Partida Rol por web

Los lobos apenas se inmutan por el hacha que pasa de largo, uno de ellos gruñe pero mantienen sus posiciones, de entre la bruma se oye una voz, es bastante dificil saber de donde viene y tiene un fuerte acento marcado similar al de los antiguos valkars.

-No deberias hacer enfadar a los huargos, podrian ponerse agresivos..

Aún recordaba con cierto escozor que el tal Donnar dudara de mí. Siempre era igual. Desde que me encargué del negocio de mi tío, todo el mundo guardaba las distancias conmigo por si la mala suerte se pegaba ya que fue de capa caída la tienda y no vendí absolutamente nada. Fue un duro golpe para mi orgullo. 

Resoplé, irritada y cansada y eché un vistazo a aquel tipo que se nos había unido. Posé mi mirada en el bastón y en el cuchillo atado y enarqué una ceja.

"Gran arma", pensé, irónica. "Seguro que salimos vivos gracias a él".

Me encogí en la capa del frío que tenía y empecé a maldecir al viento y al tiempo, como siempre hacía. Lo cierto es que le estaba volviendo un poco cascarrabias en todo lo referente al frío. Lo odiaba y eso hacía que mi humor estuviera avinagrado la mayor parte del tiempo.

Sin embargo, se me iluminó la cara cuando el hombre del carro nos dejó subir y así evitar el caminar. Se lo agradecí con la mirada y, con ayuda de Gunnar, ya que el carro era algo alto para mí, subí y me acomodé de tal forma que el frío no hiciera más mella en mí.

Miré al paisaje que íbamos dejado atrás y fruncí el ceño. Era igual de desolador que siempre.

-Dime Gunnar- clavé mi mirada en él-, ¿qué es lo que encontraste en el bosque? ¿Qué es eso de un oso?- pregunté, más curiosa que asustada ya que tan sólo me apetecía escucharle y no prestar atención al paisaje ni al viejo que mascullaba no sé qué. 

A pesar de que la lanza de Drago paso varios metros sobre las bestias, las mismas no se inmutaron para nada. Siguieron en el mismo sitio donde las había divisado por primera vez. Una voz profunda, desconocida, surgió de algún lugar.

- No deberías hacer enfadar a los huargos, podrían ponerse agresivos... - No podía identificar el origen de esa voz, ni saber si era animal o humana.

- ¡Muéstrate y dinos quien eres! ¡¿Por que nos bloqueas el paso?! - Demandé en todo autoritario, mientras apuntaba a las bestias con mi arco. Si ataco ahora, tal vez tenga una oportunidad, pero no sabemos a que nos enfrentamos...

De entre la niebla surge un 3 hombres el que camina al frente es claramente el lider y muy probablemente la voz que habeis escuchado. Esta vez vuelve a hablar pero con una voz mas clara y grave.

-Soy Willenwolf hijo de Bulywolf hijo de Wurenwolf, primero de mi linaje y señor de estas tierras, por lo que creo estar en pleno derecho de salir a pasear con mis lobos si ese es mi deseo y ahora decidme quienes sois y quien os ha dado permiso para estar aqui.

- Yo soy Donnar, del pueblo de los Caerios. - Dije poniendo una mano sobre mi pecho y haciendo una pequeña reverencia, sin dejar de mirar al hombre a los ojos. - Y éste es mi compañero Drago, hijo del gran Dragomir. - Agregue mientras señalaba a mi amigo. - Estamos en camino a un pueblo de la cuenta al este del paramo. No teníamos ni idea de fueran tus tierras, Willenwolf, hijo Bulywulf... ¿Sería tan amable, gran señor, dejarnos continuar nuestro camino? Le prometo que no tenemos intenciones de molestarlo ni a usted ni a su gente.

El hombre te mantiene la mirada seriamente

-Te creo doonar pareces un hombre de honor y tu compañero y yo compartimos ancestros sin embargo, me temo que no todos en tu caravana desconocian este hecho y el sudor del cerdo a tu espalda me revela que tengo razon

Al girarte ves al jefe de la caravana acurrucado temblando mientras suda..

El dia avanza con nerviosismo pero sin sorpresas, la tarde empieza a caer y con la oscuridad comienza una ligera nevada que se convierte en bruma esto acrecenta el nerviosismo ya que es dificil ver en la lejania, sin embargo ni un solo sonido rompe el silencio de la tarde.. de repente la caravana se para y no sabeis que sucede.

Me inclino frente a los tres hombres en señal de subordinacion y les digo:

-Willenwolf, soy Drago un humilde Valkars que prometio proteger esta caravana hasta su destino. Como dice mi amigo desconocemos la propiedad de estas tierras y tan solo queremos continuar nuestro camino.

A continuacion saque mi espada y tras posarla sobre mis dos manos en horizontal se la mostre a Willenwolf, me arrodille y le dije:

-Como muestra de que mis palabras son ciertas, y de hermano Valkars a hermano Valkars, te ofrezco como obsequio mi espada si tienes a bien aceptarla y conducirnos mas alla de vuestras tierras para proseguir nuestro viaje.

El hombre os mira y asiente

-Esta bien, os dirigis al oeste verdad? entonces vais a por las nuevas cosechas, os escoltaremos hasta el otro lado de la montaña pero con una condicion-Señala al jefe de la caravana-Ya se lo dije a los tuyos si pasais por mis tierras no nos trateis como si fueramos animales nuestro dinero es tan valido como el vuestro, cuando volvais de vuestro viaje y cruzeis estas tierras hareis noche en nuestra ciudad,  y permitireis a vuestros mercaderes comerciar libremente con mi pueblo.

El hombre se gira y hace una señal una docena de arqueros salen de entre la bruma y escoltan el principio de la caravana, el hombre se situa junto al carro con vosotros caminando con un gran lobo gris a su lado

-No os preocupeis por los lobos, son sangrados para mi pueblo por lo que convivimos con ellos, nos ayudan a cazar y nosotros les proporcionamos refugio y comida ha sido asi desde el inicio de los tiempos.

La caravana vuelve a ponerse en marcha, al asomaros veis a lo lejos a una docena de figuras vestidas de negro quienes ahora escoltan la cabeza de la caravana.

Los Valkars somos rudos guerreros pero cuando un hermano necesita ayuda no dudamos en proporcionarsela si esta en nuestra mano. Al observar a los arqueros acompañando nuestra caravana comprendi que ahora la travesia seria mucho mas tranquila.

Aproveche la situacion para intentar mejorar mi equipo adquiriendo alguna mejora:

-Willenwolf, os agradezco enormemente vuestra ayuda y proteccion durante el trayecto. Tened por seguro que a la vuelta estos mercaderes haran una parada en vuestra ciudad. Por cierto necesito mejorar mi armadura ¿podriais hacer algo al respecto?

Gunnar estaba describiendo a Ágape lo que vio en el bosque, le dijo que había visto a un oso muerto con grandes heridas y que lo mas curioso era que se habían llevado los dientes, le explicó que era una tradición barbara de las tribu salvajes. Cuando de repente en medio de la explicación la comitiva se detuvo.

-¿Que habrá podido ser?- le dijo a Ágape-Esperemos que no hayan sido los salvajes-añadió preocupado.

Me mantuve callada después de que Gunnar me contara lo del bosque. No podía evitar pensar en el caso de que hubieran aparecido esos salvajes y hubiesen atacado a Gunnar.

Se me heló la sangre y sacudí la cabeza para quitar esos pesimistas pensamientos de mi mente y miré hacia el cielo. Aparecía totalmente blanco, pese a que el sol ya se había ido. Efectivamente, comenzó a nevar. Chasqué la lengua y miré a Gunnar.

-Esto no me gusta nada- murmuré, tapándome aún más con la capa para evitar el frío-. Nada de nada- suspiré. 

Cerré los ojos, intentando escuchar algún sonido, como el graznido de un cuervo o el llanto de un niño. Sin embargo, nada. Silencio absoluto. 

Cuando la caravana se detuvo, miré a Gunnar fijamente.

-¿Y ahora qué pasa?- resoplé.

Bajé del carro de un salto y me asomé para mirar el resto de la caravana. Entorné los ojos y me aparté de la cara los copos de nieve que caían.

-Pero, ¿es que no se puede viajar de forma tranquila?- pregunté más para mí misma que para Gunnar-. Ahora que lo pienso, quizá debería de haberme quedado en mi pueblo- comenté, apesadumbrada. 

Willenwolf sigue caminando al ritmo de la caravana, al pasar junto al hacha extraviada de drago la coje y se la da.

-Armadura, hum en nuestra ciudad hay varios armeros, nadie trabaja el cuero como nosotros pero el caso esque esta a varias horas de aqui, sin embargo a vuestra vuelta si os place teneis mi invitacion para hacer noche alli, mientras los comerciantes de la caravana exponen sus productos.

La noche pasa tranquila gracias a la escolta, y al alba estais dejando atras las montañas, poco a poco os vais adentrando en las tierras de los kalasases, las grandes llanuras verdes parecen haber sufrido menos el invierno que el resto de el paramo, la vision es preciosa, las largas praderas de un color verdeazulado con pequeñas flores blancas y las altas paredes de roca que conforman la coordillera de los reyes hogar de los kalasases, por la mañana los hombres descansais tras la noche en vela y al mediodia comenzais a ver otras caravanas y un borron grisaceo que poco a poco va delimitandose como una ciudad.

-Parece que estamos próximos a nuestro destino. Allá en la lejanía diviso una ciudad, con suerte llegaremos sin más incidentes y la caravana podrá hacerse con los recursos que necesita.

Me giré hacia Willenwolf y le dije:

-Muchas gracias por vuestra ayuda hermano, a la vuelta vuestro pueblo también se beneficiará de las mercancías que esta caravana transporte.

A continuación le comenté a Donnar:

-Amigo parece que nuestro destino está cerca. Una vez entremos en la ciudad dejaremos los carros juntos y los vigilaremos hasta que los mercaderes puedan negociar sus asuntos. Los carros y sus cargas deben ser vigilados para evitar que los ladrones de la ciudad hagan de las suyas.

Me subí al primer carro y grité al resto de la caravana:

-Divisamos una ciudad en la lejanía, ya falta poco para nuestro destino amigos...

Willenwolf se sube al carro con agilidad animal y os estrecha la mano a ambos.

-Si sera mejor volver no me gusta alejarme de mi bosque, ademas no tenemos buenas relaciones con los kalasases al igual que los demas no niegan el comercio por considerarnos salvajes. Y ahora tengo una ultima peticion pero no me gustaria que fuera interpretada como un gesto de desconfianza Markus mi hombre de confianza os acompañara para asegurarse de que la caravana cumple su promesa

Despues se baja del carro y tras darle las ordenes a su hombres les pide a los demas que emprendan la vuelta a sus montañas.

Aun sobre el carro grito a Willenwolf para que toda la caravana lo escuche:

-Willenwolf y sus hombres han protegido esta caravana hasta su destino a cambio de que la primera parada a la vuelta sea en sus tierras para abastecerlas de sus necesidades. Ellos han cumplido su parte del trato y yo haré que está caravana cumpla la suya. A Odín pongo por testigo que la promesa será cumplida.

Pese a haber dormido por el día, cuando cayó la noche, me volví a subir al carro y descansé un rato. Un rato que se convirtió en toda la noche. Me despertaron los primeros rayos de luz. Con pereza, entreabrí los ojos y reprimí un bostezo. 

Abrí la boca y me quedé totalmente sorprendida al mirar el paisaje. Hacía mucho tiempo que no veía flores ni el color verde. Bajé del carro sin saludar a Gunnar y me dirigí hacia donde había unas cuantas flores juntas. Me incliné y cogí una. La olí con una sonrisa en los labios. Verdaderamente, aquello mejoraba mi humor considerablemente.

Me incorporé, suspirando y volví junto a Gunnar con la flor en la mano.

-¿Has visto?- pregunté, mostrándosela-. Va a resultar que existe algo más que nieve en este maldito mundo- comenté, cansada por ver sólo un manto blanco cubrirlo todo.

Me encontraba con un humor espléndido, raro en mí, y no me importó caminar de buena mañana un rato.

Gunnar estaba empezando a darse cuenta que le encantaba algo de Ágape, quizás fuera lo viva que era o, quien sabe.

-Si, parece que tienes razón, hay belleza entre tanta oscuridad- le respondió a la joven-

Y viendo como Ágape andaba decidió hacer lo propio y acompañarla, será bueno estirar las piernas para no entrar entumecidos en la ciudad.