Partida Rol por web

Todo parece normal en el campamento de Harrenhal, habituado a la tensión y el constante movimiento. La mayoría de la gente que habita las ruinas de la fortaleza han perdido su hogar a manos de sus enemigos y su naturaleza se ha vuelto inquieta, temerosa, errante, razón por la cual parecen incapaces de estar inmóviles.

El Maestre Tyrell va por el campamento, hablando con todo aquel que se le acerca. En un momento dado se acerca al joven aprendiz, Atreides, y al pastor Jano -Venid conmigo, es hora de reclutar jóvenes mentes lúcidas.

Después de una noche larga y prácticamente en vela, abandono mi tienda para pasear por el campamento tratando de liberarme de unos pensamientos que me quitan el sueño y siembran la incertidumbre en mi ánimo. Pero es en vano: todo a mi alrededor me recuerda constantemente la precaria situación en la que nos encontramos y el larguísimo camino que nos queda hasta lograr lo que me he propuesto... Si es que algún día lo logramos.

Y mientras camino entre las tiendas y los ajetreados grupos de soldados me pregunto si no hubiera sido mejor huir de mi sangre y de mi pasado, olvidar la sed de venganza y el deseo de justicia y contentarme con vivir como una anónima mujer de Poniente.

Pero en el fondo sé que no lo hubiera logrado, pues cada vez que cierro los ojos y trato de conciliar el sueño veo a mi padre ardiendo en la hoguera, a mi hermano exhalando su último suspiro, el vientre abultado de Melara cobijando la semilla corrupta de Lord Gendry, y al león con piel de venado devorando unas tierras que son mías.

"Es lo correcto", me digo, "es lo justo". "Lo justo ha de prevalecer", me repito una y otra vez, "lo lograremos". Pero ni yo misma lo creo: Stannis era justo, mi padre era justo, mi hermano era justo, y los tres están muertos, traicionados y asesinados por el dios del fuego.

Sin embargo callo, sonrío y miro con orgullo a los hombres que me rodean, pues si yo no finjo creer que es posible, ¿quién lo creerá?

-¿Jóvenes mentes? ¿Para qué? ¿Tenéis algo en mente?

Jano salió tras el anciano entre curioso e inquieto, tratando de sacudirse los ecos del sueño de la noche anterior.

Te ha quedado bien el juego de palabras, Jano- le dijo al muchacha mientras se acercaba al maestre- supongo que buscaremos a posibles candidatos con dotes para la curación y demás habilidades. ¿O me equivoco?

La noche pasó tranquila para variar. Me encuentro algo ansioso. El día anterior fue provechoso en cuanto a definiciones. Lady Water parece afianzarse cada vez más en su rol de señora. Su casa, aunque insipiente, tiene mucho potencial. Cuenta con algunos de los pocos maestres que quedan y su ejército no es despresiable. Ella misma se ha hecho algo de reputación. Sólo le faltan algunos buenos aliados.

Pero ahora mi prioridad es comunicarme con mi casa. Mi larga ausencia debe preocupar a algunos y esperanzar a otros. El Maestre Tyrell parece ocupado en este momento. Sin interrumpir su tarea junto a Atreides, me sumo al grupo.

Escuchadme los dos, y vos, si tenéis un mínimo de raciocinio, Lord Blacktyde -respondió el maestre Tyrell mientras caminaba por el campamento seguido por el extraño trío de hombres -necesitamos encontrar mentes despiertas, capaces de razonar y completar por si mismos enlaces. Cualquiera puede aprender de memoria algunas recetas curativas pero no es eso lo que necesitamos, no solo eso. Esta casa y todo Poniente necesitan de individuos creativos, capaces de crear sus propias recetas, dado el acto deleznable y asesino cometido por esa casa de víboras traicioneras e ignorantes.

Vas dando un paseo pensando en tus cosas cuando alguien te agarra con cuidado por detrás, sobresaltándote -Tranquila, mi señora, no voy a repetir la escena que cometimos antaño -te comenta sonriendo Boros Morrigen -¿como os encontráis? Se os ve cansada, la verdad. La vejez me ha otorgado un don, saber que el hablar libera el corazón de aquello que lo oprime.

Pasada la sorpresa, sonrío agradecida al veterano caballero pero niego con la cabeza.

-No me ocurre nada, ser -respondo intentando sonar sincera-, tan sólo las preocupaciones típicas de una señora inexperta y joven, supongo -¿Por qué me cuesta tanto confiarme a la gente, maldita sea? Suspiro y dejo caer los hombros-. No, no es cierto, la verdad es que estoy asustada. Me da por pensar que todo esto me supera -abro los brazos como intentando señalar todo el campamento-, que no vamos a lograrlo porque yo no voy a saber guiar a los hombres. ¿Qué soy yo, qué es el ideal que me he propuesto, qué son nuestras aspiraciones de justicia? Nimiedades, pequeñeces en mitad de una guerra de grandes nombres que se disputan el trono de Daenerys.

Cuando el Maestre Tyrell termina de hablar ya me encuentro algo avergonzado. Aunque todos conocen mi enemistad con la Casa Harlaw, responsable del saqueo de Antigua, esta responde a mi Reina y por lo tanto el asunto me toca. La disputa interna de Greyjoy es, al fin de cuentas, entre el saqueo desbocado y una política más equilibrada, y por tanto más apto para reinar. Es por esto que se hace cada vez más urgente mi regreso junto a la Reina Asha, si además puedo realizarlo junto a personas influyentes creo que podremos detener esa locura.

- Cuenten con mi colaboración en esta tarea si la desean. Es sólo la reparación de una porción muy pequeña del daño que se les ha provocado.

-Maestre Tyrell, yo puedo ayudaros a buscar gente capaz si así me lo pedís, pero mucho me temo que en materia de enseñar y aprender, más os corresponde a vos y Lucyen lo primero y a mí lo segundo. No he tenido nunca maestros y todo lo aprendí por mi cuenta en los libros...

Aprenderéis de manos de Lucyen, joven Jano, y lo asesoraréis en todo lo necesario. Sois hombre inteligente y vuestro consejo es más útil de lo que pensáis. Hoy buscaremos a todos los hombres útiles de este lugar pero algo me inquieta. Igual que Antigua ha sido destruida nosotros podemos ser atacados en cualquier momento y perecer. Debemos separarnos. Lucyen, vos sabéis más de lo que pensáis, seréis un buen maestro. Yo o vosotros os quedaréis aquí, con Lady Sylven, y el otro partirá a una zona diferente con la mitad de los hombres válidos que encontremos. ¿Que preferís, quedaros o poneros en movimiento? -os pregunta el maestre Tyrell, algo cansado dados los años que aguantan sus huesos.

Lord Drake, vuestra ayuda será bienvenida. No parecéis compartir la brutalidad de vuestros hermanos.

Solo los hombres sabios y justos se plantean si sus acciones merecen la justificación que se les da. Vuestro tío Stannis resolvió ese problema con un ideal de justicia limpio de rencores y envidias, un ideal que lo guió durante casi toda su vida. Escuchad lo que os digo, mi señora, los hombres necesitan aferrarse a algo en esta vida, algo que les ayude a organizarse, a no pensar en otras cosas más que en trabajo, familia, amores, placeres y otras cosas que les hagan felices. Ellos se encadenan a un señor para hacer más fácil sus vidas pero el señor debe cuidar de la vida de sus súbditos como si fueran su propia vida. Y creo que vos seréis una buena señora.

Por cierto, mi señora ¿habéis mandado ejércitos a auxiliar a los Sunglass?

Lo mas conveniente es que se quede aqui y nosotros seamos los que viajemos- responde Lucyen- al menos, siempre y cuando el resto esté de acuerdo- mira a Jano, esperando que la idea de poder viajar un poco le apeteciese. Además, el maestre Tyrell no tenía edad ahora para nuevos viajes. 

-Estoy de acuerdo con el maestro Atreides. Además de ayudaros lady Water me encomendó un cometido que sólo el viaje puede ayudarme a cumplir. Además -dijo el joven con una sonrisa pícara-, nuestras piernas son más jóvenes para viajar.

-No, yo... pensé que debía aguardar las respuestas a los mensajes que envié -respondo sintiéndome un tanto estúpida. Naturalmente, Melara no esperará a que los cuervos regresen para ordenar el asalto final al castillo de los Sunglass-. Hablaré con Lord Tudbury inmediatamente... -digo alejándome nerviosamente de Ser Boros. Cuando ya varios pasos me separan de él, me giro para mirarlo con media sonrisa-. Gracias por vuestras palabras, ser. Fue una suerte que aquel día decidierais abordar nuestro barco.

- Le agradezco sus palabras Maestre, no me es fácil sostener las iniciativas de mis hermanos de hierro luego de su salvaje proceder con su orden. He de viajar pronto para dar noticias de mi buena salud a mi Reina y los míos. Creo que el mejor aporte que puedo hacer a su causa es asegurarme de que Asha vea el error que está cometiendo la Casa Harlaw y tratar de detener esta locura. Espero poder viajar con Lady Sylven para conseguir una alianza estratégica, pero prometo hablar con todos los interesados y posibles candidatos para que se unan a usted.

Te reúnes con Lord Tudbury en su tienda personal.

Sea pues, vosotros partiréis -concluye el maestre Tyrell. Durante toda la tarde de ese día y los dos siguientes procedéis a buscar jóvenes con talento. El Maestre hace preguntas con cierta normalidad, buscando respuestas ingeniosas. También busca a aquellos que son capaces de afrontar un problema con rapidez, poniéndolos en situaciones de aprieto, exigiéndoles como si fuera su señor.

Finalmente reunís a dos decenas de hombres y, aunque parezca extraño, una decena de mujeres.