Partida Rol por web

El hombre del traje mete mano en el bolsillo interior de la chaqueta y saca una tarjeta de visita que te entrega:

Peter Rusman

Abogado

- Encantado de conocerte 

- Vaya, me esperaba a alguien mayor por tus comentarios pero ....

- Un respeto a las canas, chico - le corta a FirFly92 y te ofrece su mano - Paul Jones

La chica te saluda levantando la mano pero no hace ademán de acercarse.

Paul sonrió ante el cumplido de la mujer.

- Muchas gracias - respondió mientras le tendía su mano. - Así que tú eres nuestra corresponsal local, ¿no? - preguntó en tono de broma haciendo alusión a que se ocupaba de los sucesos extraños de la ciudad. - Paul Brenner, el ratón de biblioteca - se presentó, - y sí, supongo que la voz escéptica más bien - aclaró, volviendo a sonreír.

El siguiente en saludar fue el corpulento abogado, Peter Rusman, o RIP_er, como le conocía él. Tomó su tarjeta, le echó un vistazo y la guardó en el bolsillo interior de su chaqueta¹. Nunca estaba de más conocer a un abogado. Y precisamente con él tenía pendiente sacar algún día el tema de su hermano.

- Un placer - dijo mientras cerraba un apretón de manos con él. Después se volvió hacia el chico joven que había hecho alusión a su edad. Por la suya bien podía haber sido uno de sus alumnos de la facultad. - Bueno, yo me esperaba a alguien menor por los tuyos - bromeó.

Cuando el paramédico le saludó asintió con la cabeza.

- Sí, a decir verdad pensé que estaría rodeado de adolescentes. Me alegro de que no sea así - dijo mirando a Marie, Peter y a su tocayo, Paul Jones. - Encantado, soy Paul Brenner.

Miró hacia la chica que quedaba.

Mixi, leyó en su tarjeta.

Estuvo a punto de saludarla de vuelta desde la distancia, pero por su experiencia como profesor sabía que era importante establecer un vínculo de confianza desde el principio por lo que se acercó a ella.

- Hola Mixi - saludó haciendo caso omiso de los nombres reales. Si ella no quería dar el suyo estaba en su derecho. - Soy Bookworm.

Y le ofreció la mano, dudando si aceptaría el saludo.

- Hola, dice aceptando la mano con gesto tímido. Perdona, me resulta extraño poneros cara.

Se abre la puerta y parace un hombre/muchacho con gafas y pinta de friki.

Tras el saludo de Frohike ves que el resto parece rodear a un hombre maduro que está saludando a una chica joven.

- No te preocupes - la tranquilizó. - Siempre ocurre al principio de reuniones a ciegas como esta. Piensa que seguimos siendo los mismos de siempre. Si necesitas algo ya sabes donde estoy - añadió sonriendo.

Y se alejó un par de pasos para darle espacio y no atosigarla, fijándose en el recién llegado. La vista no le alcanzaba para leer la tarjeta a esa distancia por lo que esperó pacientemente a que llegara junto a ellos para poder saludarle.

¡Pero señor West!, no creo que me vea bien con este traje dijo Pablo mirándose en los espejos - de la tienda de ropas -, primero de un lado y luego del otro.

Jim se fumaba un armado recostado contra una de las paredes mientras devoraba con la mirada a una de las dependientas de la tienda, la chica en cuestión, pequeña y morena, estaba bien provista de lo que se necesitaba si a bien me entiendes.

Pamplinas compañerito, le dijo sin mirarlo, el conjunto te queda de maravillas.

Pues no me convence, se dijo a si mismo Pablo volviendo a mirarse una y otra vez pero con el mismo resultado. Había algo que no encajaba, quizás era el mismo y no el traje el cual era casi  idéntico al del Sr West, a quien si le quedaba “que ni pintado”.

Owww, dijo Pablo haciendo un mohín disconforme con su cuerpo, su cutis tan proclive a ponerse rojo, la escasa estatura, la extrema delgadez y esas gafas “culo de botella” que le hacían parecer un topo cegado por los rayos del sol.

!Sr West!, exclamo entonces molesto volviéndose hacia su amigo, parezco uno de esos muñecos de torta, ¡mire! indico abriendo los brazos como un Cristo rubio y nerd, la estampa claro, no era de las mas bellas.

Jim volteo solo los ojos hacia el chico mientras le observaba sin decir nada, aquel rostro cuando quería serlo, parecía en verdad un desierto árido de emociones.

No te preocupes compañero, tengo la solución para este problema, le dijo entonces sonriendo mientras se acercaba…

La limo era blanca, enorme y con los vidrios tintados de negro.

Llevaba sobre el capo, ancho como una mesa de billar, una inmensa cornamenta de bisonte a modo de ornamento del capó. Era jodidamente difícil no ver tremendo vehículo acercarse con sus parillas y llantas cromadas y esos cuernos filosos que parecían amenazar con hacerle saltar un ojo a los curiosos. Finalmente el gran carro llego a destino, el chofer, un negro enorme cuya cabeza rapada dormía entre las nubes y vestido con un impoluto traje blanco nieve “derrite corneas”, salió entonces desde el asiento del piloto y con toda la parsimonia del mundo se acercó a abrir la puerta trasera que daba al acceso del edificio.

Desde las profundas sombras del interior entonces asomo una bota tejana negra ornamentada con filigranas símil plata que tintineando contra el duro pavimento. Los brillos artificiales de los neones nocturnos quedaron entonces atrapados en cada una de las superficies metálicas de las botas primero, y luego a medida que el resto de Pablo salía de la limo, en las hebillas del cinto doble, los gemelos, el sujeta corbatas e incluso en el cintillo metálico del ENORME sombrero que llevaba puesto.

Pablo parecía salido de una cinta de  spaghetti western, aunque a diferencia de esos “tipos duros y curtidos” tan comunes en las del lejano oeste, Pablo seria el personaje inútil, el despensero o un curioso de pueblo, los que siempre morían al principio y de las formas más absurdas.

Pero al chico esas cosas no se le venían a la cabeza, por el contrario, su mente fértil de fabulas le devolvía una imagen glorificada de su actual persona, y ya se veía a sí mismo como si fuese Brad Pitt en su papel de Jesse James mientras entraba al Saloon.

Con un buen tema de Ennio de fondo por supuesto…

El improvisado cowboy hizo todo el camino hacia la sala de eventos ajeno a las miradas de sorpresa del guardia que le recibió en el acceso al edificio.

Llevaba sobre el cuerpo una gran capa de “actitud del lejano oeste” consigo y hasta imitaba el andar característico de cualquier vaquero del tres al cuarto sin darse siquiera cuenta de ello.

Entonces entro a la sala propiamente dicha y toda aquella confianza se le evaporo de encima en un plis plas.

Habia muuuuuuuuucha gente, oh por diooooosssssss.

No le hizo falta verse en un espejo para darse cuenta de que estaba rojo como tomate, gracias al Sr West por la idea del sombrero que dejaba el rostro en sombras.

Como quien no quiere la cosa se fue moviendo despacito hacia un costado, tomo su credencial rápido y casi sin mirarla y deseo poder ser invisible.

Y encima ese hombre de seiscientos millones de años le estaba mirando.

Oh por diooooooooooooooooossssssss.

Enfrascados en presentaciones, el grupo no se percata al principio de la llegada del cowboy. Frohike se acerca a recibirlo y carraspea fuerte intentando contener la risa por el aspecto del nuevo miembro del foro.

- Joder, dice el chaval cuando se fija en el que entra, ¿hemos cambiado la puta temática del foro?

La joven intenta reírse de forma discreta tapando su boca con la mano y girando su cara.

La mujer mira asombrada hacia la puerta y susurra a los que están con ella: si llevara encima las esposas le detendría por escándalo público...

- Avísame para ofrecerle mis servicios - sigue la broma el hombre del traje.

Fue a cortar de nuevo los burdos comentarios del muchacho pero cuando se giró y vio a lo que se refería las palabras no salieron de su boca.

Tras su fuerte carraspeo, se acerca y le ofrece ponerse la tarjeta, tomar algo o acercare al resto y presentarse.

Paul miró como el resto había intentado capear como pudieron las ganas de reír. Observó con detenimiento al recién llegado y sólo su experiencia como profesor y su aplomo aguantando bromas absurdas de sus alumnos le permitieron mantenerse impasible. Pero la verdad es que daba risa verle.

Por un instante sintió lástima, como si aquel chico fuera incapaz de mantenerse al mismo nivel intelectual que ellos, pero entonces leyó la tarjeta.

BlackLotus.

Ahí surgió un dilema. BlackLotus era de las personalidades más listas del foro. Lo había comprobado en algunas conversaciones. Joven, sí, pero no tenía ni un pelo de tonto. Eso significaba que, o bien aquel chico no era quien decía ser o que bajo aquella apariencia timorata y absurda se escondía una mente con los muebles mejor amueblados que la mayoría de allí.

Quizás incluso se ha vestido así con un propósito.

Sea como fuere sabía que no era agradable encontrarse con una audiencia predispuesta a las bromas por lo que se adelantó para saludarle.

- Bienvenido BlackLotus - dijo mientras extendía su mano derecha. - Soy Paul Brenner, Bookworm - añadió tras una breve pausa, - y estos son...

Y dejó la frase en el aire para que el resto pudiera presentarse a su manera.

Tras unos segundos en los que no reacciona nadie, se presentan de forma escueta