Partida Rol por web

El sonido de las voces tras la pared oscura se confundió con los latidos de Iluubra, que pronto comenzaron a acelerarse y a dificultarle la respiración. Detrás de ella, la chica también parecía haberse dado cuenta de algo, porque se removió inquieta. Iluubra tenía ya tres sonidos de los que preocuparse y sólo dos orejas para oírlos.

De repente, el aire se hizo más cálido y el pasillo se estrechó. Todo estaba en la mente de Iluubra. Ella lo sabía, pero no por ello dejaba de parecerle cierto.

Detrás de ella, el ruido se convirtió en un siseo de tierra desplazada con miedo y de repente hubo un sobresalto mal contenido y una voz que sonó aterrada.

- ¿Qué...qué haces aquí?

Era la compañera de la dama Rhiannon, vestida de forma muy distinta a como la vio en su habitación y mucho menos confiada.

Delante de ambas, el sonido de un andar chapoteante se iba acercando con decisión, casi con presteza.

-¿Importa eso ahora?- susurra Iluubra, señalando con la cabeza hacia el otro lado del túnel, de donde provenía el sonido. -Alguien viene. Prepárate para pelear si hace falta. ¿Hay otra salida?-

Esperó a haber dicho esto antes de palpar en los pliegues de su cinturón y darse cuenta de que no se había preocupado de coger un cuchillo antes de venir. Si quien venía estaba armado, estaban perdidas. Se volvió hacia la chica. -¿Tienes un arma?-

La chica asintió sin decir nada y sacó un cuchillo de mango de madera, bastante estropeado, de su vestido. Estaba muy asustada, pero aguantaba firme.

- No ha otra salida - susurró -. Bueno, quizá sí, pero no lo sé. Esto está muy oscuro y he venido pocas veces...yo...

Los sonidos se acercaron. La muchacha se agazapó en la esquina y observó angustiada desde la oscuridad. Una figura se acercaba atravesando las pequeñas lanzas de luz. La silueta era delgada, pero Iluubra no pudo reconocerla.

Sin embargo, Unnysia sí lo hizo.

- Mierda...es Eddyck - Iluubra vio cómo apretaba con fuerza el mango del cuchillo.

-Prepárate. Intenta distraerle.- le dijo a la chica antes de dar dos pasos rápidos para cruzar el pasillo y pasar tan rápido como puso al otro lado para ocultarse tras de la otra esquina. Lo hizo tan en silencio como pudo, pero consciente de que igualmente había riesgo de ser vista por quien se acercaba. No importaba. Si no la había visto, eso le daba un factor sorpresa. Y si la había visto.. un factor de miedo.

La espera se hizo eterna. El que llegaba parecía estar apresurado, pero algo lo detenía tras cada paso. Empezó como a decir cosas en un tono seco, hosco, sobre todo cuando chapoteaba en los charcos pequeños que ocultaban las sombras.

Unnysia miró a Iluubra con cara de "tú eres más grande que yo. Distráelo tú". Además, a pesar de la situación, era una mujer de la corte, al menos un miembro de mayor alcurnia que Iluubra la vendedora de melones frescos. Podían pasar muchas cosas por la mente de...

Asintió. La muchacha asintió, con dos arrestos. Mostró entonces un pequeño cuchillo que tenía prendido del interior del faldón...o de algún lugar por esa zona. Lo reveló lo justo para preguntar con los ojos si haría falta que se lo diera a ella. Sus manos no temblaban, pero tenía los labios apretados.

Esperó hasta que era evidente que la figura tardaría muy poco en llevar. En ese momento, rebuscó en el suelo una piedrecita y se dispuso a salir al encuentro del individuo...o lo que fuera.

Iluubra maldijo en silencio a la chica por haber tardado tanto en recordar su cuchillo y lo agarró ávida. Ella era la mejor luchadora de las dos, suponía y por tanto quien más mortal y rápida podía ser con el arma si atacaba escondida. Aún esperaría un poco a conocer las intenciones de aquel hombre, pero no creía que el desenlace fuera a ser otro que tener que luchar por abrirle las entrañas.

Se ocultó, esperó, respiró despacio..

Hubo un momento en que Iluubra dejó de ver a la chica, pero en ese instante su voz golpeó las estrechas paredes de piedra.

- ¿Eddyck? ¿Qué haces aquí?

Se oyeron pasos que retrocedían hacia donde Iluubra esperaba.

- ¿Unnysia? Yo...eh...¡Sabía que debían haber tapiado este maldito lugar hace tiempo! Esto es culpa del viejo de Coraar. Maldito anciano loco. ¡Ven aquí! No se te ocurra escabullirte, jovencita. Te llevaré ante tu tío y te dará de palos hasta que se pueda freír un huevo en tu culo.

Entre amenazas y aspavientos, las dos figuras llegaron echas un coro de voces malsonantes hasta donde estaba Iluubra. Vio la cara de Unnysia, ensombrecida por el miedo, con los ojos muy abiertos, y delante de ella una sombra que parecía muy cercana.

La muchacha hizo ademán de mirar hacia Iluubra...pero se detuvo. Algo la cogió y la zarandeó.

- ¡Ahora verás! Esto...ya le diré a tu tío, ya. Aquí espiando las reuniones de los grandes hombres. ¡Una niña!

- Es mi tío, patán. No dejará que me vuelvas a tocar. Te cortará las manos y la polla y te las hará comer crudas.

El forcejeo se alejó cada vez más.

Maldición. La chica conocía a este hombre. ¿Qué significarían las amenazas de ella? ¿Que este hombre no era nadie y podía ser acuchillado o que ella estaba fuera de peligro e Iluubra no había de preocuparse por ella? Lo más sensato, lo maś lógico sería dejar que se la llevara aprovechar precisamente para espiar ella misma esa "reunión de grandes hombres". Luego se ocuparía de las consecuencias en el culo de Unnysia; seguramente su propio señor la protegería.. ¿verdad? Un problema menos, quedarse aquí abajo sola sin competencia.

Claro que.. este hombre estaba también aquí sin permiso y en secreto, se podía adivinar en sus titubeos. Pillado en falta, esgrime la excusa de haber venido a por ella. Pero da la sensación de que tardarían mucho en echarle de menos si muriese degollado aquí abajo. En cuanto a Unnysia.. bien, es imposible saber si la chica estaría de acuerdo con la matanza pero también podía ser amenazada. A ambas les interesaría mantener el silencio. O.. o incluso Unnysia podría desaparecer.

Infiernos.

Iluubra se adelantó para pillar a la sombra del hombre por detrás e intentó hincarle el cuchillo en uno de los riñones..

Iluubra maldijo cada chapoteo que dio hasta llegar a la altura del hombre. Quizá porque ya tenían ellos bastante jolgorio o quizá porque el extraño nunca hubiera esperado encontrar dos por el precio de una, Iluubra tuvo todo el tiempo del mundo para pegarle una mojada digna de la mejor matanza de otoño. El agredido, un hombre delgado, por lo demás, embozado en una túnica roja bastante opulenta, convenientemente remangada en los faldones y con una banda blanca cruzada a modo de llamativo ornamento, pegó un grito también digno del cerdo mejor matado de esas fastas fechas. Todo el pasillo quedó cubierto por el eco de un gruñido que no parecía humano, sino casi animal, debido sin duda a lo inesperado del envite.

El cuchillo, sin embargo, no se clavó demasiado, principalmente porque rozó la cadera y al moverse hizo que Iluubra tuviera que soltarlo. Ahí quedó mientras él se protegía el costado y se colocaba contra la pared, gritando y buscando luego aire para respirar. Unnysia se había quedado quieta. El hombre, verdaderamente pálido, peinado para una fiesta y con una perilla retocada hasta el aburrimiento, miraba con ojos enloquecidos mientras el sudor arruinaba el perfume y el ligerísimo maquillaje que poblaba su rostro.

Entonces Iluubra miró mejor. Su propio sudor le impedía ver bien, los pliegues de la ropa del hombre, que era roja, se estaban oscureciendo. El tipo cada vez agarraba más débilmente el cuchillo. Sus ojos miraban hacia arriba.

Se desplomó. La sangre empezó a teñir el barro para convertirlo en algo verdaderamente repugnante.

Acercándose rápido al caído, agarró el cuchillo para sacarlo de su funda carnosa, procurando no mirar a los ojos del hombre. A la vez, miró con severidad a Unnyssia y le hizo un gesto con la mano libre para que se mantuviera en silencio mientras intentaba escuchar cualquier otro sonido. No le cabía duda de que aquel mequetrefe había gritado demasiado. Pero.. ¿tanto como para alertar a alguien?

Unnysia estaba callada, como una piedra fría, inmóvil y ausente, con los ojos clavados en el charco cada vez mayor de sangre bajo el cuerpo tembloroso del hombre. Temblaba, sí, pero no como cabría esperar de un cuerpo consciente. Era como si su cuerpo no tuviera nada que decirle a su cabeza.

Todo lo demás era absoluto silencio. El murmullo del aire buscando un camino por el túnel, el goteo de las húmedas paredes, el último suspiro de un moribundo...

Susurrando tan bajo como le era posible mientras se hiciera entender, Iluubra se dirigió a Unnysia, hablándole al oida y sosteniendo de forma casual el cuchillo donde la chica lo pudiera ver. -Unnysia, no nos queda más remedio que convertirnos en buenas amigas. Dime, ¿qué hacías aquí? ¿A quién espías y por encargo de quién?-

La muchacha aún temblaba. Miraba el cuerpo retorcido del hombre, derribado como un árbol rojo en mitad de unas ruinas olvidadas, sin que nadie, más que ellas, lo hubieran visto caer. Poco a poco, Iluubra consiguió llamar su atención y al principio quedó intimidada por el metal afilado que ella le mostraba.

Balbuceó algo, incapaz de hablar. Luego asintió sumisa, puso los ojos en blanco y pareció que iba a desmayarse.

- ¿No sabes quién es este hombre? Es un Principal, designado por mi tío, el Donner, el hombre que gobierna Los Prados. Has matado a un Principal, por las voces, a un Principal. Terminaré mis días como sava en algún encierro lejano, donde no hay ni gritos siquiera para sentir compañía. Moriré muy lejos de aquí...

Luego pareció recobrar un poco la calma.

... todo por querer saber qué iban a hacer. Todo por querer averiguar qué iba a ocurrir. Mi tío está negociando un traspaso de tierras entre señores. Por lo visto hay quien no está de acuerdo con los términos. No es que lo supiéramos, sólo lo intuíamos, pero apenas he podido ver nada. Apenas he podido saber nada...estaban el padre y el hermano de ese chico que murió en el mercado, durante los festejos. Luego ese inestable de Lonnegahr...¿qué hace Lonnegahr allí? Éste va y viene, siempre va y viene sin detenerse. Un idiota, un perfecto inútil hijo de quién sabe qué puta...

Unnysia hablaba y hablaba, como si no pudiera detener su verborrea.

Sí, recordaba ese nombre, ahora lo recordaba con claridad. No sabía lo que significaba exactamente ser un Principal, pero suponía que no elegían dicha palabra por azar. Había que ser rápidas. Lo que hubiera de hacerse debía ser rápido.

-¡Calla!- susurró Iluubra como una serpiente que lanzase veneno al rostro -¡Calla!- repitió, de nuevo cn el cuchillo delante de los ojos de Unnyssia. -Voy a ayudarte. Todo saldrá bien. Pero tienes que callarte. Cállate o no podré ayudarte.-

Silencio. Lo primero que necesitaban y lo necesitaban YA era silencio. Y lo iban a conseguir, de una manera u otra. Poco sabía Unnyssia lo que se jugaba con su silencio.