Partida Rol por web

Pat no tuvo más remedio que salir de allí corriendo, dejó a su hermana cuidando de su primo y confiando en que nada más pasara. Tomó las llaves y entre grandes temblores logró encajarla en la cerradura y abrir la llave del portal, inmediatamente después subió las escaleras del edificio para llegar al apartamento. Y cuando estaba a punto de abrir la puerta se dio cuenta de un pequeño detalle. ¿Sería prudente abrir la puerta sin más, o quizá sería mejor llamar al timbre? Bryan teóricamente podría estar allí, y que Pat entrara con las llaves sería algo quizá sospechoso, sobre todo porque Henry y ella no es que tuvieran una mala relación, es que simplemente era inexistente. Ella jamás había visitado su apartamento, y desde luego que no conocía a su compañero de piso. ¿Cómo explicaría lo que estaba pasando? Aunque claro, para eso Bryan tendría que seguir vivo...

Estaba tan sumida en sus pensamientos que el sonido del teléfono la sobresaltó y, por un momento, no supo qué hacer. Ni siquiera cuando revisó la identidad de la llamada entrante, y pudo corroborar que se trataba de su primo Chris. Entonces, sintió un escalofrío. Si su primo la estaba llamando a ella, es que las cosas no podían haber salido bien. Sino, ¿por qué querría hablar con Penny? Si eso estaba ocurriendo, era porque no quedaba nadie más. La sola idea de que su familia hubiese desaparecido le encogió el estómago, y fue el pistoletazo de salida que necesitaba para, por fin, reaccionar.

- ¡Chris! - exclamó con ansia nada más descolgar. - ¿Qué ha pasado? ¿Dónde estás? Estáis... ¿bien?

Cuando su prima cogió el móvil sobresaltada se sorprendió bastante, aunque realmente estos habían abandonado a su familia, asique era lógico que también estuviese un poco preocupada.

- Si sí, estamos bien, hemos vuelto al club, ¿Dónde estáis vosotros? Henry no me coge el teléfono, por ello decidí llamarte a ti.

La respuesta de Chris tranquilizó a Penny, que descargó su tensión exhalando un suspiro y recostándose en el asiento del copiloto. - Estoy en el coche con Henry. Bueno... con su cuerpo - matizó irónica. No necesitaba decir más para que su primo entendiese lo que había ocurrido: Henry se había proyectado, seguramente hacia su casa; el lugar donde, en teoría, debían seguir Chris y P.J. - ¿Sabes algo del resto? - continuó. De forma inconsciente llevó su mano hacia la de su primo, que descansaba sobre su pantorrilla. De nuevo se puso a jugar con sus dedos. - Yo.... nosotros.... - corrigió - creo que tenemos para un rato aquí. No creo que pueda mover el cuerpo de Henry así como así.

- ¿Podrías intentar despertarle?, ya que si aparece con su compañero de piso alucinara aún más, hay que borrarle la memoria a ese hombre. No sé dónde están los demás la verdad, esperaba que estuvieseis juntos. Nosotros ya estamos aquí y tenemos el libro, ¿contactas tú con los demás? ¿O me encargo yo? – Chris no esperaba que sus primos se habían separado, pero al fin y al cabo ellos habían hecho lo mismo, esperaba que las cosas no se complicaran más, sino es probable que el compañero de piso de Henry se volviese loco.

- Contacta tú con ellos, yo me encargo de Henry. - Sin más dilación, colgó el teléfono.

Colgó el teléfono con desgana y lo dejó caer sobre su cuerpo. La velocidad del aparato hizo que acabara escurriéndose entre sus piernas. Penny no hizo nada para recogerlo, tenía otras cosas en las que pensar. Más bien, algo que decidir. No estaba segura de si quería despertar a Henry. Su primer instinto era salir del coche, dejarlo allí y alejarse todo lo posible de su familia. Una opción más que estúpida e infantil, pero así era Penny. Inconsciente, egoísta y, sobre todo, huidiza. No quería saber nada de lo que estaba ocurriendo en esos momentos a su alrededor. Nada de demonios, nada de libros ni nada de poderes. Quería una vida normal, volver a su piso y encontrarse a Candy preparando las botellas de cerveza sobre la pequeña mesita del salón. Quería una vida fácil y sencilla, cojones, ¿era tanto pedir? Pues al parecer sí, era el precio de ser una Halliwell. 

- Esto es una mierda... - masculló entre molesta, enfadada y desubicada. Su mano izquierda seguía entrelazada en los dedos de su primo, mientras la derecha se paseaba de forma nerviosa dibujando en su muslo dibujos abstractos. Las ganas de escapar volvieron de repente. Tanto, que se sorprendió con su mano sobre el asa. - ¿Pero qué cojones estás haciendo? - Se recriminó al instante. - Quitarte del medio, dejar de ser un estorbo. - Lo tenía claro. Ella nunca había servido para nada, ¿iba a hacerlo ahora? Por supuesto que no. Si seguía estando allí lo único que conseguiría era una muerte rápida y segura. Era una inútil pero se merecía vivir. O al menos, eso creía ella.

- Henry, despierta.... - los suaves zarandeos fueron sustituidos por fuertes embestidas que movieron el cuerpo de su primo de un lado a otro, provocándole pequeños golpes contra el lateral del vehículo. Al ver que no reaccionaba Penny se incorporó en el asiento, se dio la vuelta y, echando todo el peso sobre Henry incrementó el movimiento. - ¡HENRY! ¡JODER, DESPIERTA! ¿PERO SE PUEDE SABER QUÉ ESTÁS HACIENDO?

- ¿Que pasa? - pregunto. ¿Donde están?
 

Dejó de darle vueltas a la cabeza, respiró hondo para recuperarse de la carrera y poner en orden sus pensamientos; introdujo la llave en la cerradura, lo primero es saber qué pasa, si P.J. y Chris han estado aquí, y si Bryan está bien, yo sólo he venido a por un libro, pensó mientras le daba la vuelta a la llave.

Atenta a cualquier sonido que saliese del piso, abrió la puerta despacio intentando no hacer ruido, pasase lo que pasase dentro no quería ser el foco de atención por entrar como el séptimo de caballería.

Pat escuchó a través de la puerta para ver si oía algo. Pero la casa estaba excesivamente silenciosa. Así que decidió meter la llave en la cerradura y abrió la puerta. Cuando entraste pudiste ver a un chico rubio, de buen cuerpo y mostrando un marcado gesto de sorpresa. No entendía lo que estaba sucediendo y mucho menos pudo disimular la sorpresa que le diste en cuanto te vio entrar.

Bryan vio llegar a Pat, a pesar de ser una de las primas de Henry jamás la había visto y jamás se habián conocido. Ni si quiera se parecían en nada, pues Henry era igual que su padre, y Pat igual que su abuela. Estaba claro que encontrar algún parecido sería imposible, pero cuando vio como entraba en el apartamento con las llaves, el joven se cruzó de hombros y se quedó parado, de pie, mientras la miraba fijamente a los ojos.

¿Se puede saber quién eres y qué haces con las llaves de esta casa?

Por un momento pensé que iba a ser Henry, ¿pero quién cojones era esta tía? ¡Qué mierdas está pasando hoy!

Puf, puf. Los golpes de la cabeza de Henry contra el coche resonaron en el interior de sus oídos hasta que el joven abrió los ojos y respiró con dificultad, soltando una carcajada, como si le hubiera faltado el aire.

Miraba pero no veía nada. Estuvo unos segundos con la vista desenfocada, escuchando sonidos que le resultaban familiares. Poco a poco la vista fue centrándose y su cabeza analizó esos sonidos y decidió que eran palabras. Unos segundos más y comprendió que alguien le llamaba. Alguien no. Penny.

¿Penny...? ¿Qué pasa? ¿Qué ha pasado? preguntó. Un torrente de recuerdos le vinieron a la cabeza en esos momentos. Los últimos fue su intención de enviar a su doble a la puerta de su casa y solucionar lo que habían comenzado sus primos...

¡Penny! ¿Qué ha pasado? ¿Dónde está Pat? ¿Qué cojones ha pasado? preguntó, preso de un ataque de histeria, agarrando a su prima por los hombros, con fuerza, pero sin llegar a ejercer demasiada presión.

Pat vio al chico rubio cruzado de brazos y mirándola desde el centro del salón, y enseguida supo que debía tratarse de Bryan, todo en el piso parecía estar en orden por lo que puso su mejor sonrisa y se dirigió al joven con tono de disculpa.

- Hola, tú debes ser Bryan, - dijo adelantándose y entrando en el piso para cerrar la puerta - soy Patricia una de las primas de Henry, me ha enviado a por un libro que se ha dejado y que dice que es imprescindible que lo tenga cuando suba a hablar, no encontrábamos aparcamiento y me ha dicho que subiese yo mientras él da vueltas a la manzana.

Mientras hablaba la mirada de la joven hizo un barrido por la estancia, ¿dónde dijo Henry que lo había dejado?.

- Le has llamado hace un momento, ¿no? teníamos a la policía siguiendo a un coche justo detrás nuestro, qué follón. - comentó mientras daba unos pasos hacia el interior y se acercaba más al chico - No sé por qué la gente no para, una vez que te han visto te van a pillar, sí o sí. ¿Querías algo de él? Si quieres le digo yo lo que sea... o mejor, me ayudas a buscar el dichoso libro y después me acompañas y se lo dices cuando pare para recogerme.

Al decir la última frase sonrió abiertamente, esperaba que la creyese y de todas no le vendría mal su ayuda dado que ni siquiera sabía ni cuál era la habitación de su primo.

La reacción de Henry al despertar cogió tanto por sorpres a Penny que la chica le soltó al momento. ¿Se estaba riendo? ¿¿¿Por qué se estaba riendo???

- ¿¿¿QUE QUÉ HA PASADO??? - la ansiedad y el nerviosismo de su primo la puso en tensión al momento. Sobre todo, cuando éste la cogió por los hombros y la zarandeó. No le gustaba que la tocaran, y menos de esa forma. Llevó sus manos hasta las de su primo y, con algo de fuerza, le obligó a soltarla. - ¿¿Cómo me preguntas a mi qué ha pasado?? ¡¡¡Sois vosotros los que os habéis marchado, ¡¡¡yo llevo horas encerrada en este maldito coche!!!

Estaba muy enfadada, especialmente por esa última parte. Como siempre, la estúpida y niñata Penny era la que debía quedarse atrás, en la retaguardia, mientras todos los demás hacían el verdadero trabajo. - Si siempre va a ser así, ¿por qué narices quieren que me quede? ¿Por qué no me dejan salirme de esta maldita tradición final?

A pesar de su malestar, se obligó a respirar y centrarse en responder la pregunta de su primo. En el fondo, acababa de volver de una proyección astral y, dependiendo de dónde hubiese estado o lo que hubiera visto, era normal que estuviera confundido. Aunque esto no le importaba a Penny. La única razón por la que iba a molestarse en explicarle todo era porque se trataba de él. De Henry.

- Te marchaste a tu casa para ver si encontrabas a Chris y P.J., pero tardabas demasiado. Por eso, Pat decidió ir por su propio pie a tu apartamento, mientras yo me quedaba aquí cuidando de tu cuerpo. Entonces llamó Chris - su mano descendió hasta suasiento, donde descansaba el aparato. De forma autómata lo elevóy zarandó frente a Henry, para reforzar sus argumentos. - Ya están en el P3. Parece que las cosas han salido bien y tienen el libro. Del resto, no se nada  - se encogió de hombros de forma despreocupada - Chris dijo que se encargaría de llamarlas mientras yo te despertaba. Por lo que, teniendo en cuenta lo que te ha costado volver, puede que ya estén todos allí - a pesar del aparente resentimiento de sus últimas palabras, sus labios escondían una pequeña sonrisa. - ¿Quieres que conduzca por ti, Henry? Quizá no estés en condiciones.

Henry no entendía nada de lo que había pasado. Observó a su prima mientras ella hablaba con agresividad y, cuando terminó, se llevó la mano derecha a la frente y se la pasó por el pelo. Después, ambas manos taparon sus ojos mientras negaba con la cabeza.

Algo salió mal, Penny, no fui a ninguna parte. Se que intenté proyectarme, pero sentí como una gran fuerza hundiéndome y... Lo siguiente que recuerdo son tus buenos modos para despertarme dijo, con una pequeña sonrisa en los labios.

Algo debió salir mal, quizá fueron los nervios que me fallaron miró hacia el volante y dejó la vista ahí, perdida. Intentó recordar si había estado en algún lado, si había hecho algo que tuviera que recordar o reparar... Pero nada. Seguía en el mismo sitio donde había estado antes de intentar proyectarse.

Volvió en sí y miró a su prima. Si sigo así me pegará un guantazo pensó.

Sí, lo mejor es que conduzcas tú. Ahora mismo no me veo muy capaz después de lo que me ha pasado.

Tam se asustó al ver que apuntaban a su hermana, pero trató de tranquilizarse todo lo que pudo, su poder no era para ponerse nerviosa ahora mismo.

Levantó las manos y aunque temblaba por el miedo y la tensión, trató de hablar con voz alta y clara al agente Morris.

- Agente, dijo Tam tratando de poner algo de orden y normalidad a la situación, tenemos una urgencia familiar. Por favor, no dispare. No esconemos nada, ni hemos robado, ni hemos hecho nada ilegal, salvo conducir demasiado deprisa porque creemos, trató de parecer lo más convincente posible, que nuestro hermano está en peligro. Esta es mi prima, Melinda, la que nos está llevando a casa de mi hemano, venimos de un funeral y creemos que nuestro hermano se siente vulnerable y culpable y va a hacer una locura. Por favor, Melinda y yo nos quedamos a enseñarle los papeles del coche, están todos en regla, pero deje que mi hermana Kat vaya a comprobar que nuestro hermano está bien.

Tam había levantado las manos, se lo suplico dijo triste y nerviosa a la vez. Estamos todas muy nerviosas porque venimos del funeral de nuestro primo, las lágrimas realmente salieron sin poder contenterlas, por favor, no dispare, solo es un malentendido.

La respuesta de Henry le cogió tan por sorpresa que por un momento olvidó todo el enfado e indignación que le hervían por dentro. - ¿Me estás diciendo que TODO este rato has estado en una especie de 'limbo'? - a pesar de la pregunta, no esperaba una verdadera respuesta por parte de su primo. Pero tampoco habló. Estaba demasiado sorprendida, mirando fijamente la cara de su primo e intentando entender lo que acababa de contarle. - Somos un fracaso.... - susurró por fin, inclinando la cabeza hacia abajo y concentrando su mirada en los nerviosos movimientos de sus dedos - ¿Cómo esperan que salvemos el mundo si ni siquiera vamos a ser capaces de salvar nuestras vidas? ¡¡¡¡Cómo!!!! - las última palabra salió con fuerza de su interior, acompañada por un desesperado gesto de sus manos. No estaba bien, nada de lo que ocurría estaba bien. Ella era un fracaso (siempre lo había sido), pero que sus primos tampoco fueran capaces de controlar sus poderes no auguraban nada bueno.

Entonces, se dio cuenta de cuales habían sido las últimas palabras de Henry, y una media sonrisa se dibujó en sus labios. - Perfecto, yo conduzco. - Aun seguía nerviosa, pero decidió dejar sus miedos y dudas para otro momento. No todos los días tenía la oportunidad de que un miembro de su familia le dejara coger el coche. No, al menos, desde que tuvo ese 'pequeño' accidente con el 4x4 de su madre. Pero claro, ¿quien se iba a pensar que le habían hecho tanto efecto esa media docena de martinis?

Salió del coche a toda velocidad y, con la misma actitud, rodeó el vehículo por delante hasta llegar a la puerta del piloto. Sin dejar siquiera tiempo a su primo para salir del coche le abrió la puerta, e hizo un gesto con su mano para indicarle la salida. - Vamos, no hay tiempo que perder.

En un limbo o en coma, no te se decir contestó a la pregunta que realmente no esperaba respuesta. Se empezó a rascar la cabeza ante la expulsión de nervios de su prima. Tranquila, Penny. Jamás hemos usado nuestros poderes, así que nos llevará tiempo. Además pensó en voz alta tu y yo podemos practicar juntos. Date cuenta que, con nuestras habilidades, tendríamos que mejorar nuestro combate. ¿No te apetece pegar un rato a tu primo? Te va a servir para librarte de todos los macarras que quieren acostarse contigo... Frunció el ceño y la miró a los ojos No, Penny, no puedes ir dando a todo aquél que te moleste, que te estoy imaginando y empezó a reírse.

Su prima ya había salido del coche y le estaba abriendo la puerta. ¿Estás segura de que Pat está en el P3? No es plan de dejarla aquí tirada... Aunque a lo mejor es tu idea.

No había dado más de diez pasos cuando la voz de la agente le dio el alto, dejándola boquiabierta y a punto de perder el control sobre unos poderes que ni siquiera había invocado de puro miedo. Su estómago se encogió del susto y así se quedó, contraído dolorosamente mientras Kat se apresuraba a obedecer las órdenes de la chica, poniéndose de rodillas y con las manos sobre la nuca, tal y como había visto en las películas.

A pesar de la situación apremiante, pudo notar como entre el pánico se colaba una ligera sensación de vergüenza por verse en esa situación, pero su piel, lívida, no permitió que ningún atisbo de rubor inundara su rostro. Permaneció así durante todo el inspirado discurso de Tam, mirando al suelo, consciente de la atención indeseada que estaban atrayendo sobre ellas.

- Es tal y como dice mi hermana - afirmó al final con azoramiento.