Partida Rol por web

La entrada del ocaso era una de las cuatro zonas por donde se podía acceder a la mazmorra de los elementos. Las leyendas indicaban que el anillo del deseo estaba en el interior de ella, pero para ello había que resolver cantidad de desafíos y derrotar a innumerables enemigos.

El camino no iba a ser fácil, eso estaba más que claro, pero había que luchar para lograr el objetivo, había que moverse rápido, en silencio y evitar morir allí dentro. Esa era la oportunidad que siempre se había deseado para cumplir el mayor deseos de todos los tiempos. Pero para eso debía tomar el camino correcto.

CD BUSCAR 20:

Si estás leyendo esto es que no he salido con vida. He dejado este mapa aquí escondido para poder orientarme la próxima vez que entre o por si tenías suerte tú y lo encontrabas antes que yo, cariño. Este maldito lugar más que una mazmorra parece un laberinto. Todas las salas parecen iguales y todo parece ser exactamente lo mismo. He hecho un pequeño esquema de qué es este lugar y como está distribuido. No quiero poner demasiadas pistas pues no quiero dar demasiados detalles a cualquier posible enemigo que tengamos. 

He dejado indicado los peligros y las runas que necesitamos. Hay que llegar al centro, pero ese maldito lago me lo ha impedido. Sé que el anillo está ahí, pero hay que resolver el acertijo de los molinos, sé que son la clave.

Fdo: A.I.

Desde niño, siempre he temido el oscuro bosque que rodea la mazmorra de los elementos. Sin embargo, ningún peligro me sale al encuentro mientras me interno en la espesura con la convicción de que mi causa es justa y buena. Karaglen me contó una vez que antaño acudían a este lugar los más valientes en busca de la realización de sus más íntimos deseos. Yo no anhelo otra cosa que volver a ver a mi señora y por ella estoy dispuesto a enfrentar los innúmeros peligros que me acechen en el inquietante interior de la mazmorra.

Avanzo desde occidente hacia el corazón del bosque, con el sol ocultándose a mi espalda; no puedo evitar sentir un escalofrío cuando diviso entre la espesura la denominada entrada del ocaso. Las leyendas hablan de la existencia de cuatro posibles accesos al interior del complejo pero esta es la única ubicación que he descubierto a lo largo de mis vagabundeos.

«Ojalá Karaglen estuviera aquí para verme ―pienso, exhalando un profundo suspiro mientras compruebo que no he perdido ninguna de mis escasas pertenencias durante el trayecto―. ¡Ánimo, Lothir, lo haces por ella!»

Salvo la media docena de viejos peldaños y descubro con cierto asombro que la puerta se abre con facilidad cuando tiro de ella. Esperaba más oposición por su parte y no estoy del todo seguro de que esta sea una buena señal pero aún así me adentro en la oscuridad que reina en el interior.

Mis ojos tardan un poco en acostumbrarse a la penumbra reinante pero cuando lo hacen finalmente, descubro que me encuentro ante tres pasillos que se bifurcan. No me lo pienso demasiado y tomo el camino de la izquierda, avanzando por él lentamente y aguzando los sentidos. Tal vez haya alguna puerta secreta que hasta el momento se le ha pasado por alto a los aventureros que me precedieron.

La entrada del ocaso era una de las cuatro zonas por donde se podía acceder a la mazmorra de los elementos. Las leyendas indicaban que el anillo del deseo estaba en el interior de ella, pero para ello había que resolver cantidad de desafíos y derrotar a innumerables enemigos.

El camino no iba a ser fácil, eso estaba más que claro, pero había que luchar para lograr el objetivo, había que moverse rápido, en silencio y evitar morir allí dentro. Esa era la oportunidad que siempre se había deseado para cumplir el mayor deseos de todos los tiempos. Pero para eso debía tomar el camino correcto.

Hacía mucho tiempo que Dainn había deseado que llegara aquel momento.

Desde su entrada al clan de "Los buscadores", había escuchado las palabras de sus compañeros referentes a la existencia de aquel poderoso anillo. Y en todas y cada una de sus incursiones en búsqueda de objetos enanos robados años atrás , siempre estaba al acecho esperando encontrar alguna nueva pista sobre la localización de aquel anillo del deseo.

Finalmente, el enano se encontraba frente a la entrada de una peligrosa mazmorra, convencido que su búsqueda había llegado a su fin. En el interior de aquellos muros, se encontraba una d elas más poderosas reliquias creadas por los enanos...aunque hubiera gente que dijera que eso era mentira!

Dainn cerró los ojos y respiró hondo unos segundos. Quería marcar a fuego en su memoria aquellos momentos. Nunca antes un Buscador había llega do hasta allí y el enano guardó un recuerdo para sus compañeros perdidos en las múltiples misiones del clan. Acto seguido, cogió un poco de tierra del suelo, se frotó con ella las manos y miró con determinación la primera de las puertas.

-Lo perdido debe ser encontrado. Lo robado debe ser recuperado.

Y aquellas palabras acompañaron los primeros pasos de Dainn.

Tras unos metros, el camino se dividía en tres y el enano decidió escuchar atentamente para intentar averiguar qué podía encontrar en cada uno de aquellos pasillos.

Por algún lugar debía comenzar la búsqueda. Nada había escuchado en su deseo de encontrar alguna pista que lo orientara en su inicio de camino. Así pues, aferrando su martillo con fuerza, comenzó a caminar dirección el camino central. Era cualquier buen camino como otro.

Se desplazaba cuidadoso y alerta, sabiendo que aquella reliquia estaría resguardada por trampas mortales. Dainn no quería acabar ensartado en un foso de pinchos por un infantil descuido.

La entrada del ocaso era una de las cuatro zonas por donde se podía acceder a la mazmorra de los elementos. Las leyendas indicaban que el anillo del deseo estaba en el interior de ella, pero para ello había que resolver cantidad de desafíos y derrotar a innumerables enemigos.

El camino no iba a ser fácil, eso estaba más que claro, pero había que luchar para lograr el objetivo, había que moverse rápido, en silencio y evitar morir allí dentro. Esa era la oportunidad que siempre se había deseado para cumplir el mayor deseos de todos los tiempos. Pero para eso debía tomar el camino correcto.

El enano se refregó las zonas requemadas con la palma de la mano de forma agitada, consiguiendo finalmente apagar las pocas llamas que le quedaban.

Había sido buena idea salir de aquella sala de forma rápida, ya que combatir con una criatura de fuego no era tarea para nada fácil. Una huida a tiempo siempre era sinónimo de supervivencia.

Diann estaba de nuevo en el cruce de caminos del inicio y sus opciones se habían reducido a ir hacia la derecha o hacia la izquierda. Un camino y el otro le parecían exactamente igual.

-Veamos que encontramos por la derecha- dijo en buscador. Y con paso decidido, se internó en el pasillo, alerta en todo momento para no toparse con algún otro peligro igual o más desafiante que el elemental de fuego.

La entrada del ocaso era una de las cuatro zonas por donde se podía acceder a la mazmorra de los elementos. Las leyendas indicaban que el anillo del deseo estaba en el interior de ella, pero para ello había que resolver cantidad de desafíos y derrotar a innumerables enemigos.

El camino no iba a ser fácil, eso estaba más que claro, pero había que luchar para lograr el objetivo, había que moverse rápido, en silencio y evitar morir allí dentro. Esa era la oportunidad que siempre se había deseado para cumplir el mayor deseos de todos los tiempos. Pero para eso debía tomar el camino correcto.

A Owel esta entrada le parecía muy similar a aquella por la que había entrado él. Tras una rápida mirada a sus ahora compañeros, sigió avanzando. - ¡Vamos! - dijo, decidido y preparado a enfrentarse a un nuevo elemental.