Partida Rol por web

Año de Nuestro Señor de 1342
Corona de Aragón

Te encuentras en las inmediaciones de Muel. Tu hermano, un hombre venido a más con el burdel que se ha labrado, te comentó no hace mucho acerca del no demasiado noble oficio de en los prostíbulos, y más concretamente de la falta de mujeres que los llenaran. Es por ello que decidiste recorrer algunas aldeas al norte de Muel en busca de algunas mujeres a las que poder arrancar de la vida rural y hacerlas conocer Zaragoza... y que llevar ante tu hermano.

En el quinto mes del año, era mediatarde cuando a lomos de tu caballo lograste salir de un pequeño bosque en el que el sendero te había internado. Tu intención era visitar algunas aldeas, y la más cercana ahora mismo era Atuña. Al ver de nuevo el cielo descubierto de copas de árboles y troncos, divistaste a lo lejos, a unas veinte varas a cielo descubierto, un cruce de caminos (donde el camino que seguías moría), situado a unas veinte varas de distancia y colocado en el comienzo de la falda del monte Alcillo, alto y visible.

Pero aquello no fue lo que te sorprendió.

En el cruce, un hombre era atacado por un oso de grandes dimensiones. El tipo retrocedía del pesado animal.

_{Un Oso, deben de pagar bien por la piel de uno de estos}, Agarró su arco y se dispuso a disparar a aquel hermoso ejemplar, _{mientras ese oso este atacando a ese hombre, no me atacara a mi,} Zooo susurro al jamelgo para que se detuviera con el Arco bien tenso apunto al animal esperado herirle lo suficiente como para que no representara un autentico peligro, si se le girara hacía el.

La flecha viajó desde tu posición, pero ni siquiera llegó a la escena, al cruce de caminos, sino que quedó clavada en tierra. El disparo, ciertamente, había sido nefasto; ni tan siquiera oso y vícitma parecieron verlo. El oso, por su parte, parecía seguir acechando al tipo. Lo más probable es que se lanzara a por él con sus fauces y garras en cualquier momento.

No si se que me voy a arrepentir... ¿Como diantre había podido fallar?, agarro otra flecha, la coloca tensando el arco  y apunto de nuevo al enorme oso, esta vez notarás el punzón entrar en tus carnes. Para dar tiempo a la desvalida cena del oso le gritó un par cosas, -¡EHHH TU!, ¡CHSSST, HIJO DE UNA PUTA FEA Y GORDA! en cuanto tuvo la atención del oso la saeta salió surcando el aire.

La flecha silbó hacia delante, en, ahora sí, un perfecto recorrido desde tu posición hasta donde estaba el oso. Ésta se clavó en los cuartos delanteros del animal y profirió y tremendo gruñido de dolor:

daño: 10 (-2 por pelaje natural): 8 puntos de daño.

En esos momentos, el pardo animal dejó de prestar atención al sujeto que sufría de su amenaza y comenzó a correr contra tí a un gran trote: en varios segundos* llegaría hasta tu posición (y no precisamente para darte un abrazo afectuoso...)

Un pensamiento surco en su mente -Parece que ya he echo la buena obra del día y espero que dios me lo tenga en cuenta, de momento ese hombre esta a salvo ahora me toca a mí salvarme de esta bestia. Giró y espoleó al caballo, arre, vamos.

¡Aprovecha, y huye! le grita al desconocido, que posiblemente le había salvado la vida.

Arre, espoleo las riendas para que el caballo partiera siguiendo el camino esperando dificultar el ataque del oso al carro y caballo en movimiento, claro estaba que podía lastimar al caballo y que podía bien matar a un hombre de un zarpazo, y recargo una última flecha más antes de agarrar la lanza, si había de luchar con una fiera a cuerpo la lanza esperaba que le proporcionase una distancia suficiente como para no ser alcanzado.

Menos mal que tu caballo tenía los ojos tapados, et que no vio a la bestia parda llegar, et que así no compartía tu mesmo miedo. Que el terrible oso enorme corría pesadamente, et que podías sentir el clamor de sus pisadas en la tierra al tiempo que llegaba. Fue en éstas que antes de espolear a tu bestia y salir de allí, cargaste otra flecha et lanzástela, acertando al animal:

Daño: 10 (-2 por pelaje natural): 8 puntos de daño

El oso gruñó, paróse en seco, y trastabillo en la hierba del campo, junto a la vereda. Vístesle que desde el agujero que le habías provocado con tu flecha manábale ya hilillos de sangre. El animal, dando media vuelta, procuró por huir ¡y bien que lo hacía! ¡y raudo! ¡y veloz!

Desde la lejanía del cruce de caminos el hombre te observaba, como no creyendo que hubieras hecho huir al oso pardo.

Quien tuviere un buen perro ahora para perseguir a ese hermoso ejemplar, dice mientras baja del carro al lado de la flecha que quedo en el suelo clavada, intentando recuperar una de las tres, pues las otras dos con el oso se marcharon, Si acertare en la cabeza, estoy seguro que ahora habría de menester tu ayuda para cargar en el carro mi pieza, mejor el que vos... ¿no? ¿A quien tengo el placer de haber salvado la vida? Con cada palabra el charlatán y fanfarrón de Felipe se había acercado cada vez mas al desconocido, con la esperanza de al menos sacar alguna recompensa de su hazaña. 

En cuanto esta en la escena mira detenidamente al tipo, lamentando no haber esperado que el oso le hiriera y codiciando cuanto este llevara, un bolsillo con monedas siempre era un buen regalo para alguien con los dedos largos, -¿No le ha tocado? ¿encontrarse Ud bien? Mientras espera respuesta et conversa con ese afortunado personaje repasa las huellas del suelo, era un cruce de caminos y tanto el hombre como oso u otras huellas podían decir algo de lo que pasare por aquellos lares.

Repasabas el suelo, más bien las huellas que hombre y bestia habíanse hecho cruzar. Lo único que sacaste en claro mientras quitabas una de las flecha clavada en el suelo* es que las huellas del hombre parecian agrandarse un poco más atrás, fruto de que no sólo unas botas habían pisado por allí, sino que más bien algo más grande se revolcó por el suelo... et que luego viste las ropas del tipo y comprobaste que estaban sucias; entonces ataste cabos: el tipo habíase revolcado por el suelo, fruto de algna caída quizás, o fruto de haber forcejeado con un oso (cualqueira sabe)...

Et que en todavía desgranando con la mirada a aquel hombre, comprobaste lo pésimo de su aspecto: que las sus ropas eran rasgadas, et que tenía, y bien visibles restos de sangre y cortes et moratones en la su cara y brazos. Antes de contestarte, balbuceaba como cosas sin sentido, se le perdía la mirada por momentos, et que su compostura no parecía sino como si tuviera miedo (estando ya el oso lejos) o como si agobiado por algo andara.

No.... N, no sé... -decía ante tu pretensión de saber su nombre-. No rec, no recuerdo -se llevaba las manos a la cabeza, como si no recordara nada-. Vengo de... ¡Atuña! -¡vale Dios que al menos recordaba algo!-. Mi nombre, mi nombre...; no, no...

Fue entonces cuando, sin apenas darte cuenta, el tipo se acercó un pastio a tí y cargó su puño, muñeca, antebrazo y brazo contra tu cabeza. ¡¡¡PAAAAAFFFFF!!!, El golpe sonó tremendamente seco y cercano: aquel tipo de aspecto malparado y prácticamente malherido "te calzó" un puñetazo en todo el ojo izquierdo que te tambaleaste justo antes de caer hacia atrás, justamente en el cruce de camino donde antes el oso le tenía a él prisionero...

Sin duda que tu ojo necesitaría una buena filetada (y pronto) para no hincharse, aunque en medio del camino poca carne  fresca para ello pudieras obtener. Cuando te quisite incorporar, el hombre ya subía monte Alcillo para arriba, mientras miraba instantes hacia atrás y gritaba:

¡¡No se lo digas!! -decía mientras ascendía- ¡no le digas a nadie que me has visto!

Et que mientras ascendía por la falda del monte, el tipo dejó caer, sin apenas darse cuenta, un objeto.

¡Hijo de puta! ¡Malnacido! ¡Desgraciado! como te pille te voy a... Debería haber dejado que el oso te comiera mamón. El pardo renegaba por el puñetazo que ha recibido, e intenta seguir cuando se recompone, pero ese loco ya no se veía, y lo único que quedo fue un objeto perdido en el suelo, y el recuerdo en el rostro que aun le dolía. Ahora tenía más ganas de llegar a Atuña. ¿Que es esto? se pregunta agarrando lo que había dejado caer. 

Te acercaste a tomar el objeto que aquel loco habia dejado cer. Era un cuchillo con un pequeño y tosco grabado de una huella de pie humano en el mango. Ciertamente y por su aspecto, se vendería a poco tal cuchillo.