igner se habia metido dentro de la casa temeroso pero seguia un poco asomado quiza por curiosidad o quiza porque tampoco se fiaba del niño de dentro, el cual habia dejado de sollozar.
-Seguro que fueron ellos, ellos son los que nos hacen vivir con miedo detras de nuestro muro..
Snæfrid levantó una mano, para hacer callar a Igner y luego permaneció un buen rato reclinada sobre su bastón, con la mirada fija en el suelo, en actitud pensativa. Finalmente dijo.
—Lleváos entonces al niño, pero permitidnos acompañaros. Quizás nosotros también queramos servir a un amo tan poderoso como el vuestro.
El semitroll al parecer contento de tener que dejar de usar palabras, cosa muy complicada para el se acerca a la casa mirando con precaucion al grupo, lleva su arma desenfundada y le siguen los otros, al llegar cerca del grupo baja su arma en actitud sumisa y se acerca a la puerta para pasar.
SI Nadie interviene dejare que coja al niño.
Mientras veo que pasan a recoger a al niño, sólo puedo pensar en una cosa:
¿Cómo será su amo, que tiene como guerreros a un atajo de retrasados, que para no complicarse mucho les pone como nombre un número, y encima se le escapan los bebes?
El semitroll entra en la casa y sube por las escaleras torpemente, se oyen unos pasos acelerados y luego un grito, el ser baja de nuevo con el niño bajo el brazo, el cual os mira con unos ojos suplicantes
-Por favor no...
El susurro es tan inaudible, que no sabeis si lo habeis imaginado o realmento lo ha dicho, el caso es que se reune junto a sus complices y sin mediar palabra con vosotros emprenden el viaje de vuelta.
- ¿Le harán daño? -
Pregunta mirando hacia la bruja que parecía tener todas las respuestas... Al menos a su parecer.
Luego avanzo tras los semitrolls. Había entendido que ese era el plan, viajar con ellos hasta su amo.
Snæfrid se encogió de hombros, ante la pregunta del vikingo.
—No creo que esté peor que con nosotros. Íbamos a matarlo, ¿recuerdas? —se puso a andar, detrás de los Semitrolls, ayudándose con su bastón—. Quién esté detrás de esto, no se tomará el trabajo de enviar a sus esbirros hasta aquí, sólo para hacerle daño a un niño semitroll. Hablaremos con el poderoso amo y ya veremos de qué se trata todo esto.
Comienzo a andar tras el pintoresco grupo, y no sabiendo si hemos dejado a Katarina y a Steinn abandonados, les comento:
-¿No habéis oído algo, cómo que hablaba el cachorro de trol?
Mala espina me daba, pero claro está, teníamos que conocer al artífice de todo esto, al amo.
Steinn tenía mucha curiosidad por todo lo que estaba pasando, así que en vez de hablar, escuchó con atención todo lo que allí se decía. Tenía su lanza en la mano, por si las moscas, no se fiaba de aquellas criaturas. Cuando empezaron a andar, empezó aa observar a aquellos esbirros del "gran amo" para evaluar sus posibles puntos débiles y lo difícil o fácil que podría ser luchar contra ellos. De repente una pregunta afloró por sus labios:
-Oye número 4, cuantos números como tu tiene ese gran amo. Sois muchos?- aquel ser parecía medio retrasado, así que Steinn no se molestó en "camuflar" la pregunta.
Lamento el retraso...las fiestas me mantuvieron muy ocupado. Retomo el ritmo desde ya.
El semitroll te mira y levanta al niño
-Este es numero trece, pero numero seis no esta ni numero ocho asi que cinco.
El semitroll continuo andando con una sonrisa en el rostros pensando que por fin habia ententido las matematicas. Cuanto mas caminabais por el bosque mas torpes parecian esas criaturas, aun con todo su fuerza era inegable es mas de una ocasion partieron con sus manos una rama ancha como un brazo solo porque les estorbaban el camino..
Pronto veis un sendero de piedra y comenzais a seguirlo, la vegetacion aqui es menor y el camino se hace mas facil, a lo lejos comenzais a divisar una especie de cueva artificial, la entrada es de manufactura humana pero al parecer el edificio se interna en las profundidades de la montaña.
Ultimos posts y entramos
Escucho atentamente al semitrol, y me paro a hacer cuentas con los dedos:
13 - 1 - 1 = ¿5?, este bicho es mas zopenco que yo.
Me coloco cerca de los guerreros y la bruja, y les digo:
-Me parece que estos bichos son bastante incultos, no podemos fiarnos demasiado de lo que dicen.
Después divisamos una especie de construcción.
-Mierda, me parece que vamos de cabeza a ese sitio.
—Me parece que estos bichos son bastante incultos —opinó el vikingo más hablador—, no podemos fiarnos demasiado de lo que dicen.
Snæfrid se encogió de hombros.
—Cuentan mejor que muchos de los vikingar que he conocido.
Cuando el vikingo indicó la cueva excavada en la roca, Snæfrid observó el largo tramo de escaleras que conducía hasta su entrada y suspiró, con aire resignado.
—¡Oh, Æsir! ¿por qué os empeñáis en poner escaleras en frente de esta vieja?
Se volvió hacia Cuatro, el semitroll y señaló la cueva, con el extremo de su bastón.
—¿Es allí donde vive vuestro poderoso amo?
El semitroll sujeta con fuerza al niño el cual no deja de moverse al parecer ha reconocido el sitio y no quiere volver a el-
-Si am-o constru-truyo la cueva para s-sus eex-teri-mentos am-o nos pro-tege alli del sol.
Gunns no dudo de las cuentas de aquel semitroll. Aunque es posible que si el se pusiera a hacerlas le diera otro resultado. Otro erróneo.
- Grrr... - gruñe hacia la cueva que no le inspira demasiada confianza y agarra con fuerza su hacha, no sabe si la necesitara dentro de poco. Al menos aun no la eleva en posición desafiante lo que puede evitar problemas inmediatos con los semitrolls que les guían.
Mira a los lados con cara arrugada y sigue caminando escaleras arriba imaginándose el aspecto del "amo" de aquellas criaturas.
Snæfrid trepaba la empinada escalinata, ayudándose con su bastón. Por sus gestos se notaba que cada paso era una tortura.
—Entonces sufrís por el sol, cómo los trolls. Aunque no tanto cómo ellos, supongo. Dime algo, Cuatro: ¿Quiénes fueron tus padres y los padres de tus compañeros?
El troll parece extrañado por la pregunta.
-Amo? Suena mas como una pregunta que como una respuesta, al parecer no se habian planteado esas cuestiones hasta ahora, el semitroll mira a sus compañeros los cuales tambien parecen desorientados.
Observo las preguntas, y las vanas contestaciones del semitroll.
Así no llegaremos a ningún sitio.
Me percato de cómo la bruja está sufriendo subiendo las escaleras, yo, como siempre estoy dispuesto a ayudar, le pregunto:
-¿Quieres que te cargue al hombro? Así llegaremos antes, y tu irás mas descansada. Me recuerdas a mi yaya.
—Quizás el día que decidas darte un baño, vikingr —respondió Snæfrid, mientras luchaba con otro escalón—. Si me llevas cargando ahora, no creo que sobreviva a tu hedor.
Ya se estaba quedando rezagada, con respecto a los semitrolls, que no tenían problema en subir los escalones de tres en tres, así que tuvo que levantar la voz, para preguntar.
—¿Conocéis al niño que lleváis? ¿Nació aquí, cómo vosotros?
Levanto el brazo izquierdo, y me huelo, levanto el derecho, y vuelvo a olerme, meto la mano en mi zona mas grasienta entre las piernas, y me la huelo.
Pues no huelo tan mal, debería haberme olido el año pasado, cuando me caí en aquella poza de estiércol.
-Como tu prefieras yaya.