Partida Rol por web

 Adenath se recompone y, tras esquivar el ataque del kobold, mira fijamente a los ojos de la criatura. Poco a poco, los ojos de Adenath se llenan de oscuridad y susurra algo incomprensible para todos menos para el Kobold. La criatura, sin poder evitarlo, comienza a dar pasos hacia atrás, ganando distancia entre él y el mago.

Entonces Adenath aprovechó la distancia para alejarse buscando la protección de sus compañeros.

El kóbold hostigador para su actitud amenazadora de golpe, cuando el conjuro empieza a hacer efecto, da media vuelta y se retira unos pasos, sin entender que pasa. Al cabo de unos instantes empieza a zarandear la cabeza sin entender que había pasado, lo único que veía era que el mago que estaba apunto de atravesar con su lanza se había largado y él estaba mas lejos que hacía un momento.

Liham se gira lentamente mientras carga otra flecha en su arco. Se toma su tiempo para apuntar a aquel kóbold que estaba amenazando a Adenath. En el momento preciso soltó la cuerda y la flecha salió disparada, impactando sobre su objetivo.

- Ajá!

El hondero intenta atizar a Neel con su honda nuevamente, pero la bala que sale disparada se pierde en la espesura.

Vered hace una carrera en dirección al pelotón kóbold que intenta rodear a Neel. Ayudándose por la fuerza de su carrera, descarga su espadón contra uno de los kóbolds que apenas lo vio llegar. El pequeño reptiloide cayó al suelo fulminado con un tajo enorme en su torso.

Los esbirros empiezan a rodear y flanquear a Neel que empieza a verse con serias dificultades pues le atacan por todos lados. Recibe un par de estocadas de las rudimentarias lanzas de los kóbolds.

El dracónido vuelve a respirar con normalidad tras la bocanada de fuego y echa un vistazo al campo de batalla. A lo lejos, pasando el río, vé la reyerta de sus compañeros y, fijándose un poco más, el flanqueo de Neel.

¡No quedará un kobold vivo!

Grita mientras corre, dando grandes zancadas, hacia el círculo de piedras, cruzando el río y salpicando agua tras sus pies.

El taimado kóbold hostigador, prefiere escabullirse entre los matorrales y unirse a la pelea de sus compañeros para abatir al paladín, aprovechando el flanqueo formando una pequeña turba contra Neel. Aquel kóbold parecía mejor entrenado que lo demás y sabía como traspasar las defensas de aquel enemigo rodeado y sobrepasado en numero.

A su vez el kóbold escudo, que iba mas protegido que los demás y parecía mas fornido también atacó atravesando con su espada corta el costado del paladín quien cae en el suelo abatido.

 Adenath ve horrorizado como Neel es abatido por los kobolds y usa su desesperación como catalizador para el conjuro que, si todo sale bien, acabará con la amenaza para siempre.

Da un paso hacia la izquierda para tener una visión más clara de su objetivo. Agarra su libro de conjuros con la izquierda y, sin abrirlo, coloca la mano derecha sobre el mientras comienza a recitar su conjuro con los ojos cerrados. Al principio su voz no es más que un suspiro ahogado por el sonido de la cascada y los gritos de los kobolds. Pero poco a poco fue ganando fuerza. Sus ropajes comenzaron a flotar en el aire. Cuando la magia que lo inundaba desde dentro alimentaba el ahora sobrenatural tono de su voz, abrió los ojos, totalmente negros, y, dirigiendo la mano derecha hacia donde se encontraban sus enemigos, descargó el efecto de su conjuro sobre sus mentes.

Los kobolds, uno a uno, empezaron a gritar convulsionandose ante la visión de un abismo insondable que se abría bajo sus piés, haciendoles caer hasta las profundidades, estuvieran estas donde estuvieran.

A causa del conjuro, los que no os veis afectados por él, veis como los kóbolds caen al suelo, como si hubiera un agujero bajo sus pies, parecen volverse locos durante unos instantes y despues caen desplomados. Al parecer han muerto todos menos el hostigador y uno de los esbirros mas cercanos a Torinn y Vered.

El dracónido vé como Neel cae al suelo derribado y comienza a luchar consigo mismo para sobrevivir.

¡Por Bahamut que moriréis todos! -dice centrando su mirada en el kóbold que había frente suyo- Vered, vé a por el de la honda, que no escape.

 -¡Sacad a Neel de ahí! ¡Rápido! ¡Antes de que se levanten de nuevo!