Partida Rol por web

-Seran unas 20monedas de acero. si se pasa mañana al alba lo tendremos todo preparado..

El sitio parece de confianza, el cielo se empiza a oscurecer, lo mejor sera que encuentres un sitio para pasar la noche..

Tras una breve caminata llegas a la posada, en las calles hay un ambiente tenso sin embargo nada mas entrar te topas con un alegre ambiente al mas puro estilo kalasase mesas cuadradas alineadas, dos pisos y charlas entre comensales, todo parece muy tranquilo y a diferencia de lo que te habias topado hasta ahora aqui la mayoria de los parroquianos no tienen armas.

El tabernero parece no estar presente ya que todos los trabajadores son jovenes de ambos sexos y de unos 20 años sin duda de buen ver todo un reclamo para la posada.

Gunnar observó fascinado el recinto del templo, la naturaleza envolvía aquel sagrado lugar; si esto no era un digno lugar de descanso de los antiguos Gunnar no podía imaginar otro sitio mejor. Fue avanzando entre los arboles dirigiéndose hacia la entrada del templo.

-Ágape puedes esperarme aquí si quieres, no tardaré- le dijo a la joven mientras entraba en el templo.

Una vez dentro Gunnar se dirigió al altar de los antiguos señores.

-Lokerber Olof os honraba, al igual que toda la casa Olof, llevaros a este noble guerrero con vosotros- recitó en voz baja.

Ahora Gunnar ya era libre para empezar su aventura, ya no le debía nada a nadie. Y así fue dirigiéndose de nuevo a la salida, donde esperaba que estuviese Ágape esperando.

Aquel sitio me maravillaba. No hacía falta rendir culto a ningún dios o deidad para darse cuenta de la belleza que desprendía aquel sitio. Levanté la vista cuando un par de pájaros echaron el vuelo desde unos árboles cercanos, lo que hizo que me fijara en que no sólo el edificio era digno de admirar, sino que también los jardines transmitían serenidad y una sensación de atemporalidad aunque fuera de lo más sencillos. Como si el tiempo se hubiera detenido en ese mismo instante, y los días, las semanas o los meses no pasaran por aquel lugar.

Escuché a Gunnar y asentí con la cabeza.

-No te preocupes- informé, sentándome en uno de los bancos de piedra que había-. Yo te espero. Tarda lo que quieras- sonreí.

Despedí a Gunnar con la mano y me quedé contemplando el paisaje, mientras me tapaba con la capa para no pasar frío. 

- ¡Trato hecho! - Dijé estrechando la mano del amable hombre. - En cuanto salga el sol, estaré aquí. Tenga su paga. - Agregué al poner las 20 monedas de acero sobre la improvisada mesa que tenía enfrente.

Después de terminar aquella transacción comercial, seguí el rumbo hasta la posada "Orgullo de Dragón". Espero no haber hecho esperar a Drago y a los demás.

Al acceder a la posada y comprobar su aspecto interior comprendí que en aquellos enseres había invertida una fortuna. Me dirigí al mostrador para que me atendieran y al llegar a él exclamé:

-¿Alguien puede atenderme?, necesito una habitación y algo de comer por favor...

Mientras esperaba ser atendido, eché un vistazo con mis ojos a todas las mesas para probar suerte e intentar localizar alguna cara conocida.

Un camarero que pasaba por alli te mira y se fija en concreto en tus armas.

​-Puedes sentarte en la mesa del fondo, la que esta junto a la chimena, ire a ver si nos quedan habitaciones, y en cuanto a eso-Dice señalando tus arma- Esta prohibido usarlas en el local, si lo haces tendremos que avisar a la guardia, no queremos problemas..

Tras una breve caminata llegas a la posada, en las calles hay un ambiente tenso sin embargo nada mas entrar te topas con un alegre ambiente al mas puro estilo kalasase mesas cuadradas alineadas, dos pisos y charlas entre comensales, todo parece muy tranquilo y a diferencia de lo que te habias topado hasta ahora aqui la mayoria de los parroquianos no tienen armas.

El tabernero parece no estar presente ya que todos los trabajadores son jovenes de ambos sexos y de unos 20 años sin duda de buen ver todo un reclamo para la posada.

Mientras espero a que el camarero regrese y me indique si quedan habitaciones libres, me dedico a observar a los comensales del lugar...

Gunnar salió del templo sin esa carga pesada en sus hombros, listo para seguir su propio camino. Había ofrecido sus respetos a los antiguos por su abuelo y a partir de ahora no le debía nada a nadie.
Paseó tranquilamente por los jardines contemplando la estampa que era adornaba por un esplendido sol.

Se acercó a Ágape, que para su alegría le había esperado, demostrando ser una compañera leal.

-Ágape muchas gracias por esperarme, a partir de ahora soy todo tuyo- le dijo sonriendo. -Tal y como te dije a la entrada de la ciudad-

Entorné los ojos debido a la claridad del sol y resoplé observando el paisaje. No se escuchaba ni un alma. Ni siquiera el cantar de los pájaros, salvo cunado una bandada salió volando de un árbol cercano.

Subí los pies encima del banco y me acomodé mientras esperaba a Gunnar. Eché un vistazo por encima de mi hombro para ver la entrada del templo. Quizá, yo también debiera entrar. Para pedir por mi tío. Sacudí la cabeza deshaciendo esa idea de mi mente y volví a fijarme en los sencillos jardines. 

Me tapé aún más con la capa e hice círculos con el vaho que me salía de la boca, entreteniéndome un poco como una niña pequeña hasta que saliera Gunnar del templo.

Miré de nuevo a la entrada por si veía salir al hombre, pero nadie salía. De hecho, no recordaba que hubiera entrado alguna persona tras Gunnar. 

Me estaba quedando helada en el banco, por lo que empecé a caminar cerca del banco para comprobar quién salía del templo. Se me entumecieron los pies y los sentí en un primer momento dormidos, pero, al rato, dejaron de dolerme.

Tras unos minutos dando vueltas como una peonza, volví al banco y me senté, resoplando.

Vi aparecer, finalmente, a Gunnar por la puerta y sonreí. 

-¿Ya has terminado?- pregunté.

Escuché sus palabras y reí, moviendo la cabeza y con un gesto de la mano.

-De nada, Gunnar, de nada- respondí-. No tiene importancia.

Tomé su brazo y caminé junto a él, muerta de frío.

-Bueno, cielo, ¿a dónde vamos ahora?- inquirí-. ¿Te apetece ir al distrito comercial y curioseamos la mercancía? Además- añadí, riendo-. Viajas con una de los Caerios. Si quieres algo, haré que te pongan un buen precio- apunté. 

-Quizás podamos ir en busca de nuestros acompañantes en la caravana, quizás sepan algo-le respondió a la joven. -Pero claro, sería de insensatos no aprovechar tus dotes para regatear-añadí sonriendo.

Sonreí ante las palabras de Gunnar.

-Efectivamente, no hay mejor momento para sacar un buen precio a lo que se quiera comprar que en compañía de uno de mi pueblo, te lo aseguro- indiqué, de forma totalmente innegable-. Quizá, yo no sea tan buena cazadora como tú o luchadora y un largo etcétera, pero tengo mis trucos- le guiñé un ojo, cómplice, como si le estuviera contando un secreto y le indicara que no lo contase-. Así que, por mí, vamos primero a comprar algo para comer y, después, podemos buscar a los demás.

Aunque, esa segunda idea no me entusiasmaba mucho. No me hacían mucha gracia con los otros que habíamos viajado. No por nada, sino, simplemente, porque tampoco me entusiasmaba cruzar más de tres palabras con el resto de la gente. El único con el que me podía permitir ser yo misma era con Gunnar y me costaba sobremanera en muchas ocasiones ser alguien amable. Sin embargo, con el resto de las personas... Aún se me atragantaban las multitudes o mantener conversaciones con el resto de las personas. Por ello, no me hacía gracia volver con los demás. Pero, no podía ser egoísta.

-De acuerdo- asentí-. Luego, si quieres, podemos ir con el resto de los viajeros de la caravana. 

El distrito de los mercaderes es un sitio cuanto menos peculiar, las tiendas estan construidas en la parte baja de las casas pero los productos estan amontonados en estantes en el exterior, Todos parecen sencillos mercaderes salvo algun que otro aventurero con armadura de cuero y arma al cinto, los cuales son muy numerosos por aqui, al parecer se estan reuniendo para algo y los guardias de la ciudad parecen tensos, En los tenderetes se ofrece de todo desde comida hasta ropas, incluso alguna pajerera con aves exoticas se puede encontrar..

Sentado en su mesa junto a la chimenea drago reconoce una cara conocida es donaar quien acaba de entrar por la puerta..

Al percatarme de la entrada de Donnar, le hago señas con el brazo para que me acompañe en la mesa mientras como algo a la espera de que me asignen una habitación. A la vez que las señas le grito para llamar su atención:

-Donnar si quieres acompañarme a comer algo, aquí tienes sitio libre.

Disfruté como una cría en el distrito comercial. Toqué todo lo que tenía a mi alcance, curioseé cada caja, alfombra, cuchillo o ropa que vendían. Probé las muestras de manjares que aseguraban tener lo que hizo que me ahorrara la comida que tenía pensada comprar para el resto del día antes de ir a la posada y repetí alguna que otra vez poniendo ojos y haciéndole mohínes al tendedero donde vendían dulces y ricos pasteles y uno podía probar con el fin de comprobar que, efectivamente, eran los más deliciosos de la zona. Yo le di la razón al tendedero y negué que hubiese mejores dulces en toda la comarca, lo que hizo que me granjeara otro pastel.

Con el estómago lleno, eché un vistazo a los puestos de la plata y me fijé en un bonito pasador para el pelo del cual colgaban en un extremo finas hebras de plata. Se me iluminó la cara al ver tal joya y regateé con el mercader para que me lo rebajara a la mitad. Tras discutir, dar pena, y agasajar al hombre con bonitos piropos, todo por ese orden, me llevé el pasador por la mitad de su precio y un bonito brazalete del mismo material como regalo.

-¿Has visto?- dije a Gunnar, sonriendo, mostrándole lo que había comprado-. Si quieres algo, tú avísame que te lo consigo por un precio módico- me coloqué el brazalete sintiendo el frío metal en la piel y tomé el pasador del pelo al tiempo que me miraba en un espejo que se vendía en otro puesto para colocármelo.

Seguimos caminando y señalé con la barbilla a uno de los guardias.

-¿Te has fijado, Gunnar?- pregunté, susurrando, mientras fruncía el ceño-. Todos parecen nerviosos, como si algo importante fuera a pasar.

Me encogí de hombros y lo miré.

-Bueno, ¿qué quieres hacer?- inquirí-. ¿Nos vamos ya a la posada o prefieres seguir curioseando por ahí?

- Gracias, compañero. - Le dije a Drago mientras me sentaba a su lado. Le hago unos movimientos a una camarera para que se acerque. - Buenas noches, señorita. ¿Sería tan amable de traerme una buena porción de carne y una pinta de la mejor aguamiel que tenga? - La joven me dijo que enseguida traería lo que le había encargado. Cuando lo hizo, le pregunté. - ¿Con quien debo hablar para poder alquilar un cuarto?