conocerá el panorama, chismorreos de soldados. Muy seriamente miró a Thalber. Habrá disturbios...

Los caballos se los podemos facilitar sin problemas. Los hombres, eso me es imposible señor. Estamos terriblemente cortos de personal, y no podemos prescindir de más hombres. Precisamente la puerta noreste está sin vigilancia por la falta de personal, aprovechando que resulta imposible cruzarla y está plagada de trabajadores. Suspiró, pues los caballos tampoco era algo de lo que le gustara prescindir, era la guardia de la ciudad, y pese a tener caballerizas la mayoría de las labores se realizaban a pie, y los pocos caballos que había eran de los oficiales y los mensajeros. Aquello costaría remplazarlo.

Lollenda, con su aspecto delicado y firme clavó la mirada violacea, dura y fría sobre aquel oficial humano. Escuchó atentamente el reporte y en cuanto llegó al final de su informe Lollenda bufó y cruzó los brazos frente a su pecho, acto seguido miró a Thalber y torció un poco el gesto - esta claro por donde escapará el hechicero, o ¿soy la única que lo ha visto tan claro que duele?

No verá, eso no es así, la zona está prohibida al paso de la gente, los capataces tienen orden de no dejar cruzar a nadie, y su oficial de obras es un enano. Créame, ese... enano... es de todo menos cordial, ni con sus trabajadores es amable, así que no imagino a alguien intentando cruzar "su obra", y no me refiero al sentido de reparación, sino según él, al artístico. Se encogió de hombros resignado seguramente al recordar pasados enfrentamientos con aquel sujeto.

Thalber hizo un gesto cortante con la mano, dando por terminadas las excusas.-Gracias por su colaboración Teniente.-Miró a la elfa largamente, tal vez su raza podía ser antigua y sabia pero la xenofobia humana y el asco de Thalber por las criaturas que reptan entre la mierda de los poderes ruinosos hacían que esa clase de detalles brillaran frente a él como una pira ardiente.-Tenéis un mapa a mano?.-Le preguntó al oficial.-Indicadme los caminos que salen de esa puerta derruida y que poblaciones se hallan cercanas a estas? ninguna de ellas mas alejada de un día a caballo a lo sumo...ese cabrón cobarde no ha podido llegar tan lejos aún.-Miró a la elfa de nuevo.-Lleváis razón, los enanos son seres codiciosos y estúpidos...Apostaría mi vida a que vio dinero y se bajó los pantalones ante aquel noble corrupto.

Necesitaré entonces hombres de alguna manera, la ayuda monetaria me seria útil para contratar acero de alquiler y no dude en que mis superiores sabrán pagar esta ayuda, Teniente...-Apoyó una de sus manos en el hombro del Teniente e hizo un gesto con la otra como dándole vueltas a su nombre, esperando oírlo, pues si ese hombre le ayudaba a capturar a ese hechicero, por los dioses que Thalber lo ascendería a lo mas alto al coste que fuese.-Necesitaré acceso a su armería para aprovisionar a dos de mis hombres de un acero decente para sus manos y algo para defender sus cuerpos de los ruinosos poderes a los que mataré.-Le siguió explicando calmadamente.-Lamento también el caos causado en su mesa de mando Teniente, pero espero que pueda usted perdonar ese error dada la urgencia e importancia de mi labor, como le dije la Inquisición no olvida a sus amigos.-Aquello parecía una promesa, de qué? no se sabe, pero fuese buena o mala Thalber solo expulsaba autoridad y miedo.

Oro... enanos... Oh maldita sea, espero que no se haya dado el caso, si no ahorcaré a ese ingeniero yo mismo. Con la mano de Thalber sobre su hombro lo miró y susurró confidencialmente. Odio a los ingenieros, yo siempre quise ser filosofo y me repatean los higadillos con sus mapas, planos y pensamientos cuadrados. Luego dejando a un lado su disputa profesional con aquel antiguo gremio desvió la mirada y comentó mientras un poco de color subía a su rostro. Lamento... me avergüenza decirle esto pero... la ciudad no pasa por su mejor momento tras la guerra, y es bien conocido que las arcas están bastante vacías. La guardia se lleva siempre la peor parte como bien sabe, no tenemos más oro que el que nos envían para abastecer de alimentos a nuestros hombres y... estamos a fin de mes.

Eso lo decía todo, no había nada más que explicar, la guardia, fin de mes, oro... Palabras que entraban en conflicto por si solas. Pero si que les podremos facilitar protecciones y armamento, no mejor que el que han visto que nuestros hombres portaban, pues eso es con lo que nos obligan a enfrentarnos a los peligros.

Se dio la vuelta y trajo un largo pergamino de la mesa que tenía al lado, abriéndolo y colocándolo sobre el escritorio en el que se apoyaba. Con una daga y un par de objetos pesados lo desplegó y comenzó a señalar con el dedo. Nosotros estamos aquí, en Middenheim. Señalo el MAPA con el dedo. La puerta Noreste se encamina hacia estos territorios, y estos son los pueblos más cercanos. Fue señalándolos uno a uno. Los más cercanos son Shok y Frote. Ambos a un par de horas de distancia en animal y a bastantes más a pie.

No se preocupe...-Dijo Thalber al comentario de ahorcar al enano, de enterarse el propio thalber lo cosería a virotazos como a una puta leprosa de Nurgle.-Es mejor todo el apoyo que nos está ofreciendo antes que nada Teniente, dispone de mensajeros a caballo? tal vez con enviar un mensaje a las poblaciones sobre la descripción del hombre y sus intenciones ayude a la propia población a capturarlo, con uno solo hacia Shok me bastaría.-Señaló el otro punto.-Cabalgando como si no hubiera mañana llegaríamos incluso antes, tiempo justo para alcanzar a ese malnacido en caso de que aún se esconda en alguno de esos pueblos.-Su dedo acariciaba las letras de Frote con suavidad, como si tocara un preciado premio.-En caso de perderle la vista en Frote podríamos ir a investigar a Shok mientras buscamos otras posibles rutas de escapada...de seguro el hechicero estará intentando volver sobre sus pasos a algún lugar seguro para él, si no por que exponerse a los peligros del camino?.-Se preguntó a si mismo

De acuerdo, el siguiente mensajero que regrese con misivas lo mandaré a Shok a caballo. La descripción ha quedado clara. El hombre comenzó a enumerar con los dedos mientra repetía lo que había dicho el inquisidor: Un hombre joven, que no llega a la treintena, de ojos son azules y duros, de cabellos negros y rizados, algo largo aunque no demasiado, alto y espigado. ¿Correcto? Comenzó a anotarlo tras haberlo recitado, tomando una pluma y un trozo de papel.

Viste ropas nobles y caras, se hará pasar por su evidente facha aunque intentará dar lastima, sobornar o comprar a cualquiera que pudiera.-Miró a la elfa.-Yo al menos lo haría así.-Luego devolvió su mirada al Teniente.-También intentará viajar lejos de la ciudad, ya sea por miedo a que hubiésemos escapado o por que planea reunirse con su concláve de sectarios...tal vez haya intentando cambiar su imagen...-Comentó el Cazador, pero luego asintió.-A priori es la información que se necesita, tal vez aunque no sea algo preciso sea de gran ayuda para nosotros.-Nuevamente agradeció al Teniente e incluso se tomó la libertad de esbozar una media sonrisa de satisfacción, hombres como él hacían sentir a Thalber que el mundo algún día podría ser un lugar mejor...pero hasta entonces habría que purgar a sangre y fuego a todos los aliados de lo impuro.

Lollenda, Maul vamos a por el resto, esperaremos afuera con los caballos y el equipo.-Miró al Teniente y le avisó.-Teniente esperaré afuera los caballos y el equipo acordado, que Sigmar le bendiga.-Dijo como despedida antes de salir afuera en busca de la imagen de sus compañeros al trote con lo que les ordenó o al menos con la esperanza de que la espera no fuera para nada muy larga.

Si, por supuesto, siempre es un placer ayudar a la inquisición, sobre todo si es para atrapar a un... ser que está causando tantos destrozos en una buena ciudad como esta. Se dispuso a marchar, pero antes enrolló el mapa y lo tendió hacia Thalber. Puede que les venga bien. Iré a por lo que les prometí, aunque puede que me lleve un tiempo, ¿Cuántos caballos necesitan?

Seis caballos, aunque nos podríamos apañar con cinco.-Comenta Thalber mientras coge el mapa y lo guarda en su bolsa.-No puedo prescindir de mas de una o dos horas, lo que tardan en volver mis hombres con el galeno, que este los atienda y marcharemos raudos, espero obtener eso antes o me veré en la obligación de marchar.-Aquello lo dijo lamentándose de la posible perdida del equipo para Lollenda, Wolfgang y Álvaro.

Lollenda, después de la mirada que le dedicó el inquisidor decidió que aquel no era su terreno y se mantuvo en silencio durante toda la conversación. No quiso buscarse más problemas de los que tenía, ya que aunque fueran deplorables humanos, podrían dejarla en la estacada sin pensarselo mucho.

Asintió cuando convino aquel cazador de brujas de ir a por los demás. Se mantuvo en silencio, terca como una mula y con el semblante serio y sin demostrar emoción alguna.