Partida Rol por web

Sonrío ante las palabras del buen comisario. Es un hombre integro al que respeto mucho, ya que conocía a mis padres desde hace mucho, pero su actitud al llegar el otro me extraño cuanto menos.

-Si claro Gordon.- Tomé el libro procurando no perder el punto mientras me apartaba para dejarles intimidad.

Y un cuerno. Mi biblioteca, mis reglas. Además la ficha de Gordon ya estaba informatizada, no tardaría ni 5 segundos en apuntar que libro se llevaba. Me quedé apartada entre dos estanterías de libros para poder espiar con tranquilidad la reunión. Gracias a mis sentidos de bibliotecaria y al silencio, podría oirles con facilidad.

Genial. Otra vez, pelea dentro de mi cabeza. 

Bullicio en torno a las escaleras que se va desperdigando. Una pareja situada en la zona izquierda de la escena os observa, uno de ellos, el chico, lleva una cámara de fotos profesional con el dedo índice puesto en el disparador. Al otro lado, uno de los tres chófer que aguardaban con carteles camina en la distancia hacia vosotros. Ya no lleva el cartel.

Tras salir y coger el taxi puedes ver por la ventanilla de atrás cómo el extraño chófer va hacia su vehículo, un Audi s3 negro aparcado donde las limusinas. En su trayectoria os da la espalda pero antes de llegar al coche se gira hacia vosotros, apunta algo en una libreta y se mete en el puesto del conductor.

Sonrío al ver a Nicholas con esa aura de felicidad a su alrededor y dejo que me tome por los hombros para observarme. Sin embargo, no puedo evitar reírme suavemente al escuchar su predicción. - Hoy ligas. - Tú también estás fantástico, Nick. - Asiento con la cabeza mientras me va contando el caso y voy sirviendo café en las tazas, pero una parte de mi mente sigue con ese pensamiento. Sé perfectamente que Nicholas, igual que Lucy, cree que dos años es tiempo suficiente como para que empiece a plantearme rehacer mi vida con otra persona. Pero lo cierto es que después de todo lo que pasó no siento demasiadas ganas de conocer a nadie más y la esperanza de que Dean algún día pueda perdonarme y vuelva sigue latiendo en mi pecho, cada vez más tenue, pero aún presente. 

Me siento frente a él en la mesa y abro los ojos sorprendida cuando dice que el asesino había sido el productor. - Oh, joder, eso sí que no me lo esperaba. - Digo enarcando una ceja y cogiendo mi taza de café para dar un pequeño sorbito. - ¿Y cómo lo descubriste?

Escucho su explicación y cuando pregunta por Allison una sonrisa automática se esboza en mis labios al pensar en mi pequeña. - Está genial, hecha un terremoto, bueno, como siempre. Este fin de semana tendrá un campeonato de gimnasia y está muy emocionada, no para de practicar la coreografía por toda la casa. - Me río suavemente al pensar en ello. - Anoche tuve que esconderle las mazas, no paraba de acercarse demasiado a la tele con ellas. - Hago una pequeña pausa ladeando un poco la cabeza mientras empiezo a comer la tarta de manzana. - Está buenísima, Nick. - Digo, señalando la tarta con la cucharilla. - Si quieres, puedes venir conmigo a verla, es el domingo por la mañana. - Añado finalmente, retomando el tema del campeonato de Allison. - Espero que no se les ocurra ponerme guardia ese día.

Nicholas se apunta al plan y los pedazos de tarta y las tortitas van desapareciendo al mismo ritmo que el café de las tazas. La charla con mi amigo me va despertando y no tarda en convencerme para que cenemos juntos el viernes. - "Cenamos en un italiano y luego nos tomamos un par de copas por ahí. Te vendrá bien." - Dice. Tras hacerme un poco de rogar finalmente acepto. - Vale, le preguntaré a Lucy si puede quedarse con Allison. Pero no hasta muy tarde. - Advierto con una risita justo antes de que suene el timbre de nuevo. - Oh, ahí está. 

Me levanto para abrir a mi hermana y cuando llega le doy un abrazo. - Allison está todavía dormida, pero ven a la cocina, estoy desayunando con Nick. Y ha comprado tarta de manzana. - La llevo a la cocina y mientras ella y Nicholas se saludan preparo un café también para ella. Con tres cucharadas de azúcar, como a ella le gusta. 

Dejo que sea Nick quien le sirva un trozo de tarta y me siento para seguir desayunando con los dos. - Oye, Lucy, ¿tú podrías quedarte con Allison el viernes por la noche? Este gentil caballero me quiere llevar a cenar. - Digo, señalando a Nicholas con un suave ademán antes de mirarlo a él. - Espero que no sea una trampa para llevarme a una cita a ciegas o algo por el estilo. - Añado, con una risita y enarcando una ceja a modo de advertencia. 

Los ojos de mi hermana brillan dejando claro que a Lucy le parece una idea genial y su voz suave y un poco tímida me hace sonreír. - "Oh, pues yo espero que sí que lo sea." - Dice, antes de mirar a Nicholas y rodar los ojos. - "¿No tienes ningún amigo soltero para mi hermana, Nick? Que sea guapo e inteligente... Ya va siendo hora de que la desempolvemos un poco, ¿no?" - Termina riendo con esa sonrisa dulce y contagiosa antes de mirarme a mí para añadir algo más. - "Me llevaré a Ally a casa esa tarde, así puedo enseñarle un poco de piano y tú tendrás tiempo para ponerte guapa. Y ya que se quede a dormir en mi casa. John-August tiene ganas de verla también."

Antes de que pueda responder mi busca y el de Nicholas empiezan a sonar a la vez y cojo el mío con curiosidad. - Un nuevo caso. - Digo en voz alta, antes de levantar la mirada para dirigirla a Nick. - ¿Tú también? ¿Es la misma dirección? Podríamos ir juntos. - Tras comprobar que sí, me pongo en pie, sintiendo el cosquilleo que recorre mi estómago cada vez que un nuevo caso aparece. Mi mente se estimula con la curiosidad y la incertidumbre de no saber de qué se tratará. Me gusta mi trabajo y me ayuda a no pensar en las cosas que faltan en mi vida. Mientras tengo el cerebro ocupado con un caso todo lo demás desaparece más fácilmente, sobre todo cuando acaban de comenzar.

Me acerco a Lucy antes de salir de la cocina. - Luego hablamos, ¿vale? Hay mantequilla de cacahuete en el armario, para el almuerzo de Allison. Pasadlo bien, cielo. - Le doy un beso en la mejilla y salgo en dirección al recibidor, donde cojo mi bolso, la funda de la cámara y mi maletín de trabajo. - Vamos allá. - Digo a Nick con una sonrisa, una vez estoy lista para ponerme en marcha.

Los giros inesperados carecen de sentido hasta que, aparentemente por azar, se detiene dos segundos y sigue andando. Te percatas que lo hace paralelamente a un carro de maletas. Otro giro, pasa por detrás de un quiosco, usa las columnas. Intuyes que se oculta de algo, quizá de las cámaras, pero no lo sabes con seguridad pues la mayoría de éstas están ocultas tras espejos o esferas negras y es imposible discernir hacia donde apuntan. ¿Cómo puede saberlo este individuo? No, es imposible.

Un nudo en mi garganta casi me deja sin repiracion por un momento al comprobar que nos seguian. Esto ya no era una paranoia, era muy real, mientras avanzamos por las calles no dejo de mirar con disimulo al coche que nos sigue

Cath, nos siguen. Deberiamos intentar despiestarlos . No creo que ir al hotel sea la mejor opcion.

Rapidamente busco en mi cartera y saco 200 dolares y se los ofrezco al chofer del taxi.

Cambio de planes amigo. Tome esto y saltese ese semaforo y llevenos a la parada de metro mas cercana.

Para tu sorpresa la limusina no se ha movido del aparcamiento y queda lejos cuando el taxista acepta la propina y pisa el acelerador. Un par de pitidos más tarde por parte de los sobresaltados conductores habéis perdido de vista el aeropuerto y el taxi se detiene según tus indicaciones.

Os mezcláis entre la gente, descendéis las escaleras, miráis el mapa y vais a sacar los billetes a un expendedor electrónico. Esperando en la breve cola, en silencio, te da tiempo de echar una ojeada en derredor. Allá a donde mires todo está abarrotado de personas que van a lo suyo, con la mirada fija al frente o al suelo caminan decididos. Nadie parece estar allí observando. -Nos toca- comenta la doctora. Sin perder tiempo sacáis los billetes y camináis a buen ritmo hasta el andén. Hay que esperar.

El andén es bastante agobiante, con las barras de luces emitiendo una luz mortecina las figuras que os rodean parecen pálidas, tristes, cansadas. Un tipo trajeado ojea el periódico a un metro de vosotros, una pareja de estudiantes tontea haciendo manitas en el banco detrás. A la derecha el acceso está libre de sospechosos y a la izquierda un borracho apestoso va dando tumbos hasta que se deja caer en la hilera de sillas. Hasta vosotros llega el olor de cerveza y humanidad. Vomitivo.

Cathi se acerca a ti dando un breve paso lateral -Todo empezó hace unos meses. Saqué un puñado de libros de una pequeña y antigua librería que servirían para mi investigación sobre la evolución de los cuentos de terror anglosajones y su vinculación con la ritualística wicca cuando descubrí unas anotaciones en los márgenes, muy sutiles, en uno de esos libros. Al principio pensé, por sentido común, que serían letras aleatorias que alguien habría escrito, pero estaban demasiado ordenadas y mi parte conspiradora me gritaba que había dado con algo, así que me puse a investigar. Y resolví el código.- Una pareja de jóvenes latinos vestidos con ropas demasiado anchas y con pañuelos atados a la cabeza debajo de gorras enormes y mal ajustadas se ha acercado demasiado a vosotros. Tu amiga se ha detenido al notar su presencia. Ellos os miran y el más ancho te pide un cigarro -¡Eh! Blanquito. ¿No tendrás un pitillo por casualidad?- La pareja está al lado de la doctor por lo que, con la excusa de alargarle el cigarro pasas a Cathi a tu izquierda (ellos se han acercado por tu derecha), das un par de cigarrillos ganándote sus sonrisas -¡Gracias tío! Se ve que eres enrollado y no tendrás algo suelto ¿verdad? ¡Venga, estírate blanquito! es para comprar papel.- A cada palabra el tipo ladea la cabeza como si le hubiera dado un tick de esos que suelen padecer aquellos que se quieren hacer pasar por raperos pero que lo exageran demasiado.

La pareja de estudiantes que tonteaba ya no lo hace, el borracho se ha levantado de su asiento y sigue dando tumbos por el andén, la mortecina luz tintinea de vez en cuando y el hombre que ojeaba el periódico se ha alejado lo máximo que el disimulo le ha permitido. El metro sigue sin llegar.

Jackie
Enfoco con la cámara, apenas la aparto de mi rostro sin dejar de accionar el disparador -Venga, mírame, mírame, eso es, eso es ¡Te cacé! Lo tengo Jackie, toda la cara. Más, más, otra, otra, eso es, eso es.- A punto estoy de chocar con maletas, bancos o lo que sea, menos mal que Jackie está a mi lado, la sigo hasta la salida sin dejar de sacar fotos. El falso chófer no parece deparar en nosotros, pero la doctora y su acompañante me han pillado sacándoles una foto. -Jackie, la doctora nos ha visto.- Llegamos a la puerta del aeropuerto, cambio la tarjeta de memoria rápidamente y vuelvo a disparar, una foto al taxi, otra a la limusina con la matrícula bien centrada y... a correr de nuevo. Apenas me da tiempo de ponerme el casco. Vuelvo la cabeza hacia atrás, la limusina no se mueve pero, al mirar hacia delante veo al taxi pisar a fondo saltándose un semáforo. Los pitidos de los otros coches se meten en mi mente, el mundo parece ralentizarse, casi puedo sentir la muñeca de Jackie al girarse para coger velocidad y, sin querer, me aferro a ella sin querer creer que seguirá adelante¹.

Todo este asunto a despertado en ti la curiosidad. Pero hay algo más. Como un mal presentimiento que no puedes explicar.

Vagón de metro abarrotado de gente. Estás de pie, mirando hacia el exterior cómo la oscuridad se rompe por ráfagas de luces horizontales producto de la velocidad. La mayoría de los presentes son estudiantes, alumnos con tu mismo destino. Otros parecen los típicos profesores, silenciosos y con un halo de suficiencia autoimpuesto a fuerza de hacerse respetar por los jóvenes. También hay algún trabajado, un obrero, un guarda de seguridad y dos secretarias. Sin embargo hay una persona que rompe la estampa. Se trata de una niña de ojos intensos y largo pelo castaño sentada sola junto a una ventanilla.

 El tren se detiene en la parada del campus y todos los estudiantes se ponen en pie agolpándose para salir, la niña parece asustada y también se levanta. El grueso de la gente comienza a andar casi arrastrando a todos a su paso. Pierdes a la pequeña de vista.

El andén está abarrotado y necesitas unos segundos para ubicarte. Decides seguir a los estudiantes hacia la salida. Al poner el pie en el primer escalón sientes un revuelo a tus espaldas y al girarte esa pequeña que viste choca con tus piernas. A ella parece recorrerle un escalofrío, te mira y en sus ojos lees el miedo, la sorpresa y la duda en ese orden. Dos guardias de seguridad aparecen -¿Esa niña va con usted?- pregunta uno de ellos. La pequeña se abraza a tu pierna, está temblando. Vuestras miradas se vuelven a cruzar, sus ojos piden ayuda pero su boca pronuncia algo que te desconcierta -Profesor Stin...- al ver tu rostro de duda aprieta los ojos y cierra las manos en torno a tu muslo, como si realizara un esfuerzo -Donovan, librería, Ex um...bra in...- El guardia da un paso hacia ti -¡Señor! ¿Esa niña es suya?- La pequeña sale del trance y se esconde detrás de tu pierna.

          Sorpresa. Desconfianza. Duda. Confusión. Curiosidad. Análisis. Calma.

        Roux pasa en tan solo unos segundos, que por otro resultan anormalmente lentos, por una serie de emociones e impulsos que lo llevan a quedarse casi inmóvil hasta que reacciona, tratando de decidir cuales serán las palabras que salgan de su boca.

         - Sí, claro. - Su mirada va desde la niña asustada hasta el guardia que se acerca. - No se preocupe, tan solo se ha asustado, con la avalancha de gente por un segundo la he perdido de vista. - Se apresura por poner en su rostro una sonrisa que muestre seguridad antes de volver su mirada de nuevo a la niña. - Leslie, tranquila, estos señores solo querían ayudarte, venga, vamos.- Roux comienza a caminar tratando sin más esfuerzo del necesario que la pequeña le acompañe mientras lo enmascara girando su rostro hacia el más cercano de los hombres. - Muchas gracias, no se preocupe.-

         Tiende la mano a la pequeña joven y comienza a caminar hacia la salida, tratando de escuchar tras de sí por si acaso los guardias no han quedado convencidos. - Si digo que es mi hermana pequeña será más creíble, sí, eso diré, Leslie, mi hermana de unos... ¿10 años? Sí, podría tener esa edad - Por su cabeza se mezclan pensamientos sobre lo que diría y la alarma que ha saltado segundos atrás y que aún no ha logrado desactivar. Sus ojos se mueven rápido, buscando un lugar al que dirigirse sin llamar la atención y que no se encuentre demasiada gente. Por el contrario mantiene la cabeza recta y en la dirección que llevan sus pasos, por si alguien aún le vigilase.

         Aprovechando que junto a la universidad se encuentra el Washington Square Park, es a éste al que se dirige, y una vez sintiéndose a salvo de miradas indiscretas y alejados de oídos extraños, en al menos treinta o cuarenta metros, busca un lugar de poco transito en el que llevar hasta el suelo una de sus rodillas para estar a la misma altura que su acompañante y examinarla. Sus ojos van desde los de la joven hasta sus ropas, su pelo, sus zapatillas, todo lo que puede apreciar y pudiera servirle para tratar de averiguar de donde viene, la edad aproximada que tiene, y el estado en el que se encuentra. - ¿Quien eres...? Diría que no eres más que una niña perdida, pero... ¿Nos conocemos? - Regresa, con más fuerza que antes, la duda, la curiosidad y el intento de analizar todo detalle que pudiera decir o ver en aquella pequeña niña.

Estás atenta a la conversación pero ésta comienza con un largo silencio. La tensión entre los hombres podría cortarse con un cuchillo. Por fin, el desconocido comienza a hablar. -No ha salido como esperábamos- Su voz es ronca y segura de sí misma, como si en lugar de una disculpa sus palabras fueran una sentencia -¿A qué te refieres?- De nuevo el silencio. La voz continúa -El padre estaba preparado, tenía ayuda. ¿Le avisaste de que iba a ir esta noche?- Gordon no pronuncia palabra alguna y el desconocido sigue hablando -No importa. Aunque intentaras avisarles ahora están muertos y sólo es cuestión de tiempo que encontremos a la niña. Esta vez no habrá represalias por nuestra parte gracias a tu posición y tus contactos pero vuelve a cagarla de esa forma y...- Gordon interrumpe -¿Me estás amenazando?- El desconocido no puede evitar una carcajada -Claro que no, comisario, a ti no te vamos a tocar. La que peligra es toda tu puta familia con que mantén la boca cerrada y haremos la vista gorda. Ya lo sabes.- 

El desconocido se marcha y el comisario queda en silencio.

Edificio Pearl 2. Rascacielos situado en el bajo Manhattan junto al puente de Brookling. Planta duodécima. El ascensor se abre y los primeros rostros  congestionados de policías y vecinos denuncian que ha sido algo grave. Al llegar al lugar un agente sale corriendo, pasa entre vosotros y vomita en una maceta. El comisario está junto a la puerta, os ve al seguir con la mirada al agente del estómago descompuesto.

Nada más veros Arthur camina decidido hacia vosotros. -Nicholas. Tu y el agente Roberts llevaréis este caso. Él está dentro- Respira profundamente, como si se quitara un peso de encima al alejarse de la escena del crimen -Isabella. Buenos días. Veo que trae el equipo. Su compañera también está dentro.- Se lleva una mano a la frente y se aprieta las sienes -No quiero que trascienda a los medios hasta saber qué cojones pasó en ese apartamento...- Al ver el rostro de duda en sus subordinados continúa -...es mejor que lo veáis vosotros mismos. Si me necesitáis estaré en mi despacho. Comenzaré con el papeleo lo antes posible para dar prioridad a... "esto". Buena suerte.- El comisario sale con el teléfono en la mano para hacer las llamadas pertinentes y desaparece tras cerrarse el ascensor.

Entrada:
La puerta está abierta, aparentemente sin daños y sin indicios de haber sido forzada. Por la cara interior del marco hay tallados en la madera extraños símbolos semejantes a algún tipo de alfabeto tribal. Parecen haber sido arañados con prisas.

Recibidor:
Todo está completamente ordenado e intacto. Una pequeña estancia de tres por tres metros con perchas y un mueble bajo con un cenicero donde yacen las llaves. Pese a que ya ha salido el sol las persianas están bajadas y las luces encendidas.

Primera puerta a la izquierda, salón:
El grueso de policías se concentra aquí. Es un espacio grande y diáfano dividido en tres partes (cocina con barra americana a la derecha, las salpicaduras indican que ahí debe haber un cuerpo o es el lugar donde se ha cometido un asesinato; zona comedor con mesa amplia sobre la que reposan varios libros antiguos, velas consumidas y un diminuto altar y salón con sofás y televisión. Entre los sofás yace un cuerpo sin vida que cayó de espaldas sobre la mesa baja de cristal. Una de las patas de hierro de dicha mesa sobresale por el pecho del hombre que moriría en el acto. El detective Cole Roberts está junto al cuerpo y Amanda se encuentra agachada observando mientras se pone los guantes.

Obviando los objetos extraños sacados de alguna película de rituales satánicos, el mobiliario, las fotografías y demás enseres indican que en la casa vivían tres personas. Padre, madre y una niña pequeña (que bien podría tener la edad de Allison).

Cole depara en vosotros -Bienvenidos al circo del terror. Tenemos tres víctimas. Este señor de aquí sin identificar, la señora Engen, dueña del inmueble, yace ahí en la cocina, donde las salpicaduras, y un cuerpo más esparcido en el pasillo, el dormitorio y el baño... ese viste un hábito, creo que es un cura. El señor Engen y su hija están en paradero desconocido.- Cole hace una pausa para digerir la información y prosigue.

¿Habéis visto las marcas de la puerta al entrar? Están en todas las ventanas. Quien hiciera esto entró por el piso de arriba, bajó por el conducto de ventilación y abrió un agujero en la pared del dormitorio. La pareja que vivía ahí arriba también está muerta. En total son cinco muertos, uno de ellos descuartizado, y dos desaparecidos.- Mientras Cole habla se nota que intenta no pensar demasiado en lo sucedido para no dar una valoración subjetiva. Amanda te alcanza un par de guantes, aunque tú has traído tu equipo ella ya los tenía preparados previendo tu llegada. Normalmente sólo un forense va a la escena del crimen por haber una o dos víctimas. Aquí se necesitan más manos -¿Qué os parece si Amanda y yo nos quedamos en el salón mientras Isabella y tú examináis el cuerpo desmembrado?- Nicholas frunce el ceño -Tú has llegado después, amigo. Además, el cuerpo del cura está lleno de moratones.- Cole escurre el bulto conociendo tus estudios y Nicholas no tiene inconveniente en investigar las habitaciones, al fin y al cabo en el salón hay demasiada gente para su gusto.

<Vaya... Por lo visto el comisario tiene problemas.> <¿No, tu crees? Vaya, no se como no te han nombrado inspectora o jefa de policías con ese nivel de deducción que tienes.> 

Negué con la cabeza para acallar las voces. Necesitaría pasar por la farmacia a por las malditas pastillas. Menos mal que hoy cobraría, por que las condenadas costaban un riñón y medio.

Volví a mi puesto y actualicé el libro que se llevaba el comisario. Luego miré la pantalla unos segundos y me acerqué a Gordon tosiendo levemente para llamar su atención.

-Aquí tiene señor comisario... ¿Va todo bien? Le veo pálido. ¿Necesita ayuda?- Dije mirándolo fijamente.

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Juliet hace un esfuerzo para relajarse, la cabeza le da vueltas cuando intenta "escuchar" pero parece que ha funcionado. De alguna forma ese desconocido le tranquiliza. - No se preocupe, tan solo se ha asustado, con la avalancha de gente por un segundo la he perdido de vista. - Juliet se relaja en parte y coge la mano del recién conocido Roux mientras se deshace de los guardias. -Me gusta Leslie- piensa.

Ya en el parque la pequeña intenta no pensar y simplemente mirar en rededor con su nueva compañía hasta que se detiene, - ¿Quien eres...? Diría que no eres más que una niña perdida, pero... ¿Nos conocemos? - Juliet niega con la cabeza. Me llamo Juliet, pero Leslie también me gusta.- De vez en cuando un escalofrío recorre el cuerpo de la pequeña y pese a que pronuncia las palabras de forma tranquila esconden cierto nerviosismo o intranquilidad.

          Roux observa a la pequeña. Mira a su alrededor, quizás los escalofríos sean por que esté destemplada, así que se quita la chaqueta y se la pone a Juliet sobre los hombros. Su sonrisa trata de ocultar la curiosidad e intenta que las palabras no salgan disparadas de su boca. - Juliet. Es un nombre bonito, Leslie lo dejaremos para otro momento, ¿Vale? Yo me llamo Roux, encantado.- Esa ni siquiera era una de las tantas preguntas que tenia que hacerla, pero decide que será mejor dejar pasar unos segundos, para poner en orden sus ideas y que Juliet no se vea asaltada por sus propias dudas.

          - Cuentame, si no nos conocemos, ¿Como es que sabes de Donovan y la librería? ¿Has estado allí? - Recuerda, no agobiarla, parece confusa y puede que tenga miedo. - Con los ojos busca algún vendedor ambulante o recordar donde se encuentra alguna cafetería. - ¿Tienes hambre? - Le devuelve la mirada en busca de una respuesta antes de seguir hablando. - Hacemos una cosa... Vamos a por algo para comer, y tú, me cuentas como has llegado hasta aquí, ¿Te parece bien? - Dicho esto, se levanta tendiendo su mano para comenzar a caminar. - Quizás con el estomago lleno sea más habladora...-

Un escalofrio recorrio mi espalda. Pero tras un instante recobre la compostura.

Mierda esto mejora por momentos.

Mirando al joven pandillero y sin dudar bajo la voz para que solo el pueda oirme.

Si tengo, pero me gustaria hacerte una oferta. Pareces un tio duro, solo hay que mirarte. Veras mi compañera y yo queremos tener un viaje tranquilo y seguro que alguien como tu podria ayudarnos. te doy 100 pavos solo por que nos acompañes en el tren y no dejes que nadie nos moleste. No tiene por que pasar nada asiq ue seriam 100 dolares por un paseo en tren. Que te parece?

Al ver la expresión de mi jefe la sonrisa se borra de mi rostro. Esto parece mucho más serio de lo que podría haber pensado antes de llegar. Miro a mi alrededor frunciendo el ceño viendo al policía vomitando y el ambiente general y tomo aire lentamente. Parece que no va a ser algo sencillo.

Ya una vez dentro en cuanto veo las salpicaduras enarco una ceja, concentrada ya en observar todo lo que me rodea. Escucho la explicación de Cole en silencio, mientras mi mirada se pasea por el salón, tomando nota de algunos detalles y mis ojos se detienen en algunas de las fotos de familia. No puedo evitar hacer una mueca al ver a la niña con sus padres felices y recordar a mi pequeña Allison. 

Cuando Amanda me tiende los guantes los cojo y se lo agradezco con una mirada cálida. Un punto de apoyo en un piso que parece haber sido el escenario de una masacre. Me los pongo, echando un vistazo también a las marcas con extraños símbolos de la puerta y las ventanas y cuando Cole nos pide que nos encarguemos del hombre que al parecer ha sido descuartizado asiento con la cabeza. Mi ceño sigue levemente fruncido desde hace rato, por la preocupación y la seriedad de todo el asunto y empiezo a caminar decidida hacia el pasillo, con la cámara colgada del cuello y esperando que Nicholas venga conmigo. - Joder, Nick... ¿Qué ha pasado en este lugar? - Pregunto a mi amigo con la voz un poco ahogada. - Ha tenido que ser algo terrible... ¿Y dónde estará esa niña? - Añado, pensando de nuevo en la pequeña de las fotos. - Espero que al menos ella esté bien. 

No termino de verle el sentido a todo el asunto. ¿Por qué querría alguien colarse desde el piso de arriba, matando a esa gente, para poder llegar aquí atravesando la pared? Toda la historia suena realmente rara. He visto casos extraños antes, pero este tiene todas las papeletas para convertirse en uno de los más excéntricos. No me extraña que Arthur no quiera que la prensa se entere. Lo tiene todo para llenar los titulares durante meses: varios muertos, símbolos satánicos, un sacerdote descuartizado. Y una niña desaparecida. Esa es la peor parte.

Al llegar al pasillo busco con la mirada el cadáver, o lo que quede de él, dispuesta para ponerme a trabajar cuanto antes.

Mónica

El comisario mantiene la vista baja y el semblante serio. Cruza levemente la mirada con la tuya, el tiempo justo para evaluar cómo una civil, bibliotecaría, podría ayudar en sus problemas. Sin más sonríe -Gracias Mónica. No es nada.- Coge el libro que le ofreces y se gira en dirección a la salida pero no se mueve. Pasan unos segundos en los que te da la espalda pero perfectamente puedes imaginar el semblante analítico que suele tener cuando evalúa opciones: ceño fruncido, mirada perdida, boca entreabierta... se gira y te mira -Quizá sí haya algo que puedas hacer...- la voz del comisario sale de sus labios en un susurro, como si el sentimiento protector le quitara las fuerzas, pero el hombre se queda sin opciones. -...últimamente siento como si me vigilaran a todas horas. El cansancio, supongo. Esta biblioteca es un respiro.- Mientras habla coge un papel y un bolígrafo de tu escritorio. Tras la frase va hacia uno de los puestos vacíos destinados a los lectores o estudiantes. Abre el libro y se pone a escribir.

Pasan los minutos como si fueran horas para ti, aunque a Grodon le parecen milésimas de segundo. De pronto cierra el libro y vuelve a tu puesto. -He estado pensando...- comenta mientras vuelve a dejar el bolígrafo donde lo cogió pero no hay ni rastro del papel -...que no me lo voy a llevar. Mejor cuando tenga más tiempo. Perdona las molestias y no olvides dejarlo donde estaba...- te mira, vuelve a sonreír pero no puede evitar quitar la preocupación de su mirada -...gracias por todo.- Finalmente se gira, mete las manos en su gabardina y sale de la estancia.

Mónica

Esperaste un tiempo prudencial después de que el comisario hubiera salido de la biblioteca. Junto a ti el libro de Arthur Conan Doyle te quema. Estás deseando comprobar si el comisario dejó la nota en su interior o se arrepintió y se marchó con lo escrito. Alzas la vista, la biblioteca está tan animada como de costumbre. No puedes esperar. Coges el libro y lo mezclas con un puñado que tienes por colocar para disimular y te lanzas al océano de estantes y pasillos llenos de libros.

En el mismo rincón donde espiaste al comisario rebuscas entre las páginas de la novela inglesa y... ¡premio! Dereck ha dejado el papel dividido en dos partes que devoras rápidamente:

Mónica. En cuanto termine tu turno dirígete al 605 de Park Avenue, 8ª planta, puerta "F" pasa el otro pedazo de papel por debajo de la puerta y desaparece. Bajo ningún concepto llames o te inmiscuyas.

Gracias.

El otro trozo de papel está divido por la mitad y una voz en tu interior anuncia que no deberías abrirlo y menos leerlo. Pero tus manos y tus ojos se mueven más ágiles que el sentido común, la conciencia, o lo que quiera que sea que intenta advertirte:

Primer intento fallido.

Se confirma la visión.

Ellos ya están en marcha. Me tienen vigilado. Estás solo.

Instintivamente miras el reloj: 10:20, aun te quedan unas horas para terminar la jornada. Vuelves a tu mesa tras colocar los libros. En tu mente repasas y calculas el trayecto. Tardas media hora en ir andando desde la biblioteca hasta el lugar de la entrega de la nota. Hoy el turno es de 7:00 a 15:00 haciendo un descanso de media hora a las 11:00.