Partida Rol por web

El Sátiro observa a Cassandra con sus profundos ojos marrones complacido y jadeante. -Mi nombre es...- De pronto se escucha un escándalo de objetos métalicos caer, golpes y rebuznos en dirección a donde se encuentra el campamento de los demás compañeros de Cassandra, el sátiro levanta la cabeza en alerta y de un salto se pierde en la oscuridad del pantano, mientras Cassandra distingue entre las sombras la silueta de Malco que se acerca sigilosamente.
 

Entre sueños, A pesar de oir con claridad la melodía de la endemoniada flauta que llevó a Ahirom al Hades y a sus compañeros al borde de la muerte, Aeneas siente un gran escándalo a lo lejos, pero lo atribuye a Furias que acechan en los rincones y sigue corriendo perdido por las calles de la onírica versión de Micenas.

Me dirijo donde veo a Cassandra muy tranquilamente sin hacer ningún tipo de ruido, pero no podía ser tan simple y debía pasar algo... baya estruendo, que se le puede hacer no estamos acostumbrados a este tipo de ambiente.

Mantengo mi camino hacia Cassandra rodeando un poco y ocultándome, no se por qué se alejó, atento a si el ruido la despierta, pero sin cambiar mi decisión y cerciorarme de que se encuentre bien, espero que no sea nada malo y que ella misma se alejara para ser una presa fácil por su propia voluntad, habrá hecho algún hechizo.

Primero me acercaré a unos 10 metros y reviso los alrededores, luego a 5 metros y repito lo mismo, no está de más ser precavido, y finalmente me acercaré poco a poco, esta mujer es peligrosa y no quiero saber como va a reaccionar si soy muy brusco, observo que no tenga heridas y la llamo con un susurro por su nombre, espero que sea su nombre.

-Cassandra...

Escucho el escándalo y de un salto me levanto con mi espada en mano, al percatarme de que sólo es el ladronzuelo, doy un breve vistazo con la mirada barriendo la zona y no noto nada fuera de lo normal, el cansancio puede ser la diferencia en una batalla, observo que los demás continúan durmiendo apaciblemente, decido volver a dormir un poco más envolviendome en mi manto de viaje, tratando de reponer fuerzas pues el día creo que será bastante pesado.

Malco observa unas huellas de pezuñas hendidas entre la húmeda tierra que se dirigen hacia la figura de Cassandra en medio de la oscuridad.

El ladrón se inclina para examinar con los dedos la tierra por donde se observa el relieve de la huella y descubre que tendrá una ó dos horas de que algún ser con patas de cabra ha pasado por ahí.

Los ruidos nocturnos del pantano es lo único que percibe  Malco al avanzar entre la oscuridad.

¿Huellas? Es posible que sean de un sátiro... ¡Ay no! espero no le hiciera nada a Cassandra, no creo que le agrade que un ser medio-humano desahogue su pasión con ella. Intento despertar con cuidado a Cassangra, observando a mi alrededor, aunque también con precaución por si me ataca ella, no me sorprendería que lo hiciera.

-Cassandra...

El sátiro estaba a punto de decirme su nombre, mientras mis manos acariciaban suavemente el vello de su pecho y su cuerpo...me habia quedado extasiada contemplando sus ojos marrones y sus grandes cuernos, tan grandes como su deliciosa herramienta...y entonces un estrépito metálico irrumpió la serenidad del bosque, el aspecto del rostro del sátiro cambió por completo a uno de alerta, se separó de mi, y dando unos saltos de cabra se internó en el bosque donde se perdió en las sombras para no verlo mas.

-espera!!...ESPERA!!- inutil se habia ido, me quedé de pie, con mi cabello negro recogido en aquella trenza descansando sobre mi espalda, y entonces una voz familiar me hizo sobresaltarme, me volví, y me encontré de frente a Malco que parecía preocupado, uno de los dos ladrones que se habian unido a nosotros en Esmirna. Lo miré fijamente con cierta molestia en el rostro, pues estaba segura que el habia provocado el estrepito que habia espantado a mi amado sátiro, pero dudo que fuera el, el muchacho era astuto.

Estaba completamente desnuda y sudorosa, me di completamente vuelta hasta tenerlo de frente, no me inmute en cubrir la redondez de mis senos, y mis pezones rosados que ahora lucían ligeramente enrojecidos por acción de las manos y la boca del sátiro, lo mismo que mis genitales, de hecho solamente me aproximé  hacia Malco con las piernas aun temblandome ligeramente y me aferré de su brazo para no caerme.

-Espero que no te importe, estoy segura que no es la primera ocasión que vez a una mujer desnuda...ven.-Caminé con el hacia donde se encontraba tirada hecha un nudo mi capa y la tunica purpura que llevaba, sin soltar el brazo de Malco me agaché a coger la túnica y comenzé a vestirme. -Si me ayudas a abrocharla por favor.- me hice a un lado el cabello para que Malco me abrochase la túnica por detrás, cogí mis armas, el bolso de viaje, y levanté el puñal, durante todo ese tiempo, caminando tomada del brazo, sentia las fuerzas ir regresando lentamente a mis piernas despues de la cabalgada que habia hecho con el sátiro pero lo mejor era no arriesgarme a irme de boca contra el suelo.

-No lo viste Malco?...el sátiro...estaba a punto de decirme su nombre...estoy segura, no era cualquier sátiro, estaba a punto de revelarme su identidad cuando Hades maldiga al inutil que provocó semejante escandalo de cacharros metálicos, pues la criatura se espantó y huyó al bosque- y como sabia que Malco no era un ignorante, pero de todas formas por si no sospechaba lo que habia pasado, añadí con la misma simpleza con que alguien explicaria que uno mas uno son dos. -Ah si, me dió la follada de mi vida, ojos de Hera, si que sabe utilizar ese delicioso pene que los dioses le dieron. Te encuentras bien Malco?-

Vea pues, no fue para nada malo lo que había ocurrido; Encontré desnuda a Cassandra, apenas si va a dar comienzo un nuevo día y no puedo quejarme de la escena, es una mujer muy hermosa aunque no tanto como...

Cuando Cassandra se percata de mi presencia, al inicio algo molesta, pero se calmó bastante rápido y me contó algo de su faena con el sátiro... después de todo si son huellas de sátiro... le ayudo a vestirse sin decir nada y dejar de escucharla, vaya mujer, sabe como hablar.

Ya cuando termina su historia le digo. -El nombre de tu fantástico amante en fuga es muy posible que sea Dimaz "El Ermitaño", por lo menos, se que lo que o a quien buscamos es a un sátiro y es una gran casualidad que el fugado también lo sea, no te preocupes por el qué causo su fuga, más bien podríamos intentar encontrarle, así que... creo que es momento que todos despierten, ¿vamos a avisar al resto para que reiniciemos nuestra misión o estarás imposibilitada para caminar por un rato?. Levanto una ceja y sonrío un poco, no hace falta ser muy explícito para saber el por qué no podría caminar bien, además de estar muy cansada por no haber dormido esta noche.

-Eres una mujer muy fuera de lo común Cassandra, muy interesante, bastante agresiva y con muchas experiencias supongo. Me coloco a un lado y le doy paso a Cassandra para dirigirnos con el resto del grupo. -Creo que vamos a por tu amante en fuga, ja.

Aveces no se si creer todo lo que dice esta mujer, pero no importa, aun así es algo magnífico escucharla y también admirarla.

El guerrero hoplita se levanta revitalizado por el breve descanso que ha tomado, observa la fogata casi consumida y decide que es hora de marcharse para continuar el viaje, se quita la clámide y recoje sus pertenencias, del macuto saca un poco de aceite para engrasar a las armas y escudo, también saca el frasco con ungüento repelente de mosquitos y lo frota por todo su torso, brazos y piernas.

Revisa al armadura, la limpia y la engrasa, luego se la coloca, revisa el filo de su espada y al comprobar que sigue intacto la enfunda y la sujeta a su espalda luego toma su escudo y se lo cuelga a su espalda también, toma la clámide y se envuelve en ella, recoge sus pertenencias y se dirige con la amazona y con el joven pelirrojo.

-Anthea... Aeneas... es hora de continuar...-

Espera un momento con el casco a una mano para darles tiempo a que se levanten y recojan sus pertenencias.

-Primero Cassandra y sus gritos y luego el ladronzuelo haciendo armando un fuerte escandalo, ¡Dioses!... a este paso seremos bocado de cualquier bestia que sea atraída por el ruido...- piensa el hoplita.

Voltea hacia donde se encuentra Axys cargando en el lomo de Príapo su macuto y le hace una seña de desaprobación con la cabeza indicandole que es peligroso hacer tanto escándalo cómo el que ha hecho en medio del pantano.

-¡Todo esto es tu culpa Príapo!... no tenías por que haberte puesto así... ¡Eres un asno llorón!... esperemos que regrese tu amo... ó  Apolecio será tu nuevo jefe... - El joven ladrón termina de ajustar se macuto y desamarra las riendas del asno para alistarse a continuar el viaje.

-Falta casi una hora para que amanezca y ya tengo hambre, ojalá Malco prepare algo de desayunar...- Axys se envuelve en su capa de viaje, mete una mano en el macuto y saca unos frutos secos que comienza a comerlos y unos cuanto se los da al asno que los acepta con singular alegría

-Soy Radamantis, ley y sombra del inframundo de oriente, tus sueños han conformado un vínculo con el reino de la oscuridad y me han mostrado que eres sensible al poder de las sombras, uno de tus compañeros vaga ahora por el camino de las almas seguido por mis Ypirétis... Ningún mortal tiene permitido pisar el suelo del reino de Hades... Será Juzgado y castigado por su falta...

Pero algo ha llamado mi atención... Tu madre Erianthe también ha descendido y aún no es su tiempo... tu sueño fué premonitorio, una característica de los elegidos por el reino de las sombras.

Te adelanto que ninguno de los dos saldrá.

A menos que te congracies conmigo y cumplas un favor que yo no puedo hacer por mi mismo.

Matar a mi Hermano Minos.

El rostro de Aeneas se congela de sorpresa y horror. 

Al principio no puede creer que Radamantis mismo se manifestara ante él tan directamente. Luego, se horrorizó al oir que su madre había descendido al inframundo al igual que Ahirom. ¿Qué habría sucedido en su ausencia? ¿Qué sería de sus hermanos? Su primer impulso fue abandonar la empresa y volver de inmediato a su casa, pero se detuvo a pensar fríamente. ¿Realmente sería mejor abandonar? ¿Podría acaso proveer por sus hermanos por siempre? ¿Podría abandonar a su madre en el inframundo? Y por último, ¿Le permitirían acaso abandonar?

Aeneas alzó una plegaria a Dionisio para que éste lo protegiera y ayudara en tan difícil situación. 

Luego se concentró intentando contactar nuevamente a Radamantis. 

-Acepto tu propuesta, mi señor.-  dijo de inmediato -Pero necesito saber cómo llegar hasta Minos y al Hades en sí.- pensó unos segundos más y agregó una pregunta: -Algo más. ¿Qué te hace pensar que yo, un simple mortal podría lograr lo que uno de los tres grandes jueces no?-

El estafador miceno esperó en silencio la respuesta del juez de la oscuridad.

-¿Y los demás?...- Pregunto un poco confundida al ver sólo a Alkaeius, Axys y Aeneas en el pequeño campamento,tomó mis cosas y comienzo a seguir al hoplita, esperando que el joven pelirrojo se acabe de levantar, aún nos envuelve la oscuridad, en el horizonte comienza a vislumbrase una línea clara anunciando que el amanecer se acerca.

-Dioses... espero pronto salir de este inmundo pantano...-

Alcanzo al guerrero. -¿Donde podrá estar ese tal Dymas "El hermitaño"? y ¿los demás querrán regresar a buscar a Ahirom?, no creo que nadie merezca morir atrapado en las entrañas del inframundo...- lo digo casi susurrando esperando encontrar rápidamente a los demás lo antes posible.

El guerrero hoplita se inclina sobre las huellas del sátiro e inspecciona con la mirada alumbrando con una antorcha que ha encendido previamente, con la vista sigue la dirección de las huellas que se pierden entre unos arbustos.

-Hay que seguir a ese sátiro... él puede ser la clave para encontrar una solución a la maldición de nuestro "mecenas" Ibykos...-

Alkaeius se levanta y emprende el camino entre los arbustos.

-Entre más pronto lo encontremos, más rápido regresaremos a Esmirna, al parecer tomó justo la dirección hacia las colinas, otra prueba más de que puede ser ese tal Dymas...-

El hoplita escucha lo que la amazona que pregunta sobre la suerte de Ahirom.

-Al comerciante le queda muy poco tiempo... en cuanto las criaturas de Hades lo encuentren será llevado ante los jueces y lo má seguro es que lo condenen a vagar por toda la eternidad bajo sus servicio  por haber pisado suelo sagrado antes de que le llegara su hora...- Hace una pausa para agregar.

-Sí deciden que hay que ayudarlo a salir del reino de las sombras, debemos encontrar primero a ese sátiro y luego un portal al reino de Hades, si deciden dejarlo habrá más dinero para repartir y no arriesgaremos nuestras vidas por otro mercenario... él estaba consiente del peligro al firmar ese contrato...- Finaliza Alkaeius moviendo la antorcha de lado a lado para alumbrar el camino.

Reí cuando Malco levantó la ceja ante su comentario y añadí en el mismo tono que el habia utilizado. -Pueden dejarme a solas a merced de una manada de Centauros lujuriosos y ten por seguro que podría correr la maraton de nueva cuenta- Llegamos de nuevo al campamento, donde Alkaeis, Anthea, y todos los demas ya estaban despertando, faltaba Aeneas, aquien no vi a primera vista, me habia quedado aun lado de Malco, tras escuchar su ultimo comentario, me alzé suavemente de hombros y le respondí.

-Bueno estoy loca, quizá se deba a eso...es raro, casi pocos locos saben que estan trastornados- mire a mis compañeros de viaje tan ajenos a lo que me habia pasado en la noche, escuche a Anthea y a Alkaeius, si, se me hacia horrible dejar al pobre Ahirom vagando por el hades, pero tampoco es que su presencia desde la salida de Esmirna hasta este momento hubiera sido muy significativa...trataba de recordar algun comentario o algo que el hombre hubiera hecho...no...nada...al menos su burrito nos sería mas util que el, sin embargo como no queria que todos pensaran que era una perra sin corazón, lo cual es parcialmente cierto, decidi quedarme callada y no decir absolutamente nada.

-Yo he estado con un sátiro esta noche...no era cualquier sátiro, cuando depronto un estrépito de metales y cacharros lo asustó a punto de decirme su nombre, aunque tal parece que Malco tiene la sospecha de que sea Dymas el ermitaño al que buscamos...saltó entre los matorrales por aquella dirección.- señale hacia la zona de donde habia venido con Malco, exactamente por el mismo lugar en que la criatura se habia marchado, si no era el, quizá lo conociera. Y después añadí.

-Quiero volver a verselo..a verlo! a verlo!!-

Aeneas se levantó lentamente y mientras juntaba sus pertrechos oía a Alkaeius hablar sobre Ahirom y su  penosa situación en el Hades. Caminó detras del grupo que se marchaba y pudo escuchar a grandes rasgos la dicotomía que ante ellos se presentaba. Habían motivos para ir a salvar al comerciante, y él estaba dispuesto a hacérselos ver (al menos, los que necesitaran saber). En cuanto Alkaeius dió a entender que estaba considerando la posibilidad de abandonar a Ahirom a su suerte, dió un paso al frente, tanto simbólico como literal:

-El comerciante cayó en el Hades por un ente que nos atacó a todos. Podría haberle pasado a cualquiera, o incluso a todos. No podemos abandonarlo a su suerte cuando aún hay una chance de recuperarlo. - 

Pausó su discurso un momento y prosiguió: - Existen otras razones por las cuales deberíamos ir a buscarlo. Ahirom tiene méritos que lo hacen un compañero necesario, si no fuera así, no habría sido convocado para esta misión. Y esos méritos podrían bien salvarnos la vida. 

Hay algo más... Si vamos en su busca podríamos llegar hasta el mismo Hades, y allí hay deidades poderosas...

Deidades que muchas veces podrían estar en contra de Atena. Y bien pudieran ayudarnos en esta empresa. No creo que la diosa se mantenga callada mucho más de saber que estamos yendo en contra de su voluntad. Necesitamos toda la ayuda que podamos conseguir.- finalizó Aeneas mirando a cada uno de sus compañeros a los ojos. 

-El pelirrojo se encuentra muy interesado en entrar al inframundo, ¿no te parece algo extraño?...- Le dice Axys a Malco en voz baja mientras sigue comiendo frutos secos y le sigue dando las sobras al asno que camina docilmente a su lado cargando el equipaje del ladronzuelo.

-Por lo que sé... está prohibido por los dioses pisar el inframundo, si lo haces quiere decir que desde ese momento le perteneces a Hades y que por propia voluntad haz decidido pertenecer al mundo de las sombras....-

Un vientecillo sacude sus capas de viaje mientras la línea en el horizonte se hace cada vez más brillante anunciando el amanecer en poco tiempo.

De pronto Malco recibe una visión de Ahirom que le hace perder el equilibrio por un momento, observa al comerciante implorando a Hermes y en su cabeza retumba el siguiente mensaje:

"Malco, Hermes me ha concedido la bendición de llevar mis palabras hasta ti. Dile a Cassandra que la necesitaré para salir de aquí. Necesito que abra una puerta para mi hacia el inframundo. Y que cuando esa puerta se abra me envíe si todavía está con ellos a Príapo... o a otro ser vivo"

Después de regresar junto con Cassandra, ella le comenta a todos sobre el sátiro y que posiblemente sea Dymas. Aeneas pone como idea ir al inframundo, algo que no me parece bueno pero en ese momento, Axys se me acerca para hacerme un comentario al respecto y siento unpoco de vértigo... una visión.

Cuando vuelvo en si, me intento mantener en pie como puedo y me acerco a Cassandra y le digo en vos baja. -Cassandra, necesito hablar contigo.

Me aparto del grupo junto con ella y le sigo hablando en vos baja. -Hace un momento tuve una visión, Hermes permitió a Ahiron comunicarse conmigo, vamos a necesitar hacer uso de la flauta, Ahiron quiere que enviemos al asno y a algo o alguien más, otro ser vivo, si no quieres hacer uso de la flauta, podría intentarlo yo, el problema es, ¿que otra cosa o a quien más enviamos aparte del asno?.

-Podemos comentarles sobre esto a los demás, pero quería decirte primero, la flauta es tuya.