Partida Rol por web

La bruja miró al cielo y meneó la cabeza, mientras hacía la señal de Mjolnir.

—Þórr, dame paciencia.

Miró a los guerreros, con el ceño fruncido.

—Los trolls habitan en el bosque del norte del páramo, vikingar y casi nunca se aventuran por estas tierras. Os habéis confundido con algún oso, seguramente.

Se inclinó sobre la herida de la morena y pudo comprobar que se trataba de un simple rasguño, sin importancia y se incorporó, poniéndose una mano sobre la cadera y haciendo una mueca de dolor.

—No ha sido nada.

Se volvió hacia los guerreros.

—Por cierto, Snæfrid es la única bruja aquí. —hizo un gesto hacia la muchacha del parche en el ojo—. Ella es Odín en persona.

Se rascó la sien con gesto pensativo.

—Snæfrid no debería acompañaros. Hay un viejo verso que dice: “vilsinn vǫlu, vǫrð nafjarðar, hvélsveg himins hvat's troll nema þat?” “Amado seguidor de la bruja es el troll”

Dio un manotazo al aire, como descartando el tema.

—Pero ya basta de eso ahora —invitó a pasar al establo a los guerreros, con un gesto de la mano—. Es de noche y cada vez hace más frío. Podéis estar aquí, hasta la mañana. Luego veremos.

Agarro de la pechera a Igner, y le grito:

-Dijiste que habia trolls, y sólo hemos enontrado una enana, y un falso Odín transformado en hembra (si fuese odín no podria haberle herido). Maldito Caerio.

Sigo a la chica pequeñita, con mi escudo siempre entre ella y yo, ya que es lo único que se que me puede defender de algún ataque, aunque no estoy seguro de que me proteja de la magia.

Miro la herida de "Odín", y le sonrío:

-Has tenido mucha suerte esta vez, la felcha podría haber estado envenenada.

Me acomodo un poco en el establo, y miro con desconfianza a las chicas y a Igner desde detrás de mi escudo.

Igner se muestra asustado por los zarandeos,pero recobra la compostura y se dirige a las mujeres en un tono nervioso mientras las señala con un dedo 

-Si que hay trolls los hemos visto ademas que haceis aqui, sois forasteras y esta es la casa de los longwood, donde estan ellos

Snæfrid observó con gesto suspicaz al tal Ignar, por un buen rato, antes de contestar.

—La vieja Snæfrid no es forastera en ninguna tierra, por encima o por debajo del gran árbol, jovencito. Las fronteras hechas por los hombres la tienen sin cuidado. Los que tú mencionas, ya no tienen más casa que la morada de Hel. —meneó la cabeza con gesto apenado—. La bondad también puede matar.

Gunn sigue a la bruja reticente. 

- ¿Qué les sucedió? - preguntó el enorme vikingo - Este hombre - señala a Igner - dice que hay Trolls... - se calla un instante, parece que intenta pensar sus próximas palabras - Su pueblo se esconde. ¿Estas segura de que no han llegado hasta aquí? -Se permite bajar el arma ya que no cree que la niña vaya a atacarle, aunque tampoco cree que el hacha pueda servirle de ayuda en otro caso... 

—Paciencia, vikingr —respondió Snæfrid sin apartar la vista del llamado Igner—. Ya tendrás tus respuestas.

Se acercó a Igner, dando pasos cortos, ayudándose con su bastón. Se quedó parada a un palmo de distancia y le miró a los ojos, con intensidad.

—Dime cómo era el troll que viste, muchacho. ¿Qué tamaño tenía y cuál era su aspecto? Y no te atrevas a mentir a Snæfrid, porque ella lo sabrá. Créeme, no quieres hacer enojar a la vieja, jovencito.

Igner  se muestra contrariado

-Bueno.. ver lo que se dice ver no los he visto.. pero todos en el pueblo saben que son ellos, se les oye gemir en la distancia lo destruyen todo, devoran todo ser vivo que se encuentran, los campos estan arrasados y los pocos que sobrevivimos nos ocultamos tras los muros del poblado.

Steinn se limpia la arena que le quedaba pegada a la ropa, y recoge la lanza.

-Gracias amigo - dice a Kilder-

Luego, hablando para los demás, tras haberlos escuchado a todos:

-Bueno, si bien es cierto que vine aquí buscando Trolls, si quisieran atacar la aldea podrían hacerlo tranquilamente. Yo mismo podría echaros la empalizada abajo, y no soy tan grande como un Troll!!

Snæfrid se quedó pensativa unos instantes.

—Los trolls no son el problema de tu pueblo —declaró finalmente—. Snæfrid cree saber quién es el causante, pero antes de hablar, debe escuchar a las Nornir.

Se sentó en el suelo y quitó la paja de una pequeña porción de tierra. Sobre ésta, vació el contenido de una bolsa de cuero, que llevaba en la cintura: unos treinta guijarros, marcados con símbolos. Se quedó observándolos un rato.

Me asomo por encima del escudo y pienso:

Me cae simpática esta, esta, esta... esta chica

Observo atentamente como tira las piedras al suelo, e intento descifrarlas sin ningun resultado; me quedo observandola mientras esperamos la explicación.

Otra vez un caerio nos ha mentido, y esta vez le han engañado a el tambien, malditos sean todos.

Gunn atiende a las palabras de la niña bruja, le parece que conoce cual es el mal de esos débiles y pequeños caerios. Aunque supondrá una decepción para él no poder abatir a un troll con sus compañeros Valkars.

- Grr...- gruñe en bajo mirando a Igner por encima del hombro, pero no tarda en acallar su disgusto para centrar su atención en las piedras de Snaefrid y las palabras que debe estar a punto de pronunciar. A él ni los guijarros ni sus símbolos le decían nada. Si tuviera que sacar algo de ellos posiblemente intentaría romperlos para ver si guardaban el secreto en su interior, eso si no le dieran cierto pánico. 

Steinn se quedó mirando , intrigado, las piedras de la bruja, al igual que sus compañeros. Al final, su impaciencia ganó a la de los demás:

-Nos vas a decir que significan las piedras o tenemos que adivinarlo?

Snæfrid siguió concentrada en sus runas y respondió al vikingo, sin mirarle.

—No le pediría tal cosa a un vikingr. El esfuerzo de intentar entender el significado de una runa podría hacerle estallar la cabeza.

Movió la mano derecha, con la palma hacia abajo, por encima de las runas.

—Ahora silencio. Las Nornir hablarán cuando lo deseen y no antes.

Las runas presagian malos augurios, algo malvado se aproxima no es el chico es algo salvaje descontrolado.

Snæfrid cierra los ojos unos instantes e inclina la cabeza, susurrando una salmodia inaudible. Luego levanta la vista y dibuja en el aire el símbolo de Mjolnir, a modo de ensalmo de protección.

—El culpable no es quién yo pensaba —les anunció a los presentes—, pero tampoco es un troll. Es algo más peligroso y maligno —miró a las runas, con gesto reflexivo—. Las Nornir no me han bendecido con una visión clara y así debe ser casi siempre.

Paseó la mirada por el establo, mirando a los vikingos, uno por uno.

—Permaneced alerta y con vuestras armas prestas, vikingar. Este es un peligro que nunca antes habíais enfrentado.

En respueste de las palabras de snaefried se oye un gemido que resuena en la casa, al parecer hay algo en el piso superior moviendose, sim embargo no es el peligro desconocido del que hablaba ya que no es desconocido.. no para todos los que estais alli. el viento sigue soplado con fuerza una ligera nevada empieza a caer pero el viento no consigue amortiguar el ruido de los gemidos que siguen resonando en el interior

Escucho los ruidos, y pálido le digo a la bruja:

-Maldita seas, has conseguido que se enfaden los dioses con tus brujerias, y han enviado a los espíritus a matarnos.

Miro hacia el techo y le digo:

-¿Qué demonios has invocada?

Gunn alza su hacha al escuchar las palabras de la bruja, pero no adopta una posición total de combate hasta que oye los gemidos de la criatura.

- Grrr...-

El vikingo empezaba a tener ganas de luchar y esta parecia una buena oportunidad, aunque se preguntaba que extraña criatura había sido la causante de todo este miedo. Su compañero valkar ya había hecho la pregunta por lo que él espero la respuesta, mirando hacia la zona superior de la casa.

Snæfrid se quedó mirando al vikingo que la ha increpado, con gesto analítico, luego se volvió hacia la muchacha.

—¿Tú estás enfadada? —sin esperar la respuesta de la chica, se giró para mirar al vikingo—. Ya ves, Odín no está enfadada. Harías bien en hablar sólo de aquello que sabes, vikingr —se encogió de hombros—. Aunque eso te condenaría a estar mudo hasta el fin de tus días.

Se puso de pie, trabajosamente, haciendo muecas de dolor y miró hacia la casa, con aire pesaroso.

—¿Quieres saber sobre los dioses, guerrero? Yo te hablaré sobre los dioses: Sus designios son misteriosos, pero ineludibles y hasta pueden parecer crueles a las mentes simples. Los dioses han querido que cierta tarea sea realizada por uno de vosotros y no por la vieja Snæfrid. Es por eso que estáis aquí.

Se volvió hacia el grupo de guerreros y los observó detenidamente, uno a uno y luego les preguntó.

—¿Quién de vosotros estaría dispuesto a matar a un niño?