Partida Rol por web

Abbas se encontraba junto a Ibrahïm cuando la extraña voz llegó a sus oídos. ¿Qué significaba aquello?
El animal, sin comprender muy bien qué estaba pasando, pudo intuir el nerviosismo del joven; asustado, se enroscó entre las piernas del mago, haciéndole trastabillar.

Ravic no entendía nada. A los gritos de un turba que parecía encolerizada, le seguían ahora otros gritos de otra voz como queriendo defender la casa, ...., pero no veían a nadie. ¡Qué demonios estaba pasando! ¿Era algún truco mágico que intentaba minar la cordura del grupo?

 - ¿Qué está pasando aquí? - Es lo único que pudo arruinar a decir el desconcertado explorador.

Esas voces parecían ecos del pasado que revivían quizás los días de la plaga que asoló Wati, época en la que los Lisimba se vieron obligados a huir. Muchos fueron los miedos derivados de una educación llena de superstición que se reflejaron en los ojos del joven mercader, una incomprensible locura que afloraba en un momento en el que parecía afectar a casi todos los Leones de Wati.

Alí puso ambas manos en sus ojos en un intento de serenarse y descubrir que todo aquello era una simple ilusión. Al quitarlos descubrió que todo seguía igual.

Un escalofrío recorrió tu espalda. El grito desgarrador de la mujer se te clavaba en el alma, cualquier cosa que pudiera entrar por esas puertas debía ser terrorífico...

Así que un miedo irracional te invadió y lo único en lo que pensabas era en salir de allí a toda costa....

Un escalofrío recorrió tu espalda. El grito desgarrador de la mujer se te clavaba en el alma, cualquier cosa que pudiera entrar por esas puertas debía ser terrorífico...

Así que un miedo irracional te invadió y lo único en lo que pensabas era en salir de allí a toda costa...

Un escalofrío recorrió tu espalda. El grito desgarrador de la mujer se te clavaba en el alma, cualquier cosa que pudiera entrar por esas puertas debía ser terrorífico...

Así que un miedo irracional te invadió y lo único en lo que pensabas era en salir de allí a toda costa...

Un escalofrío recorrió tu espalda. El grito desgarrador de la mujer se te clavaba en el alma, cualquier cosa que pudiera entrar por esas puertas debía ser terrorífico...

Así que un miedo irracional te invadió y lo único en lo que pensabas era en salir de allí a toda costa...

Los gritos de la mujer se volvieron histéricos, apenas inteligibles. Las puertas se agitaban próximas a caer derribadas... lo que había fuera estaba a punto de entrar...

Un sudor frío recorrió la espalda del joven mago. No comprendía la naturaleza de aquello que golpeó su mente con gélida garra, y el terror más puro le atenazó el alma.
Algo sacudía las puertas con la ferocidad de una tormenta desatada.

- Es...horrible... - acertó a balbucear.

No... no creo que debamos quedarnos aquí. Debemos huir. Empezó la frase tímidamente, pero el final de esta era imperativa.

Algo parecía afectar seriamente al bribón, su deslumbrante sonrisa estaba borrada por completo de su faz y sus comentarios eran escuetos y nerviosos. Alí no acostumbraba a maravillar al mundo con su valentía, pero tampoco era tan cobarde como lo estaba demostrando en aquellos instantes.

Los ojos se le abrieron como platos a Ravic, y un miedo visceral se apoderó del soldado explorador. Sólo atendió a las palabras de Alí, que parecían estar alineadas con él.

 - Sí. Debemos huir. - Dijo Ravic, mientras instintivamente retrocedía.

-¡¿Qué os pasa?! ¡¡Vosotros no sois cobardes!!...- Se apresuró a decir mientras interponía su cuerpo para que no se marcharan. Las reacciones de la chiquilla jamás habían mostrado un tono tan tajante como aquel, y destilaba seguridad en aquello que decía. -¡¡No dejaré que marchéis de aquí como ratas!!- añadió desafiante mientras un fulgor anaranjado se arremolinó en sus verdosos iris...

Awib apartó a Nylwa, quién intentaba frenar el paso a los otros compañeros de expedición, con sus robustos brazos y miró con recelo hacia la hacienda.

- Debemos marchar.... vayamonos ¡AHORA! - grito con cierto temblor en su voz, algo nada habitual en la serena y determinada paladin de Torag.

La muchacha viendo las caras de pavor de sus compañeros, se retrasó anteponiéndose a la puerta de salida. - ¡No sé qué demonios os pasa, pero si queréis huir, tendréis que hacerlo hacia dentro!...- avisó de forma desafiante mientras anteponía su guja a modo de barrera. Nylwa estaba dispuesta a pelear con todos ellos si esa era la forma de que recuperaran su valor. Durante la exploración de la Tumba de Ankhetepi, pasaron situaciones peliagudas y estuvieron al borde de perder la vida en más de una ocasión, pero ninguno de ellos mostró el miedo que allí había emergido...

Algo oscuro se cocía entre aquellas paredes, y la chiquilla de piel bronceada y armadura dorada, debía hacerse a la idea de eso. - ¡¡Si queréis marchar de lo que os atemoriza, entrad!!- dijo con total seguridad, mientras nuevamente unas fulgurantes runas amarillentas se dibujaron durante unos segundos en su piel.

Las palabras de Nylwa apenas llegaron a los oídos de Ravic. Sus ojos se abrieron más si cabe ante algo que se suponía que estaba detrás de la esbelta figura de Nylwa. Siguió con su inconsciente retroceso y nuevamente emergieron palabras de su boca:

 - Hay que huir de aquí.

Sin pensarlo dos veces, dio media vuelta y emprendió la carrera contra las puertas dobles principales de la casa. Cuando estaba a escasos metros, antepuso el escudo que habían encontrado en el complejo de la tumba de Akhentepi a modo de ariete, con la sana intención de derribar las puertas sin mucha contemplación.

Ravic, en su angustia por salir de aquel patio, se acercó a las puertas dobles que tenía enfrente y con un empellón fruto de la desesperación las abrió de par en par.... La luz penetró en un vestíbulo en el que columnas de colores brillantes se alzaban en las cuatro esquinas de este. Jeroglíficos cubrían las paredes y suelos de baldosas, oscurecidos en algunos lugares por montones de polvo y arena. Unos arcos abiertos conducían hacia el norte, este y oeste. Desperdigados por la sala había un trío de humanoides esqueléticos vestidos con ropajes raidos y armados con espadas khopesh que habían visto mejores tiempos. Al detectar la presencia de Ravic se abalanzaron sobre él...

Como alma que lleva el diablo Ali se lanzó contra los esqueletos animados buscando sortearlos para seguir corriendo adentrándose a ciegas a un lugar que debería darle tanto pavor o más que el que le provocaban aquellas alucinaciones fantasmales en la puerta... en cualquier caso aquellas perdidas de cordura de los Leones de Wati abocaban al grupo a un peligro que de momento el joven mercader se iba a encargar de padecer en primera persona.

Nylwa avanzó al ver como Alí se adentraba en las entrañas de aquella casa abandonada e infestada de muerte en vida. La muchacha había madurado en los pocos días que llevaba conviviendo con sus nuevos compañeros, notando como algo en su interior había medrado.

Entró sin mostrar miedo, decidida de aquello que se disponía a hacer. Nuevamente, un fulgor anaranjado se arremolinó en sus ojos verdosos, mientras que sin saber muy bien cómo, una llama se encendió en su mano enguantada con el cestus. Cuando se halló lo suficientemente cerca del esqueleto, le propinó un golpe no demasiado fuerte pero sí cargado de llama. El fuego se trasladó de su mano y ennegreció los macilentos huesos de aquel ser...