Partida Rol por web

Penny se quedó parada mirando el reloj mientras el resto trataban de seguir al conejito blanco. Para cuando se quisieron dar cuenta lo habían perdido. Aquellos callejones eran demasiado oscuros, y seguir el rastro del conejo era muy complicado.

La visión podría resultar curiosa: un pequeño conejo parado sobre sus patas traseras, las delanteras apoyadas en lo que debía ser la cintura y su hocico moviéndose mientras miraba a la humana que le daba la espalda. En vista de que no recibía contestación decidió ponerse delante. Avanzó dando pequeños saltos, trastabillando en un par de ocasiones, hasta que se puso a su altura y vió qué era lo que llamaba la atención de Penny.

Una cosa a la vez, un momento. Y que yo recuerde no pactamos lo de mostrarte efectos especiales, sólo te dije que eran efectos lo que viste. Tío, comprende -le trató de explicar a Sam -para eso se necesita el equipo de producción. ¿Por qué te piensas que había tanta gente en el callejón ese día?

¡Va venga, tío! ¡Enróllate! El otro día en el callejón erais más. ¡Sé que podéis hacerlo mejor! Algo chulo como lo que vi, eso de las luces blancas, o lo de los gemelos, o lo de mover cosas. ¡Venga, no creo que cueste tanto! Allí no había ningún equipo de producción, seguro que tenéis habilidades mágicas. ¡Fijo! Luego miró a uno de sus compañeros y le dijo: Debe ser una peli de esas de mutantes, o de magos. ¡Molaba un puñao todo lo que hacían!

-Además, ten en cuenta que esos efectos cuestan caro. ¿Crees acaso que los productores autorizarían un derroche de recursos sólo para satisfacer la curiosidad de unos jóvenes entusiastas? Mira Sam, ya que tu y tus amigos estén aquí, en una entrevista privada con nosotros es un privilegio por el cual los canales de televisión y las marcas organizan concursos muy difíciles de ganar, así que, se buen chico y aprovecha tu oportunidad pasando un rato agradable con nosotros, ¿vale?

Tras esas palabras uno de los adolescentes le hizo otra foto a Melinda y rápidamente se puso a toquetear su teléfono móvil. Venga tía, le dijo, si a ti no te conoce nadie. No eres ninguna actriz famosa,  dijo mientras le enseñaba el teléfono móvil a uno de sus amigos y cotejaba la información de la chica, como mucho habrás trabajado en alguna biblioteca de esas, pero nada importante.

 ¿Queréis por favor dejar vuestras hormonas a un lado y escuchar?- les espetó.- No podemos enseñaros esos efectos como os acaban de decir mis compañeros. El trato era un autógrafo. Si lo queréis ahora es el momento. Sino, nuestro trato termina aquí.

Luego otro chaval chequeó la foto que le hizo a Tam, bah, y tú eres una profesora del colegio ese que está ahí al lado, tampoco eres nadie importante. Por último miraron en el teléfono a Chris, y tú... leía,  vale, eres el sobrino de la mujer esa tan famosa de la que siempre hablaban mis padres, la del periódico, la de la columna de amor del periódico ese tan antiguo, y... siguió leyendo, que parece copropietaria de este bar. Hizo una pausa para seguir mirándoles. Bah, en serio. Ya me vas a contar a mi qué hacen una bibliotecaria, un camarero y una profe haciendo trucos de magia en un callejón, sin ningún tipo de cámaras ni nadie alrededor.

No me jodais.

                La información extra que los chicos tenían en su haber no gustó un pelo a Chris. Esto se estaba yendo de las manos como una pequeña gota en un vaso que hacer rebalsar su límte. Para colmo, la forma de ser de los adolescentes, le daba unas ganas enormes de mandarlos a orbitar a Neptuno y, siendo no tan versátil aun en sus poderes, tenía que hacer un acopio de voluntad extra para no darles los efectos especiales en primer plano.

                -¡¡Bueno basta!! –dijo furibunto pero asegurándose de no mover sus manos, no sea cosa que realmente pase. –Me importa un pito lo que queráis. Nosotros tuvimos que venir, darte unas fotos Sam, y lo hicimos para ser agradables y porque ese día en el callejón tenías una cara de aterrado que pensamos que te atropellaría un coche.

                Sus ojos se clavaron en el hacedor principal de semejante lío, el joven hiper hormonado –y ¿cómo nos pagas? Vienes con un montón de chicos a exigirnos que saquemos efectos especiales del culo –Chris estaba enojado. Tuvo que apoyar sus manos tras la barra y tomar aire.

                -Querías una foto con la actriz, la tienes. Si quieres otra cosa tendría que llamar al maldito equipo de producción, ¿y quién lo va a pagar?? ¿Tú??? ¿Tú vas a pagarlo, Sam? Díme, tienes 500 dólares, como mínimo? ¿No, no? …

                Chris estaba echando humo y esperaba no tener que seguir hablando, su furia era notoria y rogaba controlarla… porque esto estaba yendo realmente mal.

Espera, Pat, que te ayudo dijo Henry, agachándose para coger a su prima... Pero se detuvo en el último segundo. No les haría ningún bien si él también se convertía en un conejo, aunque una absurda idea se le pasó por la cabeza. ¿Cómo sería? Riéndose de esa tontería, y con la chaqueta de Penny en la mano, se la enseñó a su prima-conejo ¿Te importa? Me temo que no sabemos si nos pasará lo mismo que a ti si te tocamos

Con suavidad, puso la chaqueta alrededor del cuerpo de su prima y cogío al conejo, elevándolo lentamente para que pudiese ver el reloj que Penny tenía en las manos.

El tono impertinente y la actitud de Sam y sus amigos terminaron de irritarla. ¿Quiénes se creían que eran aquellos muchachos para venir con exigencias, a hablarles como si en verdad tuvieran derecho a exigir algo? Antes de que ella pudiera explotar, su hermano saltó para poner a aquellos chicos en su lugar. Mel se cruzó de brazos, con el ceño totalmente fruncido y cara de muy malas pulgas. Como soltaran alguna otra estupidez, no tendría problemas en sacarlos a patadas de allí dentro.

El conejo rojizo estaba intentando encontrar algo extraordinario en el objeto que miraba su hermana cuando oyó la voz de su primo, se giró para mirarlo y vió como se la quedaba mirando sin llegar a cogerla. Ladeó la cabeza esperando sin saber a qué se debía la demora, y entonces él extendió las manos y la cogió con la chaqueta. Negó con la cabeza pero ya se encontraba a mas de un metro del suelo, al mirar hacia abajo se dió cuenta de la gran distancia que eso suponía para ella en esos momentos por lo que desistió de intentar hacer algo para hacerse entender.

-Solo falta que me hagan una foto- pensó ácidamente soltando el aire con fastidio y decidiendo prestar atención a lo que hacía Penny -ya veremos cuánto dura esto, a ver qué se me ocurre para comunicarme con ellos-.

En el momento en que los chicos comenzaron a indagar sobres sus vidas en el Internet, invadiendo por completo su intimidad, Tam explotó. Su primo intentaba darles nuevas excusas que los adolescentes se encargarían de destrozar y tergiversar. Así que ella decidió optar por algo más práctico. 

- ¿Queréis ver efectos especiales?- preguntó, con un claro tono de discursa.- Trae.- añadió, al tiempo que le arrebataba el móvil de las manos al chico que había mencionado los trabajos e identidades de los tres. Lo manoseó un poco fingiendo que colocaba algo por detrás del aparato, cuando en realidad se estaba preparando para utilizar su poder. Cuando liberó la energía el móvil explotó en pedazos.- ¿Contento?- dijo, tendiéndole el chisme destrozado al chico con una sonrisa. Aunque en el fondo sintió un pellizco de remordimiento. Lo que acababa de hacer podía traerles graves consecuencias. 

- Maldición. - gruño cuando el conejo blanco se nos escapó.

Luego me acerco al resto del grupo y mientras miro a Pat, o mejor dicho al conejo, me pregunto que poder ha podido hacer algo así. Tendría que consultar nuevamente la biblioteca.

- ¿Otra víctima? - pregunto buscando otro maldito conejo por los alrededores.

Y ahí estaba Penny, que a juzgar por la cara que había puesto al tocar el reloj, seguramente hubiera sentido algo extraño en aquel objeto. El resto de su familia, conejo incluído, observa expectante a Penny, por si ella tenía algo que decirles...

Los muchachos se quedaron boquiabiertos ante las palabras de Chris y la actuación de Tam. No esperaban semejante reacción y mucho menos que su teléfono móvil quedase de aquella forma. Ligeramente asustados por lo que habían visto y habían vivido, Sam respondió:

¡Vale, vale! ¡Joder! Nos vamos... dijo con la misma cara de preocupación que había tenido en el callejón. Todos se habían dado cuenta de que algo ocultaban, no había duda. Y mucho más después de aquella pequeña explosión. Pero fuera lo que fuera, sería mejor no cabrearles más.

¡Vámonos, tíos! Gritó y se marcharon de allí con la misma velocidad con la que habían llegado.

Mentalmente, un supuesto Henry se hubiese mordido el labio mientras observaba a su prima pequeña. Sabía lo mucho que ella odiaba todo lo que estaba pasando, tanto la magia como relacionarse más allá de lo que ella quería con su familia. Y ahora, todos dependían de sus poderes, sus premoniciones, como antiguamente las Embrujadas dependieron también de su madre. Le hubiese gustado apoyar una mano en su hombro, sin decir nada, porque no hubiese sido necesario. Penny entendería el mensaje, y todo se quedaría ahí.

Pero, obviamente, no podía hacer eso. Penny podría salir corriendo por el agobio, mentir para que la dejaran en paz o mandarles a todos a tomar vientos. Era mejor esperar la respuesta natural de la muchacha, mientras seguía agarrando a Pat y se le ocurrió que quizá podría intentar un conjuro

Pat, te dejo en el suelo, vamos a ver si funciona un hechizo...

Dejó a su prima en el suelo y le quitó la chaqueta. Recordaba que su madre lanzaba hechizos inventados, no veía por qué no podía probar él. Se aseguró que en aquél callejón no hubiera nadie más que ellos antes de lanzarlo.

Yo invoco, por el Poder de Ocho,

Invoco nuestro poder

Para deshacer este hechizo

y poder devolver a Pat

a su estado de una vez.

                Tam explotó, como se dice “con todas las letras”. Por supuesto que ese efecto especial fue cualquier cosa menos eso, pero la entendía. No sabía si realmente los chicos habían picado que eran un “truco”, aunque salieron volando. De eso seguro. Chris esperó a que Sam y su juntata realmente hubiesen partido para hablar con su prima y su hermana. Cuando realmente vio que se fueron, fue hacia la puerta, la cerró, y recién allí expresó su opinión.

                -Estuvo cerca –dijo, secándose un poco de sudor de la frente –pero Tam, tienes que controlarte. Digo… creéme que yo tenía peores deseos que los tuyos, pero si se desencarrilaban las cosas se hubiera ido todo a la… bueno, tú me comprendes.

                Se dio vuelta y tomó una botella de licor, sirvió un poco en un vaso.

                -¿Alguien quiere? Necesito tranquilizarme, esos chicos me pusieron los nervios a flor de piel… de verdad.

Tam se quedó inmóvil en el sitio, mirando cómo los chicos salían despavoridos. Estaban asustados y sin duda no tenían ni idea de cómo había sucedido aquello. Tam tan solo esperaba que el truco hubiera resultado y que estuviesen lo suficientemente asustados como para no irle con el cuento a nadie. Además, si no se lo habían tragado y volvían buscando explicaciones, les aseguraría que tan solo se trataba de un trozo de masa explosiva, muy utilizada para hacer efectos especiales. Se había asegurado de fingir que colocaba algo en el dispositivo antes de hacerlo explotar. Las palabras de su primo interrumpen sus pensamientos y vuelve la cabeza hacia él para soltar cuatro simples palabras. 

- Se han ido, ¿no?- intentó justificar lo que acababa de hacer, al fin y al cabo el objetivo a esas alturas era que los chicos se largasen, pero sabía que se había pasado así que terminó por ablandarse ante las palabras de su primo, la preocupación reflejada en su mirada.- Lo sé. Lo sé. No sé que me poseyó. 

Entonces el chico les ofreció un poco de licor y Tam levantó el dedo dándole a entender que ella tomaría un poco. No acostumbraba a beber pero sin duda aquello conseguiría calmar sus nervios. 

Mel mostraba una expresión de aprobación en el rostro cuando los chicos abandonaron el local. Lo que ella no se había atrevido a hacer, su prima no había dudado en llevarlo a cabo y por ello se ganaba otro punto de admiración. No había sido una solución muy pacífica, pero aquellos niños habían venido buscando guerra. Era justo lo que habían merecido.

-No seas tan duro Chris... esos chicos se pasaron de la raya. Más que fans eran unos maleducados. Ojalá tengan suficiente y nos dejen tranquilos.

Ante el ofrecimiento del licor, la bruja negó con la cabeza-. Una gaseosa para mí. Con estos nervios y el estómago casi vacío, el licor hará estragos en mi cabeza... En fin, ahora que nos hemos sacado el problema de encima, podríamos ver qué tal le está yendo a la otra parte de la familia. ¿A quién llamamos?

                -Lo siento, Tam. No quise sonar duro, de verdad yo tenía más deseos de hacerlos volar que tú… debe ser que estoy demasiado temeroso de que las cosas salgan mal.

                Su hermana tenía razón, la cuestión era que la visión me había afectado más de lo que quería reconocer, por eso quería estar tan en control. Por ahora parecía, sin embargo, que el objetivo de sacarse a los hormonales de encima había sido todo un éxito. Era conveniente llamar a los demás, como bien decía su hermana, para ver cómo andaban con sus asuntos.

                -Podemos probar con Henry –dijo mientras le servía a Mel algo de gaseosa para que bebiera alguna cosa pero sin alcohol. –Igual, si no os molesta por sonar medio paranoico, diría de esperar unos quince minutos y asegurarnos de que los “niños” no regresen por más, ¿vale?

-Por mí está bien -Mel sonrió y le dio un apretón cariñoso en el brazo a su hermano. Luego bebió algo de la gaseosa que le había servido y recostó su espalda contra el respaldo de la silla, visiblemente más relajada.

-Menudo embrollo este de los adolescentes... ¿Será así cada vez que tengamos que... hacer uso de nuestros poderes? -la chica no se veía teniendo que inventar un montón de excusas cada vez menos creíbles para mantener su fachada. Tenían que encontrar la forma de asegurarse de "actuar en las sombras" de ahí en más-. ¿Cómo se las arreglaban nuestros padres en sus épocas?

Tam agradeció con un movimiento de cabeza las palabras de apoyo de su prima. Había empezado a conectar un poco más con ella cuando estuvieron practicando la técnica de las pociones y no quería quebrar ese débil enlace. Chris también pareció ablandarse ante las palabras de Melinda y terminó por disculparse. 

- No creo que nos causen problemas. Y si vuelven tengo una explicación lógica de cómo lo hice- después del temeroso tono que había empleado Sam antes de salir por patas, dudaba que desearan volver en un futuro cercano. Incluso era reticente a considerar la posibilidad de que pudiesen intentar seguirles y grabarles. Habían demostrado tener un muy buen dominio de las Nuevas Tecnologías y sin duda no les hará ningún bien que acabaran colgando un vídeo de sus "efectos especiales" en la web. - Tan solo lamento no haber podido realizar ningún hechizo rastreador como acordamos en mi casa. No sabemos hacia donde han huído y lo que vio Penny todavía no ha ocurrido. No habría estado de más tenerlos controlados. ¿Creéis que quizás podamos pensar en algún hechizo que podamos hacer nosotros tres para remediarlo? 

No tenía muy claro cómo funcionaba el tema de los hechizos, pero había visto a su prima Pat inventarse varios que al final habían demostrado ser eficaces. 

- Sí. Sin problema. Podemos esperar unos quince minutos. Quizás podamos enviar también un mensaje a Pat. Me da la sensación de que siempre está disponible. Y mejor prevenir que curar. 

-No lo sé, no totalmente -dice, refiriéndose a la pregunta de Melinda, sobre cómo se la arreglaban los padres en aquellas épocas en las que el poder era de tres y no de ocho. -Supongo que se mandaron sus pifias también; no creo que haya sido fácil para ellos pero fueron evolucionando.

Guardó el licor en la parte de las estanterías, lavó los vasos y escuchó a Tam sobre el llamar a Pat primero. -Me parece bien- dijo, aunque hubiera contado conque Tam escogiera a Kat para llamar, siendo hermanas gemelas. "Los hermanos son algo serio"; Chris lamentó pensar eso porque un nudo se atoró en su garganta recordando al fallecido Wyatt. Por fortuna tenía a Melinda, sin embargo no se podía olvidar la muerte de un hermano. Tampoco que lo quisiera...

"Aunque sí el dolor... quiero que se vaya, que solo queden los recuerdos buenos. Pero aun es muy pronto, lo sé."

-Entonces damos 15 minutos y llamamos a Pat. Así sabemos como van ellos; aunque después queda el asunto del falso abuelo, tebnemos que ir tras esa pista también. O si quieres envíale el mensaje ahora, lo de los hechizos... en este momento estoy en blanco. Pero podríamos pensar algo mientras esperamos

Pero Penny se quedó callada, parecía que había visto algo gordo y el conejo que ahora era Pat paseó sus patitas delanteras por delante de sus ojos para limpiarlos en un gesto muy característico de esos animales. No quería perderse nada y dado su tamaño tenía que estar muy atenta a todo, aunque por suerte esas grandes orejas ayudaban a oír el más mínimo ruido.

Estaba por saltar a los brazos de su hermana para que reaccionase cuando la voz, y el movimiento, de su primo la interrumpieron y de repente bajó hasta el suelo. Después del mareo inicial por el rápido cambio de altitud y ya libre de la chaqueta que la asfixiaba, bastante tenía con el pelo que la cubría para darle calor, se sacudió todo el cuerpo y se quedó sentada, esperando con la cabeza ladeada para poder ver la cara de Henry.

-No está mal, aunque un poco forzado -pensó mientras cerraba un ojo en espera de si el conjuro lograba su objetivo o pasaba algo peor.

Efectivamente la madre de Henry lanzaba conjuros inventados, y muy parecidos al que había lanzado él. Pero recurrir al Poder de Ocho, con el resto de su familia tan lejos de ellos, fue algo que... de poco sirvió, pues Pat seguía con la misma apariencia que antes.

Quizá, si alguien más le ayudase...