Partida Rol por web

Durgin, en tumbar al primero de los orcos arremete contra el segundo, incapaz de parar la acometida de golpes. La discusión sobre el último partido entre "los segadores del Reik" y "loz Atronadorez de Morgo" queda suspendida en el aire.

Todo estaba en calma, los pasillos silenciosos, solo se oia la respiracion de los heroes y si prestaban atencion el combate de Arramus contra el pielverde.

Viendo que tan solo queda un rival dejo caer escudo y martillo mientras sonrio siniestramente. Lentamente desenvaino el mazo a dos manos mientras me deleito en la impresion en la cara del orco. Subitamente ataco y largo tres golpes. El que iba directo a su cara lo detiene con el escudo y los otros dos le impactan en la armadura que resiste. Aun asi, el orco queda grogui...

Con una patada en la puerta, Durgin entra en la habitación con ansias de hendir craneos con su martillo.

Adelanto a pies cortos Ungrim y abro la puerta con un golpe con el hombro, entro a la habitación con mis armas en alto preparadas para rebanar cabezas.

Tan apenas tengo tiempo de agradecerle a Durgin que me haya sacado de encima a ese orco molesto, cuando éste ya ha abandonado la estancia. Yo me entretengo un poco más, buscando si hay alguna salida oculta entre sus paredes.

tras correr veloz como el viento llego donde Arramus combate contra un piel verde y me lanzo a fondo pero el piel verde parece que me ha sentido llegar y evita mis ataques.

Una vez más, la longitud de las piernas de Ungrim le jugó una mala pasada. Agamenón no tardó en adelantarle con sus largas zancadas, asi que para cuando llegó a la puerta, el guerrero ya estaba dentro de la sala.

Con el orco aturdido, el unico problema con el que se encontraban estaba fuera de combate. No duraria mucho, pero al menos les daba unos sgundos para reaccionar.

Jandrus, tanteo con cuidado y al final encontro una puerta bien disimulada entre los muros del ala este. No se anticipo a penetrar en la nueva estancia. No sin antes avisar a su compañero, asi pues, la puerta permancio cerrada.

Durgin por su parte, abriendo la puerta que le quedaba enfrente se topo con un Fimir y su siervo. Ambos enemigos no hicieron pregunta alguna, solo se lanzaron al combate.

Los otros dos compañeros siguieron avanzando, pero no econtraron peligro alguno, solo nuevos senderos que cruzar.  

Al ver que la habitación está vacía no me entretengo ni un momento. Me acerco a la puerta hacia la siguiente habitación y la abro de una patada. Entro preparado para acabar con cualquier enemigo que me pueda encontrar.

Por el momento, no se veían enemigos por las inmediaciones, así que antes de seguir a Agamenón a traves de la puerta, Ungrim dedicó unos instantes a rebuscar algo de utilidad en la sala.

Buscando el costado del fímir, el enano se escabulló de su frente y atacó su lateral.

Entro en la habitación, con mi paso sumamente pesado producto del encantamiento que lo rodea, y me enfrento con el orco. Con un rápido ataque, trato de ensartar la vara en su cuello pero el orco desvía el golpe con un brusco movimiento de su espada.

Espero que esto de habernos separado en tres grupos no traiga funestas consecuencias...

Mientras sus compañeros peleaban, Agamenon y Ungrim, avanzaban desvelando todas las salas que se abrian a su paso. Esta ultima, era la que los orcos usaban como comedor y alli estaban dos fimirs, que tras ver al humano, pensaron que hacia tiempo que el goblin no les preparaba hamburguesas humanas en salsa barbacoa. Dispuestos a cortarles algunos filetes, empuñaron las hachas.

El orco aun se tambaleaba por mi golpe anterior cuando caigo sobre el con renovadas fuerzas. Un golpe por la derecha, otro por la izquierda y otro mas que impacta de lleno en el pecho. Un crujido reverbera por la habitacion cuando aplasto su caja torácica y el orco sale volando hasta estamparse contra la pared. Me giro entonces y ve a Aeur.

-Vaya, pensaba que ibais a dejarme solo. -dice sonriendo.

Los dos fimirs se levantaron amenzantes con sus hachas en las manos y aspecto hambriento, pero Ungrim no se dejó avasallar y se lanzó contra la criatura más cercana.

El fimir consiguió bloquear los primeros golpes, hasta que el hacha de Ungrim le golpeó en el brazo seccionandole el músculo. Con el brazo incapacitado, la criatura no tuvo ninguna oportunidad contra el ataque continuado del enano, y estuvo muerta en unos instantes

No amigo pero imprudentemente te separaste. Respondo mientras examino la habitación.

Con visible satisfacción, Durgin lanzó de nuevo un ataque al fímir para rematar el trabajo hundiendo con un sonido pulposo, el martillo en la sien del monstruoso cíclope.