Partida Rol por web

La ruina del Hombre

Como de un sueño, despierta...(Fajssel, 3 de Numa del 471 d.T.)

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28/09/2008, 21:50
Sava Dana

Mientras se miraban, la Sava Dana dispuso un par de sillas cercanas y convirtió su despacho en improvisada habitación de curas, donde observó la evolución de las heridas de Hans con rostro neutro y probó a dar un bebedizo de mal sabor a la joven Jayrah, quien notó un repentino ardor en el estómago y tuvo que toser inesperadamente un par de veces.

Luego asintió y añadió.

- Os encontráis bastante mejor, en especial vos, señor. Os eximo de mis cuidados. A vos, señora, aún sentiréis debilidad y mareos, y dormiréis mal algún día. Espero que recordéis lo que os dije la primera vez que os vi aquí, pues lo considero importante. Por lo demás, creo que no puedo ser de más ayuda, y mis labores me requieren.

Antes de salir, Hans preguntó por el lugar donde ese frÿlle podía ser encontrado. La respuesta de la Dana fue clara.

- Suele frecuentar la muralla más al Norte en la Ciudad Alta, encerrado en varias torres donde guarda muchas cosas. Es fácil llegar a él. Basta con entrar en la Ciudad Alta, seguir el camino que tomen los guardias y soldados con carros hacia el Norte y una vez cerca de las torres de la Guardia de la muralla, preguntar cuáles de ellas son de Cassyr.

Notas de juego

Un frÿlle es un preste, un hombre de la fe, que suele estar destinado a cargos menores, como temas de escritura de pequeñas cosas, logística, intervención y se encargan también de oficiar la palabra a la gente baja, el pueblo llano. Algunos son eruditos y muy sabios, pero considerados poco útiles para asuntos de relevancia, gentes que mantienen por su extraordinario conocimiento en ciertas ramas de saber, aunque tienden a ser de extracción social más baja, y por lo tanto no pueden acceder a cargos mayores.

 

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29/09/2008, 00:05
Jayrah Ydhûn

La muchacha prestaba toda la atención que podía a las palabras de la Dana. Aunque, al igual que la otra vez que había estado allí, el lugar la sobrecogía, y no podía dejar de admirar, fascinada, los anaqueles repletos de antiguos volúmenes, estantes con cajas de cristal conteniendo extraños instrumentos, y otros con infinidad de botellas y tarros con líquidos de oscuros colores.

Tomó el brebaje, y con discreción apartó los ojos del joven noble cuando la Sava dejó su hombro al descubierto para curarle la herida.

Cuando terminó, asintió a la recomendación que la Dana le había hecho.

-Sí, mi Señora. Lo recuerdo, y aún me estremezco por ello. Llevo encima el saquito con vuestro remedio, y en mi memoria, siempre vuestro consejo. He intentado averiguar quién y por qué podrían querer algo así. Pero aún nada he conseguido saber...

Pero rápidamente fué otra cosa la que ocupó su atención. El frÿlle, Cassyr, al parecer podía hablarles de lo que estaba ocurriendo, podía hacer que entendieran de dónde procedían todos esos cambios, esa extraña enfermedad, o maldición, que se extendía como una tenebrosa mancha por la ciudad, y a la que cualquiera podía estar expuesto.

-Tal como dice mi Señor Pelóreon, Señora, no debéis temer que mencionemos vuestro nombre. Pero a él acudiremos, sin duda ambos, pues lo que ambos hemos visto ya no puede ser olvidado. Es cierto que la Tierra se toma su Justicia, y nada o muy poco conocemos de sus designios. La ruina del Hombre decís...  sin embargo, a veces el hombre es su propia ruina, mi Señora, y la Tierra no hace más que equilibrar la balanza. Sólo espero que haya un remedio a esta maldad... Y que no sea tarde para encontrarlo. ¡Por la Voz, así lo espero...!

 

Notas de juego

Siento haberme colgado. Ya estoy de nuevo en marcha.

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29/09/2008, 20:17
Hans Peloreon

Ciertamente la evidente mejora del hombro del menor de los Pelóreon era una buena nueva... respondiendo a cada movimiento exigido sin declarar ningún signo de dolor ni incapacidad. Nada que un joven y sano cuerpo no pueda curar... Sin embargo aquellos inquietantes y escalofriantes sucesos respondían a un tipo de cura bien distinta y laboriosa.

Asintió agradecido ante la bien recibida atención... y exención de cuidados "especiales" para los venideros días.

Ya en el quicio de la robliza puerta, habiendo recibido las oportunas indicaciones, esperó a que su casual acompañante, la Dama Ydhûn, se despidiese de la buena mujer... como él había resuelto instantes antes con similar cortesía.

-. A veces el hombre es su propia ruina, mi Señora, y la Tierra no hace más que equilibrar la balanza...-

Como si hubiese percibido el pensamiento de la mayor, una de las jóvenes Savas aparecía tras la puerta para guiarles nuevamente al exterior de la sagrada construcción... o es muy posible que nunca se hubiese movido de allí. En todo caso, aquello no dejó de asombrar al joven noble...

Notas de juego

En marcha, vamos entonces a ver al tal Cassyr no??...

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29/09/2008, 23:32
Jayrah Ydhûn

Una vez ambos hubieron agradecido a la Dana sus cuidados, y su ayuda en cuanto a la consulta que habían venido a hacerle, se despidieron y salieron.

En silencio, tras la joven Sava, desfilaron por los umbríos y frescos pasadizos que les llevaron desde la cámara del despacho de la Principal, hasta la puerta de entrada. La luz les cayó encima como una cortina, deshaciendo en parte sus brumas interiores, y en parte arrebatándoles la sensación de recogimiento y seguridad del recinto.

Una vez fuera, una vez la puerta se hubo cerrado tras ellos, Jayrah pareció dudar. Miró a Hans unos segundos, sopesando si podía buscar su apoyo, darle su confianza. Pero a pesar de que nada más que el infortunio les había reunido, no contaba con nadie más cercano en éste. Y había que seguir, juntos o por separado.

-¿Qué pensáis hacer ahora, mi Señor Pelóreon? Imagino que vos, como yo misma, no veis el momento de ir a visitar a ese frÿlle. ¿Os parece adecuado que vayamos juntos? Puede que no sea muy propio de una dama mezclarse con una invstigación, pero tampoco mi condición como noble es algo muy ortodoxo. Tengo ciertas... diferencias que me permiten un mayor grado de movilidad. Quizá no sepáis que estoy en la Casa de Norro como prenda de guerra... Quizá por eso precisamente sea comprensible que la Dana me haya advertido acerca de que mi dolencia parece poder deberse a algo que hayan puesto en mi comida...

Notas de juego

 

En realidad el comentario acerca de la condición de rehén y del envenenamiento es una muestra de confianza hacia Hans. Es una manera de decirle. "bueno, no te preocupes por que sea transgresora, después de todo, tampoco soy una noble reconocida. Soy noble, sí, pero hija de un rebelde sometido, y tengo enemigos".

 

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30/09/2008, 02:45
Hans Peloreon

Nuevamente, tras abandonar los sinuosos pasadizo del edificio, la cegadora luz de aquel día les cayó encima como una pesada losa cargada de incertidumbre e inquietud. El horizonte más próximo se muestra confuso... difuso en formas e incierto en expectativas ante sus ojos. Quizás lentamente se iría esclareciendo, tal y como lo hacían las diferentes siluetas ante sus extraños ojos, ocre y jade, a medida que se adecuan a la mayor luminosidad...

La mano del noble, en un vago intento por minimizar el deslumbramiento, se interpuso parcialmente ante sus ojos... logrando si cabe, únicamente, entorpecer aun más su visión... no en el caso de la hermosa calesa, dibujada con suficiente claridad, que aguarda impaciente la llegada de su joven pasajera.

Mientras los ojos del joven noble se pierden curiosos en ésta... otros, pensantivos, se posan en él... y al poco rato una voz... voz que atrajo a su velado jade... a su ocre a los ojos de la propietaria de ésta. -. Entiendo...- Manifestó, mostrando cierta disconformidad y tristeza por algo que pudo escuchar... bajando discretamente la mirada. -. Ciertamente, tenía pensado pediros permiso para acompañaros a visitar al frÿlle...- El brillo de sus extraños ojos se avivó a la vez que recuperó altura. -... en este espléndido carruaje.- Y una divertida sonrisa amaneció en su nobles labios... a la vez que gesticula con su mano hacia el carruaje, invitándola a subir en él. -. ¿Sería eso posible?.-

Cuando la dama Ydhûn hizo ademán de aceptar, el noble apresuró el paso para poder compensar, de alguna forma, su falta de cortesía cuando se vieron esta mañana... cediendo el paso con caballerosidad hacia el engalanado interior del vehículo cuya puerta recién abierta era bien sujeta por el menor de los Pelóreon.

Por la voz!!!... prenda de guerra...

Había oido hablar de esa condición en los corrillos de palacio... pero el ingénuo noble jamás creyó que se extendiese más allá de las pertenencias terrenales.

Notas de juego

Se recomienda información, prejuicios, etc... sobre ese tipo de prendas de guerra... para rolearlo mejor.

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30/09/2008, 11:16
Jayrah Ydhûn
Sólo para el director

Notas de juego

Mavros, iba a darle datos a caballino, offrol, para que se hiciera una idea de lo que representa la condición de Jayrah, pero me he encontrado una incongruencia entre la historia de la muchacha y un apunte tuyo, de modo que te la pongo aquí, y lo hablamos, igual que lo que quieras decirle a Hans, y al jugador, lo dejo de tu mano.

Por un lado, la historia dice lo siguiente:

"Cuando nació trajo consigo la muerte de su madre, de modo que la hija única se convirtió en la única heredera de su Casa, un Marquesado de rancias raíces.

Su padre, Algyrr Ydhûn estaba aliado a los Yradûn, con quienes de antiguo estaba emparentado, siendo los linajes de ambas familias próximos. Pero al finalizar la guerra, cuando éstos fueron sometidos, Algyrr pactó en el último momento, y se permitió que él se quedara con sus tierras, dispensándole un trato tolerante a cambio de una garantía: que su heredera, su única hija, fuera retenida como pupila en casa de Noro Darryyn, el noble que le había sometido.

De este modo, desde los tres años, Jayrah se encuentra viviendo en el feudo de Noro, y ha sido educada como uno de los suyos, aunque, naturalmente, nunca se le ha ocultado su condición ni su estirpe. No ha visto a los suyos desde entonces, y su situación es difícil, pues no pertenece plenamente a ninguna parte. "
 

Y por otro, hablando de la muerte del noble Hyss, Noro le dice:

"Hace tiempo que un conflicto de tierras le enemistó con alguien a quien no has visto en mucho tiempo, pero de quien has heredado sus ojos y tu melena. Tu madre. Ella era legítima propietaria de ciertas tierras que tu padre perdió en la guerra. Aunque correspondían a tu padre en concepto de dote, se dice que ella las administraba como si aún fueran suyas, y le molestó mucho perderlas. Fueron cedidas a dom Veeryn, y siempre ha habido problemas en las fronteras.
 Dicen que tu madre...contrató bandidos y fueras de la ley para molestar a dom Veeryn...aunque no pudo probarlo en los varios juicios que solicitó. Lo cierto es que otras familias fueron también perjudicadas a su favor tras la guerra. Veeryn ya era rico antes del conflicto, pero tras él se hizo aún más poderoso. "

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02/10/2008, 23:59
Director

Notas de juego

Jejeje...bien notado. Sí es una incongruencia, ¿verdad? ¿Qué significaría eso? Quizá debieras preguntar a Noro acerca de eso, de por qué se ha dicho siempre que tu madre murió en el parto y, sin embargo ahora, pareciera que aún estaba viva cuando te hicieron rehén. Ambas historias te las ha contado él mismo...interesante, ¿no?

Lo dicho, bien notado :D.

Roléaselo a Hans, por favor, con todo el lío que tu pj pueda tener ahora :)

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03/10/2008, 01:19
Jayrah Ydhûn

La muchacha sonrió ante la divertida euforia del joven, que mostraba con gestos y actitudes entusiastas. ¿Por qué los carruajes suelen ejercer tal efecto en los hombres...? La calesa era un magnífico vehículo de madera de cedro, tallada y barnizada, con elegantes incrustaciones de marquetería, marfil y coral. Cubierta pero ligera, mostraba en la portezuela el blasón de la Casa Darryyn, y su banqueta interior de cuero permitía que dos personas se sentaran de lado, en la dirección de la marcha, con toda comodidad. Un sólo caballo tiraba de ella, pero se trataba de un fuerte ejemplar, negro brillante, que piafaba nervioso con ganas de partir.

Jayrah le hizo una seña a Kyssyll, el joven criado que lo conducía, quien esperaba en el pescante las ordenes de su señora. Le repitió las indicaciones de la Sava Dana, tomó la mano que el Pelóreon le tendía y subió. Recogió su falda para dejar sitio a Hans, y esperó a que éste se sentara también, y cerrara la portezuela. Cuando lo hubo hecho, y se hubieron puesto en marcha, Jayrah levantó la mano pidiendo un momento de silencio al muchacho. Quería hablarle, había sido testigo del efecto de sus palabras en él, y deseaba exponer su situación con más claridad.

Estaba habituada a que los extraños, en cuanto conocían su condición,  la trataran con una mezcla de curiosidad y frialdad, no era un enemigo, pero era su hija. No era uno de ellos, pero estaba entre ellos. Era una situación difícil como pocas.

Finalmente, puesta su mirada en su propio regazo, habló con voz calmada, tranquila. -Sé, mi Señor Pelóreon, que os ha perturbado conocer mi condición de rehén. Y quisiera que, puesto que las circunstancias han unido nuestros pasos, tuvierais una idea más clara de lo que eso significa. Es lo mínimo que puedo hacer para mostraros mi confianza, y que podáis juzgar por vos mismo si queréis o no otorgarme la vuestra. Levantó entonces los ojos, y le miró, era una mirada de disculpa, le dolía tener que sincerarse por una causa tan trágica, pero así estaban las cosas. -Veréis, mi historia la conozco sólo a través de mi Tutor, Noro. Llegué a su casa muy pequeña, y todo cuanto soy, cuanto sé, lo he llegado a ser y a saber en su casa. Lo único que no proviene de ella es mi sangre, sangre de enemigos, de perdedores. Y lo que quiero contaros no sólo son los hechos... también son mis propias dudas. Porque en aquello que me ha sido dicho, hay incongruencias.

Cuando nací al parecer traje conmigo la muerte de mi madre, de modo que, hija única, me convertí en la única heredera de mi Casa, un Marquesado de rancias raíces. Mi padre, Algyrr Ydhûn, estaba aliado a los Yradûn, con quienes de antiguo estaba emparentado, siendo los linajes de ambas familias próximos. Pero al finalizar la guerra, cuando éstos fueron sometidos, mi padre pactó en el último momento, y se permitió que él se quedara con sus tierras, dispensándole un trato tolerante a cambio de una garantía: que yo, su heredera, su única hija, fuera retenida como pupila en casa de Noro Darryyn, el noble que le había sometido.

La mirada se perdió ahora en algún punto detrás de Hans, fugaz y brevemente. Pero regresó a él y prosiguió.

-De este modo, desde los tres años, me encuentro viviendo en el feudo de Noro, y he sido educada como uno de los suyos, aunque, naturalmente, nunca se me ocultó mi condición ni mi estirpe. No he visto a los míos desde entonces, y mi situación es difícil, como os he dicho, pues no pertenezco plenamente a ninguna parte.

Se detuvo de nuevo, y cerró unos segundos sus ojos, como si tuviera reparos en seguir contándole su historia. Y así era, en realidad. Mostrar la incongruencia que la torturaba era mostrar la duda acerca de la sinceridad de Noro, y con él, de los que la rodeaban. Y el joven era un noble, uno de ellos, después de todo. Pero no podía hacer otra cosa, si quería seguir adelante con esto... debía ser transparente, necesitaba que su alianza fuera basada en la verdad. Los abrió por fin, y siguió.

-Pero anoche... anoche, cuando llegué de la triste y cruel jornada que tan bien conocéis, estuve hablando con Noro, quien estaba sinceramente preocupado por mi. Pero, quizá por eso, o quizá por otro motivo que no acierto a comprender, me contó algo que se contradice con la historia que os he relatado, la que hasta ahora me ha sido dicha, y cuya incongruencia ayer no llegué a profundizar por encontrarme aturdida, asustada y cansada. Le hablé de la muerte del noble Veeryn Hyss, y se quedó muy afectado por lo que ello significaba. Y me dijo que... la voz de la muchacha se afinó, y se hizo más insegura. Dejó de mirarle, volvió a poner las pupilas en un lugar indeterminado, para ayudarse a pensar. -... dom Veeryn era un hombre desconfiado, y con razón. Hace tiempo que un conflicto de tierras le enemistó con alguien a quien yo no he visto en mucho tiempo, eso dijo, pero de quien he heredado los ojos y la melena. ¡Mi madre!. Me dijo que ella era legítima propietaria de ciertas tierras que mi padre perdió en la guerra. Aunque correspondían a mi padre en concepto de dote, se dice que ella las administraba como si aún fueran suyas, y le molestó mucho perderlas. Fueron cedidas a dom Veeryn, y por ello siempre ha habido problemas en las fronteras. Jayrah parpadeó, con incomodidad. - Dicen que mi madre... contrató bandidos y fueras de la ley para molestar a dom Veeryn... aunque éste no pudo probarlo en los varios juicios que solicitó. Lo cierto es que otras familias fueron también perjudicadas a su favor tras la guerra. Veeryn ya era rico antes del conflicto, pero tras él se hizo aún más poderoso... 

Otro silencio incómodo, otra mirada perdida, y, finalmente, la muchacha se volvió hacia Hans, de golpe, buscando sus ojos, buscando ayuda, buscando quizá un amigo.

-¿Comprendéis la incongruencia...? ¿Porqué hasta ahora me han dicho que mi madre murió en el parto, por mi causa, y ayer me contó Noro, incomprensiblemente, que mi madre estaba siendo acusada de todo eso...? Entonces, ¿es que estaba viva cuando me cogieron como rehén...?

 

Notas de juego

Deberes entregados.

:D

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07/10/2008, 04:21
Hans Peloreon

El joven Pelóreon aceptó, respetuoso, el gesto de silencio de la mujer... y, expectante, escuchó atento... sin desear irrumpir todo aquello que ésta quiso decir... con los extraños ojos posados en aquello en lo que ésta había perdido los suyos, en su regazo... alternando cada poco con su perfilado rostro y con sus ojos cuando estos le buscaban.

El joven Hans, habiendo sido criado bajo los protectores brazos de su madre... al amparo de su cálido regazo, no podía llegar a comprender cómo aquella mujer ante él pudo haber sido criada en casa ajena... y como ella misma bien dijo, jamás se le negó su renegada estirpe... quizás jamás se le aceptó completamente. Huérfana de madre, intercambiada como garantía por su propio padre para poder conservar unos privilegios perdidos en la guerra... desde tan pequeña sabiéndolo. Sin duda debió ser una vida complicada... una vida plagada de obstáculos... de gran exigencia... siempre siendo examinada por sus actos... en constante evaluación y desconfianza. Se podría decir que justo todo lo contrario que el menor de los Pelóreon... cuya madre había malcriado. Sin embargo allí se hallaban los dos, unidos por un inquietante suceso, en la misma calesa.

Por la voz!!!... Los ojos del joven noble se iluminaron asombrados ante la inesperada mención de su fallecido tutor, dom Veeryn... al parecer en conflicto con la supuesta difunta madre de la mujer por una tierras. Extraña coincidencia... como extraño le parecía todo al menor de los Pelóreon.

La mujer reclamó la atención del joven noble, algo inmerso en sus pensamientos, con su inquieta mirada... con sus preguntas. A las que, sin saber qué decir, el menor de los Pelóreon no hizo más que alternar entre tímidos gestos de negación y asentimiento con la cabeza... hasta que se dio cuenta de que la mujer no quería realmente que respondiese a esas preguntas... pues aunque quisiese era imposible que pudiese. Ambos lo sabían. La dama Ydhûn sólo quería que la escuchasen... poder confiar en alguien, aunque ese alguien fuese el joven noble...

El joven Hans unió su pensativo silencio al de la mujer dejando que el melódico sonido del empedrado se apoderase de sus sentidos durante un buen rato hasta que...

-. Mi señora...- Anunció tímidamente... sumergiendo sus extraños ojos en los de la mujer. -... ¿qué culpa puede tener una niña de tres años?... una guerra sólo define vencedores y vencidos.- Tomó aire en el mismo instante que sus pupilas se perdieron en otro cuando. -. Mi buena madre me dijo una vez cuando me escucho burlarme de un muchacho al que había vencido en una carrera de potros. "Mi niño Hans respeta al derrotado como a ti mismo, pues en otras ocasiones te tocará a ti ser el vencido y respeta al hombre por lo que es, no por el bando al que representa".- Para volver a la mujer con una sonrisa amable en los labios. -. Respeto tu sangre como a la mía, mi señora... no debería ser un estigma del que avergonzarse ni del que mirar con recelo.- Sentenció con total convicción en sus palabras.

-. Al respecto de vuestra madre, es realmente desconcertante lo que os han revelado... después de tantos años... y los inciertos motivos que tendrían para hacerlo justo ahora... quizás deberíais hablarlo con calma con vuestro tutor.- El extraño jade de su mirada, intencionadamente oculto bajo su flequillo, asoma de vez en cuando con cada accidente geográfico. -. Sin embargo, sí es cierto lo que os dijeron... si es verdad que está viva... deberíais estar de buena nueva, pues sólo se me ocurre una razón por la que una madre acceda a desprenderse de un hijo...- Una leve pausa de vacilación tras la que decide proseguir. -... que crea que éste haya fallecido.-

En eso la calesa se detiene, parecen haber llegado a su destino. Sin embargo, ambos nobles se quedaron aun mirando...

Notas de juego

Me tomé la libertad de hacer llegar al carruaje... siempre se puede editar al gusto del consumidor.

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16/10/2008, 21:07
Director

Kyssyll asintió inseguro. No era un chico de muchas luces, como ya sabía Jayrah, y cumplía mejor los papeles sencillos, para los que era eficaz hasta la saciedad. Sin embargo, explorar nuevas tareas le llevaba tiempo y le producía un nudo en la garganta, además de una mirada preocupada y sudor copioso. Eso lo había visto ella en una ocasión en que le encargó recoger una compra en la casa artesanal de Adis.

Quizá por eso pasaron primero por su propia casa, dando para ello un cierto rodeo y alejándose del palacio. Sirvió al menos, al tomar la calle principal, para que el chico viera al fondo un recodo de la muralla que resultó ser el que debían coger, y seguramente animado por el acierto, azuzó los caballos para que se movieran con brío y llegaran antes.

Pasaron bajo un puente de arco, como les habían dicho, entre dos torres. De una de ellas salió por una puerta un hombre canoso con delantal de cuero propio de los herreros, y ennegrecido hasta parecer roto. Se quitaba el sudor con una mano temblorosa y apartó la mirada al ver la calesa.

Luego vieron que muchos soldados cruzaban esa calle, y que se alargaba hasta pasar bajo el mismo palacio, recorriendo la ladera oeste de la colina, la que menos se conocía y que el palacio ocultaba tras de sí. La muralla alta impedía ver nada detrás, pero ya era interesante el mismo trayecto, pues allí había muchos hombres de armas montados en caballos de más o menos calidad. Finalmente la calle se abrió un poco y Kyssyll, tras haber preguntado algo con un gritillo nervioso, se detuvo ante una pequeña torre unida a la muralla exterior, de donde asomaba una puerta gruesa junto a la que había sentado un hombre mayor, con aspecto desaliñado y ropajes de preste. El hombre fumaba una pipa de boquilla larga. Tenía el escaso pelo hirsuto y canoso, y una barba entre gris y blanca. El tatuaje en su rostro no podía leerse entre el humo y la suciedad de su cara, así como la barba que tapaba parte. Sin embargo, vestía las sencillas ropas pardas y gruesas de un fryllë. Lo que evidentemente le daba calor.

Notas de juego

Yo estoy gilipollas. En fin, la edad no siempre es buena...

Borro el post anterior y vuestro aviso y continuamos a partir de aquí. Mis disculpas.

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20/10/2008, 23:50
Jayrah Ydhûn

Inmersa primero en sus propios razonamientos, y depués en la mirada y las cálidas palabras del noble, Jayrah no había sido consciente del tortuoso itinerario que el muchacho en el pescante, el criado Kyssyll, había realizado en su inexperiencia y confusión.

Aunque el rodeo les había dado de modo inesperado un tiempo que les vino muy bien para sentar las incipientes bases de una confianza que, probablemente, se fortalecería en el futuro, y ayudaría a la joven en su dura existencia como rehén.

Hans había sido para su corazón un bálsamo, con su mirada dulce y sus palabras ecuánimes y generosas: "... ¿qué culpa puede tener una niña de tres años?... una guerra sólo define vencedores y vencidos..." Y en su boca las palabras de su madre sonaron sabias y cercanas: "...respeta al derrotado como a ti mismo, pues en otras ocasiones te tocará a ti ser el vencido y respeta al hombre por lo que es, no por el bando al que representa..."

Y, como declaración ya diáfana, como esa mano que se tiende justo cuando más el otro la necesita, caído y cuando creía estar perdido, una frase que la emociona, y que le hace fijar los ojos en los suyos, buscando ese jade que se oculta tras la cortina castaña, devolviendo la sonrisa junto con su agradecimiento: "Respeto tu sangre como a la mía, mi señora... no debería ser un estigma del que avergonzarse ni del que mirar con recelo."

Y se olvidó el recelo entre los dos, lo sintió, además de escuchar que así era. Otros pesos se cernían sobre ellos, y algunos más sobre ella. La última observación la devolvió al aquí y al ahora, a Noro y su explicación... "Al respecto de vuestra madre, es realmente desconcertante lo que os han revelado... después de tantos años... y los inciertos motivos que tendrían para hacerlo justo ahora... quizás deberíais hablarlo con calma con vuestro tutor. Sin embargo, sí es cierto lo que os dijeron... si es verdad que está viva... deberíais estar de buena nueva, pues sólo se me ocurre una razón por la que una madre acceda a desprenderse de un hijo... que crea que éste haya fallecido." Si, podía ser, desde luego... podía ser...

-No quiero hacerme ilusión alguna, Mi Señor Pelóreon... Hans, si me lo permitís... Pronunció su nombre de pila no con osadía, ni tan siquiera con seguridad. Lo hizo tanteando su reacción, presta a deshacer lo hecho tan pronto obtuviera una negativa a ese derecho, explícita o tácita. -No quiero hacérmela, porque en ese caso un desengaño sería mucho más terrible que seguir creyendo que nunca me conoció. Yo he sufrido toda mi vida la evidencia de que mi padre había preferido renunciar a tenerme con él, a mantenerme a su lado, a cambio de conservar sus bienes. Prefirió sus bienes a su hija. Pero siempre pensé que de eso mi madre nada había sabido, porque yacía en su tumba, ajena a cuanto acontecía, disfrutando de la paz de la eternidad. Si no fué así... si mi madre vivía...

Jayrah apartó un mechón de pelo de su frente, con la misma vivacidad con la que habría apartado, si hubiera podido, los pensamientos tristes de su mente. -Pero hablaré con Noro, debo hacerlo. He de aclarar mi propia historia, aunque lo que halle en mi pasado me guste aún menos que lo malo de mi presente.

Desvió los ojos que había puesto en los del muchacho, para darse cuenta de que la calesa se había detenido, justo después de que en algún rincón de su consciencia hubieran quedado registrados los esfuerzos de Kyssyll por llevarles al lugar solicitado. Así parecía ser. Una torre pequeña, pegada a la muralla, una puerta y un anciano, sentado junto a ella. Un anciano que vestía el hábito de preste.

-Parece que le hemos encontrado...

Hizo una señal de asentimiento a Kyssyll, y esperó a que éste abriera la portezuela. Bajaría tras Hans, y, mientras se mantenía a la espera de que pudiera salir, por primera vez pensó que no sabía a ciencia cierta qué esperaba averiguar... si es que eran bienvenidos y el fryllë se decidía a hablar con ellos...

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28/10/2008, 23:03
Hans Peloreon

La espléndida y colorida calesa se había detenido ante una pequeña torre adosada a la robusta muralla exterior... y en su interior dos jóvenes nobles comparten íntimas confidencias, temores e inquietudes. Tras un titubeante y sinuoso trayecto habían llegado, al parecer, a su destino... llave que podría verter alguna luz, o más sombras, sobre los siniestros e inquietantes sucesos que azotan los pilares de la gran urbe... los pilares de la mismísima cordura...

La joven noble, prenda de guerra en la Casa de Norro, había terminado de pronunciarse y alentaba, tras inspeccionar el exterior, con sus palabras a su acompañante que no desvió su extraña mirada de ésta. Los labios del noble, mientras tanto, se habían entreabierto tímidamente como queriendo añadir algo... algo que no diría hasta que acumulase suficiente aplomo.

-. Mi señora... hay otro dicho de mi querida madre que viene a responder, de alguna manera, a su preferencia...- Tomó aire antes de proseguir cuando la joven noble retorno su atención a su interlocutor. -... cada quién es libre de alimentar, como le plazca, sus esperanzas y sus temores...- Unas palabras que le solía repetir su querida madre... acicalando los suaves cabellos de su adorado hijo que gustaba reposar la cabeza en el cálido regazo de su progenitora cada vez que algo le perturbaba el corazón. -. Con esto no quiero, de ninguna manera, evaluar vuestra decisión... simplemente reseñar que es vuestra.- El rubor amaneció, tenue, en sus mejillas.

Sin nada más que decir o aplazándolo, quizás, para otro momento. El menor de los Pelóreon se dispuso a bajar del carruaje por la portezuela que había abierto amablemente el avergonzado cochero. Y así lo hizo, sin poder reprimir el deseo de descender con un pequeño brinco... para volverse con una jovial sonrisa en los labios... en los extraños ojos y ayudar, haciendo gala de su caballerosidad, a la joven Dama a seguir sus animados pasos.

Ambos juntos, sonrientes por el acrobático suceso, se alejaron unos pasos del carruaje en dirección a aquella torre, a su robliza puerta, al acalorado anciano, de desaliñado aspecto, sentado en las proximidades de ésta. Los singulares y humildes ropajes pardos le delataron como un frylle... fumaba en pipa de boquilla larga y, a pesar del calor, parecía estar disfrutando del descanso.

Ambos nobles se miraron con complicidad antes de llegar y parecieron acordar en silencio que sería el joven Pelóreon quién abordase en primera instancia al peculiar preste.

El joven noble tomó abundante y se armó de valor. -. Bien hallado...- Aclamando la atención del Frylle... tras un respetuosa inclinación... siempre con la petición de la Mayor de las Savas en su distraída mente. -... quizás tuviese a bien indicarnos, si no es molestia y sin ánimo de interrumpir su descanso, a mi acompañante, la Dama Ydhûn de la Casa de Norro, y a mí mismo, Hans Pelóreon de la Casa que regenta la baronía de Dereenhall, si en esta torre reside el señor Casyyr.- La pupilas del noble se pierden, durante unos instantes, en las largas barbas del preste... dándose cuenta de su indiscreción retorna, sus extraños ojos, rápidamente a un lugar más conveniente. -. Quisiéramos dirigirnos a él, con premura, por un grave asunto que atañe a toda la ciudadela... un asunto oscuro del que únicamente su sapiencia pueda derramar algo de luz...- Se obligó a cesar su nervioso y apresurado discurso al notar el discreto contacto de la mujer, rezando a la voz para que no se le hubiese notado... no quería alarmar a nadie pero quizás no lo hubiese conseguido.

Notas de juego

Dando señales de vida... tenía pensado postear a lo largo de esta noche o mañana por la mañana. Estaría bien concretar un ritmo aproximado de posteo (1 semana /2 semana/ 3 semana). Lo digo porque, en mi caso, me cuesta interpretar al pj si llevo tiempo sin hacerlo ya que me supone leerme varias escenas para intentar no mancillar su esencia. (la leche que trágico!!!). XDDDDDDD.

En marcha. ;)

Santidad*: no sé si es el termino correcto para referirse a un frylle... en caso de ser erróneo ruego edición y aviso para tenerlo en cuenta en venideros post.

EDITADO: Un fryllë es un preste de categoría menor. Si los nobles no trabajan porque no es digno de su clase, los prestes pueden decir lo mismo. Igual que son los campesinos y, en fin, el pueblo, quien trabaja para ellos, los fryllës son religiosos de "menor" rango, que trabajan activamente y se encargan de tareas mundanas. Por ello, se les trata como a campesinos, la mayor parte de las veces, de tú y con el respeto justo para no ser tachado de hereje o ofensor de la Fe.

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02/11/2008, 12:45
Jayrah Ydhûn

La muchacha descendió de la calesa respondiendo con una sonrisa a la sonrisa. Se quedó junto al joven noble, ligeramente retrasada con respecto a éste. Dejó que él hablara, y simplemente le rozó discretamente cuando se dió cuenta de que su apasionado compañero estaba dando multitud de datos que quizá sería mejor guardarse ahora, y dejar caer más adelante poco a poco...

Levantó los ojos, que había mantenido bajos, hasta el anciano preste cuando Hans terminó de preguntar. El hombre era sin duda aquel que buscaban, pero el Pelóreon había actuado con cautela, y bien. Esperó que la ansiedad que sentía no actuara en su contra cuando sin duda se transmitiera hasta el sabio frÿlle, y que, antes al contrario, él se sintiera conmovido por ese par de jóvenes que, turbados, buscaban su consejo y su ayuda...

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19/11/2008, 23:34
Casyyr

El viejo miró a través del humo que se elevaba etéreo de su pipa. Luego observó detenidamente la torre, algo erosionada por el viento y la tierra seca que cubría el suelo.

- En esta torre no vive nadie, nunca, y Cassyr no es un Señor, al menos que yo sepa hasta ahora. Soy yo, pero sin duda ya lo sabíais, señores, y todo esto está de más. ¿En qué puedo serviros?

Habló con la voz de quien ha repetido muchas de esas palabras durante más años de los que ambos nobles llevaban vivos juntos. Los observaba con estudiada curiosidad, sin dejar de fumar. Su túnica estaba algo manchada, y sus manos también. A ambos les llegaba un olor afrutado, casi como a vino dulce o a un aroma aromatizado. Kyssyl se quedó sentado mirando desde su posición, incrédulo aún por la actitud tan desentendida del fryllë, que a pesar de su escaso status se permitía hablar con ellos con absoluta tranquilidad.

Notas de juego

A la carga de nuevo, compañeros.

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20/11/2008, 03:15
Hans Peloreon

La imprevista aseveración del fryllë tenía tanta verdad como precisión, pues había calado a la perfección al ingenuo noble. El menor de los Pelóreon, admirado, no pudo reprimir evidenciar el desconcierto en su joven rostro. Aturdido desvió su confusa mirada hacia la de su acompañante, que no parecía estarlo tanto... para regresar a la del perspicaz anciano.

-. ¿Cómo ha podido saberlo??...- Expresa el joven noble en un arrebato incontenible de sinceridad. -... quiero decir, ¿cómo es posible??... yo...- Muriendo su voz, pues quizás no hubiese más explicación que la valiosa experiencia otorgada por los años.

Casi podía sentir los escrutadores ojos del anciano atravesarle más allá de la cortina de humo que le envolvía. El joven Pelóreon, incrédulo aun, sacude la cabeza... llevándose una de sus manos a ésta para apartar el flequillo de su frente... mostrando involuntariamente su jade oculto bajo éste. -. Olvide mi curiosidad, tiene razón. Esto está de más...- Alzando nuevamente sus extraños ojos hacia el arisco fryllë. -... pero no así el inquietante asunto que nos trajo hasta aquí... hasta usted.- Inspeccionó al anciano, su parsimoniosa actitud de aquel que no parece tener prisa por nada. Y prosiguió con creciente severidad y esperada firmeza. -. Más bien, para seros sinceros, hasta algo que usted posee: conocimiento. Uno que podría ayudar a poner freno a la nefasta plaga, de dimensiones y raíces desconocidas, que empieza a aflorar en la ciudad... afectando a sus hijos por igual, sin aparente distinción de clases, edad o sexo... mutándoles en seres involucionados, insensibles al dolor, poco menos que animales, que se dejan arrastrar por los instintos más primarios.- El humo de la pipa comenzaba a resultarle molesto para sus extraños ojos que, irritados, adquirieron una aspecto más brillante. -. Quizás esto esté de más también... quizás usted ya sepa a lo que me refiero... quizás crea que no le atañe... pero pronto lo hará.- Sus extraños ojos se vuelven a desviar hacia su acompañante femenina... buscando el aplomo necesario de ésta, para regresar, tras una efímera pausa, al inquisitivo anciano. -. Le hablamos, tanto la Dama Ydhûn como yo mismo, de una posible maldición de la Tierra misma...- Suspiró antes de poder continuar. -... y tenemos puesta toda nuestra Fe y esperanzas en su más que bien recibida ayuda.- En tono más bajo con tintes de súplica... algo que podría resultar impropio, a ojos de los demás, para un joven de su clase.

Y silenció a continuación, rogando que su elocuente petición tuviese buena acogida por el áspero anciano con fama reconocida de malhumorado y solitario. En todo caso, no sabía que más decirle... o, para ser más confuso el asunto, no sabía si había dicho de más. Sea lo que sea... para bien o para mal, pronto lo averiguarían.

Notas de juego

A la carga sea dicho, nuestro bello master. :P

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29/11/2008, 11:27
Jayrah Ydhûn

La muchacha había mantenido sus ojos bajos durante las palabras del joven noble, y durante la apreciación del fryllë, que parecía inflijida a bisturí. Cuando Hans dejó de hablar, cuando tras su súplica en tono progresivamente más afinado calló, y dejó que el silencio cayera sobre ellos como una losa, a la espera de la reacción del anciano, Jayrah se adelantó. Salió de su posición en segundo término, no solo en el espacio, un poco detrás del Pelóreon, también en actitud, recogida en sí misma, discreta, la actitud tímida de una dama bien educada. Salió de ella, y se irguió. Y clavó los ojos en los del anciano prieste, sus extrañas pupilas se mantuvieron firmes, y su voz no vaciló.

-Hemos venido en busca de ayuda. No para nosotros, para nosotros pedimos tu atención, necesitamos saber, necesitamos tu experiencia. Porque algo grave está ocurriendo, y creo que no me engaño si digo que tú sabes más de lo que hablo que yo misma. No sé si sabías que está ya ocurriendo. No sé si sabías que en la Ciudad el mal se está extendiendo, que eso que te acaba de contar Hans, mi compañero, se está desatando sin remedio, sin que nada ni nadie pueda detenerlo. Por ahora, por lo menos. Que están muriendo personas inocentes, buena gente, que la maldad planea sobre los hogares de los desprevenidos, y se instala en cualquier puerta. Jayrah parecía otra. Mayor, quizá, o más segura. El recuerdo de lo que había visto le atenazaba el cuello, le oprimía el alma. Y ya no había tiempo para rodeos... -No hay tiempo. Hay que actuar, y deprisa.

Inspiró, profundamente, esperando que el fryllë se diera cuenta de que dos corazones sinceros, juveniles y puros no podían buscar en él y a través de él más que la respuesta al mal del que venían a hablarle, mal que él ya conocía. Recordó las palabras de la Dana. "...La ruina del Hombre... La antigua religión ya lo percibía, y la condenación por el justo juicio del Gran Espíritu de entonces, el que ahora llaman Woolg, el Bufón, en el Norte, fue un destino merecido para esos herejes, pero no nos libró a los demás de sufrir su inquina... en ocasiones la tierra nos recuerda que nos da la vida y nos la quita, y la Voz es la llave que abre la puerta de sus enigmas. "

-Puede que lo conozcas como un mal antiguo. Enterrado. Un mal de la Tierra, incluso un castigo. Puede que algunos lo hayan ya olvidado, pero está escrito, los libros lo han narrado. La Voz sabe, y dice, y nosotros escuchamos. Pero hay que saber interpretar, y no somos sabios. Te pedimos tu sabiduría... estamos ante una nueva ruina del Hombre...

Notas de juego

OK, editado. Post completo.

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29/11/2008, 20:47
Director

Notas de juego

Espero a Dama y continúo, tranqui, no os tenía olvidados, sólo es que he tenido un curro horroroso estos días.

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11/12/2008, 18:50
Casyyr

El hombre escuchó con evidente asombro a la mujer, y no escatimó en aspavientos cuando contestó.

- Joder, mujer, parece que hablaras del fin del mundo.

Dio una buena chupada a la pipa y el humo salió despedido hacia arriba como un presagio de silencio. Jayrah no podía estar más desconcertada. Poca gente de baja estofa había tratado alguna vez sus palabras con tanto desinterés. Los fryllë eran hombres de fe, y por lo tanto se les guardaba un respeto, pero ciertamente eran hombres llanos, hombres que no siempre tenían el don de escuchar la Voz entre el viento, que no tenían más propiedad que lo que vistieran, y que podían muy bien ser reemplazados si algún noble airado decidía castigarlo por una insolencia...como aquella.

- Pero en fin, sí es cierto que son tiempos raros. Aparte del hecho de que no conozco a ningún hombre que sea verdaderamente inocente de nada, debo admitir que muere más gente y de formas más peregrinas de lo que viene a ser usual. Todos sufrimos accidentes, pero hace poco vino un cadáver...me lo trajo un chaval, un aprendiz de armas de un caballero errante llamado...creo que Alessias o algo parecido. Lo tengo aquí abajo. Seguidme, por favor, y no pregonéis desgracias a los cuatro vientos, no sea que las oigan oídos torpes y acaben por esparcir mala semilla por ahí.

El hombre entró en la torre, donde se veían escaleras que subían y bajaban. Se remangó la túnica y bajó algunos escalones antes de que la sombra lo engullera del todo.

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11/12/2008, 18:58
Director

Notas de juego

No es que hayas oído algo concreto sobre este fryllë, pero sí es cierto que en tus años de vida en la ciudad sabes que hay un par de religiosos que tienen, digamos, la prebenda de comportarse como les sale de la punta del pie. No conoces sus nombres ni los has visto, pero se habla de ellos como de leyendas. De uno de ellos, por ejemplo, cuentan que aprendió el secreto milenario del vuelo sobre las nubes, y que después de derrotar a un ejército de Dranekaari (el reino vecino, hombres que montan dragones), y perder en la batalla a su aprendiz y amante, volvió triste y lacónico, sin esperanza ni razón para vivir, y se encerró en Colmillo Sur para leer libros y esperar el día en que la muerte le reclame. No tiene por qué ser él, claro.

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13/12/2008, 22:49
Hans Peloreon

El joven Hans, inquieto, había asentido con su extraña mirada sin apenas parpadear... con su severo gesto cada una de las palabras pronunciadas vehementemente por la Dama Ydhûn... acrecentando la gravedad y apremiando la urgencia de las mismas.


Cita:

-. Joder, mujer, parece que hablaras del fin del mundo.-

La primera reacción de aquel hombre de Fe no pudo ser más desconcertante para ambos jóvenes que, incrédulos... estupefactos...sin palabras, se observaron mutuamente mientras el humo de aquella pipa les envolvía con suavidad.

Cuando el menor de los Pelóreon se disponía a encarar al anciano para reprenderle por su inexplicable descortesía, éste se decidió a ilustrar a los jóvenes con su labrada sabiduría... desviando la atención del joven noble hacia lo que se iba a decir y no hacia lo dicho. -. El escudero... Trevor... le trajo un cadáver...- Sus extraños ojos se abrieron de par en par ante la inesperada revelación. -. Por la Voz...- Musitó mientras el anciano frÿlle daba por concluído la conversación... aplazándola hasta más tarde.

Su vetusta figura se adentro en la torre, perdiéndose con asombrosa agilidad en las profundidades de sus misteriosas entrañas...

-. ¿Habéis oído eso mi Señora?...- Se dirigió con evidente asombro aun en su rostro a la desconcertada joven. -. El joven escudero, Trevor… el mismo que habéis conocido anoche, ha estado recientemente aquí...- Sus labios entreabiertos se mantuvieron así unos instantes... mientras en su cabeza se arremolinan, seguramente, multitud de ideas. -. Vayamos tras el frÿlle mi Señora... no os apuréis por sus modales… Algo me dice que este hombre ya pagó repetidamente por ellos… y con escaso éxito al parecer...- Encogiéndose de hombros para mostrar su desconcierto… apremiando, a la vez, a la joven noble a aventurarse juntos al interior de la edificación.

Al fin y al cabo, habían conseguido que el anciano les prestase cierta ayuda a pesar del escaso interés manifestado.

Notas de juego

Felices fiestas remolones :P...(23-12-08) de madrugada