Partida Rol por web

Cuando habláis la gente os escucha, pero hay un cuchicheo constante de fondo. Cuando vais exponiendo vuestras opiniones, se oyen también algunos abucheos. Finalmente, algunos entre el gentío os increpan.

¡No volquéis vuestras atrocidades sobre nosotros! ¡Vosotros habéis sido quienes habéis asalto la casa con ayuda de esa perra bruja! Y ya os habréis encargado de disfrazar con artimañas vuestras acciones, haciendo que las heridas parezcan de animales. ¡Pero no os creeremos!

La gente asiente ante estas palabras, sin visos de amedrentarse ante vosotros.

Y que vais a hacer? os considerais con mas juicio que el alguacil  y el Juez? si asi pq seguis siendo labriegos? no creeis que se enojaran si les quitais las competencias que tienen y con als que protegen a este pueblo?

dice con cara de enfadado y medio gritando. le habian cabreado, esa gente inculta podria ser un verdadero problema, no solo para esa elfa que no conocian y no sabian que habia echo, sino para la integridad personal de sus compañeros y la suya propia, asi que penso que si la negociacion no fructificaba, el acojonar con algo de negociacion podria si no pararles, al menos darles algo mas de tiempo, hasta que el alguacil o el juez, con la suficiente autoridad disolviera el tropel de gente.

- Sigo sin verte, y no me gusta hablar sin saber con quién lo hago. ¿Os importaría hacer un hueco para que vuestro vecino orador se acerque y pueda verle? así después podré decirle a Tarl quien es el agitador entre sus vecinos que está deseando linchar a alguien y no hará falta decirle que ha sido culpa de todo Vintiver.

- Pero ya que no quieres dar la cara, os diré una cosa que cualquiera con dos dedos de frente sabe: para acusar a alguien hacen falta pruebas. No vale con que el listo que todo lo sabe se plante delante de la posada con sus amiguitos haciéndole corro y diga: "el culpable es ese elfo con cara de asesino. Todo el mundo sabe que los elfos son unos asesinos, así que linchemos a estos porque seguro que han hecho algo malo."

- Así que, una vez más, os pido que os vayáis a vuestras casas en paz y esperéis a que Tarl vuelva para aclarar esto, porque nadie va a entrar aquí a linchar a nadie.

El gentío se calla ante las palabras del elfo, y el silencio solo es roto por algunos murmullos de aprobación e incluso podéis percibir como algunos tragan saliva. Cuando comienzan a dispersarse, un tipo con un mandil de cuero y un martillo da un paso adelante. Su enorme estatura le confiere cierta autoridad, y su vozarrón demuestra seguridad. Parece el herrero del pueblo, y sin duda sus palabras tienen peso.

¡Cobardes! ¡Sí, marchaos! ¡Dejemos que esa bruja nos lleve a la ruina, que acabe con todos nosotros!

Después se da la vuelta, cuando nota que sus vecinos no le hacen caso.

¡Y vosotros! Me las pagaréis, os lo juro... ya veremos lo que dice Dale cuando vuelva...

Y así las cosas parecen calmarse, el gentío se dispersa y el alba comeinza a despuntar en el horizonte. Coalan se marcha resoplando y maldiciendo entre dientes.

Me tranquilizo al ver dispersarse a la multitud, y me quedo con la cara del herrero, intentando dilucidar sus motivos - es sin duda el agitador - pienso para mis adentros - ¿será por racismo o por algún otro motivo? De todas formas, conviene estar atento, volverá a intentar algo.

Miro a la elfa - cuando despiertes tendrás que contar muchas cosas... y me gustaría que no fuera en este sitio, hay mucha hostilidad y algo extraño - siento un escalofrío - No me gusta lo que esta pasando.

Si que saben darle a la lengua estos dos digo para mis adentros al ver el efecto de las palabras de mis compañeros sobre la turba enfurecida. Creo que es hora de volver a nuestras camas... al fin y al cabo hasta que la elfa no se despierte aquí no hay nada que hacer.

- Estoy de acuerdo, descansemos y liberemos nuestras mentes, pues mañana creo que tendremos que decir muchas mas palabras que esta noche.

- Pues mañana que hable otro, que yo ya he cubierto el cupo de locuacidad por una buena temporada - comento con una sonrisa mientras me dejo caer en la cama y me vuelvo a dormir apenas mi cabeza toca la almohada.

Dado el alboroto reinante no consigo conciliar el sueño hasta que, gracias a las sabias palabras de mis compañeros, parece que la turba enfurecida abandona su empeño en entrar a la fuerza en el lugar y acabar con nosotros. Poco a poco escucho cómo se van marchando. Me asomo a la ventana, sin embargo, cuando un hombre con un buen vozarrón, habla tildando a sus vecinos de cobardes.

Parece el herrero del pueblo, seguro que era el más convencido en entrar a pelear, así ganaría dinero vendiendo algunas de sus armas a estos ignorantes desarmados, pienso aún furioso, aunque me alegra ver que se queda solo y finalmente se marcha al igual que el resto.

Algunos de mis compañeros de viaje regresan a la habitación donde me encuentro junto a la elfa y se echan a dormir así que, visto que no había por el momento más peligro, me dispongo a imitarlos y me tumbo junto a la cama donde se encuentra la muchacha, aferrando una de sus manos con fuerza y me quedo así dormido casi al instante.

Os despertáis un rato después del amanecer, con ruido de platos y con el olor del desayuno. Instintivamente miráis hacia la cama donde se encuentra la elfa, y la veis despierta, aunque con cara fatigada. Ni siquiera intenta levantarse, parece algo asustada pero también resignada, viendo su estado.

¿Quiénes sois? ¿Y donde estoy?

Titubea un poco por el miedo, pero parece relajarse cuando se da cuenta de que sigue viva y que está en la cama de una habitación confortable.

Me despierto con el rico olor de un desayuno caliente y, una vez me centro y recuerdo dónde estoy y por qué, me giro hacia la cama donde la elfa descansaba para encontrármela despierta y visiblemente desconcertada. No es para menos, pienso antes de escuchar su voz por primera vez.

- Buenos días. No te preocupes, estás a salvo. Nosotros somos un grupo de viajeros con rumbo a Denerim. Mi nombre es Isencan. - saludo a la jóven con educación, aunque puede que mis gestos le sea desconocidos. Muestro una sonrisa sincera y continúo hablando, con voz tranquila-: Te encontramos en la granja de una familia, los Fuldor, cerca de Vintiver que es donde ahora estamos. La granja y casa de alrededor habían sido atacadas por unos lobos más grandes y feroces de lo habitual. Estabas malherida cuando te encontramos pero logré sanarte y salvarte la vida. ¿Recuerdas algo? ¿Sabes por qué estabas allí en la granja de esa familia? ¿Sabes de dónde vinieron esos lobos asesinos?

Me senté junto a su cama esperando sus respuestas. Tampoco quería atosigarla pero, dado su aspecto cansado, no me extrañaría que sus heridas sin curar pudieran jugarle una mala pasada. Por si acaso prefería mantenerme cerca, mostrándole calma y seguridad, haciéndola sentir protegida.

Me incorporo de la cama y me presento a la elfa.

Yo soy Tarlim - me presento - ¿estas bien, tienes hambre? - pregunto en tono amistoso , notando su miedo y recelo inicial. - Cuando te vimos en la granja pensé lo peor, pero parece que los elfos somos duros de matar - sonrío ligeramente - seguro que tienes una historia digna de oírse.

Intento recordar las historias que contaban en la elfería sobre los antiguos elfos y los hermanos daelesianos para ayudarme a comunicarme con ella - esta asustada, y seguramente no habrá tenido contacto con la civilización... y si ha tenido alguno probablemente haya sido negativo, tenemos que ayudarla.

El sonido de la conversación me despierta.

La elfa se ha despertado por fin, a ver que tiene que contarnos.

Me acerco en silencio al grupo y presto atención al relato de la elfa. No puedo evitar una mueca de asombro cuando la oigo nombrar a los engendros tenebrosos, pero la mención al "Chiquillo de la venganza" hace saltar un alarmante recuerdo en mi cabeza.

- ¿Chiquillo de la venganza? Tarlim, ¿lo que encontramos escrito en la granja no hablaba sobre un dios de la venganza?

Me mantengo cerca de la elfa desde que despierta de su inconsciencia, pero me alegro de ver que está dispuesta a colaborar y, de hecho, se dedica un rato a contarnos su historia y lo que, según ella, sucedió en aquellas granjas.
La escucho en silencio, cambiando mis gestos según lo sucedido va viniéndome a la mente, asintiendo despacio y procurando mostrarle con mis gestos tranquilidad dado que se nota que está nerviosa, muy nerviosa, y supongo que no es para menos.

¿Engendros? No lo habría imaginado... pienso cuando termina de hablar. Esto no pinta bien, y esta pobre elfa quizá no tenga a nadie al regresar a casa, no puedo dejarla correr el riesgo de que los engendros tenebrosos sigan por las cercanías...

- No sé si el pueblo debería saber esto, pero al menos el hombre que nos trajo aquí debería ser informado. - comento tras escuchar cómo Darryl pregunta sobre algo que encontramos escrito en una pared. Yo no lo recuerdo con claridad.

Escucho atentamente la historia de Eshara - Engendros tenebrosos... me lo esperaba - pienso para mis adentros - los lobos que nos atacaron no eran normales pero... ¿Una abominación? ¿con nombre élfico? - siento un escalofrío en mi interior - podemos quedar ambos en el punto de mira, magos y elfos, y me quedo con todas las papeletas.

Recuerdo la inscripción de la granja - Elgar'nan - digo en voz baja. Aclaro la voz y digo mirando a Darryl - Es un antiguo dios élfico. Dejo vagar la memoria mientras intento recordar las historias sobre los dioses de mis antepasados - Elgar'len, me suena haberlo oído antes... 

Veo como mis compañeros habla con la elfa mientras me levanto y me acerco, me siento al lado y cuando hay un momento de respiro digo:

- Me llamo Druen, Mago del circulo, lo que dices es muy preocupante, pero aqui, no han visto nunca ningun engendro tenebroso, por lo que solo lo usan para asustar a sus hijos, tenemos un serio problema segun parece, la ruina viene, y aqui se acaba de manifestar, si no actuamos pronto, todo este pueblo sera barrido por completo, o muertos o se los llevaran como ha pasado con tu pueblo, yo como mis compañeros nos encantaria ayudarte, pero no somos guerreros y el unico que lo parece, el Herrero del pueblo esta encontra de vosotros por una disputa de taberna, creo que tendremos que hablar mas de lo que pensaba si queremos convencerles, o sino tendremos que largarnos por la puerta de atras rapido.

Escucho atentamente la historia de la elfa sin dar crédito a lo que dice. Engendros tenebrosos, abominaciones... todo eso pinta muy peligroso. Qué sacaríamos nosotros por ayudar a tu gente? Eso en el caso de que lo hagamos. Personalmente no se me ha perdido nada en este lugar. Yo tan solo quiero llegar a Denerim cuanto antes. Digo ni corto ni perezoso a sabiendas que pueda ganarme el recelo de algunos de mis compañeros.

La elfa os mira, y se entristece al oir las palabras de Duhan.

No sé quién podrá ayudar a mi pueblo, pero... si nadie lo hace, y pronto, tengo miedo de lo que ocurrirá... y después esta aldea será la siguiente, seguro...