Partida Rol por web

La espera se os hace eterna.Desde que Aldar partió no se ha oído un ruido pero estais más alerta que nunca. Pasan varios minutos que se os antojan horas cuando veis aparecer a Aldar de nuevo junto a la presencia de Gunhar que solo Swen percibe.

Aparezco solo y sudoroso, visiblemente agitado. Miro furtivamente a los lados y les hablo en voz baja, con tono airado.

- !Ese maldito fantasma tuyo! -mascullo, dirigiéndome a Swen- Ha atacado a un broo que estaba de centinela en la entrada de una gruta nada más verlo. Le he disparado en una pata y creo que el fantasma le ha hecho algo, porque se ha empezado a golpear solo contra una roca hasta matarse.

No puedo contener un estremecimiento. Vuelvo a mirar a los costados y continúo.

- Creo que no lo han oído, pero debemos darnos prisa. Cualquiera que entre o salga de esa cueva verá el cadáver y mi flecha clavada en su pata. No me he atrevido a entrar yo solo, pero puede que todavía tengamos una oportunidad de sorprenderles ¡vamos!

El momentáneo enfado de Swen se diluye rápidamente en un rictus de aceptación. Sabía que algo así podría pasar. No se podría esperar menos de uno uroxi loco.

- Pero... ¿sabemos algo más de ellos? ¿Cuantos son? ¿A qué nos enfrentamos? ¿Será fácil acceder a la cueva o tienen una posición defensiva ventajosa?

Estas preguntas también las dirige a su espíritu amigo.

Niego con la cabeza mientras les hago gestos para que se apresuren.

- Me juego mis arcos a que hay una docena, o mejor dicho una docena menos uno. No he visto rastros que se separaran, así que deben ser los mismos que atacaron el carro -respiro agitadamente- Y no me ha parecido prudente revisar la zona con la única compañía de un fantasma uroxi muy poco discreto.

Empiezo a caminar hacia la cueva.

- La cueva es muy fácil de defender... si saben que vamos. La rapidez es vital. Una vez ocupemos la entrada la ventaja será nuestra, y podré revisar bien la zona en busca de pistas.

Erikand se levanta al llegar Aldar. Estaba agachado, de cuclillas, aguantándose parte del peso con el escudo.

-No se hable más. Vayamos a hacer lo que se debe hacer.- Erikand golpea su maza contra el escudo. Parece totalmente dispuesto y activo. Por la cara, casi diríais que lo estaba deseando.

-Realmente no se si me parece una buena idea acorralar 12 bestias cuando nosotros somos cuat... cinco... seis? Hombres, espíritus... entes! - Se veía claro que Erikand quería incluir a los "amigos" de Swen, pero se le veía confuso. - Pero si hay algún hombre o mujer vivo aún, es lo menos que podemos hacer.

- Quizá tendría que haber ido Gunhar sólo... -piensa ante las palabras de Aldar-.

Abre la boca con la intención de añadir algo pero Erikand se le adelanta y no puede evitar sonreir ante las dificultades del guerrero para incluir a sus amigos.

- Tienes razón Ald... William, seguramente no fue lo más apropiado. Aún así pienso que no es mala idea que Gunhar y Randan se nos adelanten en el asalto. Crearán confusión. ¡Vamos! Ya les pediré su apoyo poco antes de llegar.

El chamán comienza a andar pero al poco vuelve a hablar sin apartar la vista del camino.

- Creo que no hace falta deciros que si veis que alguno se «echa a dormir» le dejéis descansar hasta el final...

Me freno un poco y me rasco la cabeza.

- Intentemos no hacer mucho ruido. Exploremos la primera cámara de la caverna y las inmediaciones. Tal vez veamos algo que nos resulte útil antes de avanzar.

Empiezo a plantearme el asunto con más cautela. Mi instinto de cazador me alerta de que se atrapan más presas acechando en silencio que cargando con una lanza.

- Creo que Erikand tiene razón, doce de esas cosas pueden ser demasiadas, y no sabemos qué más hay dentro, como ha apuntado S... Yorsar. Vayamos rápido hasta asegurar la entrada de la cueva, y después... avancemos poco a poco, asegurando cada paso. Podría incluso haber trampas.

- Issar. Deberíamos acostumbrarnos a los nuevos nombres...- Dice Erikand corrigiendo a Aldar - Avancemos entonces, deberíamos apresurarnos.- Erikand empieza a moverse con escudo y maza en mano- Era por aquí verdad? Vamos

Después de la tensa espera, sonrío al ver aparecer a Aldar entre unas rocas mientras se acerca. Sin embargo, las noticias que trae son preocupantes, ya que nos enfrentamos a un grupo bastante más numeroso que el nuestro.

- Hagamos lo que hagamos, tenemos que darnos prisa porque esos monstruos han hecho prisioneros y recuerdo que mi tía abuela me contó una vez que los hombres-cabra hacen cosas peores que la muerte a los pobres que logran raptar. Los dioses nos han traído aquí, así que nos estarán observando. ¡Seamos valientes y vamos a por ellos! 

Sigo a Erikand sin perder ni un instante.

Sin perder un segundo más, correis entre las piedras que os separan de la entrada de la cueva hasta alcanzar la escena descrita por Aldar: La entrada a una cueva que se adentra en la roca y el cadáver de un broo con el morro y parte de la cabeza aplastados a golpes.

El interior de la cueva está fresco y húmedo, aunque un olor desagradable mana de ella, como a excrementos de animales y carne podrida y el suelo tiene un ligero ángulo descendente. Aunque teneis las antorchas listas no llegais a encenderlas, ya que podeis distinguir claramente un resplandor algunos metros más adelante.

Avanzando con cautela llegais a un punto en el que el estrecho túnel se ensancha repentinamente dando paso a una gigantesca caverna cuyo suelo está a unos dos metros por debajo de vosotros. Como si os encontraseis en un balcón, podeis ver con claridad todo lo que está pasando en el lugar: La caverna, cuyo techo está sostenido por tres enormes columnas naturales de piedra está sembrada de antorchas y lámparas de aceite y en ella podeis ver las figuras de más de media docena de broos; Todos van armados y la mayoría de ellos están situados alrededor de un altar, donde uno de ellos, al parecer un chamán o sacerdote, está a punto de sacrificar a un hombre maniatado al altar. Cerca de allí, una destartalada reja metálica cierra una oquedad en la roca en la que hay varias personas más esperando su horrible destino.

Doy gracias a Orlanth por haber dado fuerzas a Aldar y a Swen para eliminar al centinela de la entrada sin alertar al resto. Agazapado en las sombras del saliente rocoso, analizo la situación y luego propongo el siguiente plan entre susurros muy leves pero apresurados, sin dejar de observar atentamente la escena:

-No creo que nos dé tiempo de llegar a los prisioneros y sacarlos de ahí antes de que los broos nos corten la retirada. Sería mejor lo siguiente: Aldar y Swen, podríais quedaros aquí arriba mientras Erikand y yo bajamos con cautela hasta la primera columna -digo señalando a la columna rocosa que se alza al pie de la rampa-. Swen, ¿podrías dormir a ese de ahí abajo? -indico al chamán al broo que hay junto a la columna-. Luego Erikand y yo podríamos escondernos tras la columna y esconder el cuerpo. Después, Aldar y Swen podríais tratar de liquidar al chamán con vuestras flechas y magia y cuando el resto de los broos se lancen a por vosotros, Erikand y yo atacaremos desde detrás de la columna y por sorpresa a los primeros que lleguen. Luego, cuando nos superen en número, nos retiraremos cuesta arriba para que no puedan atacarnos más de dos a la vez. ¿Qué os parece?

Espero ansioso la reacción de mis compañeros. Yo mismo estoy sorprendido de lo comedida que es la propuesta. No hace tanto, no lo hubiera pensado ni un segundo y me hubiera lanzado a la carrera contra el primer monstruo caótico a la vista, lanzando un grito de guerra.

Escucho con atención las palabras del noble orlanthi.

- Me parece un buen plan. Prepararé toda la magia que me queda para intentar asegurar el tiro. Con un poco de suerte si le pillo por sorpresa puede que le haga daño. Aunque me preocupa un poco que el broo dormido haga ruido al caer y alerte al resto.

Me giro hacia Swen y le susurro.

- ¿Crees que cuando empiece todo podrás enviar a tus fantasmas a sembrar la confusión ahí abajo? Tal vez puedan poseer a un par de broos y tener ocupado a ese brujo. La sorpresa debería ser nuestra baza.

Muy silenciosamente, saco una flecha y la pongo en el arco largo. Empiezo a canturrear muy suavemente para potenciar todo lo posible mi Dardo Veloz.

- Mhhh. Pues la verdad es que bajar nosotros dos hasta ahí abajo me parece un movimiento bastante temerario. Ni tú- mirando a Kenvent - ni yo somos expertos en el campo del sigilo. Si nos descubren podría ser peligroso. Además, si los sorprendemos de esa manera... No es probable que maten rápidamente a quien sea que está en el altar? Creo que deberíamos focalizar nuestros intentos en primero acabar con el shaman y los cuatro monstruos que hay alrededor. Yo, gracias a Swen, puedo ser útil con el conjuro que me enseño. Puedo intentar paralizar a algún sujeto. Después, cuando salte la alerta, podemos defender en la rampa, que tendremos una posición ventajosa gracias a la altura.

Erikand parece titubear un poco y añade.

-Aunque ya sabéis, aceptaré de buen grado la estrategia que escojais.

- Randan está dispuesta pero Gunhar, aunque está deseando actuar, dudo que esté en condiciones. Además, debería andar con cuidado con el oficiante. ¿Quién nos dice que no tiene unos poderes similares a los míos y los vuelve contra nosotros? En todo caso estoy de acuerdo en que el primero en anular debe ser él. Se me ocurre... -aunque no llega a mirarlo se percibe que siente la tentación de mirar a Aldar- si Gunhar se encontrara preparado... -parece mirar a un lugar vacío con mirada interrogativa- ¿y si Gunhar se apropiara del cuerpo del de el final de la cuesta y lo lanzara contra el sacerdote? Crearía la confusión necesaria para que pudierais bajar sin ser percibidos y la bestia moriría igualmente, sólo que a manos de los suyos. Antes de que el sacerdote pudiera reaccionar, y si no ha sucumbido a manos de la marioneta de Gunhar, yo debería dormirlo para que no pueda usar sus conocimientos contra nosotros o apoyando a los suyos. Mientras, como decís, William podría atraer su atención en cuanto estéis ocultos para que los pilléis por sorpresa. Randan permanecerá oculta para crear nueva confusión. Si el oferente sobrevive al ataque y al sueño, o es despertado, se enfrentaría a él. Si no es así atacaría por la espalda al resto cuando os descubran.

- Lo de Gunhar es arriesgado, y no confío en que pueda vencerlo ya que aún me pregunto como pudo vencer al anterior, pero os dará la cobertura que «Issar» cree necesaria. Mientras terminamos de decidirnos él ya va para allá.

Swen transmite mentalmente la orden al fantasma de que se aproxime al broo del final de la cuesta pero que no se haga visible ni le ataque hasta que él le autorice.

- Estoy preparado para lo que decidáis, pero el de el altar no creo que quiera esperar mucho.

Asiento ante las propuestas de Erikand y de Swen.

-Muy bien, entonces empezaré a bajar en cuanto vea que el broo de ahí abajo empieza a correr hacia los demás. Que los dioses nos ayuden a todos. Erikand, únete a mí en cuanto puedas, si no abajo, en la mitad de la rampa cuando vengan los broos.

Dicho esto, me arrastro por el suelo y me aparto unos metros del grupo cuesta abajo, preparado para salir hacia la columna en cuanto el camino esté despejado. Mientras tanto, susurro ayuda a los servidores del Atronador, para que me den fuerzas en el brazo de la espada, pero veo que hoy tendré que confiar en mi propia habilidad. Sea así, pues.

Swen aprovecha para posicionar a la espectra mientras deja algo de tiempo a Kenven para avanzar. Su pensamiento se transmite a ella a través del vínculo que la sujeta junto a él mientras un leve brillo se diluye desde el anillo que recogió del tesoro del necromante y sube por su brazo.

- Acercate a ellos para estar preparada pero... procura estar siempre detrás sacerdote. Podría tener la misma capacidad de veros sin que os manifestéis y no quiero que te vea antes de tiempo. Espera mi aviso para atacar.

Una vez ve a Randan y a sus compañeros posicionados transmite mentalmente a Gunhar la orden de atacar y comienza a ronronear una pequeña ceremonia para mejorar su capacidad de dormir al oficiante si fuera necesario.

Erikand avanza con Kenvent, en cuanto empieze todo el alboroto, intentará lanzar un conjuro de paralización para intentar dejar fuera de combate a un enemigo.
-Vamos!

Mientras los demás deciden, termino mis breves pases mágicos y enfoco mi magia hacia la flecha en el arco. Todo está listo.

Todo va bien hasta que... mi flecha se perderá en la lejanía.