Ailush, sabían quien nos había contratado, quiza sepan algo más. Las palabras de Aenghus salen de sus labos mientras revisa el filo de su arma y la guarda en la funda.
No me gustaría saber que hay gente interesada en que no encontremos a los chicos.
El tio tiene cara de pocos amigos, y no pierde la compostura aunque le hayais vencido. Os mira desafiante, aun estando atado y sin armas, no os tiene miedo.
Si vais a interrogarle teneis que decirme como lo haceis, o quien lo intenta. Podeis darme una descripcion o hacer una tirada.
La joven se acerca al bribón, con las armas guardadas. Hace una breve plegaria al Padre Radiante y luego hable.
- Puedes decirnos quien te ha contratado o para quien trabajas, por favor. Quién puede estar interesado en que no encontremos a los jóvenes.- Le mira con franqueza.- Ya has hecho lo que te habían encomendado, atacarnos, ahora yahas terminado la lealtad pra con él, o ella.
Tirada: 1d20(+8)
Motivo: Diplomacia
Resultado: 15(+8)=23
Prueba dediplomacia, tras lanzar un orientación divina para tener un +1 a la prueba.
- ¿Que te has creido que soy tonto? ¿Que gano yo con eso? Seguro que mi Jefe me mata despues.-
Con diplomacia has reducido su actitud de Hostil a Malintencionado.
Esfurmo agradece las curaciones que la joven y turgente Ailush ha derramado sobre él como cerveza fresca de los montes de la Cerveza. Luego se arrasca un poco la rodilla con su martillo ganchudo (en realidad, la peculirar forma de los martillos ganchudos sólo tiene como causa su facilidad para servir de arrascadores) y revisa los cadáveres ávidamente en busca de metal.
No hay metal, por lo que el herrero compone una mueca de disgusto y se encara con el jefe de los bandidos.
-Hungus tiene razón, hay alguien que no quiere que encontremos a los jóvenes -hace una pausa y mira a Mafuso con el rostro interrogante, mientras sus labios forman la expresión: ¿¿¿Qué jóvenes??? que todos comprendéis-. Y eso es preocupante. Tú. Gazapo de la naturaleza. Errorzuelo de las callejas. Bandidillo de saldo y tetera remendona... ¿Tienes miedo a que tu jefe te mate? ¡Ajá! Pero eso es porque tienes un jefe. Así que ya nos has dado el primer dato, inadvertidamente: nuestra astucia te supera, ríndete, ríndete ya, ríndete, sí. Ríndete, porfi. ¿Sí? ¿No? ¿Cómo que no?
Saca un pequeño martillo de templar metal y comienza a golpear las rodillas del jefe de los bandidos, como si quisiera probar los reflejos del ahora completamente perplejo bandido.
-Te aseguro que tienes razón. No ganarás nada hablando ahora. Es más, tienes muchísimo que perder. Porque te diré una cosa. Llevo años trabajando en una pieza de ortopedometalurgia definitiva: ¡la metalodilla! Una rodilla de metal que permitirá a su afortunado portador doblar la pierna hacia delante y no solo hacia atrás: ¡imagina los beneficios de este invento! ¡La gente no tendrá que usar el culo para sentarse! ¡Podrán dormir colgados de una lámpara! ¡Ahorraremos millones de piezas de oro! -Su entusiasmo hace que cada vez golpee más fuerte con su martillo en las rodillas del sufrido bandido- El caso, sin embargo, es que nadie ha querido prestarse hasta ahora como voluntario para disfrutar de las ventajas de mis metalodillas. Pero en cuanto he visto tu cara amordazada y tus manos maniatadas me he dicho: ¡Esfurmo, éste no puede escapar! Así que como ves, tendrás el honor, el privilegio, la infinita merced de ser un pionero en el paso del hombre al metalhombre: por eso te aconsejo vívamente que no nos digas nada, porque entre nosotros, si a esta gente les resultas útil no me van a dejar seccionarte las rótulas y sustituirlas por réplicas hipermegatrofiadas y tuneables...
Ailush mira a Esfurmo con cierta muestra de alarma en el rostro.
- Ciertamente, no podemos dejare ir así sin más.- Dice la joven, mientras con una mano frena el insistente movimiento de Esfurmo con el martillito.- Pero si nos muestras sigos de buena voluntad, como ayudarnos a detener al individuo que te ha contratado, dónde lo podemos encontrar y cuales eran tus órdenes exactas, sin duda servirían como atenuantes para mejorar tu situación. Pero es preciso que nos ayudes a ayudarte.- Hace una pausa en la que mira al jefecillo.- Pero si te empeñas en poner las cosas difíciles, sin duda te dejaré a tu suerte.- Mira al gnomo y de nuevo al hombre.- Pues hay jovenes inocentes que necesitan nuestra ayuda.
La idea es ir cambiando su actitud, paso a paso. Haz tu mismo las tiradas pertinentes.
Después de oir lo de la metalodilla, doy saltos de alegría, diciendo a mi hermano- ¡Perfecto! ¡Me encanta!. Si, mi hermano tiene razón. Mejor no digas nada. Además, así, podre comprobar luego como es de resistente el invento, no queremos ponerte un implante de mala calidad, y que luego llames a millones de hordas interplanarias para presentarnos una queja por ello. Así que, por favor, no nos digas nada. Será lo mejor para todos. Por cierto...
¿Te gustan los sapos? ¿Quieres darle un besito al bueno de Clyde? -digo sacando mi sapo, y poniendo su verrugosa cara delante del bandido- Venga, dicen qué, si das un beso a un sapo, no pasa nada. ¿Por qué no lo pruebas?. Quiero ver si pasa algo. Venga, porfa, porfa porfa, porfa please, porfa please con nata por encima...
El gesto del hombre cambia levemente y se vuelve desconfiado, observa atentamente los golpes del martillo de esfurmo contra sus rodillas.
- Si me dejais marchar ileso, os dire quien es el responsable. Os dire un nombre, solo el nombre de quien desea que fracaseis. Pero debeis darme tiempo, no podeis usar ese nombre hasta mañana, para que me de tiempo a preparar mi huida. Me marchare a otra ciudad.-
Tirada oculta
Tirada: 1d20
Motivo: Intimidacion Esfurmo y Mafuso
Resultado: 20
La joven mira a sus compañeros en busca de sus reacciones.
- Que os parece?
Escoria... la mirada de Aenghus determina lo que haría con gentuza como esta. Suspirando parece resignado y mira a Ailush.
Tu decides, yo no se manjear estas cosas.
Ailush mira al hombre.
- Cómo te llamas?- Pregunta serena- Me parece bien, nos dices el nombre, y te dejaremos partir.- Hace una pausa.- Pero quiero que nos prometasque no volverás a alguien inocente.- Esas palabras sn pronunciadas con gran determinación.
- No se si puedo confiar en vosotros, liberadme antes de mis ataduras y tendreis el nombre de quien me contrato.-
Os acerca las ataduras de las manos.
- Las manos y las piernas, no puedo escaparme me agarrariais rapidamente. Pero quiero una muestra de fe, que puedo confiar en vosotros.-
Viendo como está sin armas ni armadura, pues ha sido regitrado cuando estaba atado, ailush mira a mafuso y a Aenghus para que le aferren.
- Sea, pero ten presente corresponder esta muestra de buena fe.
¡Vaya, mi pergamino de bola de fuego!... Soltadle si queréis. Si nos engaña, practicaré puntería, a ver cuán hábil soy lanzando bolas de fuego. Siempre he querido lanzar una a un humano que corría, pero nunca tuve oportunidad. ¿A qué sí, Clyde? -digo a mi sapo, el cual pongo sobre mi hombro, para que no se pierda ni un solo minuto de la acción.
-Dadme un día y forjaré unas esposas que no podrá quebrar ni el aliento de un dragón anti-esposas. Aunque si os cae el aliento de un dragón encima en lo que menos estaréis pensando es en si vuestras esposas siguen intactas. Supongo que debe ser triste achicharrarse y no poder rascarse ni un poquito al estar esposado. -Esfurmo martillea nerviosamente su armadura mientras mira alternativamente al bandido y a sus compañeros- Yo agarraré de una pierna: Mafuso, si se suelta usa tu pergamino y churrúscanos. Y dile al tio Tim que conseguiré una Escafandra.
El gnomo se aproxima al bandido y se prepara para aferrarse a su pierna en cuanto se le desate.
Preparo mi pergamino, mientras digo- Descuida, yo se lo diré. Aunque, si te es posible, preparame a mi una escafandra de esas, que tanto hablar de comida me está dando hambre. Por cierto, que desnutrido estás. Seguro que no has comido en años...
Bueno, ya estoy preparado. Cuando quieras...
Aenghus mueve la cabeza consternado. Definitivamente cada vez se siente más fuera de lugar.
Despues de liberar sus ataduras. Mientras Esfurmo le sujetaba la pierna. El hombre vacilo por unos instantes. Y al final dijo tartamudeando levemente.
- Dornig Leyraghon, el nos dijo que os dieramos una leccion, no era necesario que os mataramos, solo que nos quedaramos con todas vuestras pertenencias. Daros esta informacion me traera problemas, podeis quedaros mis armas y mi armadura, solo reclamo mi libertad en justicia del trato que acabamos de hacer.-
La secerdotisa asiente.
- Me parece bien. Por mi puedes irte donde te conduzcan tus pasos.- Hace una pausa.- Tan sólo ten presente eso, hoy has estado apunto de perder tu vida, y ha sido así por el camino que has elegido. Yo de ti reflexionaría en ello. Siempre estás a tiempo de seguir un camino de bondad que te permita vivir en paz y alegría.
La doncella habla con pausa y serenidad.
- Si estubieras dispuesto a testificar lo que nos has contado, estoy dispuesta a intercedir por ti ante la ley y me ocuparía de que ese Dornig Leyraghon no te dañe a ti ni a los tuyos.