Partida Rol por web

Le Fin Absolue du Monde

Poenitentiam agite (Capítulo I)

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23/09/2015, 00:48
Director

El día termino, tenso. Creía que le costaría dormirse, pero en realidad pronto le invadió un sopor indescriptible. Cayó en un profundo sueño, y en él, estaba en una verde floresta en una tarde de primavera, corriendo con su hermano. Eran niños, y eran felices.

Lanoso, su antiguo perro, corría por delante, ladrando. ¡Que felicidad! Los días volvían a ser una aventura maravillosa, y todo era bueno y bello. El perro se perdió entre la espesura, y tras dejar a su hermano durmiendo a la sombra de un sauce, salió a buscarlo.

Siguió las pisadas del can, atraída por sus lejanos ladridos, hasta la vieja ermita lombarda que estaba en ruinas. Un lugar donde solía jugar de pequeña, cuando su padre iba de caza y ellos tenían permiso para recorrer aquellos campos a su antojo.

Encontró la ermita, que siempre le había fascinado, y a su perro. Pero había un hombre con él. Un hombre de mediana edad, con el pelo largo y una barba corta, que estaba de espaldas, acariciándole la cabeza. En ese momento supo que aquello era, y a la vez no era un sueño. Por que una sensación de bondad, calidez y luz se apoderó de ella cuando el hombre se dió la vuelta y le sonrió. Sintió que lo conocía de toda la vida, aún cuando nunca lo había visto. ¿O quizá si? Sus rasgos eran tan familiares...

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23/09/2015, 01:06
Él

-Antonella -dijo, y su voz se transmitió como un susurro que acariciaba con el viento- Es un buen perro. Y aún lo sigue siendo.

Le extendió su mano, ofreciéndosela.

-Ven, acércate. No tengas miedo.

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23/09/2015, 01:17
Antonella Bianchi
Sólo para el director

No habìa peligro o eso le parecìa a ella por lo cual se acercò al hombre. Lo que le decìa sobre el perro era verdad, conocìa bien a su mascota pero màs allà de eso, la voz y la paz que èsta transmitìa le hizo acercarse sin ningùn resquemor.

-No tengo miedo-dijo la Antonella infante.

Lo miraba como si fuese el paisaje màs hermoso que hubiera visto nunca.

-¿Quièn eres?

Se sentìa curiosa y capaz de preguntar sin màs intenciones que el saber.

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23/09/2015, 01:19
Director

Su piel comenzó a arder, pero sin terminar de quemarse. Como si debajo no tuviera sangre, si no lava que fluyera, con un dolor insoportable, y que sin embargo experimentaba sin poder escapar, sin poder ni siquiera desmayarse. Entonces, un haz de luz hizo al demonio apartarse, y la sombra de unas alas planeó sobre suya.

Escuchó las voces, pero estaba cegado por la luz.

-¡No te llevarás a éste hombre todavía, diablo! -dijo una voz profunda y a la vez andrógina.

-¡Su alma me pertenece, es mía por derecho!

-¡Todavía no!

Sonó ruido de aceros al chocar, pero también de relámpagos, tifones y fenómenos de la natura. Y al cabo de aquel combate, recuperando parcialmente la visión, su cuerpo levitó sobre el haz de luz, alejándose de aquel infierno.

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23/09/2015, 01:20
San Miguel

La luz disminuyó en intensidad, y estuvo dentro de una estancia. Una estancia con paredes de nácar y plata, con un trono vacío bajo cuyos peldaños había un escabel. Y sobre él, unas sencillas sandalias de esparto, y un báculo.

La figura alada aterrizó finalmente, brindándole la sombra necesaria para que sus ojos no sufrieran. Su expresión era curiosa, y le transmitía a la vez amor y majestad. La mirada del arcángel alado, con su espada en la mano, era de lástima hacia su persona.

-Pietro Bertoni -dijo entonces- Acabas de ver a lo que tus pecados te han conducido.

Apoyó las manos en el pomo de su espada, una sobre la otra.

-Pero tus buenas obras te han abierto un camino. Un camino que Él quiere que recorras. Por que él tiene un plan para ti, un plan para redimir tus pecados. Un acto de tanta generosidad y entrega, de tal amor y sacrificio, que te haga merecedor del Cielo.

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23/09/2015, 01:27
Él

Sonrió al verla así. Le causaba emoción, y un apunte de cierta tristeza, ver como se mortificaba por sus pequeños pecados. Pequeños, sin duda, pues su padre estaba dispuesto a perdonar todo aquello, como solía. Tomó sus manos.

-No debes arrodillarte, no.

Cuando se levantó, besó sus manos con infinita humildad y misericordia.

-Todos pecamos, Giulia Zatelli. Todos, incluso yo. Incluso nuestro Padre. Él cometió errores, en el pasado, yo los cometí. Pero al final, todos seremos perdonados.

Acarició su mejilla, y la condujo para que volviera a sentarse.

-Él conoce vuestra aflicción. Sabe de la argucia de Luzbel, pero no puede ayudaros. No de momento. Él... es astuto. Retiene para si los símbolos del vínculo, los símbolos de la última alianza.

Parpadeó, algo inquieto.

-Él os brindará ayuda, y hará el viaje liviano. Pero el viaje deberéis emprenderlo vosotros.

Asintió, despacio.

-Él te necesita, tanto como os necesita su Iglesia*. Necesita de tu inteligencia, tu valentía, tu fe. El profeta nuevo llegará a la ciudad, y os buscará a todos. A él ha sido revelada la misión, y procurará llevarla a cabo.

Beso su frente, y con ese beso sintió que todo el amor del universo se derramaba sobre su alma.

-Encuentra la fortaleza, y no dejes que los demás desfallezcan, ni caigan en el mal. Ellos te necesitan. La humanidad te necesita.

Notas de juego

*Entendamos el concepto Iglesia como el de la comunidad de fieles, y no como la institución jerárquica que surgió con ese nombre. Tal era el concepto primigenio que tenía ésta palabra entre las primeras comunidades cristianas.

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23/09/2015, 01:39
Él

Tomó su mano y entendió, sin necesidad de palabras. Él era Dios encarnado, el Hijo del Hombre, Cristo coronado. Y su bondad y misericordia eran infinitas, como lo era la luz del Padre creador.

-Yo soy el que soy -dijo con una breve sonrisa.

La guió al interior de la vieja iglesia lombarda, que se recompuso como un castillo de naipes ante sus ojos. Y con ella, sus pinturas. Unas pinturas que le eran familiares: la guerra celestial, entre ángeles y demonios. Y en otra pared, la historia que estaban viviendo: el Demonio contra los hombres, sosteniendo la tiara y el báculo, con las sandalias de pescador.

-Tu bondad es sincera, y has vivido siempre procurando alejarte del pecado.

Se giró a mirarla.

-Pero el pecado no es sino aquello que el corazón enturbia, lo que convierte al manso en malvado, al valiente en miserable, y al voluntarioso en cobarde. Los hombres pasarán toda la eternidad tratando de comprender que es el pecado. El pecado es todo, y a la vez, no es nada.

Se llevó unos dedos a la boca, como reclamando silencio. Sin embargo, era un antiguo gesto de su época, que quería decir: "prudencia".

-Él te ha escogido, Antonella Bianchi, por ser de corazón puro. Conoces tu destino, y tu destino es claro. Yo guiaré tus pasos, pues eres necesaria, y aún imprescindible.

Señaló la pared, y la pared se convirtió en las murallas de Milán.

-Toma un caballo, y acude con presteza al encuentro de mi profeta. El tiempo apremia, pues el Diablo está al acecho. Cabalga con fe, y a nada temas. Debes ir sola, pues solo la pureza de un corazón sin mácula es invisible a los ojos del maligno.

Lentamente, regresaba a su estancia, a su cuerpo y edad, mientras su voz sonaba de fondo, como un susurro.

-Debes apresurarte, Antonella Bianchi. El profeta debe llegar a la ciudad antes de que Belcebú lo haga... ¡Corre!

Y abrió los ojos, despertándose.

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23/09/2015, 01:55
Antonella Bianchi
Sólo para el director

No tuvo tiempo a nada, ni bien despertò saltò de la cama como un resorte, no tenìa ni idea de què hora era pero si tenìa idea de lo que debìa hacer a continuaciòn. Fue al servicio, se lavò la cara y se vistiò tan ràpido como pudo, lo mejor que pudo porque no querìa pasar frìo aunque tampoco pensò mucho en el atuendo, cogiò un pequeño bolso de piel y metiò una muda ligera por si acaso, luego pasò por la cocina y cogiò un par de frutas que depositò en el mismo bolso y saliò sin hacer ruido. No es que Antonella Bianchi estuviera pensando demasiado pero asì, dando grandes zancadas se apresurò hasta el establo de la familia y escuchò el relinchar de los caballos, buscaba uno en especial, su hermosa yegua gris que la llevaba a todos lados cuando eso era posible.

-Vamos pequeña, vamos porque alguien nos espera...

Con gentileza montò a la yegua y saliò sin màs. Recièn a galope del animal, fue que se dio cuenta que estaba dejando todo atràs pero es que ¿quièn le desobedece a Dios? Èl dijo que no debìa tener miedo y lo tenìa pero aùn asì lo harìa.

-Si no queda màs opciòn, Dios me acompañe.

Tuvo que desmontar para abrir la puerta de la cochera, con el corazòn latiendo a mil porque si alguien la descubrìa podìan pasar mil cosas, ademàs, no querìa exponer a su familia por lo que antes de retirarse dio un portazo para que escucharan y fueran a cerrar, seguro que alguno de los guardias lo harìa y si no, Dios se ocuparìa de ello que para eso le habìa dicho que estarìa en todo momento con ella y lo creìa fervientemente. Cogiò el camino principal porque lo vio despejado, si sucedìa algo, tendrìa que intentar otras cosas pero por lo pronto el camino principal le parecìa buena idea.

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23/09/2015, 02:24
Director

Los pesados maderos que atrancaban la puerta le parecieron livianos. ¿Algún extraño efecto, o quizá euforia? Dió unos golpes y salió. Los criados estaban ya inquietos por los ruidos nocturnos, y cuando salió con el caballo acababan de llegar a la cuadra, y para su espanto la vieron partir. Pero la prudencia, el temor y el instinto de conservación les hizo atrancar la puerta inmediatamente.

Y había razones para hacerlo, por que las calles estaban llenas de personas que dormían. Era casi milagroso, pues el caballo trotaba por ellas, y en ningún momento sus cascos aplastaron a nadie. Ciertamente, estaba siendo guiada por la mano de Dios.

Con su ropa de viaje, y la capa flameando por el viento, recorrió las calles de la caótica y sobrepoblada ciudad, topándose ahora con guardias, ahora con grupos de asaltantes armados, ahora con procesiones de penitentes que se flagelaban para expiar sus pecados. Y todos, sin excepción, la miraron con incredulidad, haciendo poco por detenerla. ¿Quien podía creer lo que estaban viendo sus ojos?

Y tras recorrer la plaza del Duomo, las desmejoradas calles de la ciudad que había sido su hogar durante tantos años, llegó a una de las puertas de la ciudad, cerradas a cal y canto, y vigiladas por la guardia.

-¡Alto a la guardia! -gritó el sargento, con su alabarda.

Sin embargo, el caballo no se detenía.

-¡Alto, quien va!

Vieron llegar al caballo, y se dispusieron rápidamente para tratar de detenerla. La ciudad estaba cerrada, nadie podía salir sin el permiso pertinente. Y menos, de noche. Eso era manifiestamente peligroso.

Pero el caballo no se detenía, y la voz de los ángeles retumbaba en sus oídos. "Ten fe".

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23/09/2015, 02:34
Giovanna

¿Qué era eso? ¿Lo que decían formas, luces y colores? ¿Qué era qué? Intentaba oler o tocar para entender, se movía con rapidez tanta que… pero no se mareaba, se dio cuenta entonces de que no tenía peso, no tenía cuerpo, este yacía abandonado allá donde se durmió. Se asustó. Quería llorar, respirar, cuanto sentía era tan abrumador, tan profundo… ¿Había muerto mientras dormía? ¿Soñaba? Quería volver a meterse en su cuerpo ¿Por la nariz? ¿Por la boca? Llamó a Andrea a gritos, pero nada, tan solo… paz, tanta paz… reparó entonces en lo hermoso de lo que le rodeaba, en la luz remanente de las ascuas en los incensarios, las sombras temblonas, del polvo en suspensión zarandeado por el aliento, los rostros dormidos junto a los rostros de los frescos, las manos, los tejidos, las letras… bailó con el aire, elevándose y girando, observándolo todo.
El tiempo pasaba y entendía cada vez menos, si había muerto… no debería ir a alguna parte? ¿Venir alguien a por ella? Decían que la Virgen del Carmelo recogía las almas y las conducía al paraíso, pero no parecía poder salir ni que nadie la viera… ¿Se habían cerrado las puertas del Cielo? ¿Era entonces un fantasma? Volvió a asustarse y una especie de vértigo la invadió, empezó a ascender y ascender y ascender, sin sentir frio pese al relente y la escarcha de la noche. Así que eso era el mundo… y eso de arriba… ¿El Cielo? Pues iba a ser verdad que había muerto
“Pobre Andrea, pobre Pater…” lamentó dejarles solos, en el disgusto que se llevarían al encontrarla así ¿De qué habría muerto? No recordaba haber sentido dolor ni molestia alguna.
Se dejó llevar, le pareció lo natural, irresistible, deseable incluso familiar, como un recuerdo remoto, como si otra vez quisiera dormir como si fuera a desaparecer y no le importara. Desaparecer no, diluirse, regresar…
Escuchó entonces una voz, bueno escuchar era un decir, todo era cosa de un sentir profundo ¿Sufrir? Confusa tal vez, a veces triste, aterida de frío, dolorida pero… sufrir… sí… aquel día, cuando su padre le soltó la mano… lo había olvidado. Era verdad, había sufrido, pero eso quedaba lejos. Volvió a pensar en Andrea y el Páter “¿El? ¿Dios?”, todas las preguntas del camino regresaron en tropel ¿Qué era aquello?

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23/09/2015, 02:37
Antonella Bianchi
Sólo para el director

Habìa escuchado como se cerraba el portòn de su casa como por arte de magia. Habìa pasado por sobre cuerpos vivos sin lastimar a ninguno. Habìa pasado de todo en su camino a salir de la ciudad y ahora que estaba allì, no sabìa còmo hacer para que las cosas siguieran sucediendo asì, como venìan sucediendo pero se dijo a sì misma que ya estando ahì no quedaba màs que seguir.

-Corre, Isis, corre... Nada tiene que detenernos.

Cerrò los ojos y se sujetò bien al cuello del animal que corrìa con un sòlo fin: atravesar esa puerta. Podìa sentir el aire golpear contra su cuerpo mientras el animal la llevaba a todo galope; la Bianchi esperaba el momento en que chocara contra esa enorme puerta de madera.

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23/09/2015, 02:55
Director

El caballo no frenó, y ella solo cerró los ojos. Los guardias se apartaron, no entendían. Pero pronto entendieron. Sintió un cosquilleo rugoso, y un segundo después, volvió a sentir el viento.

Abrió los ojos, y estaba al otro lado de la puerta, cabalgando sobre la campiña, alejándose de la ciudad. Había... ¿Había atravesado la puerta sin más? Los guardias se quedaron impactados. No sabían muy bien que había pasado. Pero aquellos eran tiempos extraños, y el suceso no hacía si no reafirmarlos.

La yegua prosiguió su viaje, más ahora no cabalgaba, si no que iba al trote, conservando las energías. En la negra noche había formas, formas de muertos en vida, que deambulaban. Pero los muertos no la veían, aunque pasara al lado. Aunque si les temía, comenzaban a olerla.

Tendría que abstraerse, aprender a ser valiente. Aquello costaba más de decir que de hacer.

Notas de juego

Tirada de Tenacidad a dificultad 11+ (Miedo) -se tira un solo d10-

Y luego Cabalgar, sin Dificultad.

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23/09/2015, 09:44
Fray Pietro Bertoni
Sólo para el director

La mirada del ángel le causó tal impresión que no podía más que llorar agradecido. Aunque le imponía más Miguel que Satán no tenía miedo, como si se hubiera consumido en el fuego, pero la majestad del santo imponía tanto que calló de rodillas como fulminado por un rayo.

Tenía presente sus pecados, tal vez más que nunca. Aun así, por primera vez en estos últimos años, no ocupaba sus pensamientos en lamentarse con el mal que había hecho. Pensó que peor todavía que el mal que había cometido era el bien que había dejado por hacer. Esa ausencia del bien era el centro de su decepción, de su derrota. Se colmó de gozo por la oportunidad que le ofrecía el santo, por lo que le quedara por hacer antes de morir.

Y lloró, lloró como un niño, se acordó de su madre y lloró más.

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23/09/2015, 16:01
Giulia Zatelli

Aquel era el momento. Se había iniciado un diálogo que exigía respuesta. Siempre había sido así, aquella era la esencia del cristianismo. Y ante ella, Jesús, quien se había ofrecido en sacrificio muriendo en la cruz para el perdón de los pecados del hombre, le pedía su ayuda, su compromiso, su respuesta.

-Hágase en mí tu voluntad -afirmó con devoción tras sentir el fuego de aquellos labios sobre su frente-. Soy vuestra sierva, mi Señor, y haré cuanto esté en mi mano para cumplir con lo que se me pide, sin desfallecer. Emprenderé ese viaje y no abandonaré. Me hicisteis libre y libre acepto librar esta batalla. Pater in manus tuas commendo spiritum meum.

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23/09/2015, 18:05
Director

Su compañero de viaje sonrió por la pregunta. Era lo habitual. La gente quería conocer, pero el conocimiento que alcanzaban en ese plano espiritual no podía llegar íntegro al mundo de los hombres. Su mente no era capaz de interpretarlo. Sin embargo, el creador concedía todas las respuestas a las preguntas que les hacían sus hijos.

Por eso, sobrevolaron los inmensos campos floridos del cielo, donde vió a personas que ya no estaban, felices, bailando, tumbados en la hierba, disfrutando de aquella vida.

Y luego todo aquello se transformó en un negro paisaje, donde la Tierra no era si no una bola azul flotando en el vacío, luminosa y tapizada por las masas de tierra. Y vió que las nuevas tierras que España había descubierto eran muy grandes, tanto o más que el perfil de Europa, el África y el Asia, que intuyó de alguna manera como conocidos, aunque jamás los hubiera visto.

Y su tótem, ahora un orbe de luz, la acompañó en un paseo por el sistema solar, por la galaxia y el Universo al alejarse. Y vió que todo estaba conectado, como las venas de un hombre, aunque no las hubiera visto nunca, o las ramas de un árbol.

Y esa luz sobre la oscuridad que era el todo, le habló. Y cada vez que hablaba, una gigantesca pulsación curvaba el espacio y el tiempo, y la atravesaba como si fuera un tamiz.

-Yo soy el que soy -dijo, reafirmando la frase bíblica.

Hubo un instante de silencio, y luego escuchó su nombre.

-Giovanna da Milano, mi Iglesia te necesita. Yo te necesito.

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23/09/2015, 18:58
San Miguel

Le tendió una mano.

-Levántate y enjuaga tus lágrimas, pues es tiempo para la firmeza y no para el llanto.

Esperó a que lo hiciera, y luego siguió hablando.

-El profeta va a llegar a la ciudad. Y Él os ha reunido, ha reunido a los escogidos. Dos están cerca de ti, la mujer ciega y la sanadora. Otros dos, deberás buscarles. Busca al maestro de la espada, y al mercenario de las ropas amarillas. Dios tiene un plan para ellos, pues serán su espada, que es la mía.

Le miró con sus ojos profundos como la noche estrellada.

-El profeta conoce el cometido. Debéis seguirle, aunque sea hasta las puertas del infierno. No podéis fracasar, o la humanidad sucumbirá en la noche.

Poco a poco, fue despertando de su sueño. La voz del arcángel ya sonaba lejana.

-Despierta, Pietro Bertoni, pues no hay tiempo que perder.

La luz del amanecer entraba por el ventanal de la sacristía, y le despertó. Volvía a estar dentro de la iglesia de San Salvador.

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23/09/2015, 19:05
Él

Besó su frente. Su entrega y capacidad de sacrificio le conmovía, recordándole al tiempo en que él era carne.

-Reúnete con los que han sido tocados por su mano. A dos les tienes muy cerca, y no te costará reconocerles. A otros dos, manchados por el pecado de la muerte, tendréis que reclutarlos para la causa. El profeta llegará pronto, de la mano de una dama con el cabello de oro. Ellos también os acompañarán en éste viaje.

Soltó sus manos, y sintió que se alejaba, poco a poco, pero sin moverse.

-Y ahora... despierta.

Parpadeó finalmente, por que la luz entraba por una de las altas y pequeñas ventanas del edificio gótico. Se había quedado dormida con los brazos y la mejilla sobre la mesa. La espalda le dolía un poco. ¿Había sido solo un sueño?

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23/09/2015, 19:57
Fray Pietro Bertoni
Sólo para el director

Pietro observó las motas de polvo que, al sentarse abruptamente en el jergón, se habían levantado en el aire, iluminadas por la luz de la mañana. Como soles. Ordenó sus pensamientos con calma pensando nada más que en cómo sería hecho lo que debía hacerse. El tiempo de lamentos había pasado.

-No más llanto. Le dijo al aire.

Debía actuar con inteligencia, pues no creía tener en absoluto influencia sobre esas dos mujeres y no era cosa de tirar de ellas sin más. Le sabía mal andarse con maquinaciones pero confiaba en que podría convencerlas si conseguía reflejar con sus palabras lo que tenía grabado en el alma.

Había estado cuidándose mucho de la pequeña Giovanna, esos niños que pululan por la ciudad son astutos como ratones, y él notaba que ella le miraba: aunque no tuviera ojos para la vista le veía con los otros, los que no se engañan con astucias. Contaba con su natural desconfianza.

Tendría que empezar con Giulia. A ella sí que la tenía calada. Confiaba en que con las palabras adecuadas florecería el entendimiento. Y con la ayuda de tan noble alma sería más fácil convencer el agudo instinto de Giovanna. Así que, rezando por ellas en susurros, se levantó presto a buscar a la dama.

Notas de juego

Por casualidad tenía puesto esto en mi equipo mientras escribía el comienzo del post, viene que ni pintado:

https://www.youtube.com/watch?v=szFw6Adk1hk

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23/09/2015, 23:15
Antonella Bianchi

No podìa creer còmo habìa conseguido cruzar la puerta pero tampoco podìa dudar de lo que sucedìa porque Dios estaba de su lado y Èl podìa obrar milagros que ni el corazòn màs puro podrìa entender. Sin embargo, ahì estaba en mitad de la noche trotando al encuentro de alguien que desconocìa y alguien que no sabìa còmo la recibirìa pero aunque tenìa miedo se daba ànimos pensando que estaba de la mano de Dios y que eso nunca podrìa ser malo. Sin embargo, los movimientos de los no vivos y el andar, los ruidos, las cosas que sucedìan a su alrededor, lograban ponerla nerviosa de una manera que casi le daban ganas de volver por dònde habìa venido pero era tarde, estaba en el punto que regresar era màs peligroso que seguir. -No te olvides de mì, Señor. Su corazòn latìa aprisa y por momentos apretaba demasiado las riendas del equino hasta que se daba cuenta y las soltaba porque eso podìa hacerla caer.

- Tiradas (3)

Notas de juego

No sè si estàn correctas las tiradas, ya me diràs.

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24/09/2015, 00:05
Giulia Zatelli

Parpadeó confusa, aletargada pero con el vívido recuerdo de lo acontecido. ¿Un sueño? Quizás, mas ¿acaso ello importaba? Giulia supo que lo prometido a Dios era algo que debía cumplir, algo a lo que se había comprometido, una causa a la que entregarse en cuerpo y alma, al margen de lo real o irreal de lo experimentado.

Se levantó y se desperezó con la consciencia de que lo recordaba todo, lejos de los vaga y huidiza memoria que acompaña a los sueños. Su dios le había hablado y como señal le había afirmado que cerca contaba con dos almas amigas a las que podría reconocer fácilmente. Almas que compartirían su camino, aquel que debían emprender.

No dudó.

Salió en su búsqueda, paseándose por el templo. De no hallarlos allí, seguiría andando hasta dar con ellos. Aquel era su propósito. La fe la guiaría.