Partida Rol por web

-Gracias por tu apoyo, Kilder -sonrio algo cansada ya- Se que cada cual tiene razones para tomar un camino u otro, no intentare convencer a nadie, tampoco voy a cambiar de opinion. No es cuestion de perder o ganar, o de si me he sacrificado o no. Simplemente estoy cansada de vagar por tierras extrañas, puede que si me alisto en el ejercito siga haciendo lo mismo, pero estoy segura de que algo bueno sacare. Entre otras cosas, si puedo impedir que masacren a gente inocente lo impedire. Se cuidar de mi misma y si realmente nos entrenan como es debido sere mucho mas fuerte que ahora- suspiro y concluyo- Me he criado en un convento, se aceptar las ordenes y puedo ser muy disciplinada, todo para conseguir lo que pretendo, como dije para mi propio beneficio. Yo me alistare. 

Sonrío con amargura.

- El ejército lunar no es un convento. Ningún ejército lo es. Oficiales crueles, nobles arribistas y compañeros a medio camino entre el cadalso y la desesperación -meneo otra vez la cabeza- No mataré por ellos. Mi familia sufrió en el pasado, sufre ahora y no seguiré la senda de mi hermano. Moriré, y volveré a nacer el Brolia, o donde los dioses tengan a bien ubicarme.

Avanzo y me sitúo al lado de Swen y de Kenvent para hacer más gráfica mi postura.

- No solo os enseñarán a luchar. Sobre todo os enseñarán a matar, y sobre todo a obedecer. El ejército es disciplina. Y mejor es un ejército cuanta más cruel disciplina imparte. Y el Lunar es el mejor de Glorantha, según dicen. Creo que lo comprobaréis por vosotros mismos. 

Miro a Kilder con fuego en los ojos.

- ¿Desertar, dices? ¿Y si os envían a un fuerte perdido en las planicies de Prax, o en las Tierras Rojas? ¿A dónde desertarás? ¿Cruzarás el Imperio entero con el cartel de desertor colgado del cuello? No sabéis de lo que habláis, ni lo que implica servir en un cuerpo como el lunar ¿Acaso creéis que los soldados que nos apresaron y destruyeron la aldea que nos acogió en Brolia eran todos monstruos sin conciencia antes de alistarse? Los convirtieron en eso con adiestramiento, el mismo que tendréis vosotros - vuelvo mi vista a Loranda- ¿Alguno se enfrentó a sus mandos o se negó a participar en la masacre? ¿Protestó contra el uso de criaturas del Caos? Recordad el monstruo con tentáculos que abatimos ¿quién lo había convocado? ¿para qué? La próxima vez lo tendréis de compañero de filas y tal vez, a nosotros enfrente. 

Swen niega con la cabeza ante las palabras de Kilder.

- Dudo que traten mejor a un desertor que a un «muerto» -dice para sí con resignación-.

Luego deja hablar a Loranda y Aldar esperando su momento.

- Lamento tu elección, mujer, eres fuerte, muy fuerte. Lo has demostrado estos años fuera de tu tierra. Siempre he admirado tu determinación, tu lucha por otros valores. Rehuiste la lucha en favor del diálogo en innumerables ocasiones. Ahora decides tomar otro rumbo pero seguir luchando por tus valores, te echaré de menos, podrías seguir luchando por ellos con nosotros. Espero que si nos reencontramos no sea en bandos contrarios y que podamos hablar sobre a que nos llevó nuestra elección junto a unas cervezas.

Alguien llama a la puerta repetidas veces.

-¿Puedo entrar ya? Hace mucho frio aqui fuera.

Escucho que alguien llama a la puerta y la voz de Jorandash y me levanto a abrir. 

-Creo que si. Ya hemos decidido que hacer. ​ ​ 

Jorandash entra seguido de una oleada de frio intenso. Tiene los mocos congelados y corre junto al fuego para calentarse un poco.

-Y bien, habeis decidido ya vuestro destino?

Mientras me doy la vuelta y les doy la espalda a mis compañeros, cojo mi vaso, y lo aprieto con la mano con fuerza, como si quisiese reventarlo, al cabo de un momento, lo estrello contra el suelo, y le digo a Jorandash.

-Si, hay varios miembros que ya no necesitamos.

Sonrío con ferocidad, está cruzando la raya...

- Cuidado, Loco -acaricio la empuñadura del puñal, me sobrará para rebanarle la garganta y que se calle de una vez- Todos tenemos nuestros límites. Hemos respetado tu decisión, y la de Loranda. Haz tú lo mismo.

Respiro hondo y me recuesto de nuevo, forzándome a tomar una actitud más relajada. Al fin y al cabo, en el pecado está la penitencia: en el Ejército Lunar le enseñarán a administrar mejor el aliento.

- Bueno, en realidad solo respetamos la de Loranda -suelto una risita.

Miro a Jorandash y respondo con firmeza totalmente convencida. 

-Lo he pensado bastante y he decidido alistarme en el ejercito lunar- Me resulta penoso ver como un debate que debia servir para tomar una decision se ha convertido en una disputa donde nos atacamos unos a otros. Cansada de todo, suspiro deseando que todo esto acabe cuanto antes- Espero que nuestra partida no se demore demasiado. 

- Mal camino lleva -piensa Swen para si ante las palabras de Kilder. Pero omite cualquier comentario. Sabe que es inútil-.

Llega su turno, ve como el resto le mira esperando su respuesta.

- Mi alma necesita ser libre. Servir al Imperio sería una cadena que me acabaría ahogando. Por eso prefiero que el Imperio me tenga por muerto. ¡Con estar vivo y ser dueño de mi destino que me importa lo que crean!

Todavía no estoy muy seguro de si Loranda, Kilder y Erikand han tomado una decisión cobarde o más valiente que yo, pero no pienso ser más esclavo de esos cerdos lunares, aunque por desgracia eso suponga que tomemos caminos distintos y tal vez nunca volvamos a reencontrarnos.

-Yo tampoco pienso servir más al Imperio. Suficiente vergüenza fue dejarnos apresar en Brolia y ya he tenido bastante con seguir a Jorandash hasta tan lejos y comer de su mano todo este tiempo. ¡Que el gran Atronador me meta un rayo por el trasero si vuelvo a dejarme encadenar por los lunares! -exclamo con desdén.

Me sitúo junto a los orlanthis. "Odayla me dé fuerzas para dar este paso", pienso.

- Iré con ellos. No tengo nada contra ti, Jorandash, pero creo que he pagado mi deuda con el Imperio, y prefiero seguir un camino que me lleve lejos de sus nobles.

Erikand se acerca a Jorandash.

- Recuerdo que ya se nos prometió esa libertad, sin embargo puedo comprender que tú no tienes nada que ver en esto. Eres un buen hombre. O uno muy bueno mintiendo -sonríe.

Erikand se gira y les dice a todos.
-Yo ya os he dicho mi punto de vista. Sin embargo, iré con quienes más necesiten de mi brazo... Y me temo que los muertos vamos a pasar por una dura temporada.

Jorandash escucha con atención y medita vuestras decisiones. No parece demasiado sorprendido con Kenvent, Swen o Loranda, pero no puede reprimir una mueca de disgusto al saber que Erikand elegiría el camino del exilio. A pesar de eso no hace ningún comentario al respecto y pasa los últimos dias del servicio redactando la parte final, en la que Kenvent, Swen, Aldar y Erikand morían en la torre combatiendo a los esbirros del nigromante.

El invierno ha terminado, el clima comienza a ser más soportable y falta muy poco para que os separeis. Estos meses encerrados en la cabaña han creado vinculos de amistad y también algunas tensiones, pero ahora que se acerca el momento de la despedida, todo se vuelve más suave, como el frio.

Swen aprovecha la recién ganada tranquilidad para dedicarse a sus ritos. Por las noches desaparece de la choza para aparecer a primera hora de la mañana, en el desayuno.

La primera mañana se acerca a Loranda y le susurra algo al oído. Poco después, durante el día, los dos escapan solos al campo. Transcurrida algo así como una hora vuelven. Loranda algo cansada pero con rostro satisfecho, Swen... decide echarse un rato.

Cuando llega la noche Swen vuelve a desaparecer, al día siguiente, en el desayuno, se acerca a Kilder. El gesto es hosco pero todos pueden oír como le susurra: "Tengo algo para tí, una vez comamos tenemos que vernos". A media mañana los dos desaparecen. La tensión se palpa en las miradas que se dirigen el resto -salvo Loranda, que parece tener una ligera idea de que pasa- y un suspiro de alivio suena a coro cuando vuelven a verlos aparecer a los dos vivos y no uno calcinado o el otro "dormido" eternamente. Kilder también parece cansado como Loranda el día anterior y Swen, nada comunicativo, vuelve a tumbarse a descansar.

El tercer día, tras la desaparición nocturna del chamán, vuelve a estar allí para el desayuno y se acerca a Erikand. Al igual que con los otros dos en un momento del día desaparecen, Erikand vuelve cansado y Swen le dedica una sonrisa antes de retirarse.

Al cuarto día le toca a Aldar. Sólo hace falta ver como cruzan las miradas durante el desayuno para saber que ese día le ha tocado al cazador. Cuando vuelven veis como Aldar le da un cordial apretón de manos reconociendo algo y le deja retirarse a descansar. No es su día más carismático, está algo exhausto, pero poco a poco se va recuperando.

Finalmente, el quinto día, bárbaro y bárbaro se ven en el desayuno. Ya no hay secretos para ninguno cuando oyen decir al chaman: "Esto no ha acabado, hay que estar preparados, para lo que se avecina. Como hijo de Orlanth y hermano de Garnath eres el más importante para mí. Por eso te dejé para el final. Tenemos que hablar". El noble orlanthi ni siquiera espera, suelta el desayuno y dice "Pues hablemos". Los dos se marchan sin probar bocado.

Cuando se acercó a tí durante el desayuno volvió a provocarte la misma sensación de siempre, desconcierto. Swen es realmente el humano más extraño que te has encontrado en tu vida. Simplemente se acercó y te dijo "Nos separamos pero esto no ha terminado, tengo algo para tí que creo te podrá ayudar en tu búsqueda. Necesito verte a solas."

Swen espera pacientemente hasta que tú decides el momento. Te acercas y le dices "ahora" y el te dice "sígueme". Después de andar varios centenares de pasos y adentraros en el bosque, cuando ya empiezas a estar desesperada, el chamán se para en un claro, te indica con un gesto que tomes asiento en un tocón y se pone frente a tí. En la penumbra, tras de él, aparece aquella figura descarnada que ya viste cuando se fue a hablar con los elfos, en el hueco donde debería estar el rostro uno ojos brillantes parecen penetrarte. Un escalofrío recorre tu espinazo. ¿Que pretende? ¿Que hago aquí? Te preguntas, pero esto aún no ha terminado. Junto a él comienzan a desdibujarse otras dos etéreas figuras: un joven guerrero con un profundo tajo en el cuello y una jovencísima chica, ambos orlanthis, ambos con tatuajes de pies azules similares a los que alguna vez le has visto a Swen, ambos te miran con orgullo y reconocimiento pese a sus enloquecidos ojos.

- Te presento a Gunhar y Randan, mis amigos. Hemos decidido que, aunque nuestros caminos se separen, formas parte de nuestra pequeña comunidad y queremos regalarte algo que te ayude en lo que el futuro te deparará.

Ves como la figura espectral que hay tras Swen abre su capa. Bajo ella a tres formas difusas. Randan coge una, Gunhar otra y Swen la última.

- He capturado estos espíritus para tí. Te ofrecemos la posibilidad de elegir entre uno de ellos para aprender lo que ellos ya saben. Randan te ofrece la posibilidad de ser más bella, Gunhar la de aumentar tu sabiduría y yo... la de hablar a las mentes. ¿Cual eliges? Tendrás que luchar contra el que elijas, pero no te preocupes, estoy aquí para ayudarte. Es una batalla ganada.

Llevas un día preguntándote por qué se fueron solos Swen y Loranda. La envidia y los celos te dominan cuando se acerca a ti pero cuando el loco te dice que tiene algo para ti tu ambición vence a ambos. A penas puedes esperar y los nervios te dominan cuando, a media mañana y con un gesto serio, te indica que le sigas. Le sigues centenares de pasos adentrándote en el bosque. Comienzas a desesperarte, comienzas a pensar en calcinarlo y olvidarte de él cuando llegáis a un claro. Te indica con un gesto brusco que te sientes en un tocón y el se pone frente a ti oculto bajo la sombra de unos árboles. Tras él aparece aquella tétrica figura que lo protegía cuando fue a parlamentar con los elfos. Esos ojos que surgen de la penumbra te taladran, algo te dice que te aborrece. Tan concentrado estás en ella que no ves aparece otras dos figuras fantasmagóricas junto a él: un guerrero y una bella mujer, ambos con adornos culturales muy similares a los de Swen, ambos con pies azules pintados sobre su etérea piel, ambos jóvenes con cuerpos demacrados y rostros enloquecidos pero... lo más importante... ambos parecen despreciarte.

- Pienso que tus "aficiones" te llevarán por un mal camino. Eres un ser egoísta, pero formas parte de la pequeña comunidad que se ha creado entre nosotros seis y no puedo permitir que nos abandones sin proporcionarte una ayuda en lo que te espera.

La capa del espectro se abre y de el extraen tres bolas luminosas. Una la coge el guerrero, otra la chica y otra Swen.

- Randan te ofrece la posibilidad de aprender la sabiduría que te falta -la chica se adelanta-. Gunhar la posibilidad de reparar aquello que estropees -el chico avanza-. Y yo el poder parar el fuego que provoques -Swen avanza-. Tendrás que luchar con el que elijas -indica con la mirada las bolas-. No creo que haga falta ayudarte, pero estaré aquí por si lo necesitas.

Swen siempre te ha producido una extraña sensación mezcla de miedo, respeto y desconcierto. Aún así algo te dice que si te tiene que decir algo debes escucharle. ¿Que pasó ayer con Kilder? ¿Y anteayer con Loranda? ¿Por qué ahora yo? Los centenares de pasos que os separan de la choza y el claro del bosque donde te lleva transcurren extremadamente rápido mientras no dejas de interrogarte. Al llegar te pide que te sientes en un tocón mientras el se sitúa frente a ti. A la sombra de los árboles puedes ver como se desdibuja a su espalda aquella visión fantasmal que jugaba a las tabas mientras el fue a parlamentar con los elfos. Un gesto de su mano izquierda como si invitara a alguien a pasar hace aparecer a un joven y traslúcido guerrero junto a él. Otro gesto similar con su mano derecha hace aparecer en ese lado a una demacrada joven que tuvo que ser bella. Ambos tienen algo en común con Swen que no logras identificar. Ambos te miran con respeto con sus ojos locos y desencajados.

- Te presento a mis amigos: Gunhar y Randan. Tus gestos, tu coraje, tu decisión de estar donde más se te necesita nos impresionan. Tú, junto con el resto del grupo que vinimos de Brolia, formas ahora comunidad con nosotros y por ello hemos decidido ayudarte proporcionante alguna ventaja que nos ayude a todos.

Los tres se giran hacia atrás y recogen lo que el oscuro espectro de los ojos luminosos les entrega tras extraerlo de debajo de su raída capa. Cada uno de ellos te muestra algún tipo de ente espiritual que portan en sus manos.

- Tendrás que luchar con uno de estos tres. Será una lucha entre tu alma y él. Pero vas a ganar. Nosotros nos encargamos. Tienes que elegir con cual lucharás. Golpear más fuerte, hacer huir a tus enemigos o recuperarte de tus heridas es tu elección -te va indicando de izquierda a derecha cada uno de los entes con un gesto de su mirada-.

Tras mi decision, paso la noche prácticamente en vela. No consigo conciliar el sueño a pesar del cansancio. Me pregunto como sera la vida en mi nuevo destino, en mi mente se agolpan cientos de preguntas que solo obtendran respuesta con el paso del tiempo. A pesar de todo no dejo de fantasear en la oscuridad de la cabaña, imagino como seria el reencuentro con Arryha, imagino tambien a Felkenna pidiendome clemencia y a mi misma danzando con las dagas a su alrededor hasta matarla y sonrio pensando en lo dulce que resulta vengarse de alguien a quien odias . Asi transcurre la noche y finalmente tras los primeros rayos de sol me levanto.
Me sorprende la invitacion de Swen, siempre me ha parecido un hombre muy extraño, pero no dudo en seguirlo porque confio en el.
Despues de un buen rato regreso junto a los demas, los ojos me brillan, me siento bien e incluso diria que soy feliz, solo mis movimientos y la palidez de mi rostron indican que estoy cansada.
Me alejo un poco de los demas y disfruto de ese momento sin decir nada, tan solo sonrio, sumida en mis propios pensamientos.

La experiencia con las wyvernas te terminó de confirmar que Swen puede ser cualquier cosa menos un loco. Sabe demasiado bien lo que quiere hacer y vale más por lo que calla que por lo que dice. Hace pocos días os sorprendisteis viendo como uno a uno iba convocando una reunión con los miembros del grupo. Algo te decía que eso era bueno, que a ti también te tocaría y esperabas tu momento. Cuando al cuarto día, al llegar, te miró a tí no tuvo que decir nada. Sabías que te tocaba. Le hiciste esperar lo justo para que desayunara -parecía ir acumulando cansancio tras cada una de sus "charlas"-. Luego le seguiste centenares de pasos hasta el bosque, hasta un claro que ya conocías de buscar caza. Con un gesto te ofreció asiento en un tocón y se apartó frente a ti.

- Aldar Matadragones -su sonrisa cómplice te hace recordar el encuentro con las wyvernas-, Aldar el Sensato -parece meditar mientras habla- Aldar el Certero. Lo que voy ha ofrecerte no es nada comparado con lo que tú aportas a nuestra comunidad, a la pequeña comunidad que hemos formado este extraño grupo. Yo también cazo, pero mis presas son otras.

¿Cuando ha sucedido? Te preguntas. Pero el caso es que junto a él hay tres conocidas figuras traslucidas. Una hace mucho tiempo que la viste guardando el cuerpo de Swen mientras su espíritu se adentraba en el bosque para dialogar con los elfos. Negra, oscura, oculta por una raída capa sólo puedes ver un extraño y frio fuego donde deberían estar sus ojos, y sus descarnadas manos. Es la más imponente y se sitúa detrás de él. Las otras os ayudaron con las wyvernas, son la chica y el guerrero que atacaron a la wyverna que durmió Swen. Algo imperceptible te dice que están muy unidos a él. Pese a su demacrado aspecto y te miran con respeto.

- Te presento a Gunhar y Randan. Aunque ya os conocéis.

Los tres se giran hacia el de la capa, meten sus manos bajo ella y extraen unas extrañas formas nebulosas.

- De entre lo que he cazado esta noche hemos elegido esto para ti. Pero sólo podrás luchar con uno para adquirir su sabiduría. Será él contra tu alma... y nuestro apoyo. Ganarás.

Hace una pausa para indicar que es cada uno.

- Gunhar te ofrece multiplicar tus flechas, Randan la posibilidad de que tus presas no te perciban al acercarte y yo... la vista de un lince o un pájaro.