Partida Rol por web

Te dejé una tirada oculta hace un par de mensajes, pero bueno... te dejo otra... fallida :-(

Algunos de vosotros, incluyendo a Jorandash, oís algo extraño en un recodo del camino más adelante. Parece el sonido de un forcejeo, algún grito y el ruido de algo rompiendose contra el suelo. Acelerais la marcha y al llegar al lugar os encontrais con la siguiente escena:

El carro de un comerciante, tirado por un burro, está parado a un lado del camino con parte de su carga tirada por el suelo. Cerca de él hay dos hombres; Uno está sentado en el suelo, inclinado sobre su espalda y tratando de cubrirse con las manos del otro, que está de pié con una espada en la mano, amenazandole.

Jorandash se acerca a ellos con su característica actitud tranquila y severa pero sin desenfundar su arma y le da el alto al hombre de la espada. Rapidamente el hombre del suelo exclama: -¡Acabad con él! Este maldito bandido quiere llevarse mi mercancía. A lo que el hombre que sostiene el arma responde: -No le creais... Él es el bandido que me ha atacado pero he conseguido arrancarle el arma de las manos. Ahora el muy mentiroso quiere engañaros.

Jorandash parece confuso ante la duda y os mira esperando que alguno de vosotros sepa qué hacer.

Erikand rodea a ambos contendientes sacándose su maza y escudo.
-Soltad el arma, si él es el bandido, no querrá escapar.

Eirkand, valiéndose de sus conocimientos previos y sus antiguas enseñanzas y viajes como comerciante, intenda observar la actitud y modales de los dos hombres. La ropa de ambos, puede que sea un buen identificador. Erikand también se fija en la forma en la que maneja esa espada, si la pose es evidentemente "bruta" y poco limpia es más probable aún que sea un bandido, y por si fuese poco, dotándose de sus conocimientos, les hace una pregunta a ambos.

-En el supuesto caso de que seáis un comerciante, de dónde venís, y con qué comerciáis?

Tras las respuestas de ambos, Erikand intenta recordad algo de esos lugares, aunque estuvo demasiado poco tiempo como comerciante, quizá le suenen de algo, algún nombre con el que hiciera algún trato, alguna cosa.

Veo que Jorandash tiene todo bajo control, y me acerco hacia el animal que tira del carro.

-Mmmm, curiosa escena.

Me adelanto, y le digo a Jorandash.

-La solución me parece que la tiene el burrico, que obedecerá al dueño. Simplemente se tendrán que separar unos metros y llamarlo. El burrico irá hacia el dueño, que es el que le da de comer.

Sin acercarme mucho a la escena por si acaso, hablo elevando el tono de voz. 

-Tal vez funcione lo del burrico, Kilder, pero tal vez no, los burros tienen fama de ser muy tozudos. Y si no se mueve del sitio ignorando la llamada de ambos hombres? Si tu idea no da resultado propongo que los dos hombres hagan inventario del cargamento que se supone que lleva el carro. Solo el dueño de la mercancia sabe exactamente que transporta en su carro. 

Dicho esto, vuelvo a guardar silencio esperando que la disputa se resuelva cuanto antes. 

Enarco una ceja al escuchar las palabras de Kilder. Contengo una risilla... porque tal vez no sea una idea descabellada. De todas formas, mejor empezar por lo clásico. Dejo a Erikand y al resto la parte social y me concentro en buscar pistas de lo que ha ocurrido. Observo las ropas de ambos, su calzado, las ruedas del carro,y empiezo a caminar alrededor del carro para intentar hacerme una idea de lo que ha ocurrido. Mientras, saco mi lanza y la uso para apoyarme al agacharme con aire distraído.

Mientras todos aportan alguna solución, observo a los dos pretendientes del carro, y miro a ver si alguno tiene una vaina de espada en el cinto o a la espalda, o incluso la marca de haber portado el arma en la ropa.

A veces la solución está en nuestras narices, y no la vemos.

Me quedo sorprendido por la situación, así que me limito a escuchar las buenas ideas de mis compañeros.

-La idea de Loranda me parece la mejor -le comento a Jorandash-. Solo añadiría que sería mejor hablar con cada uno sin que el otro pueda oír la conversación, para que el bandido no pueda saber qué lleva el carro si preguntamos primero al mercader.

Luego me acerco a Swen aprovechando que todos están concentrados en el carro y los dos hombres y le susurro disimuladamente, sin dejar de vigilar la espalda de nuestro jefe:

-Oye, Swen, me está mosqueando Jorandash. No responde a mi pregunta y creo que nuestra condena no va a terminar nunca. ¿Qué te parece si nos deshacemos de él y vamos a buscar a Arrhya?

El hombre que sostiene la espada la deja caer siguiendo la orden de Erikand y a petición de Kenvent, ambos son separados para poder hablar con ellos de forma independiente.

A la pregunta de Erikand, ambos responden lo mismo: Frutas y verduras. El cajón que hay roto en el suelo revela la naturaleza de la mercancía a cualquiera. A pesar de eso, a Erikand le parece por sus ropas y su forma d ehablar, que el verdadero comerciante es el hombre que sostenía la espada.

Mirando con detenimiento las ruedas del carro, Aldar descubre que en éstas hay restos de tierra roja, posiblemente arcilla, al igual que en las botas del hombre de la espada.

También el que sostenía la espada es el único capaz de inventariar el contenido de la mercancía y ante el que el burro responde de manera más o menos efectiva.

Parece que no hay duda de quien es el comerciante y quien el bandido.

Jorandsh desenfunda su espada, esta vez si, y apunta al bandido con ella.

-Creo que no hay duda de quien debe ser apresado y llevado ante las autoridades. Lo habeis hecho bien. No pensaba que podriais disipar las dudas d euna forma tan eficaz y rápida.

En ese momento el bandido confiesa, cae d erodilla sy suplica a Jorandash que no le haga prisionero, que solo roba para alimentar a su familia y que sin él, su espopsa y sus tres hijos morirían de hambre. Pero Jorandash parece inmune a súplicas y le responde con una patada que le tira de espaldas al suelo.

-¿Como te atreves a cometer un delito y después pedir clemencia como un gusano? Esto debes explicarselo a quien te juzgue y no a nosotros. ¡Atadle y le llevaremos a la ciudad más cercana para que pueda ser juzgado!

Gruño por lo bajo algo parecido a "voy a asegurarme de que el camino está despejado" y me adelanto un poco, fingiendo explorar los márgenes del camino. 

Me he convertido en un sabueso de los nobles carmanianos. Sintiendo asco de mi mismo, contemplo el bosque con anhelo. Sería tan fácil... Pero y después ¿qué? Brolia está a un mundo de distancia, y no podría regresar con mi familia convertido en un fugitivo. Sería el final para ellos y para lo poco que les queda. Es mejor que me mantenga alejado de ellos.

Esperaré.

Erikand se acerca a Jorandash y susurrando le comenta:

-Mi señor, si me permitíis... -Erikand espera a recibir su permiso, a lo cual responderá. - Me parece una buena idea, sin embargo, normalmente un comerciante no suele ser tan diestro como un bandido en el combate, y si fuese un bandido real... Una única persona atacando a un carruaje? Sin atacar con arcos o ballestas para abatir al conductor? No parece ser un bandido real, y si le juzgan en la próxima ciudad, posiblemente no serán tan benévolos con él...Hay una familia en juego mi señor. Podríamos buscar una solución alternativa de camino?

Erikand observa al "bandido". Evidentemente las cosas no le cuadraban, pero tampoco se podía ir de rositas, y podía sacarle partido a la situación, sólo debía pensar un poco en cómo.

Me quedo observando al proyecto de ladrón, y pienso:

Bueno, no es tan grave, yo conozco gente que hace genocidios, luego piden perdón, y no pasa nada.

-Señor Jorandash, ¿qué castigo se aplicará a esta persona?, piense que es pobre, y no va a poder pagar si no es con un castigo físico, y si se le aplica un castigo físico, o encarcelamiento (a lo cual, veo que sois muy amigos), su familia, a la cual no conocemos, morirá de hambre, o tendrán que delinquir, y será peor el remedio que la enfermedad.

Doy unos cuantos pasos, y palmeo la frente del borrico.

-Lo que no he podido evitar, es ver a su jefe seboso, el cual no parecía pasar hambre, ni ser muy pobre. En eso os supera el pueblo del que provenimos, todo el mundo tenía su tarea en el poblado, y nadie pasaba hambre (al menos yo no lo vi). ¿No sería mejor hacer una inspección, ver a su familia, y si es necesario, le busquéis un trabajo a este señor, y que produzca algo para el pueblo, y de paso se gane la vida honradamente junto a su familia?, vamos, no estoy muy acostumbrado a sus leyes, igual les parece mejor decapitarlo, y acto seguido lanzar a su familia a los leones.

Mientras rasco entre las orejas al burro, hago mi último comentario, sin mirar a nadie en especial.

-Y por último, claro está, se le puede cortar la lengua por mentiroso, y cortar una mano por ladrón, así nos podríamos olvidar del tema.

Tras contestar con vaguedades a Loranda Swen ha permanecido callado y observando no tanto al grupo como al que lo dirige. Por un momento ha sentido como si él y Kilder intercambiaran papeles, sus ideas pasaban por la tortura de una forma tal que hubiera delatado sus habilidades mientras que Kilder, extrañamente, ha optado por una solución que no dañaba a nadie.

Ensimismado estaba en la situación cuando Kenvent se acercó a él a sugerirle eliminar a Jorandash. Miró extrañado al cabecilla orlanthi y, tras un largo silencio en el que devolvió su mirada al carmaniano, soltó unas escuetas palabras.

- A mi tampoco me responden sobre tu sobrina pero creo aún no es el momento para lo que sugieres. Este lunar me intriga. No se siente intimidado por la diferencia numérica.

Jorandash os mira perplejo y al final suelta una carcajada.

-Pensaba que el conde me había rodeado de traidores y barbaros sanguinarios que me cortarían el cuello a la primera oportunidad y ahora descubro que teneis el corazón mas blando que una niña virgen devota de Erissa*. Si me descuido os llevais al bandido con nosotros, le encontrais empleo y le construis una casa junto al Mar Dulce**. -El tono de Jorandash pasa rapidamente de la burla a la ira. -¿Quien os creeis que sois y donde pensais que estais? Esto no son los montes verdes de Brolia. Estais en Carmania y aqui se cumplen unas leyes para que todo funcione como es debido.

Moviendose con una velocida dinersperada, Jorandash recoge la espada del suelo, la agarra con el filo hacia abajo y se lanza sobre el bandido tumbado boca arriba en el suelo, clavando la espada a pocos centímetros de su cara.

-Hoy has tenido suerte amigo, pero ten cuidado la proxima vez. No creo que vuelvas a encontrarte con un grupo como éste jamás.-Jorandash se yergue mientras una mancha de orín se expande en los pantalones del bandido. -Continuemos nuestro camino,  no tenemos nada que hacer aquí.

Me giro lo justo para observar la escena con medido distanciamiento. El tipo ha tenido suerte. Si hubiera elegido un objetivo más "justo", como un recaudador de impuestos, seguro que estaría colgando de una rama. Sin embargo intentó atracar a un comerciante de frutas que resultó ser demasiado para él.

- Piensa en esto, amigo- le digo, acercándome con paso tranquilo, antes de marcharme- Si no has podido con un frutero, creo que será mejor que dejes el bandidaje a otros. 

No añado nada más. Un pobre desgraciado que no sirve ni para robar no tiene mucho futuro. Y si lo de que tiene familia es cierto... Muevo la cabeza con aire sombrío y vuelvo al camino. Al menos no nos hemos convertido del todo en alguaciles... todavía.

Observo a nuestro "jefe", y pienso:

Cachis, sabía que últimamente hablo demasiado, sólo tenía que haber dicho lo de cortar la lengua y la mano, he de conseguir caerle bien a este hombre, lo prefiero de "amigo" que de enemigo.

Cuando paso al lado del ladrón, le susurro:

-Vende ese arma y consigue algo de dinero así, lo que mas te va a dar son disgustos por lo que veo, casi mueres dos veces hoy con su filo.

Doy unos pasos mas, y cuando estoy al lado de Jorandash, me giro y le grito al pillo:

-¡Y que no se repita, si te volvemos a ver, igual no tendremos nosotros tanta prisa, ni tu tanta suerte!

Vuestro camino continua entre montes, valles y llanuras, y a medida que os acercais al norte los asentamientos se hacen má sy mas escasos y eso os obliga a dormir al raso. Jorandash había previsto la situación y ha provisto la carreta de múltiples mantas de todo tipo. cada noche seguís la misma rutina: Apartais la carreta a un lado del camino, haceis un pequeño fuego para cocinar y os acostais quedando siempre dos de vosotros despiertos en turnos rotativos decididos por Jorandash. El primer turno lo hace él mismo junto a Swen; el segundo Aldar y Erikand y el último Loranda y Kenvent.

Esta noche habeis acampado en una zona rocosa bordeada por un bosque de pino negro. A partir de este punto los árboles alcanzan la veintena de metros de altura y el bosque se densifica alrededor del camino. Como siempre, seguís la misma rutina de guardias.

El primer turno transcurre con normalidad, como viene siendo habitual. La noche es fria y húmeda, pero las mantas impermeabilizadas os impiden pillar una pulmonía. Jorandash y Swen despiertan a Erikand y Aldar y se acuestan. parece que va a ser otra noche tranquila...

Conforme van pasando las noches, Erikand se vuelve más cercano al grupo, más interesado por cada individuo. Hasta ahora, sus motivaciones eran de moralidad dudosa, y desde la estancia en la cárcel, parece que se ha vuelto mucho más humano. El incidente con el bandido fue algo decepcionante. Lo que habia dicho Jorandash sobre darle un trabajo a ese bandido... Erikand se aseguró de memorizar su cara. Le había hecho un favor a ese bandido salvandole la vida del comerciante. Curiosa ironía.

Erikand sigue caminando con el grupo mientras las noches pasan, aprovecha los momentos de guardia para hablar a solas con cada compañero de guardia para saber sus impresiones e intenciones con respecto a Jorandash además de acercarse más al grupo.

Por fin llega la noche, esta ver le toca con Aldar...

Duermo plácidamente sin enterarme de nada.