Partida Rol por web

El teléfono para llamadas nacionales se ha inventado.
Pero no hay un cableado telefónico que cruce el océano, ni lo habrá hasta dentro de unos 20 años.

Las comunicaciones por radio teléfono quizás serían válidas, pero comercialmente tampoco se han explotado todavía, su calidad de sonido es pésima, y está en manos de los militares. En todo Egipto quizás haya una y solo una posible estación receptora, pero en manos del gobierno colonial de Su Majestad Jorge V, alteza real del reino unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y Emperador de la India.

El telégrafo intercontinental estaba algo mas desarrollado.

-No gracias, estoy bien.-Responde ante la propuesta del detective.

Tomas mira la conversación fijandose en los interlocutores, esperando que le digan lo que tiene que hacer. Al oir de ponerse en marcha, se levanta y dice-Les acompaño.

Bien, iremos todos por lo que parece. Sr Tyler, ¿no será peligroso verdad?

Dice el anticuario mientras rescata su abrigo de paño del perchero.

No soy, lo que se diría, precisamente un hombre de acción.

Vinnacci, continua sentado sin ningún interés por levantarse.

- Sr Tyler - dice el fotógrafo al tiempo que juega con el cierre de la funda de la cámara - ¿Que tipo de pista seguimos y quien es ese tal Silas N´Kwane?

-Es tan solo un dato relacionado con el negocio que vamos a visitar ahora, señor Vinacci -dice al tiempo que abre la puerta para que todos salgan-. Estaba escrito en la parte de detrás de una tarjeta de publicidad de Importaciones Nelson... Y la tenía el señor Jackson -dice sentenciando al tiempo que cierra la puerta tras salir él mismo.

-Por cierto, señor Bauberg, creo que un telegrama sería algo muy útil para ponerse en contacto con ese contrabandista.

IMPORTACIONES EMERSON
648 W47 St.
NY, NY
Tel HA 6-3900

Tras atravesar Broadway y la bulliciosa zona de teatros y clubes de Manhattan llegáis hasta una zona algo menos concurrida y pegando a los muelles del Hudson

Un edificio estrecho de ladrillo y madera con muelles de carga a ambos lados y con grandes letras en su parte superior donde se puede leer IMPORTACIONES EMERSON pintado con gran pericia sobre las casi borradas letras del nombre del anterior propietario, donde se puede leer todavía a duras penas D. Coger Shipjoiner

Toda la manzana bulle de actividad. Casi todos los edificios de la zona suelen ser de dos o tres plantas, menos agobiantes que el corazón de Manhattan, o prácticamente en su totalidad están dedicados al almacenaje y distribución de mercancías.

En estos instantes, un operario fuma un cigarrillo arrebujado entre las solapas de su abrigo y protegiéndose la cabeza del gélido viento del invierno neoyorquino con una gorra ligeramente ladeada, mientras con una pala retira a paletadas la nieve que se acumuló bajo uno de los muelles de carga.

No tienes contactos en el Cairo, pues las reglamentaciones británicas sobre el expolio hacen muy difícil trabajar con esa mercancía. Además en Arkham gustan los trastos centroeuropeos y británicos dieciochescos y decimonónicos mas que los tesoros arqueológicos de hace milenios.
No sabrías a quién dirigir el telegrama. Posiblemente al consulado británico y plantear la situación y rezar para que el funcionario de turno no tenga demasiado que hacer ni esté muy resentido con los yankees por el motivo que sea.

Bauberg contempla desde la parte de atrás del auto la bulliciosa zona industrial. La visión de la nieve hace que salir del coche sea una dura prueba a sabiendas del golpe térmico que espera fuera y el anticuario remolonea en el interior viendo como el vaho empaña los cristales.

Sr Tyler he estado pensando en el telegrama y me he dado cuenta de que no sabemos a quien remitirlo. No tenemos una dirección física. Tal vez si usted hiciera una petición de carácter oficial, los funcionarios del consulado británico nos puedan ayudar a localizar al supuesto contrabandista, al menos para poder contactar con él.

Después de frota la ventanilla con la manga del abrigo.

Supongo que en la visita a este almacén debemos permanecer callados mientras usted hace las preguntas, ¿no?

Vinnacci ha permanecido callado toda la mañana, las únicas palabras pronunciadas fue las que usó para pedir su café con doble dosis de la acostumbrada. Nada más llegar el coche a la zona industrial, comprueba que su cámara esta preparada aprovechando un momento en que una absorta Lindsey mira por los cristales del auto para tirar una foto a la señorita.

- Portada del suplemento de moda del Times señorita Marrow - bromea antes de escuchar el reproche de la mujer.

Cuando el coche llega Vinnacci contempla el viejo edificio pensando en donde les conducirá la siguiente pista

Tomas mira asombrado y algo sobrecojido el ir y venir de transeuntes, coches y automoviles de mercancias. Demasiada actividad para un tipo tranquilo como él.

Se arropa bien antes de salir del coche y sujetando la puerta para no ser golpeada por el fuerte viento, sale del automovil con dificultad.

-¿Va a ser buena idea que entremos todos?, igual se asusta a quien debamos hacerle las preguntas.-reflexiona tras lo dicho y añade.-¿Es lo que buscamos?

Tras las preparaciones oportunas el clic de la cámara de Vinnacci estalla como un latigazo despertando al resto del grupo de sus reflexiones internas, sean cuales sean. El edificio acaba de ser fotografiado. Vinnacci guarda su cámara y anota un par de lineas en su cuaderno.

Tras eso mira al misionero y asiente, esperando la respuesta del policía

Robert Tyler se acariciaba el mentón en gesto de duda.

-No le falta razón, señor Goldberg, pero quisiera que me ayudaran en todo lo posible -dijo el detective- Si lo prefiere, espere fuera junto al señor Vinacci y ayúdele a hacer sus fotos -añadió con una sonrisa- Pueden entrar un poco más tarde para no agobiar al dueño.

-Sea como fuere, me gustaría que el señor Bauberg y la señorita Marrow me acompañaran... A fin de cuentas, un anticuario puede ser de utilidad en un negocio de importaciones, y la dulce mirada de Lindsey puede hacernos mucho bien -aprovechó lanzándole un guiño a la bella mujer.

Tomas asiente ante las palabras del detective.

-Me parece bien, esperaré aquí un poco y cuando se haya tranquilizado la situación, entraré. Quiero enterarme de todo lo que esté relacionado con Jackson.

Bauberg asiente preguntándose si no estará metiéndose en camisa de once varas.

Bueno, pues vamos a ello. Sr tyler tenga presente que esta situación es anormal y poco complaciente para mi. Le ayudaré en todo lo posible, por supuesto.

El anticuario saca su enorme corpachón del coche dando libertad de movimiento a sus ocupantes. El la calle el viento gélido le golpea la cara y se resguarda en su abrigo de paño.

[PNJ]

Lindsey está absorta y apenas parece haberse dado cuenta de la foto que toma Vinacci. Un simple parpadeo y un amago de sonrisa que no llega a completar del todo es el único gesto que dedica al fotógrafo francés. Quizás sus pensamientos rememoran una y otra vez a Jackson Elías y las fuertes emociones de la Gran manzana que poco tienen que ver con su plácida existencia en Nueva Inglaterra

¿Eeh? si claro, iré con usted, detective. De todos modos vamos a hacer unas simples preguntas y no vamos a sacar cuchillos, ¿no? ¿por qué habrían de asustarse o sentirse intimidados?

Vinacci asiente, no le importa en absoluto esperar fuera junto al misionero. El fotógrafo busca un sitio cómodo donde sentarse y comienza a tomar notas en su cuaderno

-Señor Bauberg, si lo prefiere, puede quedarse fuera con los demás -dice encogiendo levemente los hombros-, como bien han estipulado en comisaría, esto es un voluntariado... A mí me parece estupendo que me ayuden, siempre y cuando estén cómodos.

Tras responder a Paul, se dirigió a la mujer con una carcajada.

-No, no habría razón alguna para liarnos a cuchillazos -añade mientras gesticula como si luchara con una imaginaria espada.

No me mal interprete. Si he venido es para ayudar, pero prefiero que hable usted, sólo eso.

Dice Bauberg entre los aullidos del viento, mientras patalea el suelo para entrar en calor.

Vamos de una vez.

El interior del almacén está repleto de cajas por todos lados, que se apilan a ambos lados de un gran pasillo central.

A la derecha de la puerta hay una pequeña escalera que va a dar hacia una pequeña oficina con la puerta entreabierta, de cuyo interior procede el sonido del traqueteo de una máquina de escribir.

Un par de hombres se afanan en la tarea de colocar las cajas y mantener un poco de orden en el sitio, mientras otro mas hace anotaciones en un folio colocado sobre una tablilla. Al fondo de la nave otro más se encarga de pasar una escoba en el suelo.

Todas las cajas llevan inscripciones y notas de aduana de muy diversos y exóticos (o no) lugares, tanto de EEUU como de ultramar: Shanghai, Bombay, Sidney, Habana, Rio de Janeiro, Cape Town, ...

(no creo que sea necesario hacer un mapa, al menos de momento)

Mr. Vinacci y Mr. Goldberg se quedan en el coche, ¿no?
¿O acaso tenéis otros planes?