Partida Rol por web

Me quedo ligeramente rezagado del grupo cuando uno de los latinos me deshecha de esa forma, ocupando el último lugar en la fila. A pesar de que había perdido prácticamente total interés en mis compañeros, las historias que nuestro profesor de Historia iba a contarnos me interesaban lo suficiente como para intentar ganar una posición avanzada y poder escuchar perfectamente las anécdotas que nos contaba sobre esta cultura. Incluso si ya conocía en gran medida el temario, porque siempre me había gustado prepararme las cosas de antemano, hasta últimamente, todas las peculiaridades de estas culturas alimentaban de una forma muy importante mi imaginación, y durante largo tiempo se podían convertir en manifestaciones de mi arte. Desde dibujos, hasta alguna figura. La verdad, es que vivo bastante metido en mí, aunque también es cierto que no son muchos los que conversan conmigo, o al menos, no están entre estos compañeros de viaje.

Nada más llegar a las primeras muestras de las ruinas, me excito de sobremanera, acercándome a las distintas piezas arquitectónicas, intentando tocarlas d euna forma cuidadosa, a saber por qué... Personalmente, creía que esas construcciones, podían transmitirme inspiración. Por toda la carga que poseían y habían significado. Sin embargo, al alcanzar el paisaje que se esconde bajo el risco, no puedo evitar, descaradamente, abrir mi boca por la impresión que esa visión me generaba. - Es magnífico... Es precioso - Balbuceo suavemente, casi más para mí mismo que para los demás. Sonrío ampliamente y miro al Sr. Threebanks, mientras comienzo a buscar un camino para descender a aquellas ruinas. Normalmente no era muy dado a la acción cuando estaba en grupo, pero esta vez no he podido resistirme. Tenía la necesidad imperiosa de aventurarme entre esas construcciones. Además... ¿No estábamos en una excursión cultural?¡No podíamos no recorrer las calles de los nativos! En cierto modo, al aventurarme de esta forma, también estaba dejando a la vista una de mis debilidades emocionales. Era alguien a quien no se le hacía mucho caso, y a veces, de forma temeraria, necesitaba manifestar mi presencia. Hacer algo que pudiera incitar al resto del grupo a moverse, no ya bajo mi liderazgo, sino conmigo, que era lo que llenaba uno de los vacíos de mi persona. Por más que mi conciencia luchaba por que permaneciera en mi sitio, escuchando al profesor, mi instinto no pudo contenerse. Avancé sin esperar la aprobación de ninguno de nuestros tutores, dispuesto a demostrar que también puedo pertenecer a la clase, por muy estudioso que sea. Con los cinco sentidos puestos en cumplir mi objetivo, camino sin detenerme en busca de algún sendero que nos lleve al corazón del valle. Una enorme sonrisa se dibujaba en mi rostro. Al fin y al cabo, ya estás en la Universidad.

Andrew se anima y adelanta al grupo, encontrando enseguida un sendero por el que bajar a las ruinas.

El profesor le sigue, sin dejar de intentar dormiros con su aburrida palabrería.

Chasqueo la lengua al oir la risa nerviosa de la pelirroja zarrapastrosa.
-Tu te lo pierdes, querida. Toda vuestra, pequeños lemures...- respondo, dando permiso explicito a las pseudo-góticas para que sigan acosando a la pequeña rastrojo como hace un rato. Zanjo el tema con una sonrisa elegante en los labios y volviendo a subirme las gafas de sol.

Sigo a mi preciosa Izzie y a nuestra nueva amiga, Casey, a paso ligero y elegante.
-Es lo que es, no hay duda de ello- añado al comentario despectivo de Izzie. Me tienta la idea de darle una colleja a ese pervertido cuando babea de ese modo ante el culo de mi amiga, pero me refreno, los profesores, especialmente Threebanks, parecen muy atentos a cualquier cosa que hagamos así que simplemente me dirijo a mirar las ruinas, oyendo de fondo la voz del profesor contando esto y aquello y blablabla...

La verdad es que me sonaba un poco todo esto, de casa, de los libros y de las fotos de papá, de un sitio llamado Pueblo, y el consumo excesivo de un tal "peyote". Imagino que alguna de las aventuras psicodélicas con los vecinos cuando eran jóvenes...
No le doy mayor importancia, no vaya a ser que aún me confundan con el empollón de Moore, que parece coger la delantera y pasar de las indicaciones de Threebanks. Sonrío maliciosamente. Se me ha ocurrido que no es tan mala idea...
-Vamos mis ositas, parece que el listillo de Moore los tiene mejor puestos que el fantasma de Miller- me burlo por lo bajo, al lado de Casey, que carga con Izzie todavia -Seguro que será más divertido que quedarnos aquí...- cruzo mi mirada con Izzie por unos segundos, como las eternas cómplices que siempre somos.

Tras eso, camino entusiasmada, tomando la delantera y me adentro en el mismo camino que Andrew, situándome prácticamente detrás suyo...

-Vaya, Moore, resultará que los tienes mejor puestos de lo que todos creíamos... no te veía siendo tan lanzado...- sonrío inocentemente, situada a sus espaldas.

Descendimos por un sendero encontrado por el empollón de Andrew, que al parecer nada más ver aquellas ruinas se puso cachondo perdido. El profesor Threebanks continuaba su charla semi-eterna y me esforzaba en mantener el hilo de su monologo, después de todo de aquello dependía mi futuro inmediato, si aprobaba aquel trabajo, podría pasar unos años más de cachondeo en la universidad, con hermandades, fiestas y mas fiestas. Pero si suspendía, si suspendía, tocaban los marines, pelo rapado, correr kilómetros y kilómetros con el equipo de campaña a cuestas, flexiones, dormir 5 horas, comer mal, empollar táctica militar... Tenía que aprobar. Y conseguía seguir el hilo del profesor, pese a que mi segundo cerebro - también conocido como pene - me obligase a prestar mas atención a las posaderas y las fibrosas piernas de la animadora que, colgaba de la tímida Casey, jaleando y riéndose - seguramente de mí - con su amiga super-modelo.

Escuché al hombre señalando una de las estructuras y explicando los usos que se le daban mientras me acercaba a Casey y la alocada morenaza. Fue entonces cuando no pude resistir mi instinto cazador y tuve que soltar una animalada.

- La verdad es que a mi se me ocurren mejores usos para ese lugar... - susurré al oído de la animadora, aunque Casey probablemente también lo escuchase ya que la llevaba sobre ella - Pero dicho uso, te requiere a ti frente a mí, con tus piernas rodeando mi cintura... - suspiré con tono vicioso - Y tus manos arañando mi espalda, mientras te beso el cuello y te follo como nunca nadie te ha follado... - sentencié de manera lasciva - Pero... - me aparté un poco, volviendo a un tono de voz normal - Eso es demasiado atrevido, incluso para ti. - terminé por decir con convencimiento, tratando de provocar y atacar el EGO de la joven.

- Seguro, habría sido divertido que me pintaras las uñas de los pies. Justo el tipo de cosas que me gusta hacer. - dice aun riendo. Pobrecita, realmente se cree que manda... cuando acabe el instituto se va a dar de morros. No puede evitar quedarse con una mueca burlona en la cara. Antes las góticas que las animadoras. Y antes muerta que las góticas, eso seguro.

Threebanks les empieza otra vez con la perorata de los indios, pero no estaba preparada para lo que vió al llegar. Mierda, si lo llego a saber miro el libro antes de salir de casa. Las ruinas son verdaderamente impresionantes, empieza a examinarlas más de cerca, escudriñando los restos de lo que parecen antiguos hogares. Intenta recordar lo poco que sabe de ritos amerindios, los usos de las drogas, las inovaciones... Se queda rezagada pensando en el tema. Ve como Andrew se adelanta, e inmediatamente Anne arrastra a las otras dos detrás de él. Bueno, que se vayan, prefiero quedarme sola un rato. Busca un sitio donde quedarse apartada para ir a su aire, medio escondida. Si alguno de los profesores le dice algo sólo tiene que poner cara de inocencia y decir que se ha despistado. Al fin y al cabo no tiene la mala fama del resto.

A ver, resumiendo, Andrew busca un camino hacia las ruinas, Annie, que iba detrás de Lizzie con ganas de atizar más a Vance se adelanta y trata de hablar con él.

El profesor y el resto de alumnos siguen también para abajo, Elizabeth trata de perderse un poco.

Vance le dice lo que piensa realmente a Lizzie (XD) mientras trata desesperadamente de prestar atención al profesor.

Encuentras un sitio tranquilo. Nadie te ha visto entrar y puedes asomarte y verles a ellos si quieres.

Estupendo!

Si veo que los voy a perder de vista, me adelanto un poco, pero sin que me vean. Por no quedarme completamente sola, que seguro que luego no es buena idea... xD

Las ruinas en sí no son muy importantes cuando cargas a caballito a una compañera que, por cierto, ¿por qué le estoy sirviendo de montura? ¡Mis sáaaaaandwiches! Pobres; ahora mismo deben haber pasado a 2D. Supongo que tampoco he bajado a Izzie porque no hemos parado, que bajarla caminando no mola nada (es más, ni siquiera sé por qué caminamos tanto; las ruinas se ven perfectamente desde donde nos habíamos puesto al llegar)...

Eso sí, me arrepiento cuando oigo a Vance susurrarle esas cosas a Izzie. Porque tiene que ser a ella, jo; yo no le he hecho nada, pero aún así, en algún hormonado y retorcido rincón de mi mente me suena como si me lo dijera a mí. Esa horrible sensación que tengo cuando me entra la vergüenza mala, de hacerme pequeñita, pequeñita, provoca un momento de flaqueza en mis piernas en el que sujeto con más fuerza las piernas de Izzie para no tirarla al suelo.

Eso sí...Yo caigo de rodillas, resbalando un poco por la tierra y rasgándome la tela de los pantalones.
-¡Au!-me quejo por lo bajo.

De un momento a otro, tiene al macarra del instituto susurrándole al oído cosas para nada castas. Y, de repente, ZAS. Atrevido para ella. Se siente hasta dolida. Incluso piensa en intentar zurrarle de nuevo, porque eso ha sido claramente un atentado hacia sus derechos como mujer (argumento habitual en ella, aunque no tenga nada que ver con el tema); pero, de repente, Casey se cae de rodillas, haciendo que toque el suelo.

- ¡Hostia! -grita, ayudando a la rubia a levantarse- ¿Te has hecho daño? -pregunta, preocupada. Después le dedica una sonrisa cándida, de esas que hacen que Izzie parezca una niña buena- Anda, vamos, que Annie está por allí.

Con la excusa de que Annie se ha adelantado, coge a Casey del brazo y empieza a ir más deprisa. Deja a Vance Miller un poco atrás, y cuando cree que está a una distancia prudente, gira el cuello y le guiña el ojo al que se ha encaprichado con ella. Es sólo un segundo, porque después se vuelve de nuevo hacia Casey, pero...

- Casey, mon amour, ¡pero qué puto calor! -exclama. No puede evitar añadir la palabra malsonante; el hablar bien nunca ha estado entre sus virtudes. Pero una de ellas, y quizás la más destacable, es que Izzie está buena. No tanto como Annie, claro, pero también es capaz de provocar. Así que no es raro cuando le pasa la pequeña mochilita de cuero negra a Casey con un "sujeta, cariño" y se quita el top de punto que le llegaba hasta medio vientre. Lo que hay debajo, una camiseta escotada de tirantes, es más de lo mismo, pero Izzie se toma la libertad se subírsela haciendo un dobladillo hasta llegar a la zona del sujetador-. Así se está mejor -le suelta a Casey, llevándose las manos a las nalgas. Cuelga los pulgares de los bolsillos del pantalón vaquero y, tras dedicarle una sonrisa pícara a Casey, añade lo suficientemente fuerte como para que lo escuche Miller:-. Sobretodo si no hay inútiles rondando.

Se ríe cantarinamente y se pega aún más a Jones, acercando los labios a su oído.

- Mmm, Casey -ronronea-. ¿Es mi imaginación o te ha gustado lo que ha dicho el idiota de Miller? -pregunta, intentando crear un poco de complicidad entre ellas dos. Afianzar alianzas es algo que les vendrá muy bien a las animadoras.

Suspiré con una sonrisa mientras caminaba lentamente, el top de punto ya permitía ver la camiseta que la joven llevaba debajo, pero aun así cuando esta se lo quitó, permitiendo que sus formas se viesen mejor, sentí el impulso de lanzarme sobre ella allí mismo y robarle un beso. Sin embargo se habían alejado bastante y la provocación de la chica había sido demasiado rápida. Ya llegaría otra oportunidad.

Tampoco había pasado por alto la reacción de Casey, que aunque tímida en exceso, al fin y al cabo era humana y tenía los mismos sentidos primarios. Era una chica guapa y atractiva, pero demasiado formal como para llamar mi atención. Prefería el reto y el peligro que suponía Izzie.

Cuando se ha dirigido a tí, por un momento has visto a Annie brillar con un halo dorado alrededor de su cuerpo...

Pero solo ha sido un segundo.

 -¡¡¿¿QUÉEE??!!

Estaba tan tranquila sacudiéndome la tierra de los pantalones mientras sujetaba las cosas de Izzie (quien, no entiendo bien por qué, porque tampoco hace tantísimo calor, que ha decidido ponerse a enseñar carne), cuando de pronto me suelta eso. Me quedo con los ojos abiertos como platos, encogiéndome y sintiéndome cada vez más pequeñita...

-Menuda tontería; ¿po...por qué iba a gus...gustarme algo así?-le pregunto en un murmullo sorprendida, pero intimidada. ¡Es que me ha pillado muy de sorpresa, y estas cosas no las llevo bien tan directas!

La animadora no pierde la sonrisa.

- ¿No te ponen sus pintas de macarra? -insinúa, alzando y bajando las cejas repetidas veces- Ahí, con las gafas de sol a lo Top Gun... ¿sabías que va al insti en moto? -añade. Le da un sutil codazo- A todas las niñas les encanta.

Vaya, parece que está funcionando, y que ni Threebanks se preocupa. Concentrado en llegar al corazón del valle, no reparo en nada de lo que sucede detrás de mí. Tampoco quería ser el causante de la muerte de un montón de alumnos sólo por un arranque de valor. A medida que vamos descendiendo, no sólo estoy concentrado en coordinar todo mi cuerpo con mi mente, sino que intento deducir los distintos materiales de los que está hecho el suelo, a´si como identificar las plantas que nos rodean, y con suerte, recordar alguno de sus usos. Ya fuera por los Anasazi, ya sea en la actualidad. Inesperadamente, la voz de una de las animadoras llega hasta mis oídos, lo que me desestabiliza, haciéndome perder ligeramente el equilibrio. Por suerte, consigo recuperarlo. Me detengo un instante, para recuperar mi estabilidad motriz, con lo que me permito girarme hacia atrás, reconociendo a Anne. Los conocimientos que esa chica tenía sobre drogas, me atraían lo suficiente como para entablar conversación con ella, además de que quitando su apariencia de muñeca hinchable hecha con chupa chups, tenía pinta de ser alguien campechano. Una animadora jamás se habría acercado a mí de esta forma. A saber lo que andará buscando... En fin, si acaso me pedirá que le haga el trabajo. Al girarme hacia ella, puede ver perfectamente, como parpadeo repetidas veces, extrañado por algo. Mis ojos buscan por encima de sus hombros, un poco más abajo, incluso me pongo de puntillas por unos instantes, tras lo cual, sacudo la cabeza negando. - Qué cosas, Anne Marie - Su nombre pronunciado con acento francés. - Tienes un color de aura áureo ¡Jajajaja! - No puedo evitar reírme por la gracia de "aura áureo", que a mí perosnalmente, me parece muy divertida. Sí, tengo un humor propio. Anne, puede notar perfectamente que no me estoy quedando con ella, sino que me río de lo que he dicho, como normalmente haría alguien a quien o le ríen sus gracias. La risa se calma rápidamente, tras lo cual, regalo una pequeña sonrisa a Anne, continuando con el descenso hacia las ruinas. - No sé si los tengo mejor puestos que Miller. No creo... Pero no he podido contenerme al ver este sitio. No hay que ser más que humano para sentirse atraído por estas cosas, ¿no crees? - Parecía que me estaba soltando con ella. Más de lo habitual. De vez en cuando, me giro a mirarla, con una amplia sonrisa en el rostro. Expectante de ver, percibir algo. Se nota que espero algo de esos pequeños "giros" hacia Anne. - A mí la idea de que hayan existido tantas civilizaciones sobre la faz de la Tierra, que se hayan extinguido, en muchos casos, sin dejar ningún rastro, y sin ninguna razón científica aparentemente demostrable... Me fascina. Pienso que nos debería hacer pensar en lo hormigas que somos... Porque al fin y al cabo, es lo que somos. Además todas estas civilizaciones precedentes a la actual, a la del "hombre moderno", eran, seguramente, mucho más sabios, conscientes y estaban más desarrollados que nosotros... Porque si no, ¿Cómo me explicas la construcción de las pirámides? La perfección de su elaboración. Y a todo esto, súmale - Sí, me había lanzado. Y no llevaba freno. Dentro de poco empezaríamos a hablar de pensamientos ontológicos, génesis y catarsis del alma. - ...que los japoneses, recientemente, con toda la tecnología y avances científicos que poseemos, han intentado fabricar pirámides a semjanza de las de Egipto. ¡Y no lo han conseguido! - Esto último parecía excitarme de sobremanera. Me paro en seco, esperando a que Anne esté a mi altura. La miro a los ojos, como con un gran secreto que contarle. - ¿Te das cuenta de lo que eso significa?... - Una amplia sonrisa, y continúo con lo poco que nos queda de descenso, ya más concentrado en la composición del terreno, y especies que nos rodeaban, cosa que había dejado de lado al aparecer la animadora.

Sí, es justo como pensaba. Tiene que haber alguna fuente de agua cerca, o incluso que atraviese el valle por dentro. Ya sabía yo que atender a la Srta. Derriere, tenía sus ventajas. ¡Oh, esa planta servía para...!

 -Pe...Pero...-echo un vistazo hacia atrás un momento, por encima del hombro. ¿Por qué se empeñará la gente tanto en hablarme de chicos y de lo guays y guapos que son, si no puedo cruzar ni media palabra con ninguno. ¡Jolín! Vuelvo la mirada a Izzie, entregándole sus cosas y dispuesta a seguir el camino.-Jo...¿Y qué más da? ¿No podemos seguir caminando?-me paso la mochila al frente.-Te dejo ir encima mío si quieres.

-Oh, créeme, los tienes mejor puestos, no es difícil, Miller pega como una niña- bromeo, pícaramente.

Me quedo mirando a Andrew entre fascinada y horrorizada. Empieza a soltar una retahila de datos, cosas y blablablabla blablabla... De que loquero se ha escapado éste? Es como una inundación de palabras constante que no para, haciendo referencias y más referencias y lo peor es que tengo que hacer ver que le escucho pero que en realidad no le escucho cuando en realidad si lo hago y por si fuera poco hacerme la tonta porque como haga un solo comentario inteligente al respecto, estoy muerta.
"Tu sonríe, Anne Marie. Tu sonrie. Hasta que se te desencaje la mandibula si hace falta...". Y es justamente lo que hago, agito la cabeza, sonrío y le miro con cara de escuchar atentamente el montón de sandeces misticistas que está soltando.

Mientras vamos bajando hacia no sé sabe donde, él va girándose cada dos segundos y soltando más "cosas". Información innecesaria.

-Qué haria Dean Winchester en una situación como esta?- murmuro para mi misma, intrigada.
"Pegarle, le pegaría y le tiraría por un barranco para que se callara y acabara su charla nerd, o se pondría a comer compulsivamente.... Nah! si lo más gracioso es que para una vez que podría tener una conversación inteligente fuera de mis amigos de la infancia, tiene que ser con un chalado...", me lamento mentalmente. Me quedo pensativa unos segundos, siguiendo ese hilo de pensamiento último.

-Que hay Wendigos?- respondo a su pregunta última- Quiero decir, tu crees que pueden haber wendigos en la zona?- sonrío de nuevo, ampliamente.
-Bueno, forman parte de la sociedad y cultura de los indios Pueblo, ya sabes...- le tanteo, haciendo un gesto con las manos de "entiendes?".

Sonrío ante el comentario de la animadora. Me sonrojo ligeramente, y no puedo evitar esgrimir una sonrisilla que me delata. - Me halagas, Anne. ¿O prefieres Anne Marie? - Pregunto, por saber un poco más de ella. Escucho antentamente lo que dice mientras continuamos el descenso. Para mi sopresa, comienza a hablar de criaturas mitológicas que jamás habría imaginado que podrían rondar su cabeza. Lo cual, me da qué pensar. Me detengo, divertido. Preparo mi pequeña broma, asumiendo una postura mucho más seria, intentando engañarla benévolamente. A ciencia cierta, no sabía si los Wendigo existían o no, y por ello mismo, no descartaba la posibilidad. Me parecía muy egoísta no creer que existieran ellos, y que hubiese una Iglesia dedicada a los hombrecillos de verde. - Técnicamente, los Wendigo no tienen nada que ver con las pirámides, ni con los egipcios, a menos, que consideremos al Wendigo una manifestación zooantropomórfica incluida en el panteón de los Dioses egipcios, y si mi memoria no me traiciona... Creo que no hay ninguno parecido. Sin embargo, en otras culturas, sí se habla del Hombre Oso, que vendría a ser más parecido al Wendigo... ¿No? - Sí, no había podido contenerme. De alguna manera, estaba buscando su complicidad. Al fin y al cabo, ella me había preguntado sobre aquel ser. - Pero claro, imagino que te refieres a aquí. - Miro a mi alrededor, me rasco ligeramente la perilla, pensativo. Parece, por la expresión de mi rostro, que estuviera calculando variables que me permitieran saber si sí los hay en estos lugares o no. - La verdad es que no es un sitio muy apropiado para la vida de esas criaturas, ten en cuenta que necesitan cazar, alimentarse... Aquí no veo mucha fauna, ni vegetación suficiente para camuflarse, ni corrientes de agua donde refrescarse, ni presas... - Miro al resto de compañeros y profesores. - Excepto nosotros - Río levemente, divertido por la idea que me rondaba la cabeza. - Sin embargo... No había nadie en la Reserva...- Me quedo en silenco unos instantes, tras lo cual, sigo avanzando. - Sigamos. Elucubremos mientras avanzamos. Lo que te decía, lo mismo resulta que sí que hay un Wnedigo por aquí, que ha devorado a quienes fuera que estuvieran aquí, que se dedica a comer turistas, jovenzuelos con las hormonas revolucionadas y profesores de Historia y Biología, que tienen que tener un sabor, cuanto menos, épico. - Me río, con sinceridad. Me estoy riendo con Anne. Me ha gustado su respuesta. - Me caes bien, eh... No sabía que te interesaran ese tipo de conocimientos. Cualquiera diría que lo único en que piensas es en la angulación de tus rizos, y la temperatura de color de tus uñas. Pero no, eres hasta maja. - Concluyo, bastante contento por el nuevo descubirmiento que acabo de hacer. Y quién sabe si la única amistad en todo el viaje. Descendiendo por un sitio más complicado, me detengo en un lugar seguro, tendiéndole la mano a la animadora para que descienda con más tranquilidad, evitando la posibilidad de que "se haga daño".