Partida Rol por web

GRUPO DE BATALLA II:

FASE DE BATALLA 4: ASALTO 03 DE 10.

Esta tarea debería parecer sencilla pero tanto la naturaleza como la resistencia que tenían estos seres me impedía realizar mis ataques con fuerza y precisión. Lengua Negra se había acercado para luchar a mi lado, pero aún siendo dos, nos podíamos destruir a ninguno. 

En plena lucha, escucho a Loor dar una indicación, es como si hubiera estado al lado mio, por lo que la orden se impregna de forma clara en mi. El punto débil es la cabeza, debo hundir mi cuchillo ahí.

GRUPO DE BATALLA II:

FASE DE BATALLA 4: ASALTO 03 DE 10.

Al ser apresado por aquel ser carcomido y no muerto, un sudor frío recorrió toda la columna de Piojillo, desde su nuca hasta su espalda baja. El campamentero empezó a forcejear para tratar de zafarse del férreo abrazo al que le sometían.

- ¡Suéltame, maldita sea!

GRUPO DE BATALLA II:

ASALTO 05

A Sabandija le temblaban las piernas. Esta vez había errado el tiro pero, aunque hubiera acertado, no hubiera servido de nada. Sus golpes parecían no afectar a los cadáveres- ¡Qué iban a sentir ellos si estaban ya muertos? La voz de Loor llegó a sus oídos como difuminada. Aún así entendió el mensaje.

- No te dejaré solo.- Le dijo a Lombriz, pero sus actos fueron los contrarios. Se separó de su compañero Campamentero que pudo escuchar cómo se tensaba un arco. Lombriz era de lo más parecido que Sabandija tenía a un amigo dentro de la Compañía y se le acercaban tres monstruos. Aunque no iba a huir necesitaba espacio para disparar con el arco. Entrecerró un ojo apuntando a la cabeza de uno de aquellos seres, esperando no clavarle la flecha a Lombriz. Con el otro lanzaba miradas furtivas hacia la posición de Plumilla. ¿Qué estaba haciendo su Hermana de Capa? Si no reaccionaba pronto tendría que protegerla.

GRUPO DE BATALLA II:

ASALTO 05

- ¡Ahora, dadle con todo!- Gritó Chamán Rojo espantado al ver los gusanos saliendo del cuerpo del cadáver y las heridas que le había inflingido a León Anciano. Aún así eran tres, cuatro si Niña de Oro llegaba a tiempo. Tenían que acabar con él antes de que les lanzara otro ataque.

GRUPO DE BATALLA II:

ASALTO 05

El tosco contra el que Loor había cargado se derrumbó como un castillo de naipes sin base, y la guerrera miró hacia el norte de su posición con franca preocupación mientras hacía caso omiso al terrible dolor proveniente de sus heridas, que ascendía por todo su cuerpo.

- A la cabeza, atacad a la cabeza- repitió Loor gritando, al ver que muchos de sus hermanos habían hecho caso omiso de sus palabras- Reyezuelo, elimina al más delgado de los tres. Astado, conmigo, intenta disparar al gordo que aun no ataca a Reyezuelo. Plumilla dispara al gordo que aun no ataca a Reyezuelo.

Y tras las palabras con las que pretendía coordinar a los escasos guerreros que protegían la guerrera de la diosa cargó contra el tosco que estaba junto a Reyezuelo.

GRUPO DE BATALLA II:

ASALTO 05

Astado asintió a Loor mientras se preparaba para luchar contra el objetivo marcado.

GRUPO DE BATALLA II:

ASALTO 04

Derviche aguantó a que esos zombis se metiesen en el agua embarrada, y que Piojillo saliese de una maldita vez de aquella presa... no podía ser tan difícil. De todas maneras, se veía lo suficientemente fuerte para acabar con esos tres, y seguramente necesitaban más brazos en otro lugar, ya iría ella después de acabar con sus enemigos.

- ¡¡¡SON MIOS, PIOJILLO, AYUDA EN EL CENTRO!!!-

GRUPO DE BATALLA II:

ASALTO 06

Se le quedó la boca seca al ver caer a León Anciano y no quería acabar como aquel vejestorio, pasto de los no-muertos. Estaba seguro que, de no haberlo esquivado, hubiera caído bajo el segundo golpe de espada de aquella criatura.

- ¡Atacad desde lejos! Mantened la distancia.- Su ataque había sido firme y bien apuntado, a la cabeza, pero no había logrado hacerle nada. Sus protecciones eran duras a pesar del su aspecto ajado. Tenían que aprovechar que eran lentos.

GRUPO DE BATALLA II:

ASALTO 05

Mientras escuchaba las voces de Derviche, Piojillo, a duras penas, se deshacía del fuerte abrazo de aquel ser carcomido que ejercía una férrea presa sobre el campamentero. Sabía que su compañera tenía razón, debía ayudar al resto, que se verían rodeados en breve por el grueso del grupo. Aunque, había tenido tiempo de oír las voces de Loor, que pedía a gritos que atacásemos en la cabeza a esas cosas. Además, fué testigo y pudo corroborar por el ataque de Derviche que eran bastante débiles en la cabeza, o al menos eso pensaba el guerrero k´hlata.

Iría en ayuda de sus compañeros, sin dudarlo, pero ahora era Derviche, otra campamentera quién estaba luchando a su lado. Recordó el sacrificio de Sicofante para que Piojillo pudiese avisar del ataque a la compañía. Tras aquel suceso, había deseado haber muerto junto a su compañero prestando batalla, pero no pudo ser. Ahora tenía que resarcirse y prestar ayuda a Derviche, antes de abandonarla.

GRUPO DE BATALLA II:

ASALTO 06

Astado contempló horrorizado el terrible golpe recibido por Loor a la vez que se agachaba lo suficiente como para evitar recibir un golpe similar.

- ¡¡ Vamos que solo queda éste !! - gritó con fuerza animando a sus compañeros

GRUPO DE BATALLA II

ASALTO 06

El anterior enemigo había caído fácilmente. Mi cuchillo había entrado a su carne de una forma exquisita, es como si hubiera existido una explosión de placer en mi interior, de seguro lo disfruté. Pero la otra criatura era diferente, mas fuerte y peligrosa, no dude ningún segundo en penetrarlo con mi arma, pero al hacerlo, me encontré con todas las barreras posibles para que se me fuera evitado. 

Vi su mirada en mí y segundos después vino el dolor y la sangre. Pude ver como se abría mi carne, las espadas habían abierto un surco en mi piel. Lengua Negra tuvo un poco mas de suerte.

"¿Tendría el poder necesario para derrotar a esta criatura? Lo intentaría, pero mi locura no es tal como para saber cuando mirar hacia otro lado. Combatiré al lado de Lengua Negra hasta que uno de los dos caigamos"

GRUPO DE BATALLA II

ASALTO 06

Tras ver como su compañera, Derviche, daba rienda suelta a sus instintos y derrotaba a aquellos seres despojados de toda humanidad, Piojillo hizo lo propio y se aproximó para ayudar a Keropis, quién tenía más cerca. Con un poco de suerte y otro tanto de maestría, realizó un lanzamiento soberbio de su lanza, justo a la cabeza del carcomido, haciéndolo caer en aquellas negras aguas. Keropis hizo lo propio con su adversario, pero entonces el campamentero alzó la cabeza y vió a aquel ser. Parecía distinto al resto y mucho más poderoso que el resto de enemigos. Sin dudarlo, el guerrero k´hlata se lanzó en busca de su lanza, clavada en la cabeza de su adversario. Un sudor frío recorrió su espalda al verse desprovisto de su arma y encontrarse frente a aquella nueva criatura.

GRUPO DE BATALLA II:

ASALTO 06

Lombriz no estaba escuchando a Sabandija.

Se había lanzado para interceptarlo y que sus compañeros se le uniesen, pero aparte de Sabandija nadie más había por allí: estaba sólo y moriría sólo entre dientes y garras hechas de aquello que estuvo un día bajo las manos.

"A la...?"

Instintivamente ignorando todas las cuestiones y obedeciendo, Lombriz se preparó para lanzar un proyectil, abriendo la cabeza de su víctima como un melón que cayó al suelo para siempre. ¡Sus almas estaban en la cabeza, y era la única forma de devolverlos al agujero!

-¡Sabandija! -se sonrió mientras tomaba posiciones- ¡Son débiles a la cabeza! ¡Hah! ¡Lombriz dice, podemos con ellos! ¡Podem-GAAAAAAAAAAAAAAAAA-

El K´Hlata, desde su posición, no había visto aquello que otros quizá sí pero no le advirtieron, o sólo pudieron cuando fue demasiado tarde: emergiendo de la laguna una criatura pilló a Lombriz por sorpresa, lanzándose sobre él y desgarrándole. La mirada de terror y sorpresa del negrote lancero acompañaron a su cuerpo que cayó al suelo, desangrándose por las terribles heridas.

GRUPO DE BATALLA II:

ASALTO 06

De reojo, vio como Piojillo por fin le hacía caso de una maldita vez, allí no pintaba nada.

Miró a aquellas criaturas no-muertas, torpes aparte de ridículamente lentas, y apretando los dientes, hizo que su cimitarra volase en dirección a sus cabezas, acabando con las miserables energías que los habían animado. Cayeron a plomo como troncos a las estancadas aguas negras en las cuales también ella estaba metida, se salió antes de su próximo movimiento...

...Mientras intentaba controlar su rabia latente, que luchaba con fiereza por salir al exterior y destrozar todo a su paso.

GRUPO DE BATALLA II:

ASALTO 06

El Khopesh centelleó cercenando la cabeza de aquella abominación, una patética parodia del ser que podía haber sido. Keropis no disfrutaba. Se movía como un artefacto mecánico, como la rueda de un molino accionada por el viento. Impasible. Inmutable.

El crujir de las ramas le hizo alzar la vista y comprobar que el monstruo que había caído no era el último. Entre la hierba alta y los ralos matojos avanzaba uno más de la legión de juguetes del Señor del Dolor. Pero aquel era diferente: más compacto, como un amasijo de carne de diferentes cadáveres; más resistente, recubierto por fragmentos dispares de armadura y otros pedazos de chatarra; más peligroso... De aquella criatura emanaba una sensación de malicia mucho más profunda. El hambre, simple e instintivo, que arrastraba al resto de sus congéneres, mutaba en este ser a un aura de malignidad mucho más compleja.

—Atrrrásss, Piojillo... —anunció el ermitaño a su compañero más cercano— Yo aguantaré su embestida. ¡Derviche! ¡A mí!

GRUPO DE BATALLA II:

ASALTO 06

Aunque durante unos segundos el miedo le paralizó, los gritos de Keropis hicieron despertar los instintos del campamentero. Estaba claro que el pequeño guerrero no seria rival para esa abominación que aparecía entre los arbustos. Tras recoger su lanza, se apartó, siguiendo las indicaciones de su compañero. El campamentero quedó a medio camino entre seguir luchando contra el nuevo enemigo o ayudar en la zona central, donde Lombriz y otros compañeros yacían en el suelo y parecían necesitar ayuda. Esperó unos tensos e interminables segundos, para ver como reaccionaban sus compañeros.

GRUPO DE BATALLA II:

FASE DE BATALLA 4: ASALTO DEL 01 al 06 DE 10.

La carreta había quedado parado. A pesar de que Plumilla apenas había conseguido ayudar a transportarla, era más útil así que en combate. El levantamiento de los muertos la dejó petrificada en el lugar. Con un grito de terror, se encogió junto al carromato y durante unos valiosos segundos permaneció allí temblando. Los gritos de sus compañeros a duras penas hacían efecto en ella.

Sin embargo, tuvo que sacar valor de la flaqueza para levantarse y enfrentar a los enemigos si no quería terminar siendo su cena, o peor, que todos terminaran siendo la cena. Se aseguró de que sus defensas estaban bien y corrió hacia el grupo más cercano. Por desgracia, no llegó a tiempo de ayudar a León Anciano quien murió ante sus ojos. Pobre León Anciano... el viejo Campamentero no se merecía un final como aquel.

Enojada, corrió hacia el embrujado y a una distancia segura le lanzó su lanza corta. El arma hizo impacto, pero quedó sin el arma. Al ver que sólo le quedaba la daga, la desenvainó y se quedó en el lugar a la espera de un posible ataque daga en mano.