Partida Rol por web

Cuando el conejo rojizo fué depositado en el bazo de Penny se acomodó en el hueco que ofrecía el codo y se quedó allí quieto, con el corazón latiéndole cada vez mas despacio. Parecía que se encontraba a gusto.

Debió de quedarse boquiabierta ante la pregunta de su prima. O al menos eso le pareció cuando al ir a abrir la boca para contestarle se dio cuenta de que ya la tenía abierta. 

- Muy graciosa, Pat.- le respondió, mientras tonteaba con un trocito de algo en su mano.- Todo lo que tengo es un pedacito del móvil del otro chaval. Pero no podemos estar seguros de que vayan a estar todos juntos. Quizás no merezca la pena gastar energías en ello.- concluyó, mordiéndose el labio inferior. 

No dijo nada más, pues Chris había comenzado a relatar su historia. Tam permaneció en silencio, observándolo mientras la contaba. 

- O sea. Que solo sabemos que iba detrás del libro y que tenía el aspecto del abuelo. Supongamos que se trata de un demonio que puede adoptar el aspecto de quien le venga en gana. Eso complica las cosas, pues no hay manera alguna de reconocerle. Aunque- añadió, levantando el dedo índice como anticipación de su idea.- si lo que busca es acercarse a nosotros, lo más probable es que adopte el aspecto de alguien que conozcamos. Quizás incluso se transforme en Sam. No sé...creo que deberíamos acordar una especie de contraseña, al menos entre los ocho, para asegurar nuestra identidad siempre que alguien pregunte por el libro. 

Volver a mencionar el libro le produjo cierta incomodidad, pues no veía otro modo de encontrar al falso abuelo que no fuera atrayéndolo hacia ellos. 

- ¿Se os ocurre alguna otra forma de encontrarlo que no sea atrayéndolo hacia nosotros? A mí es lo único que se me ocurre. Si lo que busca es el libro, debe vernos con él. 

       Chris estuvo de acuerdo, en forma instantánea, con el tema de la contraseña.

      -Debería ser algo que nadie vincule al libro, o a la magia; como "rosa roja" o lo que se os ocurra. Yo propongo que la contraseña la armemos ahora, y que no la digamos al resto de la familia... hasta saber que son ellos.

     Es que, como decía su prima, era posible que la entidad que se hizo pasar por el abuelo (mago, o lo que fuese) también lo pudiera hacer con Sam, Kat, y cualquiera de ellos. -Lo de la manera de encontrarlo, todavía no se me ocurre nada. Pero podríamos intentar hacer eso del hechizo de localización, o intentar escribir un hechizo. Pat es más buena en eso que yo, le sale la rima natural. Como sea, vamos con lo de la contraseña: ¿Rosa Roja? ¿Os gusta esa? Al menos es fácil de recordar.

     Miró a su hermana y a Tam, para saber qué opinaban al respecto.

Mel asintió ante la propuesta de su prima y las sugerencias de su hermano. Todas las precauciones eran pocas a la hora de enfrentarse a alguien tan poderoso como para poder crear una ilusión que le permitiera parecer otra persona.

-Rosa roja me parece bien. Si en las primeras dos o tres frases que digamos al vernos, no mencionamos esas palabras, sabremos que estamos ante un impostor. Ahora... no me parece buena idea andar con el libro de aquí para allá, por más de que sea el cebo para dar con el falso abuelo. Dudo mucho que la criatura, entidad o lo que sea, renuncie a la búsqueda, es cuestión de tiempo de que volvamos a toparnos con él. Mejor no arriesguemos nuestra herencia.

- Rosa roja está bien. Y creo que lo podemos incluir fácilmente en una conversación.- con decir que quería regalarle una rosa roja a alguien lo tenía todo hecho. 

A continuación miró a su prima.- No. Tienes razón. No sería lo más sensato. Demasiado arriesgado. Habrá que pensar otra cosa...Deberíamos preguntar a nuestras madres si se encontraron alguna vez con demonios de este tipo. A lo mejor conocen alguna forma de combatir sus poderes o de debilitarles. 

Entonces, Tam se dirigió hacia la barra, pasando a la parte de detrás y cogiendo un papel y un boli que descansaban al lado de la caja registradora. Garabateó unas pocas palabras y se las tendió a sus primos. 

- ¿Qué os parece esto como hechizo localizador?- les preguntó. Era la primera vez que lo intentaba y esperaba que cualquier dote que pudiera derivar de su vocación como maestra pudiera facilitar las cosas y crear unos versos efectivos. 

Imbuye de tu poder

Este trozo de plástico

Pues no queremos perder

A quien un brote tan drástico

Ha visto nacer en él

Tras ver nuestro poder

 

Permítenos mantener

Conocimiento de donde él

En todo momento se encuentre

Pues puede ser cuestión de vida o muerte

Y afectar a nuestro poder

- No es gran cosa. Pero en este momento es todo lo que se me ocurre.- añadió, encogiéndose de hombros. 

         Entendía lo de la peligrosidad de andar con el libro a cuestas, así que estuvo de acuerdo con su hermana, asintió lentamente. Mientras, su prima, había escrito un hechizo de localización y se los mostró. Chris creía que solo probándolo podrían saber si funcionaba.

       -Deberíamos probarlo, Tam, pero sería útil, creo yo, tener algún objeto o pertenencia o incluso hasta un mechón de cabello del "abuelo" porque no sé si solamente con la magia lo encontremos. No lo sé, siento que deberíamos tener alguna cosa de él y yo no poseo nada. Que molesto!... 

      Se rascó la cabeza, pensativo, y agregó: -O podemos probarlo igual, por probar, y ver qué pasa. ¿Os apetece un poco de experimentación?
 

Mel leyó en silencio el hechizo y después asintió. Para estar haciendo "un intento" le había quedado bastante bien. Ojalá cuando le tocara a ella encontrara las palabras adecuadas pues se sentía torpe al pensarlo.

Al escuchar las palabras de Chris, dejó de divagar sobre la confección de hechizos.

-Hermano, creo que Tam quiere localizar a ese chico, el que venía con Sam y terminó con el móvil destrozado, ¿verdad prima? -o al menos eso había entendido la pequeña Halliwell-. Igual, sea eso u otra cosa, me interesa lo de experimentar. Hasta que no probemos en condiciones controladas nuestros poderes, no podremos controlarlos. Vamos a ello! -agregó con entusiasmo.

Chris no debía haber estado escuchando su respuesta a la anterior pregunta de Melinda pues no había sido capaz de hacer la conexión entre el plástico que mencionaba en el hechizo con el pedacito de móvil que antes les había mostrado, como único resto de cualquiera de los chicos que momentos atrás habían avasallado el local. ¿Tan mal lo he hecho?, pensó algo abatida, pero la aclaración de su prima le subió el ánimo. 

- Es precisamente eso lo que intentaba. Un pedacito de un móvil no es mucho pero quizás sea suficiente. Al menos estamos seguros de que pertenecía a uno de ellos. 

Tras decir eso, Tam extendió las manos para coger las de sus primos. De lo poco que sabía de magia hasta el momento, recordaba que era mejor el poder de 3 que el de uno solo por lo que la unión de sus manos probablemente facilitase asimismo la unión de sus poderes. 

- ¿A la de tres lo leemos?- preguntó, esperando alguna clase de confirmación por parte de ellos dos ante de comenzar a contar.- Un...dos...tres. - Con tono firme pero pausado comenzó a recitar las palabras que había garabateado. No tenía ni idea de cómo podrían comprobar que el efecto era el que buscaban, pero suponía que si funcionaba pasaría algo que les haría notar que así había sido. ¿O no? Quizás el trozo de móvil se convirtiese en un espejo localizador, que les señalase la posición del chico, del compañero de Sam. 

       Chris no había entendido la idea de Tam hasta que Melinda se lo aclaró. -Ahora comprendo, me parece entonces una buena idea, espero nos salga la lectura. Sé que cuando uno se atropella al hablar las cosas pueden rebotar, así que... cof!! -se sirvió un poco de agua para que no se le atascara la lengua en el momento menos oportuno y esperó a la cuenta de tres para recitar el hechizo. 

       "Supongo que el P3 es un lugar tan bueno como otro para experimentar, siempre y cuando no esté en horario de apertura al público y eso." De todos modos, por las dudas, Chris se alejó un poco de las estanterías llenas de botellas antes de hacer la recitación.

Cuando se metieron en el coche el conejo rojizo comenzó a buscar con el hocico por las ropas de Penny, no paró hasta que encontró lo que parecía que estaba buscando.

Con cuidado de no dejar marcas, que pudiesen irritar a la mediana de las hermanas, sacó el móvil de ésta y lo golpeó suavemente con sus patitas peludas mientras su mirada estaba fija en la cara de la chica.

Cuando diviso el coche decido hacer una prueba para ver si seguía conservando los poderes.

Una vez han abierto la puerta del coche intento teletransportarme al interior del mismo.

Cuando recobrase mi forma humana alguien pagará por esto. ¿Quién será? Evidentemente el responsable de que ahora mismo parezca un suave e indefenso conejo negro.

Una vez en el coche Penny se tomó un par de segundos para acomodarse en el asiento. Estaba tremendamente cansada, aunque dudaba que la pesadez de su cuerpo se asemejara a la de su mente. Se quedó callada disfrutando del silencio que le rodeaba. Duró poco. Pat no tardó en moverse en busca de algo que llevaba en el interior de su chaqueta.

- Tía estate quieta... - separó los brazos del cuerpo, intentando dejar algo más de espacio a su hermana. - Pero se puede saber qué hac...

Frunció el ceño al darse cuenta de lo que estaba buscando. Cogió el movil con un par de dedos y se giró hacia su primo, quien iba al volante. Por el momento, el único humano con que entablar una verdadera conversación.

- Creo que quiere que llamemos al resto... - Se mordió el labio, barajando con quien ponerse en contacto. - Llamaré a Chris.

Sin dar tiempo a objecciones marcó el teléfono de su primo y descolgó el teléfono.

Cuando Penny entendió las intenciones del conejo éste se relajó y dió media vuelta, con un par de saltos a cada cual mas inseguro, se desplazó hasta el asiento trasero y se quedó acurrucado en un lado, con los ojos cerrados, como si quisiese dormirse o intentase fundirse con el tapizado.

Henry tomó el asiento del conductor y arrancó el coche. Cuando vio cómo Penny decidía a quien llamar, asintió con la cabeza.

Diles que vamos a casa de Tam. pensó en el P3, pero sabiendo a qué habían ido los demás, no iba a ser seguro. De hecho, quizá ni siquiera la casa de Tam sería segura ya.

      El móvil suena con su tono pop y Chris atiende presuroso. Su voz es en principio cauta hasta que oye a Penny del otro lado y se anima. Es que no había visto quién llamaba, antes de atender.

     -Hola Penny. ¿Qué pasa? Perdón que suene erh... ansioso, es que ese chaval fan de Tam me ha dejado con los pelos de punta.
 

Mientras se preparaban para recitar el conjuro, el teléfono de su hermano sonó. Una de sus primas había recibido el mensaje por lo visto.

Sin soltar las manos de Tam y Chris, aguardó a ver qué pasaba. Tal vez tuvieran noticias del libro después de todo.