Partida Rol por web

Señora del Osario, atiende a tu siervo y castiga a estas criaturas...

La maza de Andrej comienza a brillar con una luz plateada, mientras el joven golpea al lobo que está intentando flanquearle, la herida parece hacer hervir la sangre al golpear al animal.

Stan se prepara para atacar a la criatura que se detiene delante de él. Pero entonces repara en los ojos negros de aquel lobo. Desprenden un brillo malévolo e inteligente que le pone la carne de gallina. Le hacen pensar en un pozo hondo y maloliente que había cerca de la casa de su abuelo Bran. Le hacen pensar en aquella tarde en la que el hijo del herrero calló en aquel agujero cuando estaban jugando a castillos. Le hacen pensar en lo horrible que fue ver salir aquel cuerpo embadurnado de agua pestilente y pútrida.

Stan duda durante un momento y retrocede un paso involuntariamente.  Como si se hubiera dado cuenta de este hecho, la criatura abre la boca y comienza a gruñir desde lo más profundo de su garganta, haciendo caer al suelo goterones de baba sanguinolenta. El estoque se le cae de las manos y las piernas comienzan a temblarle, pero aún así comienzan a moverse frenéticamente para alejarse de aquel perverso ser.

Los lobos se centran en Andrej y Robert intentando morderles las piernas y tratando de evitar sus mazas y hojas, pero sólo uno de ellos consigue transpasar sus fuertes armaduras y morder una de las piernas de Robert.

Robert vio como Umbra acababa de una acometida con uno de los lobos y sonrió interiormente.

Seguía teniendo delante dos para él sólo y tenía que seguir luchando contra ellos.

Por el rabo del ojo también pudo observar que Stan se levantaba del suelo, y se alegró por él, sin embargo se dio cuenta que salía corriendo y soltó una maldición. Tenía que acabar con esto ya.

- ¡Morid, criaturas del demonio!

El hechicero estaba satisfecho con el accionar de su "mascota" pero cuando menos se lo esperaba, una de las bestias cruzó la mirada directamente con el. Pudo ver la profundidad del abismo en aquellas cuentas llenas de odio y su espíritu no lo soportó.

Titubeando soltó el bastón que llevaba y de a poco... primero paso por paso y luego con mas prisa, se alejo todo lo que pudo de aquellos ojos. 

Umbra, sin su maestro... permaneció inmovil.

Aquellas criaturas realmente eran terroríficas; quizá no era por su presencia, sino por la cantidad de lobos que había aparecido en tan poco tiempo. Sin saber bien que decir, y teniendo la protección de mis compañeros de mi lado, lancé unos proyectiles contra el lobo que atacaba a Keks. Te...¡tenemos que acabar con ellos, pronto!

Robert hizo dos tajos en uno de los lobos que acabaron inmediatamente con su vida. Xanfalcon, mientras, salía corriendo alejándose de aquellas criaturas, mientras que Morgana lanzaba unos proyectiles que esquivaban al oráculo clavándose con fuerza en el enemigo que había delante de él.

Keks alzó su maza y la dejó caer con todas sus fuerzas sobre el cráneo del lobo herido por los proyectiles de Morgana. Los enemigos iban muriendo uno a uno. Era cuestión de aguantar un poco más...

-¡Eso está hecho, Morgana!.

Andrej rodea a la criatura y descarga su maza contra ella aplastándole la cabeza.

Stan continuó corriendo mientras Keks y Andrej se deshacian de otros dos lobos. El último lobo, trató de luchar hasta el final. Esperaba al menos llevarse a uno de ellos... y ese era Robert.

Xan huyó del combate buscando librarse de la presencia de aquellos seres. Umbra permanecía impasible.

Robert se quedó mirando al último lobo que quedaba en pie y atacó con renovada fuerza. Ese combate ya estaba casi acabado, y por suerte, iba a terminar bien.

La espada de Robert se deshizo con un tremendo golpe del último de los lobos que atacaban al pequeño grupo. Sin embargo no se hizo el silencio en la isla y continuaba el ruido de la lluvia, los fogonazos de los relámpagos y el viento ululando entre los árboles y las ruinas.

Delante de vosotros yacían las tumbas de los dos razimiri que habían muerto y habían sido enterrados. Andrej ya conocía la escena, a los demásos tranquilizó comprobar que las palabras del inquisidor parecían ahora más reales de lo que eran minutos antes allá en la playa.

Keks contempló el resultado del combate, las siluetas rotas de los lobos yaciendo patéticamente contra el suelo, deformes, húmedas y muertas.

Pero el peligro no había terminado, varios de sus compañeros estaban expuestos.

-Tenemos que ayudar a Xan y a Stan, ¡Andrej, ve con Morgana a proteger a Stan! ¡Robert, vayamos a cubrir a Xanfalcon!. Cuando se les pase el miedo mágico, nos reuniremos aquí...

Por algo suelo trabajar solo...

Si me acerco lo suficiente, podría ayudarles...

Andrej sigue las indicaciones de Keks sin bajar la guardia...

No bastaron sino estas palabras para que a ellos se les pasara el efecto del miedo. Quizás fuese sólo por casualidad, pero el caso es que Stan y Xanfalcon recuperaron la cordura.

Ya se encontraba Robert corriendo hacia el invocador, siguiendo el consejo de Keks, cuando se dio cuenta de que la mirada de Xanfalcon volvía a recuperar su color normal y la niebla de miedo que los envolvía se disipaba.

- ¿Estás bien amigo? Esas criaturas ya no nos molestarán.

No estaba en absoluto enfadado, pues hasta el mismo guerrero había padecido ligeramente el efecto de esos ojos maléficos clavados en su alma.

Xan no estaba para nada orgulloso de haber sucumbido al miedo provocado por esas criaturas. Asintió a Robert pero no quiso hablar mucho al respecto.