Partida Rol por web

Miro las estrellas en el horizonte Tienes razon giro y regreso a los brazos de la luz de la fogata necesitaran quien les proteja si llegan monstruos. Alguien me puede decir lo que es un Zelda ¿Y por que necesitamos ir con los Hylianos? he escuchado que son como los kokiri pero más altos... y seguramente más inútiles murmuro mientras uso la nuez como juguete anti estres

Observo la conversación entre Fael y el deku. Parecían llevarse bien. El chico no me inspiraba mucha confianza, pero confiaba en Fael. Decidí ignorar su comentario comparando kokiris y hylianos e intentar llevarme bien con él... mañana.

-"Hmm, me pregunto qué aspecto tendrá un hyliano". - pensaba mientras me levantaba del suelo. - Pues a mi no me vendría mal un paseo. - dije mientras me sacudía algo de tierra de las pantorrillas. - No os preocupéis. No iré lejos, y mantendré el campamento a la vista.

Entonces miré hacia "mi" hada. - ¿Vienes, Fael? Así puedes asegurarte de que no me pierda. - dije mientras le hacía señas para que se acercara, sonriendo.

Su mirada se quedó unos instantes mirando el cielo con incertidumbre, era la primera que veía algo tan hermoso al mismo tiempo que deseaba que nunca volviera a ocurrir. Para entonces su cuerpo comenzaba a responder ante el frío de la noche y la pequeña Himiko se encogió abrazando sus piernas, acercándose con cuidado al calor del fuego, otra visión hipnótica que le planteaba muchas incógnitas. Tras un rato comenzó a hablar sin apartar la vista de la hoguera. Yo creía que en la Montaña de la  Muerte sólo vivían Gorons, ¿de dónde eres Wizzrobe? Pese a su curiosidad, en su tono aún se podía percibir el pesar del trágico acontecimiento que dejaba esa estela roja en el horizonte de su hogar.

Wizzrobe intentó conseguir algo de lava, pero fue inútil: el fuego era muy triste, y lo único que consiguió fueron guijarros calientes. Oh bueno, para una acampada...

-¿Huh?

Se había despistado mirando al cielo con curiosidad y casi miedo. Era muy extenso: casi podía entender por qué estaban tan locos los de arriba si tenían que convivir con eso encima de sus cabezas. No tenía el mismo encanto de la tierra, pero era... diferente en su fascinación. Sin deposiciones minerales, pero no se puede tener todo, y admitía que no le quedarían bien.

-Del gran reino de Subrosia -dijo- Nunca hemos tenido mucho contacto con Arriba, no sois muy recomendables. Sin ofender. 

Mientras los demás charlaban amistosamente y hacían amagos de alejarse, Nadfa estaba ocupada avivando el fuego para cocinar el conejo que habían podido cazar antes del anochecer. No obstante, iba lanzándoles miradas y estaba atenta a la conversación.

-Kokiri, haz caso a tu hada y no te alejes. -dijo con sequedad- He prometido guiaros y protegeros hasta la capital, no ser vuestra madre, asi que si te metes en lios por alejarte no me pidas ayuda. -despellejó el conejo de unos cuantos tirones fuertes y apartó la piel. Luego volvió a levantar los ojos, y los miró como si fuese la primera vez que los viese. Frunció el ceño antes de preguntar- ¿Cómo dijistéis que os llamábais?

La noche está tranquila y parece que nada les molestará. Shika hace un rato que se ha ido a conseguir más leña y algo de comida mientras deja que los otros dos se calienten y se acostumbren a su primera misión, con respecto a Himiko, y a su primera vez fuera del reino de Subrosia. Sobre todo porque es de noche y de noche el mundo se ve de forma diferente y necesitan un poco la seguridad que les pueda dar el fuego.

La noche está tranquila y los únicos sonidos que se escuchan en la campiña son los propios de la noche y de los animales que campan a sus anchas por ella. No parecen peligrosos, pero es solo una intuición porque la noche es demasiado negra para saber que es lo que se esconde en ella. 

Cualquier arbusto puede ser un animal peligroso. No solo están los esqueletos.

- Mi nombre es Kiddo, guerrera. - contesté mirándola de frente. - Y quizás parezca joven, pero yo ya subía a las copas de los árboles siglos antes de que tú nacieras. - dije con orgullo. Acto seguido, me di la vuelta y comencé a andar alejándome del campamento. - No te preocupes, ¡estaré bien! - acabé diciendo con una sonrisa. Aceleré el paso, con intención de desvanecerme entre las sombras y no darle tiempo a responder.

(pi~) Kupi, me llaman Kupi. Soy el explorador del Reino Deku, solo tenía que hablar con Saria y restaurar la salud del Gran Árbol Deku. Volteo en dirección al bosque prohibido, pensativo. Ahora estoy aquí con gente que no conozco viajando a lugares donde mi especie es mal vista.

Ahogo una rabieta (pi~) No me gusta este sentimiento (pi~) detesto huir de los problemas (pi~) y cada momento que estamos aquí es tiempo perdido (pi~)(pi~)(pi~)(pi~)

Tomo mi cantimplora y cuando la abro recuerdo que ha estado vacía desde que salimos del bosque perdido. Necesito algo de beber.

Se llevó medio guijarro a la boca. No hubo sonido de CRUNCH como se hubiera esperado de un goron, era más discreto, pero media piedra había desaparecido igualmente. ¿Quizá fuera una especie de goron muy, muy enfermo y muy, muy diminuto?

-¿Y de dónde eres tú? ¿Todo aquí Arriba es igual de... angustioso? -dijo- Es enorme, se podría marear uno. Sí, una cosa es leerlo, pero... si no hubiera tenido idea ninguna de que esto existía, creo que no lo hubiera podido soportar. Vuestro mundo está lleno de estrellas cuando anochece. ¡Casi marea!

Fael intenta seguir a Kido, pero entonces ve que el grupo no le sigue... y justo ese momento de duda le hace perder al kokiri de vista. Todos pueden ver como comienza a aletear con nerviosismo por todas partes, pese a todo vuelve rauda cerca de la hogera.

- ¡Oh my gosh! Cierto, perdona -contesta con una media sonrisa dulce- si, disculpa, ven conmigo explorador...

Da un par de vueltas alrededor de Kupi y ves que se aleja a unos arbustos de la zona y los aparta, podeis comprobar que un pequeño riachuelo discurre silencioso bajo el manto lunar.

- Yo soy Fael... -dice bajando mucho el tono en la ultima palabra.

¡¿AGUA?! ¿Qué crees que soy, un arbusto? digo molesto, no con Fael sino con la desilusión de no obtener algo un poco más fuerte Gracias recupero un poco la compostura pero se me antoja beber algo con sabor. La hidromiel de las Flores Deku es un delicia, solo que no se si exista esta planta fuera del Reino Deku...

Volteo hacia Nadfa Hablando del Reino Deku ¿Qué estabas haciendo ahí, Kokiri de piel oscura? No era que me importara mucho pero necesitaba hacer algo para despejar mi mente y poder dormir un poco

Aunque la intención del pequeño ser era buena, sin pretender romper el poco ánimo que la joven Himiko había recuperado, sus brazos se apretaron aún más sus piernas tímidamente al escuchar que no éramos recomendables. Algo que no pudo discutir ante el recuerdo de esa malvada chica que parecía dibujarse en las estelas de las llamas. Las preguntas le sacaron de sus reflexiones, mostrando un pequeño atisbo de emoción en la primera respuesta que acompañó con una sonrisa. Del pueblo que acabas de salvar. Intentó comprender los sentimientos del extranjero, dándose cuenta de lo poco que sabía de las cosas tan mundanas que le habían impresionado, algo que se reflejó en la dulzura de su voz. No sé, para mí todo es misterioso… y por eso me atraen tanto, me hacen sentir, libre. Sus ojos se clavaron en las estrellas en su intento por empatizar con Wizzrobe. ¿Cómo es Sabriosa entonces? ¿Cómo un pozo? Concluyó con inocencia ante la más completa ignorancia. 

Nadfa escuchó en silencio los nombres de los presentes. No hizo el menor movimiento cuando Kiddo se marchó, y miró con gran sorpresa a la hada cuando ésta mostró aquel riachuelo.

-¿Estaba ahí de antes o lo has... creado con tu magia de hada? -preguntó con curiosidad antes de responder a Kupi- Yo vivía ahí. Llevo tres años viviendo allí. -dijo escuetamente, sin estar segura de si debería decir mucho más. Luego volvió a dirigir su mirada hacia la hada.

...qué sensible era. Casi podría ser subrosiana. Sólo necesitaría vestir con algo más de propiedad y nadie se fijaría en ese cuerpo tan rarís-

"Oh. Sí"

Decidió que quizá no fuera la mejor idea dejar los pensamientos volar y volver a donde estaba, con los pies en la tierra... tierra arenisca, parduzca y blandurria, pero tierra después de todo.

-...oh -dijo- Bueno, en ese caso has salvado a tu pueblo de la destrucción. Yo diría que eso es bastante heróico. ¡Sigamos por ese camino y seremos una pareja de héroes! -dijo, henchido de confianza- Sobre que te sientas así, es normal. Es bueno saber que incluso estando acostumbrado desde que se nace no se acostumbra uno: realmente lo puedes llamar misterioso. Aunque a mí me transmite una sensación algo diferente: me siento pequeñito, pequeñito, pequeñito ante todo eso.

Posiblemente Wizzrobe agradecería que no hiciese el comentario sobre que no necesitaba sentirse pequeñito dado su tamaño real.

-¿Como un pozo? ¡Oh no! -negó- Subrosia es un enorme y maravilloso lugar, en plena costa, donde se vive al calor y al gusto del maravilloso magma -suspiró- Ya lo echo de menos... no se lo digas a nadie, eh. Es un lugar precioso, en las cavernas del mundo, donde vivimos los subrosianos. No tenemos muchas visitas, pero, una vez uno de los tuyos viajó allí. Y digo "de los tuyos" porque por las ilustraciones se parece bastante a tí.

Sus párpados se cerraron un instante para aprobar el entusiasmo de Wizzrobe, aunque siguieran atrapados en la danza de las llamas. ¿Uno de los míos? ¿“Un rosado” quieres decir? Comentó con cierta sorna al apodo que había inventado para los humanos. No debe ser fácil visitar vuestras cuevas regadas por el magma… suponiendo que el techo le permitiera ir de pie… ¿Para qué fue? La curiosidad de la inexperta Himiko consiguió enterrar por unos instantes su tristeza, pues todo le parecía demasiado extranjero, casi extraterrestre, aunque se tratara de algo podría decirse intraterrestre. Pero pronto fue consciente de que podría aburrir al pequeño ser, perdona, quizás tengas muchas preguntas de este reino para andar hablando todo el rato sobre el tuyo… aprovecha antes de que lleguemos al castillo, no te cortes. Con su propuesta terminaba su distracción y con ella la preocupación volvió a tomar el control de sus pensamientos.

Y Kiddo se adentra en la oscuridad de la noche sin una luz. ¿Algo peligroso? Sin duda... ¿Algo aun más peligroso si alguien no conoce el lugar? Por supuesto.

Por suerte para él, la luna ilumina un poco sus pasos y puede ver por donde pisa, aunque... ¿podrá ver lo que hay a su alrededor? Acechando entre las sombras... seres peligrosos capaces de comerse a un niño sin el menor de los reparos... hay tantas sombras...

Sombras que parecen aterradoras, que adoptan formas monstruosas...

De momento, la noche está tranquila.

Parece que ningún animal se ha comido a Kiddo porque no se escuchan los gritos de socorro, pero las sombras misteriosas acechan en los bordes del círculo de luz que ha creado la acogedora hoguera. Seguramente, para Nadfa no es algo nuevo, pero para los demás sí.

Llega a la hoguera en silencio.

-Deberías prestar más atención a lo que te rodea, Himiko... estamos en territorio "hostil".

Deja la leña a un lado de la hoguera y comienza a despellejar a un conejo para hacerlo asado. Deja la piel a un lado, quizá puedan hacer algo con ella más adelante, y comienza a eviscerar a la criatura para limpiarla por dentro. Una vez hecho eso, monta una especie de artilugio para cocinar el pobre animal.