Partida Rol por web

Entré, atravesando el vestíbulo y pregunté en recepción por la habitación de Robin McKeavey. Miré alrededor, por si viera un típico ramo de flores de decoración, de donde, cuando nadie me viera, poder robar una única flor que llevar como tarjeta de presentación, para cuando Robin abriera la puerta. Tampoco me importaba demasiado presentarme con las manos vacías, después de todo tampoco podría decirse que se tratara de una cita romántica, por lo menos no de entrada, pero una flor es una flor y sirve para romper el hielo.

Subí las escaleras y, al llegar a la puerta de su habitación, me cuadré y llamé a la puerta.

Al no encontrar flores reales, desistí de la idea y me planté ante la puerta de su habitación con las manos vacías, una sonrisa y una caída de ojos preparada a base de experiencia en el tema. Pero nadie abría. ¿Me habría dado plantón? No sería una idea descabellada, podría haberle salido cualquier cosa inesperada, pero podría haber dejado un mensaje en recepción por lo menos.

Entonces oí subir a alguien por las escaleras apresuradamente. Al ver llegar al recepcionista resoplando, me fui despidiendo de mi cita para cenar.

Ante su pregunta, miré un momento la habitación ante la que estaba plantado y luego volví a mirar al recepcionista. - Le aseguro que no estoy plantado en su puerta para venderle una biblia. - Le respondí con sarcasmo, por la obviedad. - ¿Qué sucede? - Acabé preguntando, con gesto serio.

La puerta siguió cerrada y sin señales de vida.El recepcionista resoplaba sin duda porque debía de estar subiendo escaleras más de lo normal a lo largo del día de hoy.

Asintió con la cabeza – La señorita Mckeavey no está. Ha... surgido un imprevisto y no sabemos cuando volverá ¿Es usted algún familiar de ella? - Esa pregunta podía sugerir que quizá dispusiera de más información de la que te había facilitado.

Asentí. Un asentimiento que podría entenderse como respuesta a su pregunta.

- ¡Dígame! ¿Le ha pasado algo a Robin? ¿Dónde está? - Desencajé la cara en una expresión de preocupación, algo exagerada para lo que eran mis sentimientos respecto a la muchacha, pero que podría entenderse de ser yo un familiar suyo. Avancé hacia el recepcionista, para apremiar su respuesta.

- ¿La policía? - Pregunté extrañado. - ¿Han tenido que venir los cabrones de azul a joderme la cita? ¿No me han jodido bastante ya la vida? - Pensé contrariado y mi enfado emergió por mi rostro. Pero allí en frente tenía al recepcionista, sin saber qué hacer, sin saber si la había cagado y en una situación a todas luces incómoda. Me rasqué el bolsillo, saqué la cartera y agarré un billete de veinte pavos. - Ha hecho bien. Se lo agradezco. La discreción es clave en su negocio. Espero que la policía la tratara bien. - Le metí el billete en el bolsillo de la chaqueta. - Por las molestias. - Y me dispuse a irme, pero no sin antes sacar rendimiento al billete de veinte. Así que cuando el buen hombre comenzó a balbucear un "gracias" me giré hacia él y le pregunté - Por cierto, ¿Cómo eran los policías que se la llevaron? ¿Cuánto hace de eso?

El recepcionista se sonrojó un poco al ver el billete pero lo acabó aceptando y guardándolo con rapidez – La clienta parecía muy nerviosa, me pareció que estaba llorando. Pero creo que los policías fueron correctos, al menos lo poco que vi. Fueron dos, un policía chico, moreno… y uno chica, morena también con una coleta en el pelo. Relativamente jóvenes, andarían por los 30 o así. Hará cosa de una hora y se la llevaron esposada.

Policías varones habían más y no estabas seguro de quien podía ser. Pero la chica debía de ser Rachel Anderson, era la única del departamento del pueblo.

Asentí con gravedad a sus palabras. Muy en mi papel, exacerbé un poco la indignación que me causaba la actuación de la policía. - ¿Esposada? ¡Debe haber algún error! - Exclamé - Muchas gracias por todo. Ha sido muy amable. - Y me dispuse a irme del hotel en dirección a la comisaría.

- ¿Qué podría haber pasado? ¿Esposada, llorando, vinieron a buscar sus cosas? Sin duda, la habían enchironado y no por una multa de tráfico. Parecía muy afectada por lo de su madre, espero que no haya hecho una locura y haya atacado a su padre o, peor aun, a algún médico. Tenía toda la pinta de llevar mucha rabia contenida y a saber de lo que sería capaz. - Pensé en aquel momento, como única explicación plausible, teniendo en cuenta la poca información que disponía de Robin. A penas la conocía y podía tratarse de una loca histérica, aunque no me lo pareció esa tarde, pero claro, esas cosas no se llevan como estandarte por ahí. Por lo menos, no siempre.

- Sea como fuere, Rachel debe saber algo más. Normalmente, a la pareja que va a realizar una detención domiciliaria se le pone en antecedentes de las causas de la detención y del entorno del detenido. - Deduje, mientras hacía memoria sobre Rachel y qué sabía yo de ella que pudiera serme útil en una situación así.

Efectivamente no conocías a aquella chica joven, con la que por el momento la cita había quedado aplazada. De todos modos y de alguna forma te sentiste vinculado a ella y por lo que hubiese podido suceder.

Rachel era la chica del departamento. Pero seria y profesional, como no podía ser de otra forma. Tensa y dura cuando se la ponía a prueba, pero de buenas maneras era una de las personas que más podía colaborar con uno y ayudarlo. Obviamente para aquello que estuviese justificado. Era una de esas personas que solía caer bien a todo el mundo.

Cogiste el coche y dándole vueltas al asunto allí te dirigiste, por el camino viste una cola impresionante de coches delante de la gasolinera, se había corrido la voz de que el pueblo estaba totalmente incomunicado y la gente hacía acopio.

Al margen de esto debías de pensar en como proceder cuando llegaras a la comisaría.

Conduje con tranquilidad mientras pensaba en la situación. De hecho, mientras pensaba en las situaciones.

De ser un día normal, de camino a la comisaría habría llamado al hospital preguntando por la familia McKeavey. De ahí sacaría información. Pero como el maldito móvil no funcionaba, no pude más que lamentar el hecho. De hecho, las cosas comenzaban a ponerse tensas en el pueblo.

La gente se había volcado en la gasolinera, pronto lo harían en los comercios, si no lo habían hecho ya. Esperaba que no se produjesen situaciones más comprometidas, de asaltos a supermercados y demás. De cualquier manera, aquello debería acabar de una manera u otra, sin que hubieran heridos, o eso o cuando se abriera la barrera algún congresista vería rodar su cabeza por permitir un experimento de ese calibre con la población. Pues en aquel momento no cabía en mi cabeza otra explicación plausible. Me costaba mucho creer en hombrecitos verdes y más aun que se pegaran un viaje de un porrón de años luz para venir a tocar las narices precisamente en mi pueblo. Aunque seguro que no tardará en saltar algún iluminado a echarles la culpa de eso, o a Dios o cualquier otro ente imaginario.

Lo realmente preocupante era lo sucedido en Lomax & Co. Si Jimmy había entablado alguna relación de confidencia con Cortez y esto lo había empujado de una azotea, me cuesta creer que el bueno de Jimmy lo llevara todo en secreto y ningún otro de la pasma esté tras la misma pista que sigo yo. Si eso es así es porque Jimmy no se fiaba de sus compañeros y, a juzgar por cómo acabó y el rápido carpetazo, diría que estaba en lo cierto. Algo huele a podrido.

Luego mi mente vagó hasta Rachel. Una mujer en un ambiente cargado de testosterona. Tenía pinta de ser seria y profesional, de otra manera no habría durado mucho, a menos que comenzara a hacer trabajos para los jefes, y no me consta ningún rumor al respecto. Por tanto, podría ser un oasis en el cuerpo. Si tengo la suerte de encontrarla, le preguntaré directamente por lo de Robin, a ver qué dice. Aunque también me gustaría preguntarle respecto a Jimmy, pero mejor no mezclar las cosas. Otro día.

Cuando aparqué en frente de la comisaría, pensé que lo mejor sería intentar localizar a Rachel con la mirada o, en caso de no verla, pedir ver a la "agente Anderson" y hablar directamente con ella. En caso de no poder, en calidad de ciudadano y amigo de la familia, preguntaría por Robin, a ver si podía hablar con ella o enterarme por algún medio de lo sucedido.

De cualquier forma, lo primero era entrar y observar. Luego decidiría qué hacer.

Conducir no era un mal momento para la reflexión, quitando las colas en la gasolinera y demás, en general había bastante menos tráfico del normal. Especialmente a estas horas cuando se aproximaba ya la hora de la cena.

En primero lugar reflexionaste sobre la barrera, o mejor dicho la cúpula como se la comenzaba a llamar. Era algo que por su naturaleza tanto una cosa como otra parecía bastante inverosímil. El experimento gubernamental parecía el más plausible.

Luego repasaste mentalmente los casos, ¿O mejor decir “el caso”? Hipótesis sobre la policía y sobre el motivo por el que Jimmy no había contado estar en nada gordo, o que no se supiera. Se podía decir que esto era un fleco del caso, quizá algo se te escapaba, o quizá era el reflejo de algo de peso.

Pensaste que hablar con Rachel podía ser el siguiente paso, alguien que pudiese arrojar más luz, sobre esto o por lo de Robin. Pero antes de ello, entrar y observar.

Tras aparcar entraste en la comisaría. Nada más entrar, a tu izquierda viste la ventanilla de información. A través de ella se veía a un policía que no conocías escribiendo a máquina lo que parecía ser una denuncia. Más allá no dejaban pasar a gente ajena al cuerpo. A la derecha un par de bancos de madera, en la que había una señora con cara de estar enfadada y un chico joven con el brazo escayolado y la cabeza vendada.

Alcé una ceja al presenciar la escena del banco de madera. En cualquier otra situación, habría tendido a dejarme llevar por los indicios y los gestos que me hiciera adivinar lo sucedido a aquellos dos que se esperaban, pero no tenía el humor para gaitas y fui directo al mostrador de información.

- Buenas tardes. - Intenté arrancar a aquel hombre de su apasionante trabajo. Una media sonrisa poco sincera, sería gesto de amabilidad suficiente, si se mantenía un par de segundos en mi rostro, lo justo para que fuera vista por aquel individuo vestido de policía, para luego desaparecer en un gesto de seriedad, más acorde con la situación. Mi concepto sobre los pies planos que chupaban oficina no había cambiado desde que abandoné el cuerpo. Los oficinistas no son policías, son administrativos. Simplemente. - Necesito hablar con la agente Anderson. Es importante. Sobre el incidente McKeavey. Dígale que soy Jack. - Esperé su reacción con gesto adusto.

Aquel hombre tras acabar de escribir la frase que tenía en curso levantó la mirada, poco apasionada y que reflejaba el tedio que le producía la labor que estaba haciendo en estos momentos.

Te hubiese preguntado por el nombre, pero en cierto modo resultabas ser una cara “familiar” en aquel lugar. Juntó sus manos y finalmente asintió – De acuerdo.

Se  levantó y fue a buscar a la agente, volvió pasado cosa de un minuto – Ha de esperar un momento, puede tomar asiento, ahora vendrá

- Muchas gracias. - Le respondí y me dirigí a los bancos de madera. No llegué a sentarme. Miré al chaval con más detenimiento, por si lo conocía de algo, así como a la mujer. A ella la saludé educadamente con un ligero movimiento de cabeza. - Un mal día, eh? - Le comenté al chico.

Mientras esperaba, a menos que me dieran conversación, pasaba el rato ojeando si había algún tablón con papeles de notificaciones, anuncios o sebuscas.

La mujer frunció el ceño y simplemente dijo un – Y que lo diga… - El muchacho te miró con cierto desapego.

En el tablón viste dos carteles que te llamaron la atención.

El primero hacía referencia a que mañana a las 12 habría una reunión en el salón de actos para tratar los “acontecimientos extraordinarios” que habían tenido lugar. Y más abajo había otro cartel en el que se solicitaban con urgencia voluntarios tanto para donación de sangre como de personal con conocimientos médicos o de enfermería en el hospital local.

- Seguramente el hospital está recibiendo demasiados "clientes" durante el día de hoy. O la suma de muchos desastres o ha ocurrido algún lío bien gordo y no me he enterado. - Pensé al ver el requerimiento de personal para el hospital. Una punzada me hizo pensar si lo que sea que haya provocado que detuvieran a mi cita de hoy no tendría algo que ver. Desde luego, valdría la pena asistir a la reunión programada para mañana a las 12. 

Miré hacia la ventanilla, parecía que aun no venía la agente.

- ¿Qué ha pasado? - Le pregunté con seriedad a la mujer, señalando al chaval con un movimiento de cabeza. - ¿Puedo? - Le pregunté para sentarme en el banco a su lado.

- Las obras de la calle Lincon. Si el ayuntamiento pone unas vallas y unos desaprensivos las echan dentro del agujero… ¡En fin! Que voy a poner una denuncia… - Era evidente que la mujer estaba enfadada, por lo que no sabías si era mejor darle conversación o no.

De todos modos en ese momento escuchaste unos pasos que se acercaban y por fin apareció la agente Anderson – Vaya Mason, cuanto tiempo ¿Preguntabas por mí? – Hacía cara de estar un poco cansada.

Sonreí al verla llegar. La verdad es que no me apetecía mucho seguir la conversación con aquella mujer que esperaba para denunciar, así que fue doble alivio la presencia de Anderson.

- Hola Rachel. Sí, mucho tiempo, pero tú eres como un buen vino. - Sonrisa. Caída de ojos. Antes que tuviera tiempo de réplica, continué hablando. - No quiero robarte mucho tiempo, seguro que estáis hasta arriba de trabajo, pero necesitaba hablar contigo por un par de asuntos.

- Lo primero, es el caso McKeavey. Me he enterado que has detenido a Robin McKeavey y, verás, soy amigo de la familia y sé que Robin no tiene mucho a lo que aferrarse por aquí, así que he venido para ver si puedo ayudar. Me gustaría poder verla y saber qué pasó, de lo que no tengo ni idea, si necesita abogado y esas cosas. Ahora, tal como está el tema en la ciudad, una llamada no creo que le haya servido de mucho.

Dejé que respondiera sobre este tema, antes de lanzarme por el siguiente. Bajando la voz, para asegurarme que nadie más nos oyese.

- El otro asunto que me trae por aquí es Jimmy. - Dejé unos segundos para ver su reacción al respecto. - Quiero rascar este asunto. No me trago que Jimmy saltara por propia voluntad. ¿Qué sabes de los casos que pudiera estar llevando?

Rachel se rió por lo primero que digiste y como lo digiste, pero le quedó una bonita sonrisa en los ojos. Luego, cuando le hablaste del caso McKeavey cruzó sus brazos y te prestó atención. Pero luego volvió a sonreir.

- ¿A sí? ¿Y a quien conoces de su familia, a su padre, a su madre, a su hermano...? - Te preguntó con interés.

Suspiró hondo y con el otro tema se le fue la sonrisa del todo – Aquí todos llevamos un poco de todo, es una comisaría pequeña – Resopló y pensó un poco – Puedo mirar por si veo alguna cosa extraña, pero... Si descubres algo nos lo contarás ¿Verdad?